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Liar Liar por Untitled

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Notas del fanfic:

Otra vez, Miyavi x Chiyu xD. Amo a Miyavi, así que lo verán en muchos de mis fics.

Disfruten

 

 

Kuki

Liar Liar

‘‘Espero que me perdones por ser un mentiroso’’.

 

 

“El filo de aquella arma blanca atravesó cruelmente aquella suave y blanca piel, adornada con finos tatuajes en su espalda y brazos, un pequeño hilo de sangre se escapó por la comisura de los labios de aquel pelinegro, manchando igualmente el piercing que adornaba su labio inferior. De inmediato la piel de su pecho se tornaría de un rojo carmesí. El castaño detrás de él quedó pasmado al ver la sangre esparcirse por todo el lugar, sintiéndose la persona más inútil del mundo al no poder hacer nada, mientras que el pelinegro volteó su cabeza y lo miró, esbozando una sonrisa amplia, amable y que expresaba calma a pesar de la situación en la que se encontraba.

 

-  “Nos veremos luego ¿verdad? Es una promesa de meñiques… hermano” Eso me dijiste…  lo siento, creo que no podré cumplir esa promesa… -dijo el mayor, sin borrar su sonrisa, la cual de repente expresó sentimientos melancólicos-

 

El agresor fue invadido por la desesperación y el horror al darse cuenta de que había herido a muerte a una persona que en realidad no quería herir, el alcohol lo había consumido y hecho que cometiese un gran error, por ello salió corriendo del lugar, dejando a su suerte a ambos, en la oscuridad de la noche. Las calles estaban desiertas, eran como eso de las 12 de la mañana, ni un alma se veía en la carretera, nada. El más alto de los dos, comenzó a sentir los efectos de la pérdida de sangre, sin mucho poder hacer, solo se dejó caer sobre el pavimento frío, quejándose de dolor.

 

Aquel color carmesí comenzó a pintar el suelo, mezclándose con las diminutas gotas de agua que emanaban ligeramente del ahora nublado cielo. El menor, luego de salir de su shock, miró hacia abajo y ver al pelinegro tendido en el suelo, abrió a más no poder sus ojos, de los cuales inconscientemente comenzaban a salir lágrimas llenas de dolor, no podía creerlo, no quería creerlo. Sin importarle nada, se dejó caer de rodillas en el pavimento, junto al guitarrista, y lo tomó por los hombros.

 

-  ¿Mi-Miya…?

  

De su boca apenas podían salir palabras, quería hablar, quería gritar. Ese hombre que siempre lo acompañó, el que siempre le brindó su apoyo, el que siempre estuvo ahí para él, el que lo protegió de todo incluso a costa de su vida, el que lo hacía reír, llorar, enojar, el que hizo locuras solo para ver una sonrisa dibujada en su rostro… y al que nunca le pudo llegar a corresponder esos sentimientos enormes de amor, ese hombre estaba frente a él, bañado en un rojo doloroso, y no podía hacer… nada para ayudarlo. 

 

- Chiyu… –rió levemente, entre muecas de dolor–

 

Aún con aquel dolor infernal recorriendo cada facción de su cuerpo, pronunció el nombre de su amado, más que su amado, su vida.  Aún estando a punto de morir, se preocupaba por el joven a su lado, que comenzaba a tiritar de frío. Sentía su cuerpo desvanecerse por la pérdida de sangre, y la helada lluvia que congelaba su cuerpo; a pesar de esto, extendió su brazo y con un poco de esfuerzo, entrelazó su meñique con el del menor, quien miró sorprendido sus dedos, y luego al mayor, quien sonreía como si no pasara nada.

 

Así era, siempre que el guitarrista estaba con el castaño, los minutos eran horas, y las horas siglos. Nada importaba mientras estuvieran ellos dos juntos, el pelinegro siempre le daba apoyos al bajista, aún en los peores momentos, en las peores situaciones, siempre esbozaba una sonrisa amable y cálida, que hacían a su amado estremecerse y sentir, entre tanto frío, un poco de calor en su interior. Las lágrimas de ambos se mezclaban con las ‘‘lágrimas del cielo’’ que ciertamente parecía llorar.

 

  ‘‘La luz que se sacude de la luna delinea nuestras sombras...

Tú debías saber todo ya, y solo asentiste con la cabeza...

Y reíste por mí.  ¿Qué es lo que puedo hacer por ti?’’

 

 

El castaño trataba de articular alguna palabra, pero le era inútil el intento, de su boca solo salían gemidos cargados de dolor e hipidos. Apenas y podía mirar al mayor, quien no dejaba de sonreír, este negó con la cabeza, y de sus labios claramente se vio como pronunció: ‘‘Sonríe… para mí’’ que apenas pudo escucharse, ya sus cuerdas vocales no le ayudaban mucho. Este mensaje fue captado casi instantáneamente por el bajista, quien a duras penas esbozó una sonrisa melancólica y mojada en lágrimas.  El solista, al ver su sonrisa, sintió un leve calor en el pecho, sensación única que solo la producía él. Nuevamente volvió a mover sus labios, pudiéndose entender claramente un ‘‘Te amo…’’ que fue llevado por el viento.

Cerró sus ojos y una última lágrima rodó por su rostro, tiñéndose por el rojo que había en su mejilla, su sonrisa seguía intacta.

 

 

Sus meñiques se separaron

 

 

Una presión horriblemente aplastante invadió al bajista, quien abrió de par en par sus ojos nuevamente, borrando su sonrisa. Sintió asfixiarse, sintiendo como su corazón literalmente, se comenzaba a despedazar viendo el cadáver de aquella tan valiosa persona para él, sus ojos nuevamente se llenaron de lágrimas, imposibilitando su visión.  

 

-  ¿¡Mi-Miya!? N-no... No... -negó con su cabeza- ¡¡¡MIYAVIIII!!!

 

 Se pudo oír un grito lleno de desesperación y dolor, que fue sordo entre los golpes que la lluvia daba violentamente al pavimento.

 

 

Y yo que invento y te canto cuentos...

Espero me perdones por ser un mentiroso. ’’

 

El castaño abrió sus húmedos ojos, para luego rápidamente sentarse sobre la cama y buscar al pelinegro con la mirada, desesperado. Llorando a mares, salió de la habitación y busco por toda la casa, deseando encontrarse con el guitarrista, pero no fue así. ¿Había sido un sueño? ¿O pasó de verdad?

Se acercó a la mesa, viendo algo inusual sobre ella. Era una carta, que en la esquina superior derecha tenía la inconfundible firma del azabache. Rápido se sentó y la tomó, abriendo el sobre con algo de desesperación y con sus manos temblando de nervios, la leyó:

‘‘Porque tu ríes, yo también río.

Todo va a estar bien, así que ya no llores. Aunque el azul se vea rojo, no dejes que estos recuerdos se vuelvan mentiras. No importa donde estés en este inmenso mundo, yo iré ahí para encontrarte.

Y yo que invento y te canto cuentos. Espero me perdones por ser un mentiroso.

Por favor cree en mí.

 

Miyavi. ’’ 

 

 

Una sonrisa boba se esbozó en el rostro del castaño, y de sus labios se pudo escuchar un ‘‘Idiota…’’ seguidas de lágrimas de felicidad. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba el pelinegro? ¿Fue realmente un sueño lo que pasó? Preguntas se formulaban en su cabeza, preguntas sin respuestas. Lo cierto es, que el castaño más nunca volvió a ver a aquel hombre, al que nunca pudo llegar a amar.

Notas finales:

Espero les haya gustaaado.

 

Kuki


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