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¿Qué me hiciste Severus Snape? por Drakitista

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Ahí estaba él. Enfrente de la conocida gárgola que conducía a la oficina de Dumbledore. Solo tenía que decir la contraseña. Seguramente relacionada con algún dulce. Decirla y subiría por los numerosos escalones hasta llegar a la entrada donde sin llamar, se abriría la puerta. Y lo habría hecho de no ser por los numerosos pensamientos que inundaban su cabeza.

-    ¿Por qué me habrá llamado? Que yo sepa no he hecho nada malo. Será que le paso algo a mi padrino. O alguna reunión de la orden. ¡Ahhh! Harry deja de comerte la cabeza y entra ya.

-    Buñuelos de calabaza.

Una vez dicha la contraseña la gárgola se movió. Cuando llegó a la puerta le pareció raro que esta no se abriera por lo que entró sin llamar.  Seguramente ahí se encontraba el director, esperando sentado su llegada. Pero no solo no encontró al anciano, sino algo mucho peor que le hizo pensar que una apertura gigante en el suelo no era tan mala idea.

-    ¡SIRIUS! ¡MALFOY!  ¿Pero qué…

Se quedó totalmente sin palabras al comprender que habían visto sus ojos. Sirius Black y Draco Malfoy se estaban besando. Y no solo eso, su padrino tenía a su enemigo acorralado entre la mesa del director y su cuerpo. Al saber que habían sido pillados se separaron inmediatamente, siendo Sirius el primero en intentar darle una explicación a Harry. 

-    ¡Ha-Harry! ¡Yo te lo puedo explicar! Verás Dra…Malfoy tenía una cosa en el ojo y me pidió ayuda y yo como el ejemplar caballero que soy me acerqué y lo ayudé.

-    ¡Por favor Black! ¡Si Potter, nos estábamos besando! ¿Y qué pasa? ¿Es que nunca has visto besarse a una pareja? ¡Quita ya esa cara de tonto que tampoco es para tanto!

-    ¡DRACO! Harry lo que Draco quiere decir…

Pero antes de que terminara la frase Harry le cortó de manera brusca.

-    ¡Se lo que quiere decir! ¡No soy un niño para que me lo expliques!

Cuando Sirius quiso darle una respuesta no pudo hacerlo ya que en ese momento entró Dumbledore acompañado de Severus Snape que se dio cuenta de que había cierta tensión en el ambiente. Situación que aprovechó Draco para retirarse.

-    ¡Harry,  mi muchacho! ¡Qué alegría verte aquí! Te llamé para decirte que Sirius había llegado.

-    Si, ya me di cuenta.

-    Y comunicarte que te tendrás que mudar a una habitación del segundo piso. Él se quedará hasta que den comienzo las clases nuevamente y pensé que os gustaría compartir una habitación hasta entonces.

-    Claro, estoy tan contento de que este aquí. En mi corazón no cabe tanta felicidad. Si no fuera porque estoy cansado, estaría bailando de felicidad.

Para Sirius esa frase dicha con indiferencia y con el más puro sarcasmo, fue como un puñal. Entendía que Harry estuviera enfadado con respecto a lo que presenció minutos antes pero aun así le había dolido. Intentó no demostrar exactamente como se sentía

-    Miniprongs ¡tenía tantas ganas de verte! Se me ha hecho eterno el tiempo hasta ahora. Solo pensaba en pasar nuestras primeras Navidades juntos.

-    ¿Seguro Sirius? ¿Seguro qué pensabas en mi? Porque creo que no soy precisamente yo la persona a la que querías ver. Tal vez si fuera otra persona me harías caso. O a lo mejor si decido teñirme de rubio, te acuerdas de mí. O puede que solo tenga que ser una asquerosa serpiente rastrera para que vengas.

Al ver la cara de decepción de Sirius supo que se había pasado. Y lo comprobó cuando sintió el dolor del golpe que le había dado su padrino. Pero el sentimiento de abandono y remplazo que sentía era tan grande que en ese momento no se arrepintió de lo dicho y como alma que lleva al diablo salió de ahí dando un gran portazo. Sirius se sintió un monstruo. Se preguntaba que se le había pasado por la cabeza para pegarle a Harry. Estaba destrozado.

-    Mi querido muchacho, ¿pasó algo malo?

-    ¿Qué pasó pulgoso, el hijo de tu queridísimo amigo ya no te quiere? ¿Se ha dado cuenta de que solo eres una farsa? Sería bueno que por una vez Potter tuviera un poco de lucidez.

-    ¡CALLATE! ¡NADIE HA PEDIDO TU OPINIÓN! ¿POR QUÉ NO TE SUICIDAS Y LE HACES UN FAVOR A TODOS?

-    ¡Sirius! Y tú por favor Severus contrálate.

-    Tranquilo Albus. Mejor me voy no vaya a ser que se me peguen algunas pulgas sarnosas de alguien.

Y dicho esto Severus abandonó el despacho con una mueca divertida en los labios y dejando solos al director y a Sirius que no podía estar peor de lo que ya estaba en ese momento.

-    Mi pequeño… si no quieres contarme lo que pasó, lo entiendo. Pero que sepas que puedes contar conmigo cuando lo necesites.

-    Gracias Albus pero esto es algo que solo lo puedo resolver yo. Adiós…

 

En la Sala de los Menesteres se encontraba una pareja de enamorados. Su historia empezó hace tiempo pero solo hace unos meses que son pareja. Los dos estaban en el sofá situado cerca de la chimenea. Sirius estaba recostado en el pecho de Draco. Este intentaba relajarlo para que no pensara en lo que había pasado con Harry. Todavía tenía grabado en su mente cada una de las palabras que había dicho su ahijado esa mañana.

-    Sirius cálmate. Sabíamos que cuando se enterara no se lo iba a tomar muy bien. ¡Es Potter!

-    Eso lo sabía pero la verdad me sorprendió su actitud. No me esperaba una fiesta pero si un “si tu eres feliz…”

-    ¿Y eres feliz?

-    ¿Eh?

-    Eso que si eres feliz conmigo

-    Claro que lo soy. No quiero que dudes nunca que lo soy. No te dejaría por nada aunque un Imperius me obligue hacerlo. ¡TE AMO! Y en vez de estar junto a ti, solo te estoy aburriendo con mis problemas.

-    ¡YO TAMBIÉN TE AMO! Y soy tu pareja, así que tus problemas no me aburren y aún podemos remediar eso de estar junto a mí.

-    ¡Ah, si…! ¿Y que se le ocurre a mi dragón rubio para remediarlo?

-    ¡Ummm! ¡Muchas cosas!

Draco se acercó lentamente a los labios de Sirius. Primero fue un beso suave pero el mayor no iba a permitir que se quedara así. Lentamente le dio la vuelta a Draco para que su espalda quedara pegada al sofá. Primero le besó la frente, la mejilla, la mandíbula y terminó en sus labios. Mientras lo hacía desabrochaba la camisa de su pareja de manera desesperada. Cuando dejo un poco de piel descubierta, sus labios se movieron al pecho. Draco suspiraba de placer, le encantaba que Sirius le torturara de esa manera tan placentera. Cuando sintió que se entretenía en su clavícula creía que se moriría.

-    Sirius. ¡No seas malo! Sigue por favor…

-    Encantado de complacerte mi ángel dorado

La camisa fue desprendida totalmente. Sirius se maravillaba con el cuerpo de Draco cada vez que lo veía. Al notar los botones rosados de su amado decidió succionarlos delicadamente. Si no fuera porque el rubio ya no usaba la razón le hubiera pegado por no llegar a donde él quería de manera rápida. Besando poco a poco su vientre fue llegando hasta el cierre del pantalón. Él también tenía una necesidad muy grande, por lo que no perdió el tiempo en hacerlos desaparecer tirándolos despreocupadamente en algún punto de la habitación donde se encontraban.

-    ¡Merlin, Draco! No se cómo no te tuve antes en mis brazos. ¿Cómo pude vivir sin ti todo este tiempo?

-    Esa era el problema cariño… ¡Ahh!..que casi no vivías. Así que si no quieres estar solo de nuevo más… ¡Ahhh!...te vale que empieces rápido a llenarme de ti porque si no te juro Sirius Orión Black que me las pagarás.

-    ¡Vale, vale! Que impaciencia

Rápidamente Sirius, con una sonrisa lobuna, le quitó a Draco su ropa interior y viéndolo totalmente como vino a este mundo, su instinto le ganó y empezó a lamerle el pene. Empezó delicadamente succionando la punta, una lengüetada a lo largo y por último metiéndoselo todo a la boca. El pobre Draco ya no sabía que hacer, pensaba que si su pareja seguía así le iba dar infarto.

-    ¡Eres un maldito experto! ¡Ni se te ocurra parar!

-    ¡Y lo que te queda! ¡Jeje!

Con un hechizo no verbal quedó en las mismas condiciones que su amante. Tanta era la necesidad que solo lo preparó unos pocos minutos y de una sola estocada entró en el rubio.

-    ¡Ahhhh! ¡Sirius, más rápido! ¡Sí, así…!

-    ¿Te gusta rubito? ¿Quieres más?

-    ¡Sí! Dámelo todo… ya…

Sirius vio que ya estaba a punto de terminar, por eso con la mano que no tenía en la cadera de Draco, cogió su erección y al mismo ritmo de sus estocadas lo masturbó. Dos minutos después ya estaba llenándolo mientras sentía que su mano se humedecía con la esencia de su amor.

Dos cuerpos desnudos acurrucados en un sofá cerca de la chimenea. Estaban tan abrazados que no se sabía donde acababa uno y donde empezaba el otro. Descansando de un maravilloso orgasmo hablaban sobre como llevarían a cabo las cosas al día siguiente.

-    Crees que algún día pueda llegar a perdonarme

-    Mira Sirius, Potter es un poco tonto, santurrón, feo, estúpido, inepto, molesto…

-    Pero…

-    Pero nunca ha sido mala persona, ni ha deseado malos pensamientos para nadie. Ni siquiera para mí. Y cuando se le pasen los celos verás que recapacitará y vendrá corriendo a pedirte perdón.

-    ¿De verdad lo crees?

-    Te lo aseguro y si no lo hace te invito a cenar donde tú quieras.

-    Acepto encantado el trato “Mi ángel”

Harry paseaba de una manera desesperada por el pasillo principal del castillo. Estaba que se salía por las paredes. ¿Cuándo pasó eso? ¿Cómo terminaron juntos? Todavía no podía creer lo que había visto. Estaba gritando a plena voz todo lo que su mente cavilaba.

-    ¡Por Merlín, tantos hombres que hay en el mundo y se le ocurre estar con ese! ¿Es que acaso se ha vuelto loco? Puede… que le haya dado una poción a mi padrino. Si eso es, le dio algo. Y yo ahora tengo que encontrar la manera de descubrir que fue exactamente. ¡Sí! ¡tengo que separar a Draco Malfoy de Sirius Black!

-    ¿QUÉ ES LO QUE ACABA DE DECIR POTTER?


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