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JUNJOU REBEL -EN EDICION- por ravenK

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Capítulo 8: Tú de nuevo

Cerró el libro suspirando cansadamente; al menos la tarea estaba hecha, solo a los maestros más estrictos se les ocurría ponerles tres actividades evaluativas seguidas; para Yuusei no representaba tanto problema, a no ser que haya un motivo de fuerza mayor que lo haga enojar y justamente era ese el problema.

Usami había tenido que trabajar desde la editorial por no cumplir en las fechas, Aikawa casi lo llevaba arrastrando, Toshi estaba ocupado con el estudio para el ingreso a universidad; lo cual significaba que, Misaki –después de su trabajo— estaba solo en casa.

Siempre podía visitarlo, era bienvenido ahí, muchas tardes pasó ayudándole con alguna cena o arreglando el cuarto de los osos, el cual se había ampliado hace dos años.

Y esos momentos eran los que más atesoraba.

Sin embargo, tres tareas de tres materias le tenían atado a la biblioteca; bien pudiera ir a casa de Misaki y hacerla en el estudio de ellos; pero no podría concentrase.

Así que opto por la opción menos “excitante”.

—Que fastidio— suspiró de nuevo estirándose a la vez que comenzaba a guardar todo; justo cuando terminaba de cerrar su mochila un fuerte estruendo se escuchó por uno de los libreros.

Rápidamente se dirigió ahí, a esa hora se supone que no había nadie y nunca sintió persona alguna.

—Ahh… duele…— un joven castaño se sobaba la espalda baja al tiempo que se incorporaba despacio, Yuusei le llamó:

—¿Estas bien?— el joven asintió cansadamente mientras veía el desorden que ocasionó:

—Ups…— varios libros estaban regados a los pies del joven, asi como el banquillo donde este se habia subido, estaba embrocado a unos cuantos metros.

—Te ayudo— Yuusei se inclinó a recoger el banquillo que había caído, seguramente el joven se había tambaleado; por suerte no se había llevado el librero de encuentro.

Cuando recogían los libros las manos de ambos lograron rosarse, Yuusei alzó la mirada encontrándose con un par de anteojos y el reflejo de unos ojos castaños que le miraban atónito.

 

—Tu de nuevo— se respondieron al unísono; Yuusei carraspeó a la vez que el joven de lentes sonreía con torpeza, se levantaron luego de arreglar el desorden el joven miró al suelo avergonzado.

—Siento causarte problemas de nuevo— comentó tras un suspiro, acomodando la montura de sus gafas, Yuusei recordó vagamente que las otras se habían estropeado, al verlas, supo que eran nuevas.

Descuida, digamos que solo es el destino… comentó con gracia; sin embargo, en lugar de hacer reír al otro solo le hizo ruborizar, Yuusei no comprendió muy bien el porqué de su reacción, por lo que le preguntó:

Mhm… Kaoru Asahina, ¿verdad?— recordaba al menos el apellido, siempre fue malo para recordar nombres.

No… Kaori— Yuusei no notó el ligero tono decepcionado en su voz, pero hasta el sabía que debía disculparse.

—Oh… lo siento.

—Descuide, Yoh—sempai… bueno, será mejor que me retire— dicho esto tomó sus libros y cuaderno para luego marchar apresurado a la salida, Yuusei quedó mirando el lugar con una mueca extrañada.

—“Kaori… ¿Qué no era más fácil ponerle Kaoru?”— se preguntó; pues pocas veces había oído ese nombre; sobre todo en chicos.

 

—Bueno… será mejor que me marche también…— dicho esto volvió sus pasos al lugar que antes ocupaba.

 

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En la entrada de la biblioteca guardó sus libros y logró normalizarse.

—“Soy un tonto…”— un rubor marcó su rostro fuertemente; mientras acomodaba en su carpeta los bocetos que había dibujado en aquella hora libre, sobre todo al ver la imagen trazada, un rostro ligeramente severo y profundos ojos grises; el negro del cabello predominaba; pero la tersa y blanca piel daban un contraste perfecto.

 

—“Yuusei…”— recito en su mente logrando una sonrisa; sin embargo, pronto escuchó pasos y supo que el otro no tardaría en ir por el mismo rumbo. Conociendo su suerte hasta ahora, no quería tener un nuevo accidente.

Así que, acelerando el paso, salió de la escuela. 

 

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—¡Ya llegue!— aviso a voz de grito, Ryouichirou salió de la sala para recibir a su hijo, mirándole con reproche.

—Avisa que saldrás tan tarde, estaba preocupado— Kaori le sonrió descuidadamente— Estaba en la biblioteca—

Jum… bueno, será mejor que te bañes, saldremos en media hora— esto descoloco al menor por completo.

—¿Eh?

—Lo que oíste… iremos a visitar a un viejo y malagradecido amigo.

—¿Eh?— repitió, un poco perdido por la orden de su padre.

—No trates de entenderlo Kaori— Asahina salió sonriente de la cocina; Ryouichirou se cruzó de brazos molesto; su hijo los miró interrogante.

—Solo digamos que… estamos a mano con ellos— Ryouchirou entorno los ojos y Kaori decidió no prestarle mucha atención a eso mientras se encaminaba a su habitación para dejar las cosas de escuela; en cuanto se perdió de vista, Kaoru abrazó a Ryouichirou besándole el cuello:

—Bueno, no fuimos el único caso y lo sabes.

—Lo sé… no me lo repitas… ¡pero 19 años kaoru! Ese malnacido no me dijo nada.

—Nosotros tampoco le dijimos a nadie bueno, solo…— el rostro de Isaka se ensombreció al ver la mirada triste de Asahina. Hace 18 años Ryouichirou se había embarazado –para sorpresa de ambos— debido a una anomalía en su cuerpo. A pesar de los años juntos, no lograba percibirse algún cambio ni llegaron a sospechar que esto podría ocurrir, sin embargo, los doctores explicaron que eso influye mucho en la edad y condición; aparte entraba ahí el “todo llega en su momento” y así les explicaron aquella peculiar situación.

¿Si Isaka estaba alarmado? Se queda corto; grito, pataleó, lloró e incluso tuvo un ataque de risa, tantas emociones y sobre todo el miedo le impedían ver con claridad; por supuesto Asahina siempre devoto a él le había jurado mil veces que todo estaría bien.

No obstante, tuvieron que sortear muchas dificultades, cuando por fin se develaron a sus padres estos no lo tomaron a bien; incluso Danna—sama había golpeado a Asahina, esto fue el colmo para Ryouichirou quien amenazó a su padre con abandonar la empresa si negaba esto.

Ninguno estaba en la intención de ceder y así, Isaka y Asahina se marcharon a Estados Unidos; pues tenían algunos contactos que les serian de utilidad; dejaron todo atrás por formar su familia y forjar una vida juntos, sin embargo, hace apenas dos meses, Isaka recibió la triste noticia que su padre había fallecido de un mal en el corazón y a pesar de los años separados incomunicados, no pudo evitar llorarle.

Tampoco Asahina, al que fue como un segundo padre para él.

Y, entre ambos, concordaron aceptar la última voluntad de Isaka—sama; que era hacerse cargo de la compañía entre ambos.

Quizás, al final se había arrepentido de haberse separado de su hijo y el nieto que no llegaría a conocer.

 

Sin embargo, por lo que Isaka ahora se molestaba y ardía en furia era porque, a unos cuantos meses de que se marcharan; cierto amigo suyo se convirtió en padre, a pesar de que se mantuvieron comunicados algunos años luego solo ocasionalmente y nunca había surgido ese tema… hasta hace menos de una hora.

—¡Un hijo! ¡Vaya! Yo pensé que Chibi—tan… creo que así se llama…— Akihiko suspiró mientras daba una calada a su cigarrillo.

—[Bueno, tú te fuiste sin decir porque… de todos modos, Misaki y yo…]

—Eh… ¿estás con chibi—tan aún?— esto molesto un poco al escritor y le reclamó:

—[Misaki es mi vida… y nuestro hijo lo más valioso…]

—N—nuestro… a que…

[Hace 19 años Misaki y yo tuvimos un hijo… nuestro, Misaki se embarazó…]— el silencio reinó por un instante en la conversación telefónica, Akihiko continuaba dándole caladas a su cigarrillo sin preocuparse o inmutarse por el grito que soltó Isaka de un momento a otro al menos hasta que el otro no dio seña de modular su voz.

—[No grites]— Akihiko apartó el teléfono de su oreja; Isaka le reclamaba a diestra y siniestra los mismos insultos que Hiroki le había proferido hace tiempo.

—[Y pensé que debería decírtelo…]— comentó una vez que Ryouichirou le dejó hablar, el editor estaba en shock; pues de todas las personas nunca imaginó que a Misaki le tocara estar en su misma situación.

—De acuerdo…pero eres un imbécil.

—[También te extrañábamos]

—Si, si… iré en dos horas… ahh… también tengo algo que decirte… pero lo sabrás cuando lleguemos— tenía un as bajo la manga; se la devolvería al autor con creces.

—Ya llegué— escuchó el grito de su hijo y sonriendo maliciosamente se despidió con el escritor.


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