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¿Jugamos? por BlackMoral_Inc

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Notas del capitulo:

Hallo.

Bien, no es la primera vez que escribo un fanfic, pero sí la primera que los publico aquí. No me considero muy buena redactando, pero se hace lo que se puede xDU Además no entiendo mucho como usar la página ._.u Seguramente cometeré bastantes errores, una disculpa por eso de antemano.

En fin. Espero les guste este one-shot.

El timbre sonó al menos tres veces antes de que la puerta se abriera y permitiera el paso del joven de cabellos alborotados. Mantuvo una amplia e infantil sonrisita durante los primeros cinco minutos desde que su amigo lo recibió.

- Ruki

-¡Reita! Te extrañé, ¿Me extrañaste? Apuesto a que sí, nadie puede dejar de verme unos días sin que me extrañe, es por eso que vine a verte –Atravesó la puerta pasando junto al castaño, tiró una mochila que llevaba en el hombro y enseguida le hizo frente a su amigo- ¿Cómo estás?

Akira parpadeó rápidamente,  ni siquiera había sido capaz de captar lo que su amigo había dicho y hecho en menos de 10 segundos.

-Estoy bien, sí, ¿y tú? –Le hizo un ademán para que se sentara, pero se negó. - ¿Quieres tomar algo?

-Sí, claro. –Ni siquiera espero a que el dueño de la casa le sirviera algo, se fue directo a la cocina para ver que había en la nevera- Qué has hecho ¿eh? Las vacaciones ya casi terminan… ¡Uy, pastel! ¿Hiciste una fiesta y sin invitarme? Reita, qué desconsiderado y mal amigo eres.

El aludido se paró bajo el marco de la puerta cuando justo le llegó un mensaje al móvil.

>Ruki va para tu casa, si yo fuera tú, no haría ruido y me escondería dentro hasta que se vaya jaja. <

Suspiró. Era un mensaje de su mejor amigo, Uruha. ¿Acaso no pudo avisarle diez minutos antes? No es que le desagradara la presencia del menor, no del todo. Solamente que…Takanori era un poco extraño, bastante ruidoso, como un crío.

- ¡Rei, Reita! Te estoy hablando hombre, hazme caso

-Sí, sí…te estoy oyendo

Sostenía con los dientes el plato donde se había servido un trocito de pastel, mientras intentaba sacar la jarra de jugo que estaba en la nevera.

Akira lo observó de arriba abajo; no había cambiado nada, seguía siendo tan pequeño y curioso como siempre.

Sonrió. Después de todo, aquel escandaloso muchachito había sido un gran amigo desde la secundaria. Y a pesar de tener casi dieciocho años, conservaba el cuerpo y la personalidad de un chico de menor edad.

Las vacaciones habían comenzado una semana atrás y ya faltaba poco para que finalizaran. Durante ese lapso de tiempo Akira no había visto a sus amigos, solo tenía contacto por mensajes de texto y chat.

- …y entonces yo le dije que se alejara, que me estaba incomodando. Es decir, sé que soy lindo, pero ¡ese tipo se estaba propasando! Mmh… qué rico pastel ¿dónde lo compraste? –Se bebió la mitad del vaso de jugo que se había servido- Por cierto, terminé con mi novio.

Akira comenzó a prestarle atención, nunca se enteraba completamente de lo que hablaba el chico.

-¿Por qué?

-No lo quería

-¿Y se lo dijiste?

-No

-¿Entonces?

-Le dije que el sexo con él no era bueno Jajaja. –Siguió degustando su pastel bajo la atenta mirada de su amigo.

-Suena a que fue algo feo para él –No pudo evitar una risita.

-No tanto, solo rió y dijo: ¿Es una broma? Le dije que no, comenzó a llorar como Magdalena, me aventó una botella de agua a la cabeza y se echó a correr –Terminó su postre, lamió el plato y se bebió el jugo restante. Se volvió hacia el más alto y sonrió con amplitud.

-Pobre chico

-Sí, además era muy celoso. Tenía celos de ti.

-¿De mí? –Arqueó una ceja.

-Sí, decía que me gustas –Akira pareció sonrojarse por un instante.

-Pues… qué raro.

-¡Cocinemos galletitas! –Fue dando brinquitos hasta llegar a él- ¿Sí? –Parpadeó sonriendo de forma aniñada.

-No tengo los ingredientes, además, después harás un cochinero.

-Prometo que no. Podemos ir a comprar los ingredientes ¿sí? –Se plantó frente a él y se puso de puntitas para alcanzar sus hombros y poner las manos sobre éstos- Por favor.

-No, Ruki. Yo no…

-Está bien –Siguió sonriendo- ¿Jugamos?

-¿Jugar? Jaja loco ¿A qué podríamos jugar? –Pasó de él y fue a lavar el plato y vaso sucio. Sin darse cuenta, el pelinegro había desaparecido.- Entonces, ¿Qué has…? –Se secaba las manos con una servilleta cuando se giró hacia la puerta, frunció el entrecejo al no ver a su visitante. - ¿Ruki?

Tan solo un minuto más tarde, el chico apareció sosteniendo en una mano un par de esposas con plumas azules.

-¿No quieres jugar?

-¿Te has vuelto loco? Y ¡¿de dónde demonios has sacado eso?! –Exclamó espantado

-De mi mochila –Contestó con naturalidad. – Solo quiero divertirme un rato, por eso vine a verte.

-Pues…te has vuelto loco, señor.

-¡Ohh, no seas malo, Rei!

-En serio Ruki, deja de bromear y sea lo que sea que estés consumiendo o fumando, déjalo – Atravesó la cocina y fue hacia la sala. Se asustó cuando vio al pequeño hombrecito caminar hacia él con una expresión de maniaco y un aura maligna a su alrededor. - O-oye…Ruki

-Vamos Reita, ¿no te gustaría probar nuevas experiencias?

-¡No! – Casi corrió de regreso a la cocina.

-No te creo - Lo siguió. – Ven, Rei, por favor.

-¡Ruki, si no te alejas…voy a…!

-¿A qué? –Se aproximó más a él. Akira buscó algo con la mirada, pero tomó lo único que encontró a su alcance: una cuchara.

-¡Te voy a lastimar!! Con…ésta…cuchara

-¡Jajaja! ¡No me mates por favor! –Exclamó socarronamente. Le quitó el utensilio y lo acorraló contra la mesa. Se puso de puntitas y le robó un beso. Akira ni siquiera intentaba quitárselo de encima a sabiendas de que el pequeño tenía menor fuerza que él. Volvió a besarlo, ésta vez no pudo resistirse a responderle.

¿Para qué negarlo? Le estaba gustando. Le estaba gustando mucho esa lengua húmeda que entraba lentamente entre sus labios y buscaba la suya para comenzar un roce juguetón.

Se separaron luego de un asfixiante beso. Takanori comenzó a reír como loco.

-¡¿De qué te ríes?!

-Jaja ¡Me besaste!

-¡¿Qué?! No, no, no. TÚ fuiste el que empezó, TÚ me besaste –Lo señaló acusadoramente, como si se tratase de un crimen. - Yo…solo…

-¿Te dejaste llevar?

-N…s-sí

-¡Claro que sí! Te gusto, te gusto… -Canturreaba dando vueltas por toda la cocina. Akira prefirió ir a buscar algo en la nevera, por lo menos podría esconder la cabeza dentro de ésta. -¿Estás enojadito?

-No.

-Sí, sí lo estás.

-¡Que no! –Bufó. Dejó lo que hacía y lo miró, el otro sonrió.

-Akira, me gustas mucho –Soltó de una vez, lo que tomó por sorpresa al mayor. A veces ese chico daba miedo. - No me digas que no te habías dado cuenta –El otro titubeó sin llegar a articular palabra a la primera.

-Me-mejor…comamos algo

-Sí, yo sí que tengo hambre –Dijo maliciosamente. Se acercó rápidamente a su amigo, le tomó una mano y lo arrastró fuera de la cocina, hacia la sala y a las escaleras seguidamente.

-¡Ruki, basta! Hey, hey… ¿A dónde vamos? –Sabía la respuesta a esa pregunta, lo que no comprendía es porqué se estaba dejando.

-¡Ash! No seas aburrido, vamos a jugar –Llegaron a la habitación de Akira -el pequeño ya la conocía puesto que hasta se había quedado a dormir antes-.  Mira, tú vas aquí… -Le dio un empujón e hizo que quedara sentado al pie de la cama, luego lo esposó a éste. – Espera aquí, no tardaré –Salió, bajó, tomó su mochila y sacó lo que llevaba.

Pasados unos diez minutos, tiempo en que Akira intentó liberarse de todas maneras posibles, sin lograrlo, Ruki entró en la habitación nuevamente, ahora vestía un llamativo atuendo de conejo color rosa, el cual tenía enormes orificios en la parte trasera dejando ver la ropa interior del menor.

-No me quite los calzones, supuse que te espantarías –Le sonrió.

-Estás…loco –Pronunció difícilmente.

-Hieres mi sentimientos Rei-chan –Hizo un puchero.

-Y tú pones en peligro mi salud mental.

-Soy un conejito malo y si me haces enojar… -No terminó la frase, y no hizo falta, pues el “conejito” sacó de su mochila un látigo, una venda para los ojos y un objeto raro que parecía haber salido de una película de tortura.

-Suéltame –Tragó saliva- Déjame ir, Ruki…

-Yo sé que si quieres

-¡Claro que no! ¡Esto es…enfermo!!

-Más bien…divertido –Sonrió nuevamente, ésta vez con cierta travesura. Fue hacia Akira y empezó a desvestirlo, aunque fue difícil, puesto que se movía demasiado. Pero al final, quedó en ropa interior y con la camisa desabotonada. – Qué sexy te ves.

-¡Takanori! –Exclamó apenado y visiblemente sonrojado. Pronto el travieso conejito fue bajando el bóxer de su amigo dejando al descubierto su virilidad

-¡Uy! Está grande, a Taka gustarle.

-¡Ruki, no!! Ya, para… -Se sonrojó todavía más, aquello era demasiado vergonzoso. Cuando menos lo esperaba, el muchachito le vendó los ojos- ¿Qué...? ¿Y ahora que vas a hacer?

-Ya verás

-¡Ahh! –Dio un respingo cuando sintió la mano fría de Ruki jugar con su miembro como si se tratara de un gatito con una bola de estambre. - ¡R-Ruki! –Gritó desesperado. No era de piedra, comenzaba a excitarse y lo que menos quería era que su amigo continuara.

-Juguemos ¿sí? –Sonrió al verlo maniatado. - Si gritas, voy a continuar –Le advirtió. Se agachó y comenzó a lamer la punta de la erección del mayor, quien no pudo evitar un saltito y un sutil gemido- Rico… -pronunció sensualmente. Separó las piernas de Akira y tomó su miembro con firmeza, luego se lo introdujo en la boca.

-¡Ahh! ¡R-Ruki…no! –Chillaba sonoramente, aunque por dentro gritaba para que siguiera. La situación era rara: estaba siendo “violado” por un conejo, es decir…su amigo vestido de conejo.

Takanori  seguía moviéndose. Iba más rápido, más despacio y más rápido otra vez, hasta que Akira  eyaculó en su boca. Apenas pudo tragarse el semen, hilos del tibio y espeso líquido escurrían por la comisura de sus labios.

-¡Agh! Esto está asqueroso, Akira  -Se quejó, como si fuera la culpa del otro.

-¡P-pero…sí fuiste tú quién quiso hacerlo! –Takanori le descubrió los ojos.

-Me gustó –Sonrió infantilmente.- ¿Te gustó también? –El otro desvió la mirada, estaba encantadoramente sonrojado. - ¿Quieres que te baile, Rei-chan?

-¡NOOO!

-Está bien, solo porque tú me lo pides ¿eh? –Se puso de pie- ¡Ay, no! Qué pervertido eres… -Inició un descoordinado bailecito, mientras se iba quitando el disfraz. Más que sexy, Akira lo veía entretenido y gracioso, sobre todo las ocasiones en las que los pies de Takanori no seguían el mismo ritmo y este terminaba casi cayéndose. – Tarara rara rá –Tarareaba una melodía desconocida para su amigo.

Akira trataba de no mirarlo, pero era imposible no hacerlo, ya estaba en ropa interior. Ni siquiera se dio cuenta cuando el menor se abalanzó sobre él y le aterrizó justo sobre la cadera; dolorosamente lo sintió sentado en su flácido miembro.

Dos gemidos sonaron al unísono, uno de placer y el otro de dolor. Takanori comenzó prácticamente a saltar sobre Akira y éste se removía debajo de él mientras sacudía las manos para intentar zafarse de las esposas, con lo que solo consiguió hacerse daño en las muñecas.

Otro gemido, ésta vez fue del más pequeño.

-Ya…ya déjame ir – Jadeó Akira.

-¿Todavía quieres irte? Y yo que ya comenzaba a calentarme. – Se levantó, buscó unas llavecitas en la mochila y se apresuró a quitarle las esposas. Akira aprovechó para salir corriendo, sin importarle que estuviera semidesnudo. Takanori corrió tras él y se le aventó encima a la primera oportunidad. Se pegó a su espalda como garrapata mientras sonreía victorioso. - ¿Por qué me rechazas, mh? Si aceptas jugar conmigo, prometo que haré lo que me pidas y dejaré que me hagas lo que quieras. –Le dijo provocativamente al oído y le gimió intencionalmente.

Akira abrió los ojos de par en par, se quitó a Takanori de encima y regresó a la habitación, donde se encerró.

El pequeño sonrió satisfecho. Bajó a la sala y se cambió ahí mismo.

-¡Nos vemos pronto, Rei! ¡Gracias por el pastel! –Le gritó desde la puerta antes de salir. Quizás era una buena idea ir a visitar a su amigo más a menudo.

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado y eso.

¡Gracias por leer!


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