El timbre que daba el termino de la clase dio fin también a los pensamientos del chico pelirrojo que yacía echado en su pupitre. Sonrió embobado limpiándose la baba que se escurría por la comisura de sus labios, había dormido un rato y soñado con su novio para luego estar toda la jodida clase pensando en el.
No entendía porque su novio era tan diferente a sus antiguos amoríos, bueno, lo cierto es que solo habían sido dos, uno con un chica, que termino terriblemente pues descubrió sobre su orientación sexual, y el segundo fue un poco mejor, con un chico, pero sinceramente no quería recordarlos.
¿Por qué DongHae no me pide nada?- se dijo a si mismo, mientras se acariciaba la nuca con una mano. Recordó pasajeramente ambas relaciones... La chica era una caprichosa que pedía y pedía dinero para salir de compras, creía que tenía un árbol de dinero en su jardín. El chico era más o menos parecido, pero por lo menos ambos compartían su dinero... Sin embargo DongHae, su actual novio, ese chico bonito con ojos separados y labios pequeños, jamás en su cinco meses de relación le había pedido ni un dulce, siempre era él el que se ofrecía a darle regalos a lo que un tierno sonrojo se apoderaba del carita de pez, mientras que asentía con inocencia.
-¡Hyukkie!- escucho un chillido reconocido, ese característico tono algo chillón que el castaño utilizaba para llamarlo en ese meloso sobrenombre. Sin responder se dio cuenta de que ya había llegado a la parada del autobus, miro en dirección al llamado y noto el delgado y tierno cuerpo de su novio correr hasta él con una sonrisa dibujada en su rostro.
-Hola Hae~- dijo feliz estirando sus brazos, recibiendo en ellos al castaño de tez clara.
-¿Por qué no me esperaste? Mono malo- dijo un meloso castaño con un puchero desforme en sus labios.
-Estuve distraído, pensaba en mi pecesito- contesto el pelirrojo con una sonrisa de oreja a oreja, el menor se cruzo de brazos sin quitar su expresión entre tierna y molesta de su rostro.
Se quedaron unos minutos en silenció, momento que aprovecharon para regalarse simpáticas muecas el uno con el otro, dedicándose amor y sobredosis de ternura con el solo hecho de darse un casto beso en los labios, así eran ellos, delicados y algo bobos a la hora de demostrar su amor. Porque la verdad era esa, ambos se amaban.
A pesar de eso, esa pequeña duda de “¿Por qué Hae no me pide nada?” seguía en pie, y el curioso mono estaba dispuesto a averiguarlo.
-Oye DongHae...- dijo tomando las manos del pez para jugar con ellas.
-¿Si HyukJae?- respondió el algo formal nombre, con el cual nunca se llamaban. El mayor sonrió.
-Tu jamás me pides algo, ni una salida al cine, ni dinero para ir de compras, ni un almuerzo nada, ni siquiera me pides un chocolate, cuando ambos sabemos que son tu debilidad ¿Por qué? - dijo el mayor directamente sin mayores rodeos, sonriendo ampliamente, no sabiendo muy bien porque.
-Po-Porque... No necesito nada más que tu sonrisa para estar feliz, Hyukkie- respondió en un murmullo un avergonzado e inocente castaño ante tan melosa respuesta que acababa de salir de su rosada boca.
El mayor abrió como dos platos sus ojos y se enterneció como solo sabe hacerlo cuando Hae lo provoca, sonrió nuevamente, dejando expuestas sus encías. Río nerviosamente tapando con una mano su boca. El castaño bajo la mirada avergonzado hasta las orejas sin pronunciar palabra alguna.
-Qué lindo eres- respondió al fin, rompiendo ese incomodo silenció que se había instaurado entre ambos- Pero sabes, aún no me convences, deberías pedirme más cosa, después de todo soy tu novio. Anda pídeme algo- el pelirrojo beso la rosada mejilla del otro, sin soltar sus manos, sin dejar de acariciarlas.
-Amm... quiero un besito- dijo estirando sus labios para que lo besara.
-¡No me refería a eso!- grito entre divertido y algo molesto- pídeme otra cosa- dijo algo exasperado.
-quiero.... Un abrazo del oso- soltó su agarre y estiro sus brazos para que lo abrazaran. El mayor se rindió, pero decidió jugar un rato.
-¡Y además me engañas con un oso! ¿Quién es ese oso, eh? ¿Es más lindo que tu mono?- Y una carcajada de Hae lleno sus oídos, sintiendo infinito amor por el pecesito que ahora, nuevamente, yacían entre sus brazos.
-Hyukkie eres un tontito, un monito lindo pero tontito... pero sabes que así te amo- dijo el menor juntando su nariz con la ajena, estirando sus labios y enredando sus brazos en el cuello del más alto.
-Y tu eres un cabeza de pez, que se conforma con una sonrisa, que con un regalo, como una persona normal- termino dándole un cálido beso en los labios, mezclando sus delicados y determinados sabores, haciéndolos uno, en la boca del ajeno- También te amo, Hae bonito~- respondió cerrando sus ojos para volver a besarlo.
Ambos sonrieron en el beso y se brindaron caricias sutiles en sus cuerpo.
-¿Sabes monito? A esta altura ya deberías saber que yo no soy una persona normal- rió Hae tras lamerse los labios, luego de aquel delicioso beso.
-Claro que lo sé- mintió regalándole otro intenso pero a la vez dulce y apasionado beso.
A lo mejor HyukJae no sabía algunas cosas de Hae, y aún tenía dudas de porque este era tan diferente a sus ex-novios, pero algo que había comprendido es que el pequeño tenía razón, el no era una persona normal, era un pez, con carita de ángel, apuesto y adorable, que se conformaba con una sonrisa y era inmensamente feliz con un simple beso.
Y ahora que se ponía a pensar DongHae era simplemente perfecto.