-Prométeme que siempre vas a estar conmigo…-
-Prométeme tú, que nunca me vas a dejar…-
-Lo prometo-
-Yo también, es una promesa-
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¿Cómo iba él a olvidar ese día?
Ese mismo día, por la tarde… El murió
El cuerpo sin vida de Akira fue encontrado en un desfiladero de una playa no lejana a su hogar.
Los peritos dijeron que había sido golpeado, y después, ahogado.
Falleció en la playa que significaba tantas cosas para él y… Takanori.
Cuando la madre de Akira llegó muriéndose entre llanto al hogar del Rubio menor…
La vida de éste, prácticamente terminó.
Le explicó lo que había sucedido.
Takanori no hizo más que llorar, lamentarse, Suzuki había dejado de existir ya, y nada podía hacer para remediarlo.
Dolía.
Recordar que esa misma mañana había salido con el, le había comprado un bonito regalo y había escrito una nota que si bien no entendía su significado… le hacía prometer que nunca, nunca se separarían.
Ese nunca, se acabó esa misma tarde.
Tres días después, Takanori no había podido siquiera hablar, no fue al funeral de su querido y tampoco había podido consolar un poco de sueño.
Se torturaba.
Las fotos que adornaban su habitación, llena de recuerdos, los videos de cuando eran ambos muy felices.
Sus amigos le iban a visitar.
Takanori, nunca abrió la puerta de su hogar.
Si estaba sufriendo por Akira, quería eso, sólo para él.
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Leía, reeleía las notas, tan bellas dirigidas hacia su persona.
La última, tenía un significado que no alcanzaba a comprender del todo.
“Reita” nunca había usado tantas palabras, nunca le recordaba el pasado, ni tampoco tenía visiones al futuro.
No era más que su presente con Ruki.
El menor se dolía, llorando amargas lágrimas hasta que ya no pudo más.
Llorar se le hizo ya algo innecesario.
Cuando al fin comprendió la nota… pudo saber lo que su alma pedía.
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Ru:
Si alguna vez te llegas a preguntar cuánto te quiero yo, por favor, no dudes en decírmelo, que siempre te lo recordaré.
Pienso que soy muy poco para ti, pero no seas egoísta que si piensas en la eternidad conmigo, me tendrás que soportar así.
Te quiero tanto, que a veces no pienso ni en qué daños te haré, te hize o tal vez te hago para cuando termines de leer esto.
Prométeme que siempre te cuidarás y que nunca, nunca te olvidarás de mi, ni de lo felices que somos.
No sé si para mañana pienses en irte, y ciertamente me aterra en lo que puedas pensar, después de todo, eres tú…y ese tú, es capaz de todo.
¿Recuerdas esa historia de las Mil grullas de papel, cuando fuimos al templo?
Hoy por la tarde las terminaré, y me gustaría decirte que mi deseo, será estar siempre contigo.
¿No es pedir demasiado?
Pero yo te quiero, ayer, hoy y por el resto de mi eternidad.
Reita
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-Mil grullas de papel…-Su susurro fue débil.
Dejó la carta en la cama, y de inmediato tomó todas las hojas de papel que tenía. Deshojó sus cuadernos de canciones, sus cuadernos de poemas… sacó todas las notas que le había hecho Akira.
El pobre era tan infeliz, que decidió morir.
Hizo entonces las mil grullas de papel, la última, era la nota, en la que, tal vez, Suzuki predecía su muerte, esta… fue hecha con especial afecto.
Su deseo, era tan desesperado que esperó a ver si eso le devolvía a su amado.
Fue entonces a la playa, y gritó, cuando una tormenta empezó a precipitarse allí.
-¡Prometiste que nunca me dejarías!-
Dejó, entonces con todo el dolor de su alma ir las esperanzas que tenía, en forma de grullas, él , de rodillas, sobre la fina arena, hizo a la mar cada figura.
La última, la guardó en el bolsillo de su chaqueta, cerca de donde habitaba su corazón hoy.
Esperó, la lluvia caía, se confundía con sus lagrimas.
Cuando perdió de vista a las grullas del mar, se hechó contra la arena.
Gritó.
Gritó que su amado volviera.
¡Que las olas le trajeran de vuelta!
Aún, con toda su desesperación, nada ocurrió.
Vió hacia el oscuro cielo.
Aún con arena entre sus dedos, tocó su pecho… su corazón… casi no latía.
Se metió un poco más en ese claro mar.
La tormenta se acrecentó, el viento, sobre sus oídos sopló.
Las olas se violentaron.
Las mil grullas cumplieron su cometido, el chico enloqueció.
Vió su reflejo.
Se cortó las venas en el mar, se quitó la vida en un último y desesperado sollozo.
-Es una promesa-
Pronto desapareció, una ola se lo llevó, murió, justo donde su amado se había ahogado.
“Su sangre traspasó la arena. Aún allí se le recuerda.
Las olas lloran, como el antes del suicidio.
El viento, sopla a quejidos.
Los corales de rojo se tiñeron, impregnados de violencia, existieron.
El desfiladero donde encontraron ambos cuerpos, encierra sus almas.
Takanori, murió con la última grulla en el corazón, Akira , en la playa, enterrada, la dejó.
Sus deseos, realidad se hicieron, entrelazados siguen ellos.
Aún después de la muerte, siguen amándose profundamente.
Para siempre.”