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Eternos... por Pumitahime

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Notas del fanfic:

Mi primer one shot ^^

Notas del capitulo:

Gracias por leer, espero lo disfruten, agradeceria sus reviews...

Nota: Los personajes no me pertenecen :)

Eternos...

por Pumitahime

 

— ¿Por qué? ¿Por qué sigo vivo? ¿Por qué no simplemente morir? ¿Qué me espera aparte de este cautiverio? ¿Por qué han atado mis  alas? ¿Por qué no simplemente, me permiten descansar en paz? —Suspiró un triste, pero hermoso ángel rubio, dentro de una gélida mazmorra.

Todo comenzó el día en que la reina Sherry del país de los demonios de fuego, Hikoku, dio a luz a un hermoso ángel, su cruel hermano Sttofel von Spitzbierg, lo arrebató de sus brazos recién nacido al darse cuenta de la “abominación” que era y del peligro que representaba, la existencia de ese ser tan puro. Los hijos mayores de la reina, Conrad y Gwendal trataron, sin éxito, recuperar a su pequeño hermano… Nadie sabía si todavía estaba vivo, pero guardaban una pequeña esperanza. ¿Acaso existía alguien capaz, de asesinar a sangre fría, a una criatura tan inocente y pura?                                                                                                                   

 Los años habían pasado y el rey Yuuri, del país de los demonios de agua, Mizukoku, estaba por sellar una alianza, con su enemigo de siglos, la unificación de su reino con el reino de fuego, podría poner fin a la guerra, qué, actualmente estaba ensangrentando hasta los últimos rincones del mundo, ambos países eran potencias y si hacían un tratado de paz, a los demás no les quedaría de otra que darse por vencidos. El rey de Mizukoku, era extremadamente amable, en su país decían que era el destinado a terminar con las injustas muertes, que yacían en los hombros del planeta, era un joven noble, alto, moreno, guapo, con dos rasgos que eran inigualables  aún  en su raza, ojos y cabellos de un color tan negro y profundo como la noche …

—Hey, Murata ¿Falta mucho para llegar? —Dijo el joven Yuuri, que llevaba tres días seguidos viajando. — Muero… mi trasero va a desaparecer.

—Shibuya, ya no eres un niño la alianza con Hikoku es nuestra prioridad, no tu trasero. —Dijo en un tono burlón, el también joven, estratega del país del agua.

—Lo sé, pero nunca imaginé que estuviera tan lejos, tengo un poco de miedo, dicen que los demonios de fuego, son muy temperamentales.

— ¡Mira, Shibuya ya entramos al territorio de Hikoku! —No quería admitirlo, pero el joven estratega también iba muy cansado.

— ¡Wow, es sorprendente! Murata, yo también quiero, un foso de lava rodeando el castillo. —Dijo el rey con una expresión de niño pequeño.

— Mejor levanta la mirada Shibuya.

Era hermoso el paisaje, lo primero que se apreciaba era un inmenso volcán, y en su falda a diferentes niveles, había varias construcciones, pero resaltaba una, el castillo principal, que se encontraba en el centro de aquellas estructuras, el carmesí destacaba, todo el castillo estaba construido de piedra roja, era inmenso y rodeado de vegetación. Mientras más se acercaban, se veía aun más imponente. Por fin, vieron el final del camino,  se encontraban frente al puente levadizo de aquella gigantesca estructura. Al parecer, ya los esperaban, se encontraron con una tropa de soldados escoltando a la reina Sherry y a sus hijos Gwendal y Conrad…

—Rey Yuuri, ¡Bienvenido! Mi nombre es Sherry Von Spitzbierg. —Dijo una animada rubia de edad…madura — Ellos son mis hijos y mano derecha, Gwendal Von Voltaire y Conrad Weller.

El mayor no dijo nada, únicamente hizo una reverencia como gesto de bienvenida.

—Encantado de conocerlo. —Dijo Conrad, con una sonrisa muy amable, inconscientemente tranquilizó a Yuuri, quien tenía ciertos prejuicios con los demonios de fuego.

—Mucho gusto soy Shibuya Yuuri, rey de Mizukoku y él, es el estratega de mi país Murata ken.

Los demonios de fuego, se quedaron considerablemente sorprendidos, ¿Acaso un par de mocosos eran capaces de controlar un país?

—Adelante pasen, seguro vienen exhaustos, siéntanse en su casa, en cuanto se acomoden nos veremos para cenar y hablar de la alianza. — Dijo la rubia muy emocionada.

 —Con permiso y Gracias. —Dijeron ambos extranjeros al unisonó. Un par de mucamas los guiaron a sus respectivas habitaciones.

Las preguntas de los hermanos para con su madre no se hicieron esperar…

—Madre, de verdad le vas a confiar el asunto de… a ese mocoso. —Dijo el mayor en un tono de molestia extrema.

—No te permito que dudes de mi, ¿Acaso notaste alguna escolta que los acompañara? — Dijo la reina un tanto molesta.

—No dudo, pero...

— ¡Nada de peros Gwendal! Ese mocoso, como tú lo llamas tiene un poder aterrador, no te dejes engañar por las apariencias hijo.

— Madre, será posible que, ¿Exista una sola posibilidad de recuperarlo? —Pregunto el castaño, tocando el tema tabú.

—Quiero creer eso, es mejor que perder toda la esperanza. ¿Cuanto más tiene que sufrir mi pequeño Wolfram? —No quería llorar en público, pero le fue imposible contener aquellas traicioneras lágrimas.

La noche cayó sin previo aviso. Ya se encontraban todos, en el comedor, Yuuri estaba un tanto nervioso, parecía más un consejo de guerra que una cena.

—No sean tímidos ¡Coman cuanto quieran!  —La reina, trató de romper aquel incómodo silencio, pero le fue imposible, en respuesta, solo recibió una sonrisa fingida del rey Yuuri.

—Disculpen nuestros malos modales, pero, quisiéramos saber qué es lo que se trae entre manos. — Murata era sumamente astuto, le gustaba manejarse sincero y sin rodeos, sabía que tanta amabilidad tenía precio, sobre todo por la situación política, que ambos países iban arrastrando.

— ¡Murata! No tienes por qué ser tan rudo…—Antes de poder terminar su frase, la reina se puso de pie.

—Es muy justa su acusación, Joven Estratega, voy a ser muy sincera, a cambio del tratado de paz, necesito un favor. —Dijo la reina en un tono muy serio.

 —Lo sabía, Shibuya, eres un imán de problemas. —Le dirigió una mirada de complicidad a Yuuri y suspiró. —Mientras esté dentro de nuestras posibilidades…

—Reina Sherry, cualquier favor vale la paz de nuestro mundo. —Yuuri, irrumpió de tajo la conversación, el joven rey, era sumamente imprudente.

— ¡Shibuya!

—Rey Yuuri, vera es un asunto muy delicado y podría estar arriesgando su vida. —Es todo o nada, pensó la reina. El rey, que no sabía en donde se había metido, dio pie a la petición.

—Aun así, hare lo necesario por el futuro. —Sonrió cálidamente, pero su amigo, lo observaba con una mirada asesina.

—Shibuya, me parece que te estás precipitando, primero deberíamos de escuchar de qué se trata. —Volteo a ver a la reina, pero ella tenía la mirada clavada en su amigo.

—Mañana, mi hermano Sttofel, dará una fiesta por su cumpleaños, necesito que usted me acompañe.

— ¿Tan simple? No creo que sea solo eso su majestad. ¿Qué es lo que quiere en realidad?

—Que me ayuden a salvar a mi hijo. —El silencio abordo el comedor, el rostro de la mujer cambio completamente, ahora, desbordaba una tristeza infinita. —Sttofel, lo arrebató de mis brazos al nacer y tengo la esperanza de que aun siga con vida. —Las inevitables lagrimas rodaron por su rostro.

—No llore, yo la ayudaré, aunque no fuera por la alianza, ¿Acaso puede existir alguien tan despreciable? —El rey, parecía estar ardiendo por dentro, jamás toleró las injusticias ni los abusos de ninguna índole, él, era de la idea de que todo se podía solucionar con una charla.

—Parece que aquí vamos de nuevo Shibuya  —Musito el estratega con un aire de resignación —Y ¿Por qué su hermano haría algo tan cruel?

—Porque, mi hijo es un ángel… —El rey y el estratega, cambiaron totalmente su expresión de tensión, por una de sorpresa.

—¿¿¿Qué??? ¿Un ángel? ¡Vayamos ahora mismo! —Yuuri, no titubeó un solo instante, su reacción, para sorpresa de todos, fue inmediata.

— ¿Qué ocurre? —Preguntó, la ahora sorprendida reina, pero una nube de tensión en el aire apareció, incluso, se podía palpar el ambiente.

En ese momento, recordó, como comenzó su interés por ayudar a que la paz llegara a su mundo.

— ¿Quién eres?

—No lo sé.

— ¿Qué haces en mi sueño?

—No lo sé.

— ¿Por qué lloras?

—Porque me puedes ver…

— ¿Te molesta?

—Me alegra…

— ¿Por qué eres tan hermoso?

—No lo soy.

—Lo eres.

—Lo odio, es una maldición.

— ¿Por qué?

—Porque por eso estoy solo…

—Permíteme acompañarte.

—No puedes.

— ¿Por qué?

—Podrías morir.

—No me importa.

—Muchos sufrirían.

—Acaso, ¿Tú no lo haces?

—Es diferente…

—No lo es.

—Yo, no valgo nada, ni siquiera que me den muerte…

—Para mí vales.

—No sabes quién soy.

—Tú tampoco.

—Soy dolor…

— ¡Eres mi vida!

— ¡Soy tu muerte!

—Eres paz.

—Soy guerra…

—Pues, destruyamos el mundo.

—Por ¿mí?

—Por nosotros…

—Búscame.

— ¿Dónde?

—En la paz…

 

El príncipe, (en ese entonces, apenas alcanzaba los diez años) despertó llorando, lleno de angustia y de desesperación, corrió y gritó, ahí fue cuando conoció al ahora estratega…

— ¿Por qué lloras Shibuya?

— ¿Quién eres? No me digas, qué, eres él de mi sueño…

—No, soy el sabio del templo.

—Eres un niño igual que yo.

—Sí, pero he vivido mil veces más que tu.

—Hazme fuerte, el más fuerte, quiero encontrar la paz.

—No sabes lo que dices, eres un niño.

— ¡Quiero ser fuerte!

—Te va a costar.

—Daría mi vida, por encontrar la paz.

—Solo por ¿la paz?

—Si encuentro la paz, lo encontraré a él…

Desde ese momento, el pequeño sabio se dedicó a hacerle ver el infierno a su nuevo amigo, los años pasaron en un abrir y cerrar de ojos, ya era todo un rey, apenas con dieciocho años de edad. La alianza, que iba a hacer con el reino de fuego,  traería la paz, no solo al mundo, a él tambien.

El jaleo, las interrogantes y la  tensión de aquel comedor, sacaron de su trance a Yuuri…

— ¡Shibuya, cálmate!

— ¡Murata! Es él… yo sé que es ¡él! No hay nada más que decir, lo hare…

—Shibuya —El estratega, sabía que ese momento llegaría, pero ¿por qué tan pronto? No podía esperar unos, cien años más.

—Disculpen, me podrían decir ¿qué pasa? —Pregunto la reina, en realidad, no comprendía nada de lo que hablaban.

—Sí, yo, lo conozco y me jure a mi mismo que lo iba a encontrar, nunca había estado tan cerca de hacerlo, así que la ayudaré, aun a costa de mi vida —A Yuuri, se le podía apreciar completamente desesperado.

 Todos los demonios de fuego, abrieron tanto los ojos qué, parecía que saltarían en cualquier momento de su órbita, los hermanos no cabían en su sorpresa, como era posible que un extraño y enemigo, conociera a su hermano, ni siquiera ellos habían tenido éxito en conocerlo. Simplemente presionar más a su tío, habría hecho estallar una guerra interna, incluso dudaban el que, su hermano aún se encontrara con vida.

—Tú, no puedes conocer a Wolfram, eso es imposible —Gwendal no soporto más aquella afirmación.

—¡Silencio, Gwendal!  Es lo que hemos esperado por diecisiete largos años y si el rey desea cooperar, no permitiré que te entrometas —Aquel castaño tan serio, que no había perdido un solo momento la sonrisa, en ese instante daba miedo.

Así, termino la discusión, la reina acordó con el estratega qué, si le llegaba a pasar algo a su rey, firmaría el tratado de paz y se unificaría completa y pacíficamente con el reino del agua. Yuuri, esa noche no pudo conciliar el sueño, aun recordaba la voz del ángel, aunque, no lo recordaba bien físicamente, pero él, sabía que, el encontrarlo era su único propósito en la vida.

Se infiltró con éxito en el castillo de Sttofel Von Spitzbierg, Sherry lo había disfrazado de soldado de su guardia personal, Murata, se había quedado en el castillo de la reina, insistió bastante en acompañar al rey, pero este se negó rotundamente. En cuanto comenzó la música del baile, se escapó del salón, quería comenzar cuanto antes su búsqueda, el corazón le latía a mil por hora, con desesperación, angustia y felicidad. Había estudiado detalladamente los planos del enorme castillo, pero busco en cada rincón y no había señales de su ángel, — No me puede pasar esto, ¡en donde estas! — Al chocar con una antorcha de la pared, se abrió una pequeña puerta —Esto, no estaba en los planos.— Sin pensarlo dos veces, se metió y se percató de la absoluta oscuridad, en la que había quedado varado, caminó a ciegas durante un largo rato y se encontró con unas mazmorras sumamente lúgubres, desoladas y frías…

— ¡Rayos! En donde fui a caer, esto es demasiado, sería mejor pagar la pena de muerte que una vida aquí —Pensó en voz alta.

—Veo que no soy el único que lo piensa —Susurró una nostálgica voz en el fondo de aquel horrible lugar.

Yuuri sintió un escalofrío recorrerle toda la espina dorsal, cuantas veces deseo escuchar de nuevo aquella voz, se apreciaba un poco más profunda, pero sabía, quién era la persona cautiva, temía acercarse y estar soñando. Aun así lo hizo, se encontró con una criatura celestial, un joven rubio, con unas hermosas alas blancas, unos ojos color esmeralda que perderían a cualquiera, tenía una mirada profunda, pero llena de dolor, un cuerpo que parecía haber sido esculpido por los dioses, pero lleno de lo que parecían latigazos, aquel cuerpo, estaba compuesto por dolor y sufrimiento, se percibía frágil, pero alguien que soporta el peso de tanto odio ¿Podría serlo? Una ira incontrolable, comenzó a apoderarse del joven rey.

— ¿Quién eres? —Dijo el ángel, en un tono indiferente, el rey, aún con su gran molestia se heló ante aquella pregunta.

— ¿Yo? —Por un momento, dudó —Soy tu paz.

— ¿Mi muerte?

—Tu vida.

El ángel, se sorprendió ante aquella respuesta y sonrió. —Me encontraste—La lluvia de lágrimas adorno su angelical rostro.

—Cuanto has sufrido, perdona la espera… — Yuuri tiró de los barrotes de aquella mazmorra, pero estos no cedían, cuando vio que era inútil, le indicó al rubio que retrocediera y en un solo suspiro de energía no quedo nada de ellos.

— ¡No te acerques! ¿Acaso planeas morir?

—Si es por tus manos, aceptaría mi muerte y el infierno como pena.

— ¡No, tú no!

— ¿Alguien te ha tocado?

—Nunca.

— ¿Entonces?

—Tengo miedo.

—De… ¿mí?

—De perderte.

El rey no se contuvo más,  tomó en sus brazos aquel frágil cuerpo, el ángel sufría, el demonio también, el toque de sus cuerpos… los estaba matando, pero aun así les daba vida, al ángel, la vida que se le había negado toda su existencia y al demonio, la que siempre anheló…

—Wolfram…

—Nadie me ha llamado así desde hace tanto tiempo… solo soy la abominación y la muerte, aun así no acaban con mi existencia, tampoco me permiten terminarla con mis manos, dime ¿Cuál es tu nombre?

—Yuuri… pero, por ti negaré mi nombre,  mi título y si me espera una vida sin tu presencia…

— ¡Para!

— ¡Nunca! No después de tocarte, no después de conocerte, no después de que me dieras un propósito para vivir, nunca, después de amarte todo este tiempo.

— Ahora comprendo, fui presa de una “vida” en cautiverio… sufrí la humillación, sufrí el dolor del alma, he sido nada y aún así, tú me amas, tanto como yo a ti, solo por conocerte valió la pena mi sufrir, solo por amarte, comencé a vivir. Y si mi destino es seguir aquí, permíteme morir en tus brazos.

—Morir… ¡No! Para mí, morir contigo, seria vivir eternamente.

—Acaso…

—Sí, porque nunca más, estarás solo y por qué seguir un camino sin ti, sería la peor agonía, el peor infierno…

Yuuri comenzó a desprenderse de cada prenda que cubría su cuerpo, quedando tan desnudo como su amado ángel, lo tomó en sus brazos, debilitado, por el contacto anterior pero impulsado por la necesidad de sentirlo cerca, se fundió con él en un beso, un beso lleno de dolor pero a la vez tan lleno de vida, de amor, aspiraba el olor de la muerte, la dulce muerte, la muerte que espero pacientemente a su presa, la muerte cruel que parecía amable, la muerte que arrancó el peso de sus cuerpos, la muerte que les dio vida, la muerte que les dio la eternidad…

FIN

Notas finales:

Mattane! ^^ ... les gustó, no les gustó, merezco morir? merezco un comment? jeje


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