- Lo siento mucho… Creo que debemos terminar.
¡Auush! Pateado por milésima vez en el año, mi vida amorosa está en quiebra.
- Pe… pero ¿Hice algo mal?
Le pregunto con la esperanza de que me dé la respuesta que necesito. Todas mis novias se alejan de mí, como si tuviera la peste o un virus altamente peligroso y mereciera estar en cuarentena. Se alejan, todas se alejan.
- No… No, al contrario Reita, es solo que tu y yo pensamos diferente.
¿Pensar diferente? Solo lo dice para no herirme, he escuchado esa excusa cientos de veces. Tal vez mi destino es estar solo.
Suspiro y camino triste por las calles, ya es de noche y veo como algunas parejas caminan abrazadas para disminuir el frio del otoño. Siento envidia cuando los veos, quiero tener una chica especial a quien abrazar, para darle todo este amor que tengo en mi interior y hacerla feliz todos los días de su vida, pero siempre terminan conmigo antes de poder demostrárselo. Vida cruel e injusta.
Llego a mi departamento, en otras ocasiones lo encontraría acogedor, pero hoy lo veo solitario y frío. Arrastro los pies hacia la cocina y busco algo lo bastante fuerte para que me haga olvidar mi penosa vida. Encuentro un vodka y sin darme la molestia de buscar algún vaso, tomo directamente de la botella. Me limpio con el dorso de mi mano lo que escurre por mi boca.
- ¿Qué mierda hice yo para merecer esto?
Le pregunto a una de mis aves, ella solo me mira con cara de… con cara de ave. Me rio por mi estúpido razonamiento, tal vez por eso me dejan mis novias, por pensar cosas estúpidas como esas.
Me tiro a mi cama y miro el cielo sin estrellas a través de la ventana. Mis ojos comienzan a humedecerse. No quiero estar solo, quiero que alguien me ame. Quiero que ella este conmigo esta noche, no puede dejarme así como así, le puedo demostrar que puedo pensar igual que ella, solo necesito una oportunidad, una maldita oportunidad, pero nunca nadie, se ha molestado en darme una.
Luego de pensarlo, o por lo menos hasta donde el vodka me deja pensar, saco el celular de mi bolsillo y presiono algunas teclas con los ojos cerrados, lo acerco a mi oído, mientras escucho el tono de llamado, uno, dos, tres…
- Reita…
- ¡Por favor no me dejes!
Es lo primero que digo desesperado antes de que ella me pueda responder. Necesito convencerla antes de que cuelgue.
- Te amo y te amare por siempre si tú me lo permites. Te hare feliz todos los días de tu vida, te hare el desayuno en las mañanas y te ayudare con los deberes de la casa. Tendremos todos los hijos que tú quieras, si quieres tener mil, entonces está bien, los amare a cada uno, hare todo lo que tú me pidas, iré a misa y me volveré cristiano, como tú querías desde un principio, pero por favor… No me dejes.
Digo toda esa declaración en tan solo segundos, le abro mi corazón para que sepa cuanto la necesito, cuanto la quiero. Pero solo escucho silencio.
Estoy nervioso esperando su respuesta, pero logro escuchar una leve risa al otro lado de la línea. Frunzo el seño ¿Acaso se está riendo de mis sentimientos?
- Muy conmovedor Reita… pero creo que tenemos un pequeño problema con la parte de los hijos.
Aquella voz inconfundible. No podía ser, había marcado un número equivocado.
- ¿Ruki? – pregunte dudoso.
- el mismo – respondió
Genial, me había confesado erróneamente a Ruki.
- Yo... Heee Ruki
- ¿Cómo estás? Me imagino que nada de bien.
Demonios. Ruki puede estar horas y horas pegado al teléfono hablando sin cansarse. Realmente ahora no estoy de ánimos para una conversación.
- No quiero hablar por teléfono ahora Ruki.
- ¿Entonces cuando? Hace mucho tiempo que no sé nada de ti
- Sí, claro… Mira tengo una botella de vodka y quiero terminarla, un día de estos te llamo.
- Pero Reita…
- Lo siento Ruki, no quería molestarte.
- Si claro, no querías molestarme, al igual que las otras semanas…
- Yo no…
La voz de Ruki de pronto se torna dolida. Creo saber adónde se dirige todo este asunto.
- No me has llamado en semanas, ni siquiera contestas mis llamadas. Es muy cruel de tu parte que solo sepa de ti… por una llamada equivocada.
- Ruki yo…
- ¡Me preocupo por ti cada vez que empiezas a salir con alguien! ¡POR QUE SÉ QUE ESAS MALDITAS PERRAS SIEMPRE ROMPEN TU CORAZÓN!
Sus sollozos se escuchan del otro lado y comienzo a sentir culpabilidad por mi modo de comportarme con él estas últimas semanas. Pero realmente el mundo de Ruki me absorbe hasta el punto de ya no saber quién soy, qué quiero o qué necesito, todo gira en torno a él, y yo… me dejo llevar, como los mosquitos a la luz.
No puedo seguir evitándole por siempre.
- ¿Quieres venir?
- ¿Qué?
Ahora era Ruki el confundido.
- Ven por favor, iría yo mismo hasta tu casa, pero estoy lo bastante alcoholizado como para no poder subirme a mi motocicleta.
- ¿Quieres que te acompañe?
- Por supuesto.
- Esta… Está bien, en media hora estoy por allá.
- Ok
Colgué, aquello realmente había puesto feliz a Ruki, y ya no pasaría la noche solo.
Empiezo a jugar con la botella de vodka mientras espero que llegue, intento dejarle un poco, pero ya es demasiado tarde, me he terminado hasta la última gota. Miro fijamente la pared, no sé cuánto tiempo ha pasado, pero mis parpados empiezan a cerrarse, estoy a punto de caer dormido, pero el sonido insistente del timbre me hace despertar.
Camino tambaleándome, sujetándome de algunos muebles, choco sin querer con el espejo de la sala y miro en qué estado me encuentro, despeinado, sudado y con mi camisa negra completamente arrugada, ni mi bandita está en su sitio correcto.
Sigo caminando hasta que por fin llego a la inalcanzable puerta. Quito el seguro y la abro para dejar entrar al tipo que toca como trastornado el timbre.
- Ruki solo se toca el timbre… Un, un…
Me quede sin habla, está completamente cambiado a como lo vi por última vez. Su pelo ahora es castaño, largo hasta a los hombros, con algunas ondas que caen por su rostro. De verdad se ve bien, muy bien, pero era de esperarse, es Ruki después de todo.
Dejo de analizarlo cuando observo un rubor en sus mejillas.
- ¿Me vas a invitar a pasar? ¿O mejor me sigues mirando las imperfecciones?
Me hago hacia un lado y lo dejo entrar, cierro la puerta y recargo mi espalda en ella.
- No digas mentiras que ni tú te crees
Me mira confundido, me gusta la mueca que hace su rostro.
- Sabes perfectamente Ruki que tú… no tienes imperfecciones.
Me desvía la mirada, lo veo algo cohibido.
- Quie… Quieres decir ¿Qué no ves imperfecciones en mí?
- No físicamente. Pero tu personalidad es otra cosa.
Veo un reflejo de desilusión en su rostro. Yo y mi falta de tacto con Ruki. Soy un idiota y un mentiroso, la personalidad de él no tiene ninguna imperfección, me gusta demasiado su forma de ser, su espontaneidad, su creatividad, lo que piensa, lo que habla, lo que ama y lo que detesta, tanto así que tuve que alejarme.
- Es por eso verdad. ¿Es por mi forma de ser que te alejaste de mí?
Lo veo deprimirse. Me alejo de la puerta y camino tratando de no tambalearme hasta él, lo abrazo bruscamente, la diferencia de estatura hace que su cabeza quede justo apoyada en mi pecho, y mi nariz puede oler el exquisito aroma que desprende el cabello de Ruki.
- Hueles a frutas… Frutas dulces.
- Y tú apestas a Vodka.
Sus brazos comienzan a rodear mi espalda. Me doy cuenta de cuánto lo extraño en realidad, y es mucho más de lo que extraño a mi ex novia, mucho más.
- Te extraño Ruki
Le confieso hundiendo mi rostro en su cabello, olfateando su embriagante aroma.
- Yo… yo también.
Me mira fijamente, y por un motivo extraño mi corazón comienza a acelerarse. Ruki saca las manos de mi espalda y las dirige hacia mi rostro, acaricia con sus pulgares mis mejillas. Esta vez estoy seguro que el sonrojado soy yo.
- Tu bandita, esta suela.
Ahora sus manos se dirigen a la parte posterior de mi cabeza, desatando completamente el nudo de mi banda. Nuestros rostros están peligrosamente cerca, puedo sentir su exhalación chocar contra mis labios, y su mirada no se aparta de mí, me analiza como yo lo había estado haciendo hace unos minutos atrás, mi respiración se vuelve errática.
No estoy pensando, otra vez su presencia me envuelve, me arrastra, con una intensidad incluso más fuerte que el Vodka.
- Tienes un poco de barba, aquí, justo debajo de tu mentón… Reita.
Pronuncia mi nombre, escucharlo de su boca me resulta exquisito. No puedo resistirme al impulso y me lanzo a sus labios, sorprendiéndolo. Me abraza con fuerza y me deja entrar por completo en su boca. Mis manos no pueden estar quietas y recorren sin pudor la espalda de Ruki. Llego hasta su formado trasero y lo apretujo entre mis manos, es redondo, ni tan duro ni tan blando, es perfecto. Pega un respingo y se aleja con dificultad de mí.
- Esto… Esto no está bien, estas borracho. No sabes lo que haces.
- ¡Sé lo que estoy haciendo!
- No… No lo sabes y no quieres hacer esto. Mañana cuando tu conciencia vuelva te arrepentirás por lo que acabas de hacer.
- Pero… pero quiero besarte.
- Estas jugando con mis sentimientos Reita, y eso es cruel.
- ¡No estoy jugando con tus sentimientos!
Comienzo a desespérame, quiero volver a besarlo, pero el solo se aleja de mí. Comienza a dirigirse a la salida. Si tan solo mis reflejos fueran más rápidos lo detendría.
Abre la puerta y antes de salir me mira con sus hermosos ojos grises.
- Si, lo estás haciendo, tal vez no intencionalmente pero lo haces, y duele Reita. Porque me gustas mucho y desde hace tiempo.
La puerta se cierra con un fuerte portazo.