Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ayudame a encontrarme por Cachorra

[Reviews - 79]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Sí, lo sé, lo sé, soy una escritora de pacotilla u.u me he retrasado horrores, pero bueno, he aquí el capítulo, que por cierto se puso más ineresante.

Descubriremos un poco del pasado de Jako y Byaku, y veremos el por que del comportamiento del primero

vamos, que de por sí tuviste que partir el capítulo a la mitad, porque estaba largo

pero se tardó demasiado, ¿sabes? de seguro no la van a leer ¬¬

lo sé, y lo tendré merecido u.u snif

pero bueno, al menos les dejaré este capítulo, para ya la próxima semana publicarles la segunda parte

a leer!  ^..^/

Capítulo  13 : Libérame...

 

 

 

-Sou ka... - musita Kouga, tras escucharlo atentamente.

 

Miroku y él se quedan en silencio un buen rato, reflexionando sobre lo que el primero le contara al lobo.

 

-Eso quiere decir que...ellos son entonces como tu familia, ¿cierto?

 

-Sí, realmente son mi familia ahora-asintió el ojiazul.

 

-Y...¿tu familia?

 

-No los he visto desde que me fuí, y eso fué hace ya dos años, tal vez tres, he perdido la cuenta.

 

-¿Y no te han buscado o...has ido a verlos?

 

-No, no realmente. Perdí todo contacto con ellos. Y realmente no creo que siquiera se preocupen, pues nunca dieron señales de mostrar interés o preocupación ante mi partida.

 

-Sin embargo...-dijo, con voz algo baja-, Sango chan y yo hemos mantenido comunicación lo más que hemos podido. Por Facebook, por mensajes...tratamos de hablarnos cada que podemos.

 

Kouga se quedó observando los ojos del chico a su lado y descubrió un profundo brillo de tristeza.

 

-La extrañas, ¿no es así?

 

Miroku observó el cielo un momento, para luego decir en tono melancólico y nostálgico:

 

-Hai, la extraño mucho. Era la única que me comprendía, que me quería así, que en medio de su inocencia comprendía más o menos mi situación...y...

 

-Comprendo...

 

Se quedaron en silencio un rato más.

 

Entonces Kouga suspiró, se puso en pie y le tendió la mano a Miroku, quien lo miró con la incógnita en el rsotro.

 

-Hagamos las paces.

 

-¿Eh?

 

-Mira,  recuerda lo que sucedió aquel día, cuando nos conocimos...creo que empezamos mal, ¿sabes?

 

-Bueno, es cierto. Tienes razón- Miroku se puso en pie, estrechando la mano con el chico.

 

-Entonces...¿amigos?

 

-Amigos.

 

Se soltaron tras unos instantes, y entonces Miroku tomó la pelota con que jugaban los perros, para mirando a Kouga, proponerle:

 

-¿Por qué no jugamos con los chicos?

 

-Perfecto-asintió Kouga, y así los dos muchachos se pusieron a jugar con los animales.

 

 

 

______________________

 

 

Mientras tanto en un café, dos delgados y blancos chicos de cabellos oscuros, uno de ojos color azul plomo y el otro de mirada de color verde agua, se encontraban sentados uno frente al otro, comiendo el primero un delicioso panqué cobierto de glass de moras, y el otro una crepas con mermelada de fresa.

 

-Esto está delicioso-dijo Byakuya, saboreandose-. Nunca había venido aquí, ¿tú vienes a menudo?

 

-A veces-asintió Jakotsu, tras pasar un bocado de crepas-. Es mi hermano el que me lo mostró.

 

-¿Tienes hermanos?

 

-Solo uno, mi oniisan. Es Bankotsu.

 

-¡Un momento, ¿tu hermano es Bankotsu?!-exclamó Byakuya, casi atragantandose al oírlo.

 

Varias personas en la mesas cercanas voltearon a verlo, a lo cuál él, apenado, fingió no haber pasado nada.

 

-Emh...pues sí-dijo Jakotsu, como si tal cosa-. Pensé que lo sabían. Después de todo...¿no mi hermano fué el novio de ese lindo Inuyasha?

 

-Oye, cuidado con mi amigo-le dijo Byakuya, a lo cual Jakotsu comentó, como si tal cosa:

 

-Tranquilo. Inuyasha es un chico lindo como pocos, pero realmente son otros los chicos a los que busco, realmente.

 

-Pues...¡suerte!-dijo Byaku, revolviendo el capuccino que estaba bebiendo.

 

-Oye, platícame tú un poco de tu vida-le pidió Jakotsu-. Me da curiosidad el por que alguien como tú anda con Inuyasha.

 

-Bueno, él es mi mejor amigo-dijo Byaku, tras un buen trago a su capuccino-. Tanto él como Kouga son como mis hermanos. Hemos crecido juntos a lo largo de los últimos...bueno, desde los 5 años.

 

-Eso es bastante tiempo-dijo Jakotsu, moviendo su frozen de chocolate blanco-. Cuéntame más.

 

-Bueno, verás-comenzó Byakuya-. Anteriormente yo iba en una escuela diferente, el instituto Musashi, ¿lo conoces?

 

-Sí, lo he visto.

 

-Bueno, fué ahí donde comencé la escuela-prosiguió Byakuya-. Fué después que me cambié a la escuela actual.

 

Byakuya comenzó a contarle a Jakotsu, al tiempo que él mismo recordaba

z88;

 

 

 

Flash back-----

z88;

 

 

Fué en el primer día de clases del tercer grado del kinder que lo conocí. Entró en el salón con aire seguro de sí mismo y cara seria, como tomandose la cosa sumamente  en serio.

 

Era un niño mas o menos de mi edad. Lo que más llamaba la atención del grupo era su apariencia: cabello de un bellísimo color blanco platinado, con un rebelde fleco cubriendole hasta las cejas, pero alcanzando a mostrar sus ojos de un intenso color dorado, que miraban con fijeza el fondo del salón.

 

-Buenos días-saludo con educación, según la costumbre-. Mi nombre es no Haku Inuyasha, espero hacer muchos amigos y ser parte de ustedes.

 

Pasó a sentarse en el lugar que la maestra le asignó, justo a mi lado. Al voltear a verlo me dí cuenta que a pesar de su expresión de concentración, tenía las manos cerradas en puños, y estas le temblaban un poco.

 

-Psss...-le llamé, aprovechando que la maestra estaba ocupada. Inuyasha no pareció escucharme-. ¡Psss...a tu lado!

 

Al fin levantó la mirada, clavando su impresionante mirada en la mía.

 

-¿Dime?-inquirió.

 

-Hola-le sonreí, tratando de ser amistoso.

 

-Hola...-me dijo, desviando la mirada después. Las manos aún le temblaban un poco.

 

-Oye, ¿tu cabello es natural?

 

-¿Eh?-lucía confundido.

 

-Vamos,¡ que si es su color natural.!

 

-Emh...pues sí-dijo, tomando un mechón-. Ese es su color, así es normalmente.

 

-Cielos, ¡que envidia!-exclamé.

 

El sonrió un poco, divertido.

 

-¿Te gusta mi cabello?-quiso saber, a lo cual asentí. Luego dije.

 

-Por cierto, soy  Mugen no Byakuya.

 

-Gusto en conocerte.

 

-Oye, no debes estar nervioso.

 

-Keh, no estoy nervioso-dijo, volteando a otro lado.

 

-Te tiemblan las manos

 

-No es cierto, es solo...que no dormí bien.

 

-No es cierto

 

-¡Que sí!

 

-¡Que no!

 

-¡Que sí!

 

-¡Keh...!

 

-¡Testarudo!

 

Nos observamos a los ojos unos momentos, como tratando de checar hasta dónde aguantabamos nuestra miradas, y finalmente rompimos a reír.

 

"Es un chico bastante simpático." - pensé.

 

El día transcurrió muy bien, platicamos bastante, y en el descanso jugamos todo el rato, corriendo uno tras otro riendo sin parar.

 

A la salida nos despedimos, sonriendo y aún riendo, recordando todo lo que hicimos. Y  lo ví marchar, en el interior de una lujos camioneta de color cereza.

 

Pasó el tiempo, y durante el transcurso del año nos volvimos amigos sumamente unidos. No había día en que no nos juntaramos para jugar. Compartíamos nuestro almuerzo, haciendo las combinaciones más extrañas que los demás pudieran imaginarse, pero que nos hacían reír. Si alguno de nosotros se enfermaba, el otro iba a visitarlo, y una vez los dos reunidos se nos olvidaba la enfermedad, comenzando a corretear por toda la casa.

 

En vacaciones de navidad nuestros padres, que ya se habían hecho amigos y se llevaban super bien, nos llevaron a esquiar, cosa que disfrutamos bastante.

 

Al año siguiente conocimos a Kouga, un niño de cabello café oscuro y ojos de profundo color azul cielo. "Lobo" lo apodamos, debido a su especial fijación con esos animales.

 

En una ocasión en que fuimos a su casa encontramos un lobito de peluche. Trato de esconderlo, alardeando que era de alguien más, pero finalmente admitió algo avergonzado que era su juguete preferido, regalo de su difunta madre. Por supuesto no nos burlamos, sino que le pedimos nos lo prestara, y a partir de entonces siempre lo usamos como..."compañero de juegos", al igual que un perrito de felpa blanco que Inuyasha poseía, regalo de sus padres también, y una grulla de papel igual de felpa, regalo de mi madre.

 

Fué tambien gracias a Inuyasha que Kouga y yo conocimos el mar, pues sus padres nos llevaron a la playa una día, como regalo de cumpleaños para Kouga, al cumplir los siete años.

 

En mi sexto cumpleaños, tambien, nos llevaron a acampar a las montañas. Nos divertimos mucho pescando, aunque al final terminamos empapados, puesto que nos pusimos a jugar en el agua.

 

Y en uno de los cumpleaños de Inuyasha, nos organizamos junto con sus padres para ir a Disneylandia, y de ahí a un gran parque a ver fuegos artificiales.

 

No había día que nos aburrieramos.

 

Eramos inseparables, y frecuentemente nuestros padres comentaban lo imposible que era detenernos en nuestras travesuras, que aunque no pasaban de ser inocentes bromas de niños de nuestra edad, llegaban a meternos en problemas.

 

Crecimos juntos a lo largo de varios años, fuimos amigos, compañeros de clase, complices de travesuras, apoyo en nuestros días difíciles, compañeros de risas...realmente hemos sido como hermanos.

 

Pasamos por dificultades, una de las más difíciles lo sucedido a Inuyasha con Bankotsu, pero todos los obstáculos que surgieron ante nostros las vencimos unidos.

 

Aunque, sin embargo, he sentido durante largo tiempo que Inuyasha nos ha estado escondiendo algo a Kouga y a mí.

 

Tal vez solo sean alucinaciones mías, o tal vez no, pero bueno, quizá no sea algo en lo que deba entrometerme.

 

A lo largo de este tiempo he crecido con mis amigos, hemos sido apoyo unos de otros en todo momento, y somos algo así como una familia sumamente unida entre nosotros.

 

Ellos son lo más importante para mí.

z88;

 

 

Fin flash back.........

 

 

-Vaya, no había conocido a amigos que fueran tan unidos-dijo Jakotsu, pensativo-. Eso quiere decir que...los quieres mucho.

 

-Sí, realmente los quiero mucho-asintió Byakuya.

 

Se quedaron en silencio un buen rato en silencio, pensativos, uno en sus recuerdos y otro en cavilaciones.

 

-Oye, ahora cuentame tú un poco de tí-dijo Byakuya, viendo a Jakotsu.

 

-Bueno...no hay mucho que decir  realmente-dijo Jakotsu.

 

-Pero algo habrá que decir. ¡ Anda, me dá curiosidad!

 

-De acuerdo. Jamás le he contado nuestra historia a nadie, mas que a Miroku. No creo que haya nada malo en decirte.

z88;

 

 

Flach back--------

 

 

-Oniisan!! Otousama quiere hablar contigo.

 

-De acuerdo, de acuerdo, ya voy-dice pesaroso Bankotsu, caminando sin ánimo a la puerta de la casa.

 

Me quedo sentado en los escalones, recargado en la puerta. Diantres, ¿qué sucede ésta vez?

 

Al cabo de tal vez un cuarto de hora salió de nuevo, azotando la puerta como siempre que algo malo ocurría o que se hallaba enojado.

 

-¿Qué sucede ahora?-inquirí.

 

-Ja, lo mismo-dijo, arrastrando las palabras-. Lo mismo que ha sucedido desde los últimos malditos 10 años. Nada cambia, y nada cambiará.

 

-¿Te has peleado con alguien en la escuela, las calificaciones, o...?

 

-El comportamiento-dijo-. Nuevamente se queja de mi manera de ser.

 

Suspiré.

 

Le dí vueltas a la aguja que mi madre me había dado antes de morir.

 

-Oniisan...-dije, melancólico-. Han pasado varios años desde que nuestra madre murió.

 

-Sí, es cierto-dijo Bankotsu, viendo sus manos entrelazadas-. Y desde entonces han cambiado demasiadas cosas. Nos hace tanta falta...

 

Y es cierto.

 

Okasama murió cuando Bankotsu tenía seis años y yo cuatro. Maldito sea el cáncer de huesos, que entre fuertes dolores y con endemoniada lentitud nos fué arrancando a nuestra madre. Es lo peor que jamás nos ocurrió.

 

Pensabamos que estaba sana, que jamás nada le ocurriría, uno piensa que siempre estarán ahí para uno, como apoyo, como confidente, como paño de lágrimas y cobijo en días de frío y soledad. Pensabamos que duraríamos años como aquella felíz familia que algúna vez fuímos. Uno cree que no le pasará nada, siempre decimos "eso nunca nos ocurrirá, eso ocurre solo a los demás", y en el momento en que te vez alejado de toda amenaza...es cuando más fuerte cae la realidad sobre tus hombros, aplastándote completamente y en casos como el nuestro, dejándote ver de dolorosa manera la verdad imparable, aquella que simplemente es imposible de evitar.

 

No supimos por qué fué, no quisieron decirnos, tal vez por nuestra edad o para no asustarnos o preocuparnos más. Ni siquiera cuando el médico habló con nuestro padre nos dejaron permanecer dentro con ellos.

 

Aún así nos escondimos, apoyados contra la puerta, tratando como cualquier niño de nuestra edad de escuchar lo que los adultos hablaban.

 

De todo lo que hablaron casi nada recuerdo y menos áún entendí. Lo único que logré identificar y que me dejó helado como tormenta invernal, fueron tres palabras:

 

"Cáncer...incurable...mortal..."

 

Recuerdo que volteé a ver a mi hermano, como buscando su apoyo, pero él miraba sin ver un punto fijo en algún lugar lejano. No decía nada.

 

Lentamente se dejó caer, delizandose por la puerta, hasta quedar sentado en el suelo, sin fuerzas, sin energías...sin nada más que silencio.

 

Me senté junto a él, apoyando mi mano en su rodilla.

 

Tenía en el rostro una expresión que jamás le había visto, mezcla de desesperación, dolor, enojo, culpa, desazón, desolación, miedo, ira, impotencia...y por encima de todo...agonía, una profunda agonía en la mirada, que me dejó sumido en un mar de desesperanza.

 

Esa mirada en él, que era tan fuerte y nunca dejaba nada sin solución, que siempre buscaba algo para solucionar los problemas, que jamás se daba por vencido hasta conseguir lo que se proponía y fué siempre ejemplo de firmeza y seguridad...esa mirada solo significaba que toda nuestra vida estaba a punto de cambiar, y no podríamos hacer nada.

 

-Ban...-lo llamé, en voz baja-. Oniisan...¿qué es lo que...?

 

-Jako chan-dijo, en un susurro-. Jako chan, ven.

 

Como cuando era más chico, me sentó en sus piernas.

 

-Oniisan...¿qué ocurre? ¿qué es lo que tiene okasama?

 

-Ella...ella está muy enferma. Está demasiado enferma...

 

-Pero...pero los doctores, deben poder hacer algo.

 

-Iie, ella está demasiado enferma, ya has oído lo que ha dicho el médico. Tiene cáncer, cáncer en los huesos. Eso es muy grave.

 

-Pero...la pueden curar, ¿cierto? ella...ella se pondrá bien-en el fondo, yo deseaba con todas mi fuerzas el ver a mi madre salir del cuarto de hospital en que se hallaba, que me cargara y riera, diciendo que había sido una tonta equivocación de los doctores, que nos tomara de la mano y nos llevara a casa.

 

Y al mismo tiempo sentí una desazón, porque tal vez muy muy en el fondo, sabía la respuesta a estos anhelos: mi madre no lo haría, estaría enferma por siempre...la perderíamos.

 

-Iie, Jako chan-dijo Bankotsu-. No pueden, está demasiado enferma. Ella...nos dejará pronto...

 

-¡Iie!-exclamé-. ¡Eso no es cierto, ella se pondrá bien!!

 

Comenzé a forcejear, tratando de zafarme de los brazos de Bankotsu, pero siendo él más fuerte que yo, no lograba demasiado.

 

-Jakotsu, escuchame-decía-. No podemos hacer nada. El cáncer es una enfermedad muy fuerte, y ella lo tiene en los huesos. No puede curarse, no pueden hacer nada.

 

-¡¡Mientes, eso es mentira!!-luchaba contra él, forcejeando, y con esas palabras luchaba contra mí mismo, tratando de acallar la voz que me decía que era cierto, nuestra madre estaba sumamente enferma.

 

-Jakotsu, comprende-luchaba por que su voz no se quebrara-. No pueden hacer nada, no es culpa suya, comprende por favor. Solo sufrirá si se queda con nosotros.

 

-¡¡No es cierto!!-comenzaba a quebrarseme la voz-. ¡¡No  es cierto, ella se curará, ella estará bien!! ¡¡Encontrarán la cura y entonces ella...entonces ellla...ella...!!

 

No pude más.

 

Me derrumbé en brazos de mi hermano, y presa de gran desesperación comenzé a llorar, soltando en ese llanto todo el dolor que sentía, la impotencia, el coraje...todo lo solté en ese llanto.

 

-¡Tranquilo, Jako chan....tranquilo !-me susurró Bankotsu, abrazándome y acariciandome el pelo-. No llores. Es inevitable...no podemos hacer nada.¡ Lo siento, en verdad lo siento mucho!

 

-Okasama...okasama, onegai...-gemía, entre sollozos.

 

-Jako chan...Jako chan...tranquilo...

 

No se cuanto tiempo permanecimos así, yo llorando y él consolandome, aguantando él también su llanto, tratando de ser fuerte por mí.

 

Después de eso, varias cosas cambiaron en casa.

 

Nuestra madre se fué poniendo cada vez más enferma. A cada día que pasaba el dolor que el cáncer le producía le era casi imposible de soportar. Mucho le costaba esconderlo, y aunque trataba de aparentar frente a nosotros, sabíamos cuanto le dolía.

 

Frecuentemente iba con ella, me recostaba a su lado con el oido en su corazón, y ella me acariciaba el cabello una y otra vez hasta quedarme dormido.

 

Papá se volvió un poco frío con nosotros, y comenzó a verse demacrado y acabado. Con frecuencia lo vimos sentado en una banca del jardín, viendo sin ver al cielo.

 

Bankotsu y yo estabamos muy unidos, tratando de cualquier manera de ayudar a mamá. Si ella necesitaba agua y estaba demasiado débil se la dabamos en la boca con un popote, si estaba hambrienta le dabamos de comer como a un niño chico, si quería salir al jardín nosotros la ayudabamos. Raro era el momento en que nos apartabamos de ella.

 

Su lucha contra la enfermedad era día a día, y estabamos seguros de que lo hacía sobre todo por nosotros.

 

En ocasiones nos decía: "si yo faltara...¿qué sería de ustedes, mis pequeños?"

 

Y nosotros sentíamos un nudo en la garganta.

 

Pero así como las flores del cerezo nacen para luego caer y morír, nuestra madre abandonó este mundo.

 

El último día de vida, la última vez que la ví, parecía una mariposa, igual de frágil y delicada, pero siempre hermosa.

 

Nos dijo cuanto nos quería, nos acarició la mejila y nos dió un abrazo con las fuerzas que le quedaban.

 

Se llevó la  mano al cuello, y le entregó a Bankotsu un dije de plata, en forma de mariposa con manchas negras. Siempre lo traía al cuello, y no había día en que no se lo vieramos puesto.

 

-Ban chan-susurró, viendolo y tomando su mano entre las suyas, con el dije entre ellas-. Recuerda siempre, hijo mío, que los sueños son como las mariposas. Se pueden tener capturadas, en un frasco y ser hermosas, pero cuando en verdad son bellas...es cuando las dejas en libertad. Así es como debes dejar volar tus sueños y tus anhelos, tus deseos. Libéralos, cumplelos, que nadie jamás te detenga para cumplirlos, pues los únicos obstáculos los pones tú.

 

-Arigato...okasama-le dijo Bankotsu, abrazándola y teniendo el dije entre sus manos.

 

Luego fuí yo quien se acercó a su lecho.

 

Ella, llevándose la mano al cabello, quitó de él una delgada aguja de plata, con una esfera azul en la punta y en ella mariposas de alas azul más claro dibujadas. Su cabello quedó sobre la almohada , suelto como pocas veces se lo vimos.

 

Tomó mi cabello, que yo siempre llevaba suelto, y tiernamente me hizo un chongo, soteniendolo con la aguja.

 

-Jako chan, mi pequeño Jako chan-me dijo, acariciando mi rostro-. Siempre sé tu mismo, no disfraces lo que eres. Sostén lo que quieres con todas tus fuerzas. No escuches a quellos que te quieran detener, no pares ante los abismos que se te presenten en la vida. Sé siempre quien eres...y nunca dés un paso atrás, por nada.

 

Y tras un último abrazo y una caricia, cerró los ojos.

 

En el funeral, mi hermano no me soltó la mano en ningún momento. Todos, ataviados de negro, eramos aplastados por un profundo siencio.

 

Mi hermano llevaba el dije al cuello, sin importarle las miradas que los demás le dirigían, y yo llevaba la aguja en el cabello, sin prestar atención a los comentarios que hacían.

 

Yo lloraba, soltando en esas lágrimas el dolor que sentía dentro.

 

Y al voltear a ver a mi hermano, descubrí que bajo el fleco, que le cubría los ojos, escapaban una gruesas lágrimas, recorriendo silenciosas sus mejillas, para después confundirse con las gotas de lluvia que caían.

 

Fué la primera vez que lo ví llorar, y la única.

 

Después de la muerte de mi madre...todo cambió.

 

Mi padre se tornó frío, tan frío como la nieve que cae en las tormentas. Nos regañaba con gran frecuencia, nos llegó a amenazar con golpes. Se dió a la bebida, y se vió influenciado por nuestras tías, quienes jamás nos habían querido.

 

Bankotsu se volvió rebelde, testarudo y continuamente se peleaba con muchachos. Iba a la escuela... sí, y sacaba calificaciones envidiables. Pero eso para él no importaba, al igual que a  nuestro padre.

 

Yo por mi parte, me volví tal vez inseguro, como un niño, despistado a veces, demasiado rudo en ocasiones. Quien me hacía enojar terminaba muy mal.

 

Ban y yo nos volvimos muy unidos, como eslabones de una cadena. Cuando a uno algo le ocurría, el otro estaba allí de apoyo. Cuando alguno metía la pata, el otro lo encubría.

 

Juntos descubrimos también nuestra homosexualidad, y aunque quisimos esconderla de nuestra familia, llegó el momento en que se enteraron.

 

La situación se volvió aún más insoportable, puesto que pronto nos tacharon como la escoria de la familia, la vergüenza que no debía ser nombrada.

 

Las discusiones eran tan frecuentes que lo único que faltaba era que llegaran los golpes.

 

Nuestro padre se volvió a casar, pero ella no era más que una ramera, que buscaba sexo y dinero. Nos trataba como sirvientes, como poca cosa y no desaprovechaba las oportunidades para decirnos cosas hirientes. En caso de responderle, nuestro padre nos callaba y nos sacaba de la casa, enfurecido y ahogado en alcohol.

 

Ahora, nuevamente, nos hallabamos en el patio, en silencio, pensativos.

 

-Extraño a nuestra madre-musité-. Nos hace...tanta falta.

 

-Lo sé, Jakotsu, lo sé-musitó Bankotsu-. Creeme que lo sé.

 

Nos marchamos a un parque cercano, a pasar el rato, pensando y recordando.

 

Cuando volvimos a casa, ya por la noche, tratamos de hacer el menor ruido posible, queriendo evitar una nueva discusión, pero fué inútil.

 

Nuestro padre, que había salido a un bar, volvió en el momento en que cruzabamos la sala, y antes que pudieramos hacer nada, nos vió.

 

-¡Conque ahí están...mocosos malcriados!-exclamó, ebrió-. ¡Hasta que se les ocurre venir, desgraciados!

 

-Mira quien lo dice-dijo Bankotsu, molesto. Nuestro padre se enojó aún más.

 

-¡No vuelvas...no vuelvas a llamarme asi, soy tu padre...!

 

-¿Y eso qué? el respeto que te teníamos murió años atrás.

 

-Claro, ¡y ahora me sales con tus sentimentalismos!

 

-Eres una desgracia para nuestra familia. Nuestra madre estaría asqueada de verte.

 

-¡Tu madre está muerta...en estos momentos nada queda de ella...! ¡¡y me alegro...que lo único que hizo fué engendrar a dos mocoso como ustedes...!! desagradecidos...¡¡y desviados también!! ¡por mí...que se pudra en el infierno!

 

-¡¡DAMARE!!-estalló Bankotsu, furioso-. ¡NO TE ATREVAS A HABLAR ASÍ DE MAMÁ!

 

-¡Obligame entonces...obligame, si en verdad eres hombre!-dijo nuestro padre,mas luego rió-. Pero no...lo dudo...si ustedes son unos maricas...

 

-¡¡DAMARE!!

 

-¡¿Qué?!  ¿me vas a callar, tú que eres un maldito homosexual, un poco hombre...? déjame decirte algo...me das "asco"-le dijo con énfasis-. Tanto tú como tu hermano...son una escoria...ustedes no son mis hijos...de serlo...serían unos verdaderos hombres como yo...no un par de putas, gatas de la calle...

 

Bankotsu no pudo más, y acercandose a él, le dió un fuerte puñetazo, que lo derribó.

 

-¡Oniisan!-exclamé, alarmado. No era que defendiera a mi padre, pero jamás imaginé que Bankotsu fuera a hacer algo así. Llegué corriendo a donde estaba, y le sostuve el brazo-. Onegai, déjalo y vayámonos de aquí. Si se levanta no se de lo que sea capaz.

 

-Está demasiado ebrio-dijo Bankotsu, volteando a verme y dándole la espalda a él-. Para mañana no recordará casi nada. Anda mejor vayamos a...

 

CRASH...

 

El sonido de una botella al romperse interrumpió sus palabras, y de pronto lo ví derrumbarse sobre el suelo.

 

Un pequeño charco de sangre comenzó a formarse en el suelo.

 

-¡Bankotsu!-exclamé, arrodillandome a su lado-. ¡Bankotsu, despiérta!

 

De pronto una fuerte mano me tomó de los cabellos, alejándome de mi hermano bruscamente.

 

Por el rabillo del ojo, alcancé a ver a mi padre, que con el rostro enrojecido de ira, me miraba rabioso.

 

-Malditos bastardos...-dijo entre dientes-. Pero ahora verán...

 

Se levantó, jalandome a mí de los cabellos, me dolía, me dolía demasiado.

 

-¡Suéltame, súeltame!-exclamaba, tratando de zafarme, pero él era bastante fuerte.

 

Entre tropezones me llevó a un sillón, y me arrojó con rabia. Cuando intenté levantarme, un fuerte puñetazo en el estómago me tiró de nuevo, haciendome un ovillo.

 

-Ahora verás...-dijo, viendome con desprecio-. ¡Les haré ver lo que es un verdadero hombre...¿no es así como les gusta?! ¡MARICAS, ESO ES LO QUE SON! ¡SOLO PARA RAMERAS SIRVEN USTEDES! ¡PERO AHORA VERÁN...LOS HARÉ SABER LO QUE ES UN HOMBRE!

 

Comenzó a desatarse el cinturón, y yo pasé saliva, aún adolorido y sin aire.

 

-Iie...detente de una vez...-dije entre dientes, adivinando lo que se proponía.

 

Intenté de nuevo alejarme, le lancé un golpe que le dió en el pecho, pero él me tiró al suelo tras tomarme del cuello con gran fuerza y darme una intensa bofetada, que me lanzó al suelo.

 

Una vez allí, me tomó por los hombros y trató de quitarme la chamarra y la playera que traía puestas. Yo forcejeaba con todas mi fuerzas, luchando contra él tanto como su corpulento cuerpo me lo permitía.

 

Entonces un sonoro golpe lo tiró a un lado, y yo, jadeando, me ví levantado de golpe y siendo alejado de él de inmediato.

 

Era Bankotsu, que algo adolorido aún por el golpe que le había dado nuestro padre, había llegado y me había librado antes de que ocurriera algo peor.

 

Un hilillo de sangre le cruzaba el rostro.

 

-¡Bankotsu, estás herido!-exclamé, viendolo preocupado.

 

-Eso no importa-me dijo, respirando con agitación-. Anda, debemos salir de aquí cuanto antes...antes que se levante.

 

Nuestro padre se revolvía en el suelo, gimiendo y farfullando cosas ininteligibles.

 

-Rápido Jakotsu...vamonos de aquí cuanto antes-dijo Bankotsu, jalandome del brazo-. Si se levanta...no quiero imaginar lo que pasará.

 

-¿Y a dónde iremos?-inquirí, preocupado.

 

-No lo sé, pero cualquier lugar será mejor. Nada nos ata ya aquí, esto se acabó. Huiremos, Jakotsu, huiremos lejos de aquí.

 

Yo asentí.

 

Bankotsu se dirigió a un jarrón que contenía el dinero que nuestro padre usaba para comprar su bebida, y tomando todo el que había, lo guardó en su pantalón, tomó nuestros celulares que estaban sobre la mesa, y tomandome por la muñeca, salimos de la casa, corriendo por las calles y perdiendonos en la oscuridad, decididos a no volver ni mirar atrás.

 

Nos alojamos durante un tiempo en un hotel barato, bastante pobre. Atendí a mi hermano de su herida en la cabeza, que por suerte no fué grave.

 

Anduvimos de un lugar a otro, pero siempre alejados de nuestra casa, que se hallaba del otro lado de Kioto.

 

Tuvimos varios empleos temporales, pero lo cierto era que queríamos marcharnos de allí.

 

Al fin, un día, lo decidimos.

 

Iríamos a Tokio, lejos de aquí, de nuestro pasado, de nuestro dolor...de todo. A un lugar donde pudiéramos ser quienes eramos, sin resevas, sin fronteras, libres al fin.

 

Habíamos ahorrado bastante, lo suficiente incluso para comprar un pequeño apartamento allá en Tokio, que era lo que haríamos al llegar allá. Después de todo, en nuestros empleos nos habían pagado bastante bien debido a nuestro esfuerzo, y habíamos estado trabajando en dos empleos cada quién.

 

Un día, por fin, compramos los boletos. El tren saldría en la noche, a eso de las 10:30 pm.

 

Mi hermano salió a dar una vuelta, mientras yo checaba todo lo del viaje, y preparaba nuestro poco equipaje, el cual cabía en un par de mochilas. Después de todo habíamos logrado hacernos de unas pocas posesiones para poder vivir, tales como ropa, por ejemplo.

 

Al volver mi hermano, arreglamos entre los dos la devolución del cuarto, y luego nos quedó solamente esperar que llegara la hora de partir.

 

Cuando fuimos a la estación, no había nadie en el vagón que nos tocaba, así que disfrutaríamos de un muy cómodo viaje.

 

Muy ufano, me tendí cuan largo era en unos asientos del fondo, mullidos y cómodos, sonriendo y arrojando mi mochila a un lado.

 

-¡Yahooo!-exclamé, contento-. ¡Libertad, allá vamos! ¿no es así, Ban?

 

-¡Por supuesto que sí, hermano!-exclamó Bankotsu, guiñandome un ojo y sonriendo-. ¡Al fin lograremos ser libres de todo!

 

Me acomodé, sonriente.

 

Bankotsu salió a observar el andén, parado al pie de la puerta, como esperando algo, o a alguien. Miró el reloj una última vez, sonriendo.

 

10:30 pm

 

Subió al tren, quedandose parado en la escalerilla.

 

Finalmente, el tren comenzó a avanzar.

 

Entonces escuché unos pasos apresurados en el adén, de alguien que corría, y escuhé una voz desconocida:

 

-¡Ehh! ¡¡Bankotsu!!

 

Mi hermano extendió una mano, y ayudó a subir a un chico de cabello corto y negro, atado en una coleta, que llevaba una mochila al hombro.

 

-¡Vaya, no pensé que te decidieras!-rió Bankotsu, viendo al chico respirar agitadamente.

 

-No...te burles...-respondió este, resoplando.

 

Levantó la mirada después y con una amplia sonrisa, le dijo:

 

-No dejaré que seas el único que cumpla sus sueños, ¿sabes?

 

-Así se habla chico-sonrió Bankotsu-. Ahora vente, te presentaré a alguien.

 

Lo condujo al interior del vagón, cerrando la puerta.

 

Me asomé, curioso.

 

-¡Eeeh, Ban!-exclamé-. ¿A quién te has invitado?

 

-¡A un amigo!-respondió Bankotsu.

 

Luego volteó a ver al chico y amistosamente le dijo:

 

-Miroku, él es Jakotsu, mi ototo.

 

El chico se dirigió hacia mí y sonrió, tendiendome la mano.

 

-Mucho gusto-me dijo.

 

-El gusto es mío. Soy Jakotsu, hermano de Ban.

 

-Es lo que veo-sonrió Miroku. Tenía unos ojos azules muy lindos.

 

-Así que al fín te decidiste a venir-dijo Bankotsu, sentandose en un asiento cercano. Miroku se sentó a un lado.

 

-Bueno, pues sí. Realmente me hiciste pensar.

 

-¿De qué están hablando?-pregunté. No entendía nada.

 

-Pues resulta que Miroku estaba en una situación parecida la nuestra-me dijo Bankotsu, sonriendo-. Y hoy le salvé la vida puesto que estuvo a punto de suicidarse de tanta desesperación.

 

-¡Cielos! no lo sabía.

 

-No te preocupes, por suerte tu hermano estaba ahí-dijo Miroku-. Le conté lo que me pasaba y pues...me invíto a venir con ustedes.

 

-¡Pero claro que sí!-sonreí-. ¡Los amigos de Ban son mis amigos ¡no te preocupes!

 

-Y ahora...¿qué haremos?-dijo Miroku.

 

-¿Qué otra cosa?-dijo Bankotsu-. Pues iremos a Tokio, nos quedaremos allá...¡y cumpliremos nuestros sueños!

 

Miroku sonrió.

 

-¿Sabes? pienso que estás loco...pero es genial.

 

-¡Así se habla!-sonreí, despeinandolo amistosamente. Los tres rompimos en sonoras carcajadas, que nos sonaron tan claras y libres como en muchos años no habíamos reído.

 

Y  así, entre risas y charlas, nos dirigimos a nuestro futuro, decididos a liberarnos de aquello que nos ataba al pasado, y que nos impedía ser libres

 

 

 

Fin flash back------

 

 

 

 

 

 

 

Continuará...

Notas finales:

Jejeje, pues espero haberles respondido algunas dudas

y les creaste otras ¬¬`

pero sació su hambre de fic

y continué con esta historia, que en serio, auqneu me tardo enpublicar, no la dejaré abandonada, lo prometo u.u

Pero bueno, por el momento me despido, que pro acá en México ya es hora de comer y pues llevo escribiendo desde las seis de a mañana ¬¬ tengo hambre u.u

y yo u.u

y yo .`´.

así que nos despedimos...¡¡y buen provecho!!  ^..^/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).