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Agua Caliente por MaYani

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Notas del fanfic:

Yo creo que este fic es el regreso de la muerta viviente para mí... Ya nadie me debe recordar!

Como sea, espero que lo disfrutes :) Y comenten!

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes de Junjou Romantica no me pertenecen, yo solo los uso para mis ideas pervertidas. 

Agua Caliente

 

La televisión tenía razón, sin dudas, este era el verano más caluroso desde hace años. Y eso había provocado que toda la gente utilizara su aire acondicionado, hasta el punto del colapso. Nada podría acabar con ese calor que se le filtraba en la piel, que le calaba los huesos. El helado que tenía en la mano no aguantaría mucho más, sentía como si estuviera en una competencia entre su lengua y el derretimiento. Sus manos ya estaban empapadas. Akihiko, al contrario, estaba acostado en el sofá, con el pecho descubierto, tan solo con unos pantalones cortos mientras se abanicaba con una revista. El escritor ya se había cansado de llamar una y otra vez a la compañía eléctrica y no recibir ninguna respuesta concreta. Le decían que en cualquier momento volvería la corriente, que no se desespere, que en una hora volviera a llamar. Pero ya había llamado muchas veces y siempre era el mismo discurso. Se había cansado. Y estaba furioso.

 

Misaki lo observaba de vez en cuando de reojo, pero mayormente intentaba evitarlo. Tenía que aceptar que la imagen de su novio sin camisa, transpirado y con anteojos le causaba un cierto tipo de morbo. Y temía que eso terminara en excitación. Por más que se estuvieran muriendo de calor, o que existiera la posibilidad que se desmayaran en el intento, Usagi igual iba a atacarlo si se levantaba su “asuntito”, así que optó por dejar de posar sus ojos en él, quien, por cierto, estaba demasiado distraído mirando al techo con el ceño fruncido, producto del enojo.

 

— Misaki…. — Susurró Akihiko, mientras sentía que la boca se le secaba.

 

— ¿Qué pasa, Usagi-San? — El castaño lo observó expectante.

 

— ¿Te gusta el agua?

 

Misaki se sonrojó completamente. Si tenía calor, ese ya era el colmo. ¿El escritor le estaba proponiendo ducharse con él o algo así? Conociéndolo, seguramente sería eso.

 

— ¡N-no! — Tartamudeó antes sus pensamientos. Aun así, no podía asegurar que fuera eso — ¿Por qué lo dices?

 

— Hay una piscina en la terraza — El pequeño lo observó confundido. Tal vez, solo tal vez, se había equivocado con respecto a las intenciones de Akihiko — La verdad es que no me gustan mucho, siempre están llenas de gente. Pero podría llamar y resolver el asunto para que solo seamos tú y yo, ¿entiendes?

 

Su novio lo dudó un segundo y luego, un leve sonrojo se colocó en su rostro.

 

— ¡No! — Gritó con decisión — Usagi-San, no puedes dejar a toda esa gente sin la piscina, van a morir.

 

— Ellos ya han disfrutado mucho — Bufó el escritor, caprichoso. — Es nuestro momento, ¿no crees? — Y seguidamente, le sonrió seductoramente.

 

Los colores de la cara de Misaki se hicieron más intensos. Él no había sugerido nada, sin embargo, si se daba, o si él quería… Pasaría. Y a su amante le encantaría, porque así eran las cosas siempre. Sabía que el pequeño nunca tomaría la iniciativa, no obstante, le encantaba.

 

No hizo caso a las peticiones del castaño, que le gritaba desde atrás con enfado, ruidoso como siempre, y cogió el teléfono para hacer un par de llamadas. Que si no echaba a toda la gente que estaba en la piscina, se las verían con él, que nadie podía negarle nada, que así eran las cosas.

 

Luego de quince minutos de discusión, el escritor colgó el teléfono y observó a Misaki triunfante.

 

— Ve a buscar tus cosas, vamos a la terraza.

 

El estudiante reparó que era imposible seguir discutiendo, así que tomó su bolso de playa, que su novio le había comprado en uno de sus viajes, y colocó el bronceador, una muda de ropa, una toalla… Todo para dos, porque era consciente que él era el único que se preocupaba por esas cosas. Se colocó el traje de baño y esperó en el sofá a Akihiko, que al rato bajó ya cambiado, y con una leve sonrisa en su rostro.

 

2

 

 

Si en el departamento hacía calor, entonces la terraza era el infierno en la tierra. Apenas pisaron el lugar, las gotas de sudor comenzaron a recorrer la frente, el cuello y el vientre de ambos. Dejaron las cosas a un costado, cerca de una reposera.

 

El escritor se paró en el borde de la piscina y observó un rato el reflejo en el agua. Misaki lo miraba sentado en una silla, desde la distancia.

 

El pequeño empezó a temblar cuando Akihiko, sin remordimiento alguno, tomó la parte de debajo de su playera, y comenzó a tirarla lentamente para quitársela. La ropa estaba pegada en la piel y fue difícil sacársela. El universitario se sonrojaba cada vez más al ver una parte nueva del cuerpo de su amante al descubierto. Cuando por fin el estorbo de la prenda se fue, a Misaki le zumbó el corazón al ver unas gotas de sudor bajar por el mentón del escritor y rodear sus rosados pezones al bajar. No podía dejar de mirarlo, y sabía que si era descubierto, estaría muerto. Pero no podía evitarlo. Era distinto esta vez. Estaba muriendo de calor, y nunca lo había visto todo sudado, con la ropa pidiéndole a gritos que se la quite. Nunca admitiría que se le hizo agua la boca ante aquella visión.

 

El escritor se lazó al agua, sacando a Misaki de sus pensamientos por el ruido. Entonces, algo avergonzado, lo observó de reojo, mientras se quitaba él la playera para meterse –necesitaba refrescarse- y luego, sacaba el bronceador del bolso. Tenía que ponérselo, porque si se incineraba, entonces no podría ir a trabajar al otro día. Pero un suspiro de su novio lo sacó de sus pensamientos. Entonces lo vio, pasando los dedos por sus cabellos plateados, con el pecho descubierto y el traje de baño que, al estar mojado, se le pegaba en las piernas, en el trasero… Y en su bulto dormido.

 

El sonrojo de Misaki se apoderó de su rostro y su acompañante no pudo evitar darse cuenta.

 

— ¿Sucede algo? — Preguntó extrañado.

 

— N-no… Idiota — Contestó y volvió a concentrarse en el bronceador, poniéndoselo en los dedos y luego pasándolo lentamente por una de sus finas piernas.

 

Akihiko lo observó con deseo.

 

— ¿Quieres que te ayude? — Le dijo a las espaldas del castaño, que al intentar evitarlo, no se había dado cuenta de en qué momento había salido del agua.

 

— N-N-No… — Tartamudeó en respuesta. Una señal que le pareció obvia al mayor, más si su pequeño se encontraba ruborizado.

 

Instantáneamente, tomó a Misaki del hombro derecho y sin hacer mucha fuerza, lo acostó sobre la reposera. El frasco de bronceador rodó por el piso.

 

— ¿P…Pero qué haces idiota? — Reclamó.

 

— Te ayudo — Una sonrisa pícara se formó en su rostro. El agua del cabello de Akihiko caía en gotitas en los labios del estudiante.

 

Aprovechó para besarlo de una manera superficial, solo con los labios, rozándolos suavemente. El otro se quiso quejar, pero apenas abrió un poco la boca, su novio aprovechó la oportunidad para introducir su lengua dentro de él, como una serpiente. De repente, se encontró con la otra, húmeda y deseosa, y se fundieron en un apasionado beso.

 

— No… No podemos. Aquí no, Usagui-san — Susurró Misaki.

 

— Solo te pondré un poco de bronceador — Aclaró sin borrar esa sonrisa pervertida que el menor tan bien conocía.

 

Alcanzó el envase y comenzó a untar el líquido marrón entre sus dedos. El universitario estaba inmóvil, lo observaba colorado de la vergüenza, justo en ese momento, no podía descifrar la mirada de su amante.

 

Pero había algo en sus ojos… Fuego, una llama de pasión que se asomaba por los orbes azules.

 

Misaki se estremeció al sentir los dedos fríos del escritor en su hombro, la piel se le puso de gallina. Acarició lentamente esa parte de su cuerpo, y el chico podía sentir la suavidad de los dedos y la frescura del bronceador como una descarga eléctrica. Se sentía bien. Cerró los ojos suavemente entregándose al sentimiento. Después de todo, solamente le estaba pasando eso, no es como si estuvieran haciendo nada malo.

 

Lentamente, el mayor le dio un masaje en los hombros, distribuyendo mejor la sustancia. Sus dedos luego viajaron por el resto del brazo, para luego acariciarlos con la palma, como lo había hecho previamente. Los pelitos de Misaki se levantaban ante el contacto, ante la frescura.

 

El castaño abrió los ojos de sorpresa al sentir las yemas de su amante posársele en los pezones, los que rápidamente se pusieron duros.

 

— ¿Q-Qué haces? — Preguntó con un leve sonrojo en el rostro. El otro le sonrió.

 

— Te coloco protector. Solo relájate… Misaki — A su nombre lo dijo como un susurro, haciendo que el chico volviera a cerrar los ojos.

 

Los dedos gordos de Akihiko comenzaron a acariciar de forma circular los botones rosados, dándole pellizcos de vez en cuando, haciendo que se pusieran cada vez más duros. Los orbes verdes se volvieron a abrir cuando sintió que el otro había escupido sobre sus pezones.

 

— P-para Usagi-San.

 

— Solo te estoy refrescando.

 

Pero aunque su novio se quejara, parecía no hacer nada para evitar el roce.

 

Usami se colocó más bronceador entre las manos y bajó por el vientre de su amante. Dándole unos masajes fuertes, se deleitó al escuchar un leve suspiro de parte del otro. Y más aún, cuando el miembro de Misaki se comenzó a asomar de entre la ropa.

 

Decidió torturarlo y pasó directo a las piernas. Las acarició y les hizo cosquillitas de vez en cuando. El castaño tragó fuerte ante las sensaciones que le estaba provocando el escritor, intentó ocultarlas. Se mordía los labios.

 

El escritor lo tomó de un brazo y lo puso boca abajo rápidamente, y empezó a ocuparse de su espalda.

 

Y entonces, no pudo evitar el impulso y apretó una nalga de su novio. Fue un toque suave, pero suficiente para calentar aún más a Misaki. La erección le estaba golpeando contra la reposera y le estaba empezando a doler.

 

— Aaah — gimió por lo bajo.

 

Akihiko rio suavemente haciendo enojar a su novio.

— ¡C-cállate, estúpido Usagi-san! ¡Esto es tu culpa! — Un silencio se apoderó de los dos por unos segundos — ¡E-es el calor! — Intentó excusarse — ¡Hace calor y el bronceador está fresco, es eso!

 

El escritor hizo una carcajada ante las excusas de su pequeño. Recorrió con la mirada cada centímetro del cuerpo de su pequeño. Entonces, de un tiró, le arrancó el traje de baño.

 

— ¡U-Usagi san! ¡Te dije que n… aaah! — Sus palabras fueron acalladas por un dedo intruso que se metió en su entrada. Fue retirado luego de que hiciera círculos con él metido en la entrada de su amante.

 

— ¿Así que te gusta sentir el fresco cuando hace calor? — Le susurró en el oído con un tono en la voz pervertido — Te enseñaré una mejor manera de refrescarte que un bronceador.

 

Akihiko escupió en los muslos de su amante y comenzó a dispersar su saliva con los dedos a lo largo de toda la cola de su niño. Luego, abrió los cachetes de la cola e introdujo su lengua lentamente, tocando el hueco. Era la primera vez que Usami le hacía algo así.

 

— ¡Aaah! ¡N-no seas asqueroso!

 

Le lengua se sentía como una serpiente que iba y venía de la entrada, luego escupió sobre ella y volvió a chupar, mientras sus manos acariciaban con lujuria la parte de afuera. Después recorrió las paredes de adentro de la cola, una y otra vez, como si estuviera lamiendo un helado.

 

— ¡Aaah! ¡Aaah! ¡P-para! ¡Aah! ¡Aaaaaaaah! — La excitación lo estaba consumiendo. Sentía placer, pero también dolor porque su pene duro golpeaba contra la reposera.

 

El mayor se dio cuenta y volvió a girarlo. Sonrió victorioso al ver la gran erección de su amante. Tomó ambas piernas y las hizo contraerse, haciendo que el cuerpo del niño se levantara un poco, dejando sus testículos a la vista. Acto seguido, tomó el pene de su niño con una mano y comenzó a masturbarlo de arriba hacia abajo, el castaño torcía la espalda de placer.

 

Mientras tanto, con su lengua lamía uno de sus testículos, y con su mano libre acariciaba el otro. Los succionaba, daba pequeños mordiscos, y luego volvía a lamerlos con total lujuria.

 

— ¡Aaah! ¡Aaaaah! — Los gemidos se escuchaban por toda la terraza.

 

El escritor dejó los testículos en paz y comenzó a depositar suaves besitos en todo el miembro de su pequeño. Misaki se retorcía de placer.

 

Finalmente, introdujo el pene en su boca. Comenzó a subir y bajar por él. Cada vez que este entraba en su húmeda cavidad, la lengua lo recibía y le daba unas fuertes lamidas, y lo llenaba de saliva. De vez en cuando, lo tomaba con la mano y lo sacudía dentro. Misaki estaba perdiendo el juicio del placer, y el sudor recorría su cuerpo.

 

Entonces, el orgasmo se apoderó de cada parte de él, haciéndole sentir una tensión llena de placer inexplicable. Se retoricó en sí mismo.

 

— ¡Aaaah! ¡Aaaaaaaaaaaaah!

 

Su amante se tragó todo el semen sin dudar, y luego acalló los gemidos de su pequeño con su boca. Su lengua se abrió paso entre los dientes encontrándose con la otra, que acarició con un gran morbo.

 

Entre besos, Akihiko fue introduciendo un dedo en la cavidad de su novio, primero uno, luego otro y otro. Ya eran tres. Lo empezó a penetrar con ellos, mientras que con su miembro rozaba el vientre de su amante y su boca se ocupaba de la otra. Estuvo así un rato hasta que Misaki recuperó energías y su pene comenzó a ponerse duro nuevamente. Usami bajó un poco sus caderas, sin dejar de penetrarlo ni de besarlo, y empezó a frotar su parte inferior con la de su amante. Era como una guerra para saber cuál de los dos estaba más excitado.

 

Finalmente, el escritor tomó su miembro y rozó la entrada de su pequeño con él, éste por inercia abrió las piernas. Entonces el pene fue haciéndose paso dentro de él, hasta que terminó completamente adentro.

 

Se quedó inmóvil un rato, mientras volvía a besarlo. Luego, lamió el oído de su niño y le mordió el lóbulo suavemente.

 

— Te amo, Misaki — Le susurró.

 

— ¡Aaaaaaah! — Chilló cuando el mayor comenzó a moverse dentro de él. Empezó con estocadas suaves, para ir aumentando el ritmo de a poco.

 

Mientras tanto, su lengua bajó hasta los pezones del menor y empezó a chupar uno, mientras que con una de sus manos pellizcaba el otro.

 

— ¡Aaaaaaaaah! — Gritó con más fuerza.

 

Akihiko rio.

 

— Vaya Misaki, de verdad eres un goloso — dijo burlón.

 

— ¡C-cállate estúpido! — logró pronunciar.

 

Las estocadas se hacían cada vez más fuertes, el estudiante gemía cada vez que el miembro de su amante tocaba un punto dentro de él que lo hacía volverse loco. El castaño comenzó a notar como los ojos de Usagi mostraban cada vez más excitación, lo que indicaba que estaba a punto de terminar.

 

Misaki se aferró a los hombros del otro, que iba y venía dando fuertes estocadas.

 

El mayor lo besó con lujuria mientras nuevamente tocaba con su miembro ese punto dentro de él que le hacía perder el juicio.

 

— ¡Aaah! ¡M-me ven… aaah! — Pero antes de poder terminar de pronunciar aquello, se vino en el vientre de su amante.

 

Se contrajo con fuerza, apretando más al miembro de Akihiko. Entonces este también lleno la cavidad de su pequeño con su semen.

 

— ¡Aah! — Gimió el escritor también al terminar.

 

Lentamente, fue sacando su miembro del interior de su pequeño y se acostó sobre él.

 

A Misaki le tomó un tiempo darse cuenta donde estaban… En la terraza, en la piscina, un lugar que usaba todo habitante del edificio.

 

— U-Usagi san, debemos irnos, esto es un lugar público. — Pronunció con un gran sonrojo en su rostro.

 

Akihiko se levantó un poco para verlo y le sonrió de manera pervertida.

 

— Y sin embargo, estuviste más excitado que nunca. Eres todo un pervertido, Misaki.

 

— ¡C-cállate, tonto!

 

— Tranquilo Misaki, la diversión no tiene por qué acabar acá.

 

Y sin que el menor se diera cuenta, el escritor lo alzó como una princesa, y lo lanzó a la piscina junto con él. 

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado! Nos vemos pronto :) Y espero comentarios! Es que no sé cómo me salió jaja


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