V A H O
El invierno es frío, pero es más cálido de lo que aparenta. Te hace necesitado, recordar y extrañar. Si no sería raro, porque no sentirlo sería frío… o tal vez sea lo más lógico.
Es el mar lo sé, me ha mareado en un ir y venir, que no tengo presente bien mi mente y cala mis huesos con su espuma en mis pies.
Más siento que se burla, de aquellos pensamientos como de alguien que alguna vez sintió.
Si miro nuevamente a mi lado como respuesta a aquello, el castillo que había construido con esas arenas, se ha desmoronado y quedado en el olvido.
Tú.
Recuerdo tu rostro, tus manos, como vestías y hablabas con todos.
Tú vida en una mentira, en mi mentira. Aquella que forme apenas te conocí y quise saber lo que todos sentían, sin pensar en ti… o lo que significaban tus palabras.
Para ti siempre fue extraña mi actitud, mi manera de querer, así como se armaba entre nosotros.
En vez de alejarte, me seguiste.
En vez de exigir, te conformaste.
Todo lo resumiste… en que había estado demasiado solo para comprender que todo en mí te dañaba.
Simplemente pensaste que la solución serías tú, siendo que nada estaba claro y que yo…
Sólo fingía, porque para mí eras…
Llevábamos más de tres años. Nadie negaría que fuéramos buena pareja, ya que ninguno de los dos peleábamos. ¿Para qué hacerlo, si nada me hacía luchar por ello?
Si apretó mis pies con la arena, la imagen de tus puños temblando vienen a mí, ese silencio infringido a un grito indirecto en pedido de misericordia, de aquella ayuda tan añorada y alejada.
La sombra de tú espalda se pierde en el horizonte, pero es sólo un barco en alta mar.
Me pregunto cómo pudimos durar tanto. No lo comprendo, aun cuando la situación siempre fue clara.
Ahora, agradezco que descubrieras que nunca fuimos uno y sólo era un sueño infantil de ti. Masoquista, era ese pequeño susurro mental que te categorizaba siempre al verte, armando tu sueño de mentiras donde yo era el albañil.
Pero no fue tú culpa, simplemente creíste que como esa persona te ama, yo igual lo haría.
…
Si las palabras llegaran a tus oídos, como pequeños vahos salir de mi boca por el frío…
Te daría las “gracias”.
Por dar con alguien inexistente.
Apreciar lo que los demás no veían.
Amarlo.
Entenderlo.
Esperar.
Esperar.
Añorar.
Añorar.
Llorar a sus espaldas.
Amarlo.
Añorar.
Esperar.
Esperar.
Y esperar.
Cuando alguien que nunca ha amado… únicamente no puede amar.
El vaho por el frío sólo llega hasta mis manos.
V A H O
El invierno es frío, pero es más cálido de lo que aparenta. Te hace necesitado, recordar y extrañar. Si no sería raro, porque no sentirlo sería frío… o tal vez sea lo más lógico.
Es el mar lo sé, me ha mareado en un ir y venir, que no tengo presente bien mi mente y cala mis huesos con su espuma en mis pies.
Más siento que se burla, de aquellos pensamientos como de alguien que alguna vez sintió.
Si miro nuevamente a mi lado como respuesta a aquello, el castillo que había construido con esas arenas, se ha desmoronado y quedado en el olvido.
Tú.
Recuerdo tu rostro, tus manos, como vestías y hablabas con todos.
Tú vida en una mentira, en mi mentira. Aquella que forme apenas te conocí y quise saber lo que todos sentían, sin pensar en ti… o lo que significaban tus palabras.
Para ti siempre fue extraña mi actitud, mi manera de querer, así como se armaba entre nosotros.
En vez de alejarte, me seguiste.
En vez de exigir, te conformaste.
Todo lo resumiste… en que había estado demasiado solo para comprender que todo en mí te dañaba.
Simplemente pensaste que la solución serías tú, siendo que nada estaba claro y que yo…
Sólo fingía, porque para mí eras…
Llevábamos más de tres años. Nadie negaría que fuéramos buena pareja, ya que ninguno de los dos peleábamos. ¿Para qué hacerlo, si nada me hacía luchar por ello?
Si apretó mis pies con la arena, la imagen de tus puños temblando vienen a mí, ese silencio infringido a un grito indirecto en pedido de misericordia, de aquella ayuda tan añorada y alejada.
La sombra de tú espalda se pierde en el horizonte, pero es sólo un barco en alta mar.
Me pregunto cómo pudimos durar tanto. No lo comprendo, aun cuando la situación siempre fue clara.
Ahora, agradezco que descubrieras que nunca fuimos uno y sólo era un sueño infantil de ti. Masoquista, era ese pequeño susurro mental que te categorizaba siempre al verte, armando tu sueño de mentiras donde yo era el albañil.
Pero no fue tú culpa, simplemente creíste que como esa persona te ama, yo igual lo haría.
…
Si las palabras llegaran a tus oídos, como pequeños vahos salir de mi boca por el frío…
Te daría las “gracias”.
Por dar con alguien inexistente.
Apreciar lo que los demás no veían.
Amarlo.
Entenderlo.
Esperar.
Esperar.
Añorar.
Añorar.
Llorar a sus espaldas.
Amarlo.
Añorar.
Esperar.
Esperar.
Y esperar.
Cuando alguien que nunca ha amado… únicamente no puede amar.
El vaho por el frío sólo llega hasta mis manos.