Capítulo 2
—Yo…, no sé por dónde empezar —suspiré de nueva cuenta, intentando buscar las palabras; Mai en cambio parecía un tanto desesperada.
—El principio sería genial Natsuki, hace más de 40 minutos me tienes aquí a pleno sol, sin decirme nada —miro alrededor una vez más—. No hay nadie, así que ya dilo o me iré —agregó lo suficientemente seria para darme cuenta que esta era mi última oportunidad.
—No, no, Mai no me puedes abandonar con esto, necesito contárselo a alguien —si ella no me escucha, esto me va a desbordar.
—No parece, así que es mejor que empieces pronto —bien, tengo que pensar rápido.
—¿Recuerdas que durante el viaje la silla junto a mí estaba vacía? Bueno, en la noche alguien se sentó junto a mí, ¿te diste cuenta? —negó con la cabeza, dando a entender que le decía una tontería.
— Ah… Sí, porque fui yo, Natsuki —estaba muy ocupada como para fijarse.
—No hablo de ti, sino de otra chica, mucho después de que te sentaste conmigo… Shizuru —pronuncié su nombre lentamente, casi saboreándolo—, bueno ella habló un rato conmigo, es muy linda…
—¿Es muy linda? —su ceja izquierda se elevó— Natsuki, tú no te refieres así a tus amigas, quiero decir, las palabras amables no son propias de ti. Diría que tú sólo dejas salir esa parte con los animales, los perros especialmente.
—¡Claro que yo soy amable! ¿Qué tratas de insinuar, Tokiha? —la fulminé con la mirada, aunque era plenamente consciente de que ella tenía la razón.
—Lo eres, bastante. Y aunque no debería decírtelo, eres muy buena amiga, sólo intentas parecer fuerte la mayoría del tiempo, siempre bromeando cuando estoy triste, diciendo cosas como que es un fastidio tratar conmigo, o que te caigo mal —estuve a punto de abrir la boca para defenderme, para decir que nunca lo decía en serio, pero su mirada me dijo que lo sabía—. Nunca dejas salir esa parte dulce, no conscientemente. Tu trato hacia Takeda no me sorprendía, en cambio hacía Dhuran, pareces ser otra persona, como ahora, cuando hablabas de la chica.
—Bueno, pues por eso te lo tengo que contar. Anoche me soñé que —Mai se acercó lo suficiente para empezar hablar más bajo— ella me besaba. Bueno, la verdad fue tan real, que por momentos creo que no lo soñé, que sucedió. No estoy segura de nada —mi mirada desvió a la pared, temiendo su reacción.
—Los sueños no significan nada Natsuki, ¿siempre lo dices, no? Lo que importa es cómo te sientes con respecto a ellos, así que cuéntame la parte importante —me empieza a preocupar que Mai sea tan perceptiva.
—Feliz, me sentía feliz ¿contenta? —lo solté tan rápido que no estaba segura que ella lo hubiera entendido, hasta que se dejó caer en la silla.
—Natsuki, a ti no se te nota, quiero decir, nunca lo hubiera esperado ¿hace cuánto lo sabes? —¡¿Qué? Sólo a Mai se le ocurre semejante tontería.
—¿Eres tonta, Tokiha? Te lo estoy contando, porque lo acabo de saber ¿qué intentas decir? ¿Qué mantenía una imagen para que la gente no notará que me van las mujeres? —ella abrió la boca para defenderse pero antes que pudiera decir algo yo estaba lo suficientemente lejos.
Busqué una zona de la playa alejada y solitaria para pensar, para no encontrarme con nadie más, estaba muy confundida y mi discusión con Mai no había hecho más que dejarme de mal humor. Ella tenía razón con lo de mi forma de actuar, yo siempre parecía tan fría y desligada de las personas que ni siquiera podía decirle 'feliz cumpleaños' a alguien de buena forma; a la única compañera que parecía ser lo suficientemente compatible conmigo sólo le deseé 'suerte', cuando se fue a trabajar a otra ciudad; cuando Mai me contaba como se sentía sólo podía ser un tanto pesada para que sonriera un poco, pero nunca podía abrazarla para que se sintiera mejor, a veces ella me abrazaba a mí y no es que me molestara, pero en general evitaba el contacto no sólo físico sino sentimental con los demás. Empezaba aceptar que no era más que miedo, de ser abandonada, de ser rechazada, de ser herida.
—Estúpidos traumas de la infancia —dejé caer mi espalda en la arena caliente, esperando sentir un poco el sol, pero eso no sucedió, algo más brillaba frente a mí, el rostro de Shizuru.
—¿Sabes que los rayos de sol a esta hora son peligrosos? —se sentó detrás de mí y puso mi cabeza sobre sus piernas— Eres tan blanca, ya tienes las mejillas muy sonrojadas, debes cuidarte más —dijo mientras aplicaba un poco de crema en mi rostro—, un poco de bloqueador solar es lo que necesitas.
—Shizuru… —debo preguntarle, sobre anoche, el beso ¡no! ¿Qué le diré? Tengo una duda ¿me besaste o sólo estuve fantaseando contigo? — ¿Hace cuánto estás aquí?
—Unos cuantos minutos. Pero te veías tan… Turbada; sentí que no debía molestarte —mientras hablaba, acariaba suavemente el cabello que caía sobre mi frente—. Te he estado buscando, porque necesito decirte algo importante —cerró sus ojos y su expresión se entristeció, y en mi pecho, algo dolió por verla así.
—¿Tienes que decirlo? Parece algo malo —sonrío, pero seguía estando melancólica—, tal vez no necesito saberlo, tú sólo tienes que olvidarlo.
—No. Tú debes saberlo, es lo justo —tomó una gran bocanada de aire, dándose fuerzas para empezar hablar —. Anoche mientras dormías te besé, no sé qué soñabas, pero extrañamente me correspondiste y no me pude detener. Y ahora cada vez que te miro, siento que me aproveché de ti, cuando lo único que hiciste fue ser amable conmigo —su mirada estaba perdida entre las olas, conteniendo las lágrimas en sus ojos, que parecían un cristal a punto de romperse.
¡Entonces sí me besó! ¿Shizuru será lesbiana? ¿Yo le gustaré? ¿Ella me gusta a mí? Lo primero que tengo que decirle es que no se sienta mal, que yo estaba consciente y le correspondí porque así lo deseaba. Me levanté de su regazo para acariciar sus mejillas, mientras la miraba dulcemente, ella devolvió la mirada, me sonreía, al parecer un poco más tranquila.
—¡Amor, al fin te encuentro! Tienes que escucharme, por favor... —Takeda y su talento para arruinarme los momentos. Pero me di cuenta que él estaba dirigiéndole una mirada de desprecio a Shizuru, quién no se quedaba atrás, fulminándolo con la misma— Fujino —. Habló con un tono de desagrado.
—Masashi Takeda —respondió Shizuru, con un tono frío y cortante.
—Natsuki, ¿qué haces con la lesbiana de mi facultad? Nunca se sabe qué cosa pueda hacerte, amor —siempre supe que era un idiota, pero no hasta qué grado.
—Bueno, ya sabes, cosas de lesbianas —dije justo antes de besar a Shizuru frente a él, tal y como lo había deseado desde que ella confirmó nuestro beso de anoche y nuevamente lo sentí, ese vacío en el estomago y la felicidad que hacía saltar mi corazón mientras el olor a jazmín me envolvía. Cuando finalmente nos separábamos para tomar aire, una sensación electrizante recorrió mi espalda, después de que Shizuru rozará levemente mis labios con su lengua.
—Yo ya no soy tu amor, así que piérdete —Shizuru rodeaba mi cuello dándome un beso en la mejilla, mientras la cara del pobre de Takeda estaba completamente descompuesta.
—Le agradeceríamos a Takeda-san un poco de privacidad —agregó Shizuru con una sonrisa política; él empezó alejarse, todavía en shock—. Me alegra haber sido útil para alejar a un ex-novio indeseable, ahora estamos a mano, ¿no? —de nuevo, esa expresión— pero, ¿no temes que se lo cuente a todo el mundo? Tal vez la gente te etiquete y… —no pudo terminar su oración, porque no quería escucharle y la mejor manera de callarla, era besándola.