El olor a comida infestaba el espacioso negocio, las paredes naranjas, las mesas amontonadas y la gente que engullía la grasosa comida como si no hubiera un mañana, todo era tan absurdo, tan horriblemente asfixiante. Cerré los ojos y me concentre pero los olores se arremolinaban creando un solo olor desagradable, ¿Qué hacía yo ahí? muy fácil, tenía una cita que era más bien un encuentro planeado por mi mas no por mi futuro acompañante.
Yo caminaba libremente por las húmedas calles de la pequeña comunidad donde vivía, las calles olían a tierra mojada, mi cuerpo se estremecía cada vez que la lluvia tocaba el piso reviviendo el olor, caminaba sin sentido hasta que al dar la vuelta en una calle desconocida note un olor diferente, era una fragancia extraña pero exquisita una sensación embriagadora se apodero de mis sentidos, causaba calor y a la vez frescura era algo que jamás había olido algo reconfortante que llenaba de calor el cuerpo. Busque sin cesar el aroma, camine todavía unas calles hasta un restaurante, no era de los mejores ni siquiera su apariencia llamaba la atención pero ese aroma me ínsito a entrar, el olor perdió su intensidad pero no dejo de estar presente, un vaporoso aroma a verduras enturbiaba el hasta entonces perfecto ambiente.
- Buenas tardes, te dejo el menú, en un momento vuelvo a tomar tu orden.
Solo tomé el menú y mire al portador de tan peculiar aroma, en mi mente se había formado la imagen de un chica como cualquier otra que pudiera oler así de bien, piel tersa, cabello bien peinado, manicura elegante y una sonrisa grande pero en vez de eso y para mi sorpresa el olor emanaba de un chico, no muy alto, con cabello negro y desordenado, pulcro mas no maniático de su imagen, con lentes que cubrían unos grandes ojos obscuros y una sonrisa franca y ligera.
- Bien, ¿Te has decidido? – dijo sonriente
- Ammm…realmente no lo sé… ¿qué me aconsejas? – su presencia no me dejaba concentrarme, realmente no tenía mucha hambre, pero su olor era indescriptible.
- Bueno, pues mucha gente pide una hamburguesa, pero para serte franco yo prefiero la ensalada de pollo – me dijo confidente
- Perfecto eso será
- Bien en un momento lo traigo
Se alejo un momento y paso la pequeña hoja de su libreta al cocinero y regreso a sentarse en mi mesa.
- Espero no te importe que me siente, hoy casi no hay gente y es un poco absurdo estar parado y más aun estar sentado solo.
- No hay problema. – dije intentado encontrar algún sentido en sus palabras
Tuvimos una conversación por demás trivial, el clima, la escuela, los pasatiempos, una persona admirable sin duda pero no me revelaba el secreto, quería saber sobre su perfume, pero cada vez que abría la boca para preguntárselo se hacia un nudo en mi estomago que no me dejaba continuar. Cuando se levanto por mi orden note que el olor se había quedado impregnado en mi pero sentí la necesidad de que él se quedara, lo invite a sentarse con migo mientras comía, le invite algo de comer oferta que el rechazo, pero se quedo allí, mirándome, hablándome, reconfortándome, hasta ahora lo entiendo ya no era “el aroma”, era el, mas en ese momento la idea no paso por mi mente, acabe mi ensalada y me despedí tome su mano y por fin de mi boca salió .
- Gracias, ha estado delicioso, por cierto ¿qué perfume traes puesto?
- Estem… ninguno de echo – dijo mientras olfateaba su ropa
- Bueno, gracias hasta luego.
Salí rápidamente de ese lugar a la tranquilidad de la calle, no podía ser que no hubiera perfume, que mi nariz me hubiera engañado, me encontraba confundido, olfatee mi ropa, olía igual que siempre, olí mi mano, mi muñeca, no había rastro de ese maravilloso aroma pero mi nariz insistía en que seguía allí, tuve una extraña sensación, abrí un poco el cuello de mi camisa y metí mi cabeza, estaba allí ese hermoso aroma, estaba allí en mi pecho, cerca de mi corazón.
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