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El Hijo del Hombre por Ciel Phantom

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Cap.3  Presentaciones y Razones

 

 —Shion, resiste, Shion. —Repetía una y otra vez Nezumi, hacia solo unos minutos que la camioneta en la que viajaban se  estaciono frente a las instalaciones de la C P, el peli oscuro tomo entre sus brazos al joven intelectual que se retorcía de dolor y emitía de vez en vez un gemido, al principio solo sudaba copiosamente, para en esos momentos casi gritaba y se removía cual babosa con sal.

 

Nezumi no sabía a dónde ir, tampoco que podía hacer para menguar la creciente quemazón, que el ahora peliblando, decía sentir en la parte baja del abdomen.

 Shion se sujetaba su vientre intentando menguar en algo el fuego que parecía estar rostizándole las entrañas.

 

Nezumi atravesó las puestas de la CP.  En todo Lost Town no existía un hospital capaz de atender a un loco imitador de Dr. Jekyll en vía de despertar al mismo señor Hyde. Porque siendo realistas ¿En qué demonios estaría pensando el cabeza hueca de Shion para tragarse, lo que sea que hubiese ingerido?

 

—Nezumi. —Shion abrió ligeramente los ojos cuando sintió su cuerpo caer sobre algo duro y el calor de quien lo sostenía alejarse. —Nezumi. —Volvió a repetir intentado levantarse.

 

—Aquí estoy, tranquilo. —Sus ojos grises le sonrieron con ternura al tiempo que le acariciaba la cabellera blanca.

 

—No me dejes. —Suplico el chico, en sus ojos aparecieron dos grandes lágrimas.

 

—Nunca. —Apenas pudo contestar, la visión le estaba rompiendo el corazón.  Apretó un poco las mano que tenia entre las suyas para infundirle confianza, el chico callo completamente inconsciente.

 

*************

 

—¿Pero qué fue lo que paso aquí? —Exclamo Lear de solo entrar al laboratorio, el panorama era devastador, signos de disparos por todos lados, y aunque no viera los cuerpos se podía notar sangre salpicada por todos lados.

 

Eran las siete de la mañana y sus compañeros aun tardarían en llegar. Él por su parte, interesado como estaba en los avances que Shion mencionara el día anterior deseaba tener un poco de tiempo para estar al corriente y de paso entablar una que otra conversación trivial, jamás espero encontrarse con esa vista.

 

—Señor Arlington es un gusto tenerlo aquí. —Una voz gruesa llamo su atención.

 

—Dr.  Youming  ¿Qué ha sucedido aquí? ¿Todos están bien? —Lear le observa con suma preocupación, y total desconocimiento o al menos eso fue lo que el Director General de La Gota Lunar leyó en sus ojos.  Suspiro con desdén, ese chico no le serviría de nada. Aunque…

 

—Lear, ¿tú sabes en donde tiene Shion sus apuntes? —Intento sonar lo más preocupado posible.

 

—¿Apuntes?

 

—Veras ayer por la noche el laboratorio fue presa de un asalto, se llevaron muchas de las muestras y Shion, Shion fue lastimado de gravedad. —Lear dio un salto en su lugar, luego se lanzo contra el hombre y suplico que lo dejaran ver al castaño. —Lo lamento, pero los doctores dicen que por ahora será imposible, sin embargo, sus últimas palabras estando consiente fueron: “No dejen que lo encuentren”. Por eso estoy aquí, no sé exactamente que estoy buscando, Lear, tu tendrías que saber en donde están sus notas y experimentos, si ya tiene alguna muestra o…

 

—Lo siento Doctor. —Dijo triste el rubio. —Shion era muy distraído, así que sus progresos rara la vez los anotaba,  él ayer menciono que llevaba un buen tanto avanzado y que hoy nos pondría al día, por tanto desconozco si ya tenía alguna muestra.

 

—Comprendo. —Dio media vuelta para que el ojiazul no viera su desdén. —Te propongo un trato, si logras darme las últimas muestras en las que Shion estaba trabando, te prometo llevarte con él.

 

—¿De verdad?

 

—Te lo prometo. —Sonrió con astucia, si no podía simplemente encontrar la muestra, bien podría hacer que ese tonto enamorado la duplicara. ¡Ah! El amor podía ser un poderoso aliciente para conseguir las cosas. —Es más, estoy incluso dispuesto a dejarlo solo a tu cargo cuando se recupere un poco más. Pero debes darte prisa, porque Safu también está interesada en llegar a él, claro que Karan dijo que ella me daría las notas en una semana y Lily… para que seguir.

 

—Yo  le entregare lo que necesite en tres días. Deme tres días y le entregare…

 

—Tus palabras y promesas no me sirven, Lear, si quieres a Shion tráeme lo que pido.

 

Sin decir nada o mirar hacia atrás salió de laboratorio con una sonrisa. Tendría que hablar con las otras tres, si eran tan tontas como el rubio, entonces conseguiría “La Semilla” antes de lo planeado.

 

**************

 

—Nezumi. Nezumi. —susurraba lo más fuerte que podía con su dolorida garganta. Necesitaba saber que ese chico se encontraba cerca, que aun se mantenía a su lado. —Nezumi. —Las lágrimas comenzaron a rodar por sus ojos cuando los abrió para confirmar que estaba solo. Apretó los puños y se levanto lo más rápido que su dolorido cuerpo se lo permitió.  Le ardía toda la caja torácica y los intestino parecían estar sumergidos en alcohol,  dio una inhalación profunda queriendo que aquella bocanada de aire fresco entrar lo más profundo posible.

 

Sujetándose de la pared avanzo hasta la puerta, debía salir, se sentía aterrado entre esas paredes blancas. Abrió ligeramente la puerta la luz del pasillo golpe desvergonzadamente sus pupilas, por acto reflejo desvió el rostro intentado apartarse de la claridad, su corazón de detuvo, sus ojos se abrieron desmesuradamente y su mano se apresuro a tomar el mechón de cabello que había logrado ver por el rabillo del ojo. —¿Fue mi imaginación? ¡Debió ser mi imaginación! —Se decía internamente no queriendo confirmar su repentino descubrimiento. Para horror suyo era verdad, su cabello antes castaño había mutado en un extraño color plata. 

 

—Tranquilízate Shion. —Susurro temblando. —Debe tratarse de una reacción colateral. Ya había previsto esto, aunque… No, no, no pienses en eso ahora. —Se reprendió a sí mismo cuando se di cuenta que su cerebro estaba comenzando a repasar la formula. —Tengo que salir primero de aquí.

 

El pasillo estaba completamente desierto, con sutil calma salió de la habitación, se encontraba descalzo y lo único que le cubría era una bata azul cielo. Pegado contra la pared fue avanzando. Trataba de evitar a cualquier ser que de vez en vez pasaba por los corredores.

 

¿En dónde demonios estaba? ¿Qué había ocurrido? Una opresión asalto su pecho. ¿Y si a final de cuentas los habían atrapado? ¿Qué tal si estaban interrogando a Nezumi? ¿Y si lo lastimaban? Movió la cabeza negando esa posibilidad, debía pensar positivo. Nezumi sabia cuidarse solo, por eso él debía salir de ahí y encontrarlo.

 

La recepción estaba cerca, podía escuchar más voces y movimiento. ¿Ahora, como saldría de ahí? Lo único factible era salir corriendo, apelando a que la sorpresa de verlo fuera mayor que su sentido de casería, el fallo de ese plan, sin duda era la poca fuerza de sus piernas, las cuales por cierto a duras penas lo mantenían en pie.

 

—¡He, tú! —Grito uno de los enfermeros.

 

Shion sintió el mundo venírsele, no iba a volver a esa horrenda habitación, no quería saber lo que le harían con tal de encontrar respuestas ha…

 

No se quedo pensando ni un segundo mas, lanzo todo al olvido y corrió, corrió como si su vida dependiera de ello y en cierta medida así era.

 

La alarma sonó y para cuando quiso voltear a mira era toda una tropa la que lo seguía y otros tantos le franqueaban el paso.

 

Se removía lo más que podía, sentía muchas manos sujetándolo, Shion se resistía todo lo que podía, estaba muy asustado. Shion tenía los ojos cerrados y daba manotazos y patadas, su respiración era irregular y sus ojitos estaban llorosos.

 

—Suéltenlo. Les he dicho que lo suelten. —Uno de los tantos enfermero se estrello contra el suelo con la boca sangrante, todos los demás retrocedieron asustado. —Shion, Shion, tranquilo, cálmate, calma.

 

Aquella voz la reconocía, abrió los ojos de golpe, Nezumi lo miraba con ternura.

 

—Eres un idiota. —Exclamo para de inmediato soltar varios golpes sin fuerza en el pecho del otro. —Eres un idiota. —Repitió, dejando de golpear para luego refugiarse en el pecho del ojigris, su cuerpo temblaba por el llanto.

 

—Tranquilo majestad. Todo va a estará bien, nunca dejaría que lo dañaran. —Shion levanto ligeramente la cabeza para mirar y afirmar.

 

Nezumi sintió el cuerpo de Shion desvanecerse de nuevo en sus brazos. Con cuidado lo coloco contra su pecho levantándolo en vilo.

 

—Nezumi, yo…

 

—No se suponía que lo estaba cuidando. —Soltó el roedor con desprecio mirando al hombre de bata blanca que lucía algo afligido.

 

—Que puedo decir, no creí que fuera a despertar tan rápido, además estaba esperándote, tengo muchas cosas que comunicarte. —Nezumi levanto la ceja. —Vamos a mi despacho, ahí hablaremos con calma.

 

—Más vale que sea bueno Rikiga.

 

—Lo es, vaya que lo es. —El hombre con principios de calvicie se restregó las manos cual mosca.

 

Apenas entrar al despacho de Rikiga, Nezumi coloco a Shion en uno de los sillones, intentando dejarlo cómodo en lo posible y pasando imperceptiblemente la mano por su frente y mejillas.

 

—El color de su cabello no es lo único que ha cambiado. —Rikiga entro intentando ignorar la escena casi romántica que estaba a su costado. —La mancha rosa de su rostro se extiendo por todo su cuerpo, y para nuestra sorpresa su sangre también está sufriendo cambios, no sé exactamente de qué tipo, al menos no hasta que el proceso termine.

 

—Y eso cuando será.

 

—No tengo idea. —Se desplomo en la silla giratoria que se encontraba detrás del escritorio, la mano derecha masajeaba su sien con nerviosismo y pesadumbre. —Si por lo menos me dieras una idea de que fue a lo que estuvo expuesto…

 

—Ya te dije que no lose. —Y era cierto, él más que nadie lamentaba ese hecho. —Se suponía que debía traerlo aquí, eso era todo. —Desvió la mira de la del hombre mayor, la sonrisa sarcástica del vejete aquel lo estaba molestando.

 

—¡Ya! Entonces solo estás haciendo tu trabajo. —Pico maliciosamente.  Se notaba a leguas que Eve estaba un poco más involucrado con el chico que con su supuesto trabajo.

 

—Por supuesto. —contesto confiado. —¿Que otro motivo podría tener para…? —Se detuvo, la mirada de Rikiga estaba riendo y miraba detenidamente el sofá detrás suyo. Nezumi contuvo la respiración, tenía miedo de volverse y encontrar la mirada herida de Shion.

 

—Entonces soy solo eso, un trajo. —Nezumi dio un imperceptible respingo en su lugar ante las palabras.

 

Maldijo mentalmente al idita de Rikiga, a sí mismo y a su gran bocota, porque siempre que sentía que mostraba un poco de sus sentimientos debía saltar a la defensiva.

 

—¿Así es, o que pensabas? —Sus labios se habían movido más rápido que su cerebro. Porque no, eso no era lo que quería decirle. —No te hagas ilusiones niño, no soy tu amigo. —¿Pero qué demonios estaba pasando? Nezumi deseaba patearse.  —Lo único que me interesa es saber acerca de ese proyecto tuyo. —Mentira, gritaba su corazón.

 

—Eso era todo. —El tono de Shion sonaba afligido, triste, lastimado. —Para ello solo debías preguntar. —Nezumi dio media vuelta encarándolo.

 

—¿Y me hubieras dado la formula si te lo pedía por las buenas? —Shion asintió.

 

—A ti no puedo negarte nada. —Nezumi tembló, aquellos ojos rojos como la sangre se miraban vacios. —Señor Rikiga, haría el favor de darme papel y lápiz. El interpelado corrió a cumplir con la petición, tendiéndole de inmediato lo requerido. Shion escribió, cuando termino le tendió la hoja al joven delante suyo. —Aquí lo tienes Nezumi, esta es la fórmula para crear “La Semilla” claro que como puedes ver, tiene efectos secundarios, por ello te recomiendo que antes de usarla primero analicen un poco de mi sangre para sopesar las variables. Ammm…. Creo que necesitare una jeringa para dejarte una muestra. —Abrió la boca, listo para pedir aquello que solicitaba.

 

—Eres un idita cabeza hueca. —Grito Nezumi. Shion y Rikiga lo observaban asombrados por su repentino cambio. —Eres un desconsiderado, como puedes solo ir por ahí regalando el trabajo de toda tu vida, no sabes ni para que lo quiero, que tal si lo vendo o si…

 

—Tú no arias algo así. —Shion afilo la mirada. Nezumi se quedo sin habla ante tal expresión de seguridad. —Yo se que tú no serias capas de algo tan ruin. Yo…

 

—Usted que, majestad. No ha cambiado nada, sigue siendo el mismo niño confianzudo, débil, vulnerable y cabeza hueca de hace cuatro años. —La sonrisa que le dedicaba era sarcástica. —Aprenda a ser un poco precavido o de lo contrario no vivirá mucho tiempo.

 

—Soy bueno juzgando a las personas y…

 

—Claro, se nota, por eso sabe cómo defenderse del acoso sexual de ese rubio oxigenado. —Sin darse cuenta Nezumi estaba sentado en el mismo sofá que Shion, reclamando cosas que él no debían importarle. —Porque estoy seguro de que si no fuera por Hamlet, hace tiempo que ya estaría compartiendo cama con ese tal Lear y…

 

Una bofetada lo callo de tajo.

 

—¡Eres un mal pensado y un idiota! —Shion bajo la mirada, le dolía en el pecho las palabras del chico de ojos grises, dolían más que su experiencia pasada. —Yo… yo siempre estuve rezando porque estuvieras bien, no sabes lo angustiado que viví desde esa mañana, un día tras otro, solo podía pedir que lograras huir y… yo… — apretó la tela de bata con las manos hasta dejarlas blancas, no quería decirle todo eso, no deseaba que se enterara de sus noches en vela y las lagrimas derramadas ante el desconociendo de su paradero. Que a pesar de los años nunca pudo olvidar su rostro, ninguna de sus facciones e incluso su voz la grabo tan fielmente en un confín de su memoria que aun podía escucharla susurrándole al oído.

 

Nezumi sintió pánico ante la bofetada, creyó ver venir una lluvia de golpes contra su persona, error, porque Shion se había soltado a llorar desconsoladamente y en silencio. ¿Por qué había dicho todo eso? ¿Por qué no pudo quedarse callado?

 

Antes de abandonar la diminuta habitación infantil  y salir a la lluvia, algo dentro de él le pedía quedarse aunque solo fuese unos segundos, y sin meditarlo demasiado coloco a Hamlet, aunque para aquel entonces el roedor no tenia nombre,  sobre la almohada en donde reposaba la cabeza de ese niño extraño encomendándole que cuidara de la flor de primavera. 

 

Muchas de las situaciones tanto familiares como sociales de Shion, las podía escuchar atreves de él, así había sabido del progreso del Bocchan, de sus metas e incluso de aquellas personas que se acercaban al castaño con intenciones nada inocentes.

 

La pregunta aquí seria. ¿Por qué le molestaba tanto? ¿Qué era Shion para él? ¿Era solo trabajo?

 

—Shion, deja de llorar. —Con cuidado tomo su barbilla para levantarla y que lo mirara de frente. —No deberías creerte todo lo que digo. —El peliblanco  lo miro sin comprender. —Ya te irás dando cuenta que tengo un serio problema de comunicación.  Aunque tu estas peor. —Sonrió para el albino, y con cuidado coloco su mano en su cabeza dejándola deslizarse por aquellos cabellos suaves como la seda. —Ese color te queda bien, incluso podría decir que te hacen ver más lindo.

 

—Nezumi. —Shion desvió la mirada incomodo ante la mirada y el tacto de su salvador.

 

—¿Quieren que los deje solos? —Carraspeo con la garganta Rikiga antes de soltar la pregunta.  Ambos jóvenes deshicieron el contacto visual que hasta ese momento mantenían y rojos cual granadas maduras prefirieron desviar su atención en algo más.

 

—¿Cuando podrías saber a ciencia cierta todos los cambios en el cuerpo de Shion? —Cuestiono Nezumi.

 

—Bueno, ahora que el chico está despierto y siendo él quien invento esa cosa que lo muto, creo que te estás dirigiendo al sujeto equivocado. No te enojes Eve, pero solo soy un medico y mis conocimientos no están a la altura de un Elite de No.6.

 

—Comprendo. —Sus ojos grises cambiaron de Rikiga a Shion.  

 

—Si cuento con el material necesario podría tener los resultados en dos días. —Contesto antes de que se le preguntara. —Además que cabe la posibilidad que haya resultado.  —Nezum levanto una ceja dubitativo. —La semilla. —Remarco el gesto. —Ammm… Olvídalo, primero debo cerciorarme de otras cosas, y por ahora. No sé. ¿Sería mucha molestia si me regresara mi ropa?

 

—¿Para qué? Con esa bata te luce genial el trasero.

 

Shion sintió la sangre aglomerarse en su rostro, estaba tan avergonzado que incluso un trozo de carbón al rojo vivo palidecería ante su presencia y Rikiga, Rikiga solo huyo del lugar, no quería saber nada de la vida personal de Eve.

 

Continuara…

 

Notas finales:

Dejen comentarios o los mordere hasta la muerte.


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