Cap. 8 Disyunciones
Safu entro corriendo a la tienda de antigüedades que administraba su abuela, sintiendo de inmediato culpa, si las cosas salían mal, y había un alto porcentaje de posibilidad, la mujer mayor se vería arrastrada junto a ella a esa situación tan difícil.
Dio un hondo suspiro, tenía que salir de ahí antes de que la anciana notara su presencia. Asomo medio rostro a la calle, la obscuridad envolvía todo y el silencio reinaba. Con una agilidad que no sabía poseía se deslizo a un callejón cercano justo en el momento en que dos autos aparcaban frente a las dos únicas salidas del edificio. Vio descender de ellos a seis hombres armados, luego los mismos entraron sin titubear y registraron todo la residencia ante los gritos indignados de la anciana.
Cuando el segundo al mando informo que todo estaba perfectamente limpio y la mujer mayor exigía explicaciones supieron que la chica que buscaban no estaba ahí. Volvieron a subir a los vehículos y se marcharon tan rápido como habían llegado.
Safu soltó el aire que no noto contenía, cayó al suelo con la expresión de terror aun pintada en sus facciones, había estado muy cerca.
Ahora debía buscar a donde ir, Lear seguramente estaba bien, quería creer que el rubio había escapado y…
—Lost Town. —Dejo salir como un suspiro. No cabía duda, si Lear logro huir no había otro lugar a donde correr.
********************
La carretera estaba en muy mal estado, sin duda era poco transitada y los baches hacían a la pequeña camioneta brincar asemejándose a una licuadora.
Shion se sostenía lo mejor que podía de la parte alta intentado que su cabeza no se estrellara contra la puerta o el techo, el continuo zangoloteo comenzaban a causarle nauseas.
—¿Lear a donde vamos? —Se atrevió a preguntar el albino después de ver perderse entre la negrura de la noche todo rastro de luz artificial, en este punto no existía ya ni siquiera la rustica carretera.
—No lo sé. —Contesto con sinceridad. —Lo que sí sé es que debemos alejar nos lo más posible y si es posible perdernos. Sion, pero tú no te preocupes, voy a protegerte.
—¿Si claro, tu y cuantos más? —El sonido de un motor hizo a Shion dar un respingo en su lugar, aquella voz tan melodiosa y sarcástica no podía ser de otro que...
—Nezumi. —Articulo Shion sin dejar salir sonido alguno.
Con la respiración agitada asomo medio cuerpo por la ventana de la pequeña camioneta para comprobar lo que ya sabía y quedando asombrado al ver una motocicleta negra acercase de forma rápida.
No tuvo tiempo de nada, su cuerpo fue jalado de un solo tirón fuera del vehículo aterrizando un segundo después entre los fuertes y firmes brazos de quien pensó no volvería a ver. Con alegría se abrazo al torso del roedor, exclamando de forma ahogada su nombre, no lo diría en voz alta, pero esas tres últimas horas lejos de él y con la idea de haberlo abandonado, fueron insoportables, se sentía inseguro, triste, desvalido y completamente perdido. Ahora podía volver a respirar, era como encontrar un oasis en medio del desierto.
Nezumi detuvo la moto, miro a Shion, la pequeña flor se aferraba a él como si la vida le fuera en ello, el peliazul apretó más al peliblanco acariciando en el proceso sus delicadas hebras de algodón, transmitiéndole mudamente estabilidad. Levanto la vista de nuevo a rubio que bajaba de la camioneta con mirada furiosa.
—¡Ah! Por cierto, tu idea de una granjita por ahí en lo profundo del bosque tampoco me cuadra. ¿Qué pasaría si la bruja decide que Blanquito es demasiado mono para permitirle vivir? —Shion se sonrojo ante el comentario, preguntándose de dónde sacaba esas ideas. —Vamos no te molestes ricitos, el caballero promete cuidar de la pequeña majestad, así que mientras planeamos el día de la boda. — Nezumi lo decía todo con una gran sonrisa. —Piérdete. —En un segundo cambio, ahora los iris gris eran dos dagas. —No quiero volver a verte ni remotamente cerca de Shion o te despellejo vivo, ¿entendiste? O tengo que darte un adelanto.
Lear dejo salir un sonido inconforme con la boca, luego sin aviso alguno lanzo una patada directo al rostro burlón de la rata.
Nezumi silbo jocoso esquivando el golpe y quitado a Shion del camino.
—Al parecer si necesitas una sacudida.
Lear apretó los puños no dejaría que se maldito indigente le ganara, era solo un infeliz que no tenía ni donde caerse muerto, alguien como él no podía proteger a Shion. Con rabia lanzo el primer golpe, el mismo que fue esquivado por el rostro de Nezumi, el roedor sonrió listo para asestar su puño en el costado del rubio pero este fue más rápido y de un salto salió de su línea de alcance, una patada derribo al ex científico, Lear jadeo y rodo para evitar el puntapié que se cernía contra su rostro, luego con agilidad sorprendente levanto medio cuerpo para lanzar una patada voladora contra el estomago de Nezumi.
Nezumi ahogo un gemido, un poco mas de fuerza y le hubiera desmayado, debía admitirlo el rubio no peleaba nada mal, con calculada rapidez se aproximo para de un giro quedar frente a la espalda de Lear y colocarle en medio de la espalda un fuerte codazo. Lear derribado y con un dolor insoportable entre los omoplatos intento enredar sus pies entre los de su oponente para dejarlo en las misma situación, Nezumi vio venir el movimiento del otro y sin pensarlo salto abriendo las piernas para quedar sentado sobre el otro, sonrió con alevosía de entre sus ropas asomo una navaja, Lear miro el metal y apretó los labios al sentirlo sobre su garganta.
Nezumi deseaba terminar rápido con el estorbo porque no podía exponer a Shion a permanecer en ese lugar sabiendo que lo buscaba.
—¡Basta! ¡Basta por favor! —Shion grito asustado.
—Shion tranquilo solo me deshago de la basura y nos vamos.
—Nezumi.
Nezumi entrecerró los ojos, la pequeña majestad se comenzaba a convertir en una piedrita molesta en su zapato, él optaba por no dejar cabos sueltos, puntos que después le podrían provocar un fallo, pero mirando la suplica en aquellos ojos granate simplemente sus piro retirándose del rubio y caminando en su dirección.
—Shion, nos arrepentiremos de esto. —Susurro contra el oído del peliblanco al tiempo en que lo abrazaba con ternura.
Dos segundos.
Dos segundos fueron suficientes, lámparas potentes cegaron por completo a los tres jóvenes, el ruido de motores les ensordecieron y entre la confusión Nezumi solo logro sentir como tiraban de él y Shion en direcciones contrarias, desgarrándosele el corazón al escuchar la dulce voz de su flor llamándolo con desesperación.
Continuara…