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Recuerdos de la Abuela por Cody143

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Notas del capitulo:

Em, hola! Em, soy nueva en esto, y..., comenzé a leer algunas que me gustaron y me animé a hacer el mío propio, hmm.. supongo que eso es todo.

I hope you like it!

En una calurosa tarde de verano, cuando el sol estaba en un punto casi insoportable, tu ropa se adhería a tu cuerpo por el sudor, todos los animales buscaban la sombra de un árbol y la gente estaba en las heladerías o en algún parque acuático, la señora  Thompson podaba su jardín que en otros tiempos fue el más hermoso que nunca se vio. Donde estaban plantados frondosos árboles y hermosas rosas, donde se veía un hermoso pasto verde; y de todo el  ayer sólo los recuerdos quedaron.

Vio que un lujoso automóvil cromado se acercaba a su casa, sonrió dejando a la vista su dentadura postiza, alzó la mano para saludar a los que llegaban a visitarlo. Del vehículo bajó un señor  de unos 40 años, con una cabellera color cobre, ojos color grises y con una sonrisa que a pesar de los años podría enamorar a cualquier mujer que lo viera; lo acompañaban una señora de 35 años, con un cuerpo y cutis muy cuidado, una hermosura que era inigualable ante cualquier hombre, con una blonda cabellera y unos ojos profundos que le daban un aire misterioso y cautivador; y finalmente una señorita, una mujer muy agraciada que parecía sacada de una revista de modelos, con un parecido asombroso al de su abuela en su juventud, con su cabellera del mismo color que el árbol Castaño, unos profundos ojos color miel y sus rasgos que aparentaba ser el retrato vivo de la juventud de la señora Thompson, su cuerpo perfecto, como si hubiera sido esculpido  por Miguel Ángel “El Divino”, y sus labios con un color carmín, era como si hubieran puesto cada cosa en el lugar exacto para crear a una perfecta Diosa Griega

-¡Mamá!-Saludó el hombre a la señora Thompson.- ¿Cómo has estado?-Se acercó a ella con grandes zancadas.

-Bien hijo, esperando mi muerte en algún buen momento.-comentó con humor.

-Buenas tardes suegra.-la saludó la mujer.

-Muy buenas tardes las tuya Evangeline.-Le sonrió carismática. Miró a la muchacha.-Elizabeth, ¿no saludarás a esta vieja infeliz?

-Claro que sí abuela.-sonrió y la envolvió en un afectuoso abrazo.

-Yo también te extrañé Elizabeth, pero me lastimas.-rió divertida.

-Perdón.-se ruborizó la muchacha provocando carcajadas de todos, sí, aún era un niña con cuerpo de adolescente.

-Pero pasen, que este calor es insoportable. Elizabeth, apaga la podadora por favor.

La chica accedió mientras su abuela y sus padres entraban al acogedor hogar, minutos después ella ya los acompañaba mientras bebía un poco de agua fría. Entraron al hogar, que desprendían las paredes olor a lágrimas y a dolor, donde se podía percibir un leve olor a café y un poco de cariño. Comenzaron a hablar de negocios, de calor, de todo un poco, mientras el aún intacto humor de la señora Thompson hacía reír a todos.  Elizabeth se disculpó y se retiró a ver la televisión mientras su abuela y sus padres conversaban. La señorita observó atentamente todo el lugar, era cierto que iba cada mes, pero ese lugar era tan místico y todo estaba tan cuidado, no había ningún rastro de telarañas ni algo maltratado, era como si cada día, o un día antes de que llegaran, su abuela se encargaba de tener todo en orden. Veía todos los daguerrotipos que se exhibían con elegancia y misterio en la sala, las caras tan familiares pero tan desconocidas, la foto de su bisabuela que era prácticamente una niña, la foto de su abuela, y una foto de…. ¿¡Quién era ella!? Nunca había visto aquella foto, hizo una remembranza  de las visitas pasadas y afirmó su pensamiento, esa foto no estaba antes; en un descuido tropezó y tiró el recuadro con la fotografía de la extraña, todos acudieron rápidamente al escuchar el ruido del vidrio romperse, ayudaron a la  avergonzada Elizabeth  a levantarse y su madre le curó las leves heridas en su mano que se ocasionó, su padre recogió los restos de vidrio mientras que la señora Thompson contemplaba el desastre ocasionado.

-Lo lamento abuela.-Se disculpó la muchacha.-No fue mi intención…

Su abuela simplemente empujó sutilmente a su hijo impidiendo que siguiera con su labor, sollozó profundamente mientras que unas lágrimas resbalaban por su arrugado rostro, con cuidado comenzó a levantar los restos del marco mientras sollozaba, eran sollozos ahogados que parecían de un niño que se acababa de caer mientras montaba su nueva bicicleta.

-Ya mamá, te compraré otro recuadro.-La abrazó y comenzó a caminar con ella rumbo a la cocina seguido de su bella esposa.

Elizabeth, recogió tímidamente la fotografía que su abuela dejó caer accidentalmente, y al ver a la persona que estaba en ella se asombró; era una mujer, una hermosa mujer, su belleza era asombrosa, era mucho más bella que su madre, con una hermosa cabellera que parecía que enmarcaba su rostro como la mejor pintura del mundo, unos ojos color chocolate con una ligera combinación de gris, su pequeña nariz y sus labios formados en una sonrisa que mostraba sus dientes como si fueran perlas, su mirada reflejaba paz y cariño; estaba tan ensimismada observando la imagen y le asustó su reacción, el brinco que dio su corazón y la forma en que simplemente no podía despegar su vista de la fotografía.  ¿Por qué no había visto esa foto antes? Se preguntaba y también quién era aquella misteriosa mujer. Miró por todos lados para ver si no había alguien, cuando estuvo segura que estaba sola, guardó la fotografía en un bolsillo de su vaquero y recogió los últimos pedazos de vidrio roto en el piso y los tiró a la basura; se dedicó a ver la fotografía verdaderamente hechizada por la hermosura de la muchacha; se pasó toda la tarde pensando, idealizándola, pensado cómo era, estuvo a punto de pensar que se había enamorado de esa fotografía.

-Elizabeth, es hora de irnos.-lo sobresaltó la voz de su madre que se acercaba a ella.

-Sí, sí, ya voy.-ocultó su nerviosismo.

Se levantó del sofá y dobló la fotografía guardándola. Al estar parada en el umbral de la puerta y ver el semblante triste, lúgubre y callado de su abuela se sintió culpable, miró a sus padres despedirse de ella y como esta les sonreía triste.

 Cuando llegó su momento de despedirse no quiso hacerlo, se enfrentó a sus padres pidiendo autorización para quedarse, a lo cual ambos denegaron hasta que finalmente la señora Thompson intervino.

 -Se puede quedar conmigo, no hay problema por mi parte, creo que a mis ochenta y cinco años me gustaría estar una noche conviviendo con mi nieto.

-Está bien.-accedió la mujer.-pero mañana vendremos por ti.

-¡Gracias mamá!-exclamó y la abrazó.

-Cuídense.-se montó la pareja en el automóvil cromado

La Señora Thomson entró a la casa seguida de Elizabeth. Hirvieron agua para café mientras ella buscaba las tazas. Ambas bebieron un poco de café con galletas mientras conversaban, aunque  sabían que tarde o temprano surgiría aquel tema de conversación que por un largo rato evitaron tomar y se centraron en otras cosas. Cuando Elizabeth se levantó por mas galletas se le cayó la fotografía del bolsillo de los vaqueros, ella, nerviosa lo recogió rápidamente, pero no lo suficiente como para que su abuela supiera qué era. Nadie dijo nada cuando ella se sentó nuevamente, simplemente dieron un sorbo a su café correspondiente y se miraron, Elizabeth con una mirada cómplice y su abuela simplemente la miraba con una seriedad escalofriante, sin expresar algo.

-Abuela..-comenzó Elizabeth.-¿Quién es la chica de la foto?

-¿Quién?-se hizo la desentendida

-La chica, de la foto.-Sacó la fotografía de su bolsillo y se lo mostró a su abuela.-¿Quién es ella?

La señora Thompson suspiró con nostalgia, fue un suspiro que se escapó desde lo más hondo de su alma y contempló la foto con los ojos acuosos, con una solemnidad única en el mundo, y como si viera la más valiosa pieza de arte.

-Ella… ella ha sido mi único y gran amor…-confesó con nostalgia.

-¡Pero es una chica!-Alegó pasmada

-Lo sé, lo sé-esbozó media sonrisa.

-¿Te enamoraste de una chica?.-balbuceó

-Sí Elizabeth, me enamoré perdidamente de ella…-contestó con la cabeza gacha

-¿Cómo se llama?

-Se llama… se llamó.-corrigió después.- Se llamó Alexandra…

Notas finales:

Gracias por tomarte la molestia de leerme, perdón mi falta de tacto, soy nueva!


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