Capitulo 1
No hace mucho tiempo, en un lugar llamado Japón, un joven de pelo rubio y ojos azules soñaba con un hermoso baile, uno al que sabía que jamás asistiría.
La fantasía no tardo en llegar a su fin, el sonido de los violines quedo interrumpido por un sonoro ruido que hizo que el rubio se incorporara y mirara preocupado a su alrededor.
Se encontraba en su despacho, se había quedado dormido mientras escribía su nueva novela. Naruto suspiro pesadamente y se levantó del sillón. Seguro que Ryuzaki había vuelto a hacer una de las suyas.
Bajó lentamente las escaleras, el sol aun se encontraba en lo alto del cielo, así que supo que no había dormido demasiado. Esperaba que la niñera aun no se hubiera marchado, no le gustaba dejar a los niños sin atención.
Se dirigió hacia el salón esperando que alguien le explicara el porqué de tanto escándalo, al llegar, se encontró con la pequeña Sora, quien lloraba escandalosamente porque su hermano mayor le había roto su muñeca preferida.
-Sora ¿Qué ha pasado?- le preguntó algo preocupado mientras se agachaba para quedar a la misma altura que la pequeña.
-Ryu-Ryuzaki m-me ha r-roto la mu-muñeca- contesto sollozando Sora mientras se abrazaba a Naruto.
El rubio le devolvió el abrazo y soltó un pequeño suspiro, desde la muerte de su hermano Deidara y de su marido Itachi, los dos niños habían pasado a su cuidado, Sora era tranquila y obediente no le causaba ningún problema, pero sin embargo Ryuzaki siempre andaba metido en líos y de mal humor, Naruto sabía que se comportaba así por la muerte de sus padres pero le dolía no poder hacer nada para ayudarle.
Cuando Sora dejó de llorar, Naruto la separo de él y le acaricio el oscuro cabello, la pequeña era la viva imagen de Itachi. No pudo evitar sonreír tristemente al recordarle, se había portado muy bien con él y sobretodo había hecho muy feliz a su hermano.
Dejó que esos pensamientos siguieran rondando por su cabeza y tras prometerle que le ayudaría a arreglar la muñeca se dispuso a encontrar a Ryuzaki.
No tardo mucho en encontrarle, su rubia cabellera fue lo que le delató. Estaba escondido detrás de uno de los arbustos del jardín, intentando respirar pausadamente.
-Ryuzaki ¿Se puede saber de qué te escondes?- le pregunto seriamente. Espero impaciente una respuesta pero el chico simplemente permanecía callado y cuando parecía que iba a confesarlo alguien dentro de casa gritó el nombre de Naruto.
Al escuchar los berridos que la niñera daba, Naruto no tuvo más opción que coger a Ryuzaki de la mano para que no se le escapara y entrar de nuevo en la casa. Nada más poner un pie en el salón la niñera se abalanzó sobre él completamente mojada y con manchas de barro por toda la ropa.
-¿Qué le ha pasado?- preguntó Naruto sabiendo que la respuesta no le iba a gustar.
-¿¡Que me ha pasado!? Ese monstruo ha vuelto a colocar un cubo de agua y otro de barro encima de la puerta de mi habitación. Si no estuviera usted aquí ya me habría encargado yo de ponerlo en su lugar.- Nada más terminar de decir esas palabras se tapó la boca, acababa de firmar su sentencia de muerte.
-¿Qué quieres decir con eso?- preguntó Naruto mientras intentaba aplacar la furia que crecía en su interior.
-Yo…Yo-la pelirroja no sabía que decir, como podía decirle que alguna vez había llegado a ponerle la mano encima a los dos mocosos.
-¡Contesta!- grito mientras se acercaba a ella.
La chica simplemente se quedo en silencio con la mirada fija en el suelo sin atreverse a decir ni una sola palabra. Naruto interpreto ese silenció como un sí, sin poder retener la furia que sentía se acerco a Karin y le propino una fuerte bofetada en la mejilla, mientras tanto Ryuzaki como Sora miraban incrédulos a su tío.
-Sal inmediatamente de esta casa.- dijo fríamente.- Y asegúrate de empezar a estudiar para una nueva profesión, porque voy a encargarme personalmente de que no vuelvas a cuidar a un solo niño en tu maldita vida.
Karin corrió hasta la puerta y se marcho de aquel lugar con la cabeza agacha y el rabo entre las piernas, Uzumaki Naruto no era alguien con el que se pudiera jugar.
Cuando la pelirroja se fue de aquella casa Naruto se acerco a los dos niños y los abrazo lo más fuerte que pudo.
-¿Por qué no me dijisteis nada?- les pregunto sin soltarlos.
-Karin nos dijo que no nos creerías y que te acabarías cansando de nosotros y nos tocaría marcharnos a un orfanato.- dijo la pequeña Sora mientras apretaba fuertemente a Naruto. El asco que Naruto sentía hacia esa mujer se intensificó, y se alegro de no tenerla aquí, porque si no habría hecho mucho más que pegarle simplemente una bofetada.
-Nunca me cansaría de vosotros, sois lo más preciado que tengo.- dijo acariciando el rostro de los dos.- Vuestros padres estarían orgullosos de ver como habéis crecido.
Tanto Sora como Ryuzaki sonrieron felices al escuchar las palabras del rubio, volvieron a abrazarle contentos, pero para su desgracia esta emotiva escena fue interrumpida por el timbre de la puerta.
-¿Quién puede ser?- se pregunto Naruto en voz baja. Lo que nunca se esperó el rubio fue encontrarse cara a cara con el mayordomo de Fugaku Uchiha.
- Naruto-sama- dijo el mayordomo mientras se inclinaba respetuosamente ante él.
-¿Qué es lo que quieres?- Preguntó Naruto fríamente mientras colocaba a Sora y a Ryuzaki detrás de él.
-Fugaku-sama espera que acepten ir a celebrar la navidad con él en Flamethower Castle.
-No iremos.- respondió rápidamente.- Hace varios años dejó bien claro que no quería saber nada ni de Itachi ni de su familia cuando este se casó con mi hermano.
-¿Quién es Fugaku-sama?- preguntó inocentemente Sora, interrumpiendo la conversación de los mayores.
-Nuestro abuelo.- dijo Ryuzaki con mala cara.
-¿Tengo un abuelo?- dijo ilusionada la niña.- ¿Podemos ir a verlo, por favor?
Naruto no sabía qué hacer, miró a su sobrina, no podía desilusionarla. Sabía que Fugaku era la única familia que a los pequeños les quedaba, a parte de él y del hermano de Itachi.
-Está bien.- dijo resignado.- Iremos.
Sora salto de alegría, Ryuzaki simplemente se quedo callado sin mostrar ninguna emoción y el mayordomo sonrió contento al ver que las cosas habían sido mucho más fáciles de lo que se imaginaba.
-Aquí tiene Naruto-sama.- le dijo antes de marcharse.- Tres boletos de avión para Londres, mañana pasaré sobre las ocho para recogerlos y llevarlos al aeropuerto.
Por la noche después de hacer las maletas y acostar a Sora, Naruto se fue a la habitación de Ryuzaki. Al rubio se le encogió el corazón al ver al pequeño sentado en la cama mirando fijamente el retrato de sus padres mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
-Ryu ¿Qué te pasa?- dijo abrazándolo fuertemente.
-¿Tú crees que oto-chan y oto-san hubieran querido que fuéramos? Oto-san me dijo que el abuelo se porto muy mal con Oto-chan ¿Y si se enfadan conmigo por ir?- preguntó entre sollozos.
-No se van a enfadar contigo, es más, seguro que están muy contentos de que el abuelo quiera conoceros, apuesto que se arrepiente de todo lo que le dijo a tus padres. Además también estará el hermano de tu Oto-san ¿No quieres conocerlo?- respondió mientras se separaba un poco de Ryu para limpiarle las lágrimas.
El pequeño asintió enérgicamente y Naruto no pudo evitar sonreír.
-Así me gusta, campeón.- dijo cogiéndolo en brazos y llevándolo a la cama.- Ahora a descansar, mañana nos espera un largo viaje.