Alguien lléveme lejos, donde tú estás.
Ya no soporto este dolor, acribillándome cruelmente sobre el corazón. Es como si el destino mismo tuviese manos, y pudiera tomar mi órgano vital y aplastarlo, solo por tu ausencia. Duele.
Te espere. Tantos años han pasado ya, desde aquella despedida a fin de año. Y sinceramente, no se identificar que es lo que más me atormenta; si el recuerdo de un bello pasado que ya no tendré, o el vacio presente en el que vivo.
Dos simples palabras y un adiós bastaron para derrumbarme; porque es cierto, después de ese día, no pude volver a ponerme de pie. Todas esas sonrisas, quizás, solo algunas sean verdaderas. Pero la verdad, es que no puedo sonreír si no estás a mi lado.
Me sorprendí cuando me llevaste lejos de la gente, a solas, en un paisaje hermoso. Donde sea que tu estés es hermoso, lo sabes.
Sonrío tímidamente, estoy feliz de estar aquí y poder compartirlo contigo, solos, tomados de la mano. Alzo el rostro para verte, y tu semblante serio cambio totalmente mi perspectiva, haciéndome poner serio también.
Sueltas mi mano y miras hacia abajo. Espero, y no muchos segundos después, tomas aire para acabar confesándote, en dos simples palabras, las cuales llenan mi ser inimaginablemente.
Lo sabía. Yo lo note hace tiempo, era inusual ese trato conmigo, la cercanía, las caricias, abrazos. Era todo tan irreal, y ahora se cumplía, por fin después de tanto tiempo. Te inclinaste hacia mí, regalándome un sutil beso sobre mis labios. Simplemente precioso. El momento, el tiempo, el clima incluso, tú. Todo era perfecto.
Aunque algo estaba mal.
Una lagrima callo por mi mejilla sin previo aviso, solo resbalo amargamente hasta perderse en la unión de nuestras bocas, borrando el dulce sabor de la felicidad. Te separaste de mí apenas para verme, y mientras alzabas tu mano hasta mi rostro una sonrisa triste se formo en tus labios. Tu pulgar limpio el rastro que mi lagrima había dejado, y sin más, te despediste.
Así fue. Apenas y disfruto estar contigo, te despides, porque sabes que no funcionara. No en donde estamos, no en esta vida; nunca podría ser de esta manera, por eso es mejor la distancia. ¿Eso crees?
Mis lágrimas caen desconsoladamente desde mis ojos, ya no puedo dejar de llorar. Cierro los ojos con fuerza, buscando reprimirlas de alguna forma y no verme tan vulnerable y débil frente a tu mirada.
Siento una cálida caricia sobre mi húmeda mejilla, tus labios. Están besándome otra vez, pero ya no están seguros. Puedo notar un ligero temblor. ¿Estás llorando?
Por favor no. No llores. No debe ser así cariño…
Adiós
Quédate… quédate a mi lado.
Te amo
Te extrañare. Voy a estar aquí para ti, lo prometo.
Y por ti, por nosotros, te seguiré esperando. Tienes un lugar, aquí a mi lado.
Por siempre, tu Boo.