Capítulo 1
Es raro, estar viajando hacia la costa, especialmente porque no es una visita técnica como a las que acostumbro ir, es una excursión de integración, planeada para viajar entre grupos de amigos, aunque sean de diferentes facultades. No es que tenga muchos amigos fuera de mi facultad, a excepción de Takeda, mi novio desde la secundaria hasta hace una semana; él insistió mucho con la idea, sobre como íbamos a compartir tiempo juntos y la pasaríamos genial. Es irónico, pero ahora me alegra mucho que no estemos en el autobús.
—¿Estás bien, Natsuki? —pausé la canción y me quité los audífonos para responderle a quien poco a poco se había convertido en mi mejor amiga.
—Estoy algo impresionada, ¿sabes? —centré mi mirada de nuevo en el paisaje nocturno—, siempre pensé que si nos alejábamos las cosas serían terribles para mí, que tal vez no saldría de mi cama durante un mes o algo así —un pequeño suspiro escapó de mis labios, intentando poner en palabras lo que, durante todos estos días había estado pensando—, porque durante mucho tiempo pensé en él como mi príncipe azul, pero ni siquiera me siento triste —me miró con infinita dulzura y una sonrisa suave, dándome a entender que creía en mis palabras.
—Es un idiota, me alegra que no estés triste por él, no se lo merece —Mai y su gran instinto maternal, es bueno siempre contar con ella.
—Anda, Tate me está poniendo nerviosa con eso de mirarnos tanto, vuelve con él —sus mejillas se colorearon un poco, finalmente apretó un poco mi hombro izquierdo en señal de apoyo y volvió a su lugar.
—Creo que soy la única aquí con el placer de tener el asiento de al lado libre —dije para mí suavemente mientras mis audífonos volvían a su lugar—, el acompañamiento musical para ver como pasamos árboles es indispensable, aunque parecen ser ellos quienes se mueven y no nosotros —un tonto pensamiento que me hizo sonreír.
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Alrededor de la media noche, un gran barullo aún envolvía el ambiente del viaje, unos conversaban, otros reían fuertemente, se escuchaba música por un lado, y el sonido de una película por otro, suspiré olvidándome de la idea de dormir un poco. Recosté mi cabeza en la ventana cuando las luces dentro fueron apagadas de pronto, la señal para dormir que estaba esperando, aunque parecía no ser suficiente para que todos se callaran finalmente.
Un toque suave a mi hombro me distrajo de contemplar la luna —Mai de verdad que está preocupada—, pensé mientras volteaba, pero allí no estaba mi amiga, sino una chica que jamás en mi vida había visto.
—Hola —sonrió tímida, mientras yo le miraba intensamente—, un compañero me cedió su cupo para la excursión, pero la verdad es que no conozco a nadie —le sonreí también, aunque no sabía aún porqué me contaba eso—, tú pareces ser la persona más asequible para hablar ¿puedo hacerte compañía? —Ladeó la cabeza de una forma encantadora, y aunque no pensaba negarme, con ese gesto se hacía simplemente imposible.
—Claro —fue lo único que pude decir, estaba demasiado ocupada detallándola; me di cuenta que se había creado un silencio un tanto incómodo por mi falta de elocuencia, así decidí preguntar cualquier cosa para romper el hielo— Pues dime ¿cómo te llamas? ¿Cuál es tu facultad? Cuéntame algo de ti —agregué para no llenarle más de preguntas.
—Puedes decirme Shizuru —Lo repetí mentalmente, era ciertamente un bonito nombre— ¿Y tú? — Preguntó seriamente antes de proceder a responder mi interrogatorio.
—Puedes llamarme Natsuki, si gustas —Me dio una sonrisa como respuesta.
Luego de eso, me dediqué a escuchar lo que me contaba, haciendo pequeñas intervenciones cuando era necesario, sólo quería oír lo que deseará contarme, ver cada uno de sus gestos y expresiones, porque aún con la poca luz que teníamos, pude notar lo guapa que era, facciones delicadas, nariz pequeña y labios suaves; y sus ojos tan penetrantes y expresivos. Me gustaba cuando movía sus cejas involuntariamente en medio de sus narraciones y su olor a jazmín, que inundaba mis sentidos, cuando disimuladamente me acercaba un poco para sentirlo mejor.
Pero su rostro no fue lo único que examiné cuidadosamente, Shizuru era ciertamente más alta que yo, justo lo necesario, su cabello ondulado y castaño caía más abajo de sus hombros, de hebras finas que parecían bastante suaves al tacto. Traía una camisa lila, algo abierta adelante, supongo que no podía cerrarla bien, evidentemente la talla de su pecho no se lo permitía, por lo demás, parecía ser una chica bastante atlética, delgada, pero sólo lo suficiente. Llevaba un jean azul bastante cómodo, pues no era tallado al cuerpo, y unos zapatos deportivos, que iban muy a juego con su ropa.
Habló de todo, de su familia, de la universidad, de sus gustos personales, incluso de las estrellas y sus constelaciones. Su acento y las palabras que usaban no hacían más que embelesarme, por su conversación inteligente y su bonita sonrisa.
—Háblame un poco de ti —los labios de Shizuru se movieron, y noté, por fin, que hacía un rato no le quitaba los ojos de encima.
—Yo… Ehm…, creo que deberíamos aprovechar que finalmente se han callado allá atrás y dormir un poco, ¿no? —estaba nerviosa, no por la pregunta, sino por mis más recientes pensamientos.
No la dejé terminar cuando me volteé hacia la ventana recostando la cabeza en el vidrio para “intentar” dormir, mientras cerraba los ojos con mucha fuerza —¡No puede ser! ¿Estoy tan despechada? Tiene ser esa la razón por la cual estoy deseando a una mujer, además ella es tan sexy, ¡Dios, me gusta!—, suspiré con algo de desesperación —No, no, no, a mí no me gustan las mujeres, es culpa del cansancio y del tonto de Takeda, que me ha hecho pensar que todos los hombres son iguales— volteé a verla, estaba recostada en el espaldar con los ojos cerrados, se veía tan tranquila, tan bonita, definitivamente era mejor dejar de mirar.
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Unos labios se unieron a los míos delicadamente, el olor a jazmín me envolvió totalmente, mientras mis manos viajaban a las mejillas que estaban frente a las mías para acariciarlas suavemente, haciendo que la otra parte sonriera dentro del beso. Nuestros labios se exploraban de forma lenta, de a poco, a la vez que un cuerpo suave y cálido se acercaba al mío, mis manos siguieron su recorrido hasta enredarse con unas finas hebras de un cabello ondulado y largo.
Estando tan cansada por el viaje y demás, los parpados me pesaban y no tenía nada de ganas de abrirlos, me sentía en un estado de semi-inconsciencia, donde no sabía qué era real y qué mi mente imaginaba, aun así la felicidad me desbordaba mientras una chica me besaba.