Su vida era monótona y aburrida, nada interesante sucedía, todos los días era lo mismo.
Levantarse las seis en punto para alistarse e ir al colegio, seis veinte salir de casa y montarse en la limusina, donde su chofer -de tercera edad- amablemente le sonreía, observaba el mismo paisaje día tras día, hasta que seis treinta llegaba al prodigioso instituto.
Todos los días lo mismo.
A sus cortos diecisiete años de vida, no sentía ninguna emoción por nada, todo ello se perdió desde la muerte de su hermano mayor Itachi, su madre cayó en una profunda depresión y terminó por suicidarse y su padre que desde siempre no había mostrado ningún interés él, lo dejó prácticamente al abandono.
Se fue del país dejándolo solo en la gran mansión donde vivían antes toda la familia, sólo en compañía de la servidumbre. Enviando el dinero de más de lo necesario para cubrir los gastos de su vida.
¿Cómo alguien podría sentir alguna emoción en la vida con tal situación por la que él padecía?
Miró el reloj, seis treinta en punto su auto se detuvo frente al instituto, se bajó, despidiéndose con breves palabras del chofer, quién, en repuesta le deseó un buen día.
Ingresó al plantel estudiantil, con las manos en su bolsillos procurando ignorar a todo ser vivo a su alrededor.
Más adelante pudo divisar a la mujer quién podría considerar con su única amiga, estaba conversando efusivamente con un pelinegro. Pasó a su lado sin siquiera voltear a mirarlos ella, se despidió del muchacho con un casto beso en los labios y sonriente siguió a su amigo.
—Buenos días, Sasuke. —Le saludó poniendo una mano en su hombro, el joven asintió en respuesta— ¿Tan puntal como siempre eh?
—Así parece.
Contestó, siguieron caminando en silencio a su respectiva aula, cada uno inmerso en sus pensamientos, ingresaron y buscaron sus asientos al instante, los cuales estaban pasando dos alumnos.
El joven que respondía al nombre de Sasuke Uchiha se sentó, he instantáneamente observó en dirección a la ventana, apoyando su mentón en la palma de la mano con una expresión desinteresada suspiró mirando a su alrededor.
Su casa, al igual que el instituto quedaba algo alejado de la ciudad, por lo que estaban rodeados de árboles por doquier, la brisa meció sus cabellos negros, se permitió cerrar los ojos disfrutando de tan suave caricia.
No pasaron ni tres minutos cuando la puerta fue abierta abruptamente dando pasado a su maestro de la primera hora, quién, como siempre dando sus excusas patéticas por haber llegado tarde se dispuso a dar la clase.
Miró hacia afuera de la ventana, su aula se encontraba en la segunda planta, tras un árbol divisó lo que al parecer era un zorro, siguió sus movimientos alrededor de cinco minutos cuando vio que una persona lo tomaba en brazos al animal.
—¿Uchiha, estás atendiendo?
Escuchó el llamado de su maestro, le miró.
—Más atención para la próxima —Le advirtió el maestro de cabellos plateados, el alumno asintió—
De reojo volvió a mirar a mismo sitio que tenía cautivada anteriormente su atención, divisó una mata de cabello rubio, volvió a mirar, esta vez sí, completamente pero no había nada.
—Seguro fue mi imaginación—Pensó, encogiendo hombros mirando al frente, esperando que él día se pasara volando. —
—
Ya en el recreo, la pasó junto a su amiga, que respondía por el nombre de Sakura Haruno, la cual hablaba sin parar sobre un tema desconocido para él.
—¿Sasuke? —La oyó, él la miró—Yo… Le dije a Sai que lo vería en el descanso.
Dijo finalmente, ella odiaba dejar a su amigo solo, más solo de lo que ya se ha de sentir.
El joven azabache sonrió de lado.
—Ve con él.
—Pero… —Quiso insistir el Uchiha negó con la cabeza—
—Estaré bien.
La chica aún con duda mal disimulada en su rostro se marchó, cuando ya no la vió, se puso de pie, mejor se iba al salón, empezó a bajar las escaleras, -ya que anteriormente se encontraba en la azotea-. Cuando una extraña sensación le intercaló el cuerpo, no supo la razón sin embargo se detuvo.
Sintió como los latidos de su corazón incrementaban, esa molestia era cada vez más fuerte, si tuviera que nombrar a esa sensación, lo más cercano que se le acercaría a la definición de lo que siente es, ¿miedo? Asintió, miedo tenía que ser.
Como pudo empezó a bajar las escaleras, como nunca los pasillos estaban desiertos, pareciera como que nadie estudiaría ahí, escuchó uno pasos acercarse e incrementó los suyos, ese miedo, presentimiento de que algo que iba a pasar cada vez estaba más cerca.
Sintió como tropezaba con alguien -Lo cual era raro ya que no había alcanzando a divisar a nadie- Murmuró un entrecortado —D-disculpe —De reojo miró a la otra persona, y para su sorpresa esta también le miraba de reojo, y nuevamente ahí, el cabello rubio.
Volteó su miraba para el frente, se estaba volviendo paranoico, sí, eso tenía que ser, Por qué ¿Cuánta gente existía con el cabello rubio? Demasiada. Esa era la respuesta, existía demasiadas personas con el cabello rubio.
Mordió fuertemente su lengua en un vano intento de querer calmar esa sensación, sentía en lleno la miraba de ese tipo sobre su espalda.
—Sí, hay demasiada gente con el cabello rubio —Se dijo caminando aún más rápido hasta el punto de correr—Hay demasiada gente con el cabello rubio, pero en Japón no.
Llegó al salón, con su último aliento, respirando fuertes bocabas de aire por la carrera que se dio, apoyando ambas palmas de las manos en las rodillas, el frío sudor corría levemente por su frente, poco a poco su pulso se normalizaba.
Se irguió ¿Qué rayos fue eso?, aún afectado tomó el plomo de la puerta, y la abrió, ya la mayoría estaba en su sitio, se le quedaron mirando, Sakura preocupada se le acercó.
—¿Estás bien, Sasuke? —Le preguntó—
El azabache mentalmente ironizó, recordando la situación antes vivida, que si bien no fue nada extraordinario, el miedo que sintió, lo dejó perturbado.
—Estoy bien —Respondió—
—Estás pálido —Aseguró la otra mientras se acercaba nuevamente a su asiento, y tomaba una botella de agua sin abrir para luego regresar donde el Uchiha— Toma.
Dispuesto a negarse miró a la chica, una gran mueca se formaba en su rostro, permitiéndose volver a sonreír de lado, tomó la botella de agua, bebiéndose toda en un instante.
—Jaah —Emitió tal sonido luego de beber el líquido entrego la botella ya vacía a su dueña dirigiéndose a su asiento, la otra satisfecha, también lo hizo—
Se sentó tapando su rostro por completo con sus manos, suspiró, no podía quitarse por completo esa sensación de que algo iba a suceder.
Volvió a mirar a la ventana, una cara de sorpresa total se implantó en su rostro, y allí estaba misma persona de cabello rubio sentada tras un árbol, con los brazos tras su cabeza, el lugar desde donde se encontraba no le permitió ver a Sasuke, el rostro de dicha persona.
Pero en definitiva supo, eso ya estaba fuera de lo normal. ¿Y para qué negarlo? Le agradaba eso.
Volvió a mirar al frente con una cara y sonrisa de satisfacción total, el temor había desaparecido por completo, dando paso a la adrenalina. ¿Qué tenía que ver dicho rubio con esa sensación? No lo sabía, pero pensaba averiguarlo. Todo sea por el bien de romper con la rutina de su aburrida vida.
— —
Ese día pasó más rápido de lo normal, ya todos se habían retirado a sus respectivos hogares, y él seguía ahí en el instituto debatiéndose mentalmente entre salir del lugar o no.
—Estoy seguro… Que ese tipo está afuera.
Dijo, empezó andar, hasta que llegó a la salida, cautelosamente miró a su alrededor, no había nadie. Estaba desierto, tal y como pasó en los pasillos, sus ojos se movieron en dirección a donde siempre su chofer lo esperaba.
Se impresionó levemente, no estaba, él siempre lo esperaba a fuera, nunca llegaba tarde.
Retrocedió unos pasos, mejor lo esperaba dentro.
—¡Hey, chico! —Se dio la vuelta, el conserje se acercó a él—Lo siento, pero no puedo dejar que un alumno ingrese al plantel, por favor retírese que me puede meter en problemas.
Frunciendo el seño, Sasuke se alejó, se puso de pie, junto a un muro cerca de donde le recogen.
—Maldición. —Su reloj marcaba dos cincuenta de la tarde, él salía dos treinta— Veinte minutos de retraso.
Llevó una mano a su cabello, y lo hizo para atrás, en un claro gesto de querer apaciguar la inseguridad que sentía.
—Disculpa —Sintió que alguien lo abrazaba por los hombros y pegaba su mejilla a la suya—
—¿Qué demo…?—Quiso quejarse cuando sintió que algo se posaba en su nuca, tragó duro—
—Mira, mi adinerado amigo —Le susurró una voz en su oído un escalofrío recorrió su cuerpo—Será mejor que guardes silencio si no quieres que tu cerebro termine con una bala incrustada en él.
El frío sudor recorría por su frente, su pulso acelerado por la adrenalina estaba a mil, ¿Quién era ese tipo? Tenía el rostro cubierto por una máscara, lentamente movió su brazo y de un movimiento invirtió los papeles, él era muy bueno en las artes de defensa personal.
—Ahora, veo que han cambiando las cosas ¿Eh? —Dijo con sarcasmo sosteniendo la mano del hombre con el arma en ella, apuntando su cabeza—Suelta el arma y vete.
Escuchó una risa proveniente de tipo, levantó una ceja escéptico, el otro soltó el arma y luego en un ágil movimiento arrinconó a Sasuke contra el muro.
—Eres bueno, lo admito. —Murmuró, el pelinegro vio como metía una mano en el bolsillo de su pantalón y sacaba un pañuelo color naranja—Pero yo soy mejor.
Antes de que pudiese reaccionar, el pañuelo le tapó la nariz y la boca, un extraño sueño involuntario le invadió por completo sintiendo como caía hacia el suelo, siendo sostenido por el atacante.