Destinados.
Prólogo.
Por lo que parecía no importaba cuanto tiempo pasara, Harry Potter seguiría siendo una celebridad, el mago más poderoso, aquel que no solo acabo definitivamente con Voldemort, si no que fue y será capaz de cosas jamás vistas en la magia. Y solo él podría hacerlas.
Escapo del asedio de los Medimagos de San Mungo, y también de algunos a los que él llamaba sus amigos. No le gustaba la forma en que lo veían, le hacían sentir un monstro, algo que no debía estar entre ellos, y eso lo enervaba.
Él no tenía la culpa de ser así, ¿Cómo iba a saber que sucedería eso?... nadie se lo dijo, después de todo sabia aún muy poco del mundo mágico.
—Es que nadie tampoco podía saberlo, Harry… es la primera vez en la historia que pasa algo como esto.
Hermione lo miro, como si pudiera traspasarlo con sus ojos. Había estado encerrada en las más antiguas bibliotecas del mundo mágico, solo para buscar algún acontecimiento parecido, pero no pudo hallar nada. Incluso en los archivos más protegidos del Ministerio, nada se decía de alguna situación parecida.
Quiso desaparecer, poner toda su energía en ello, y acabar muy lejos de Inglaterra y de todo lo que conocía hasta ahora.
Grimmauld Place tampoco le servía para alejarse de nadie, muchos conocían ese lugar, en especial todos los miembros de la familia Weasley. De los cuales también quería escapar.
—No hay nada más que pueda hacer…—. Junto en una vieja maleta las cosas que más quería, viajaría lo más ligero posible, así que no podía llevar nada que no sea verdaderamente importante.
El Valle de Godric le vino a la mente, pero ese sería uno de los primeros lugares en donde lo buscarían, debía encontrar otro lugar seguro para estar mientras la noticia que lo tenía a él como protagonista, salía de la mente de las brujas y magos. Lo cual no sería un tiempo muy corto…
—No puedo creer que esto me esté pasando a mí, debe haber un error… ¿Demasiado era tener unos años de tranquilidad en mi vida?.
Se quejó y maldijo por lo bajo mientras seguía guardando sus cosas en una maleta de mano. Afortunadamente ya había aprendido a formular el hechizo deexpansiónindetectable, y pudo meter todo lo que saldría de su casa junto con él.
Comenzó a llorar en silencio, presionando muy fuertemente los dientes. Quizás jamás volviera a ver a todos sus amigos, vivir alejado de ahora en adelante era lo mejor. Después de todo, estaba acostumbrado a estar solo por largos periodos, y ese no sería el primero. Aúntenía recuerdos muy bellos de cosas pasadas, entre grandes dolores y perdidas.
Para lo único que se tomó su tiempo, fue para escribirle una carta a su ahijado, Teddy no tenía la culpa de nada, y él al menos debía tener algo suyo para que lo recordara, y para que supiera que no lo estaba abandonando… pero que era necesario para él tener que buscar otro lugar, otra forma de vida, por su propio bien. Por un corto instante, recordó a Sirius y en como le hubiese gustado tenerlo todos esos años en los que estuvo sin sus padres… quizás, luego podía volver por Ted.
Cerró el sobre y lo envió junto con una lechuza hasta de casa de Andrómeda, cuando la señora Black la leyera y pudiera dar aviso de su partida, él estaría muy lejos.
Dio una última mirada a la casa de los Black, y se desapareció de la entrada.
Continuará.