La luna llora mientras me despido de ti, está tan cansada como tú de verme partir en sus noches de blanca estela. Pero, ¿qué hacer más que resignarme a un futuro incierto? ¿No es lo que hacemos todos? ¿No es lo que hago en las noches mientras pienso en la lejanía de tu cuerpo y en la falsa esperanza de volverte a ver?
Emprendo mi viaje una vez más y las flores se marchitan con cada paso alejado del portal blanco; porque sin ti no hay flor que nazca pura, sólo el vestigio del recuerdo de la flor en mi mente: una semilla que germina cada vez que pienso en tus cabellos mezclados con el verde césped en una tarde de verano.
Pero esta noche me viste sin mirarme, porque dentro de ti sabes que al despertarte me habré ido, pero tú no me viste partir. Tu corazón te clavará un puñal en la mañana cuando sientas mi ausencia, y lo sé porque así me siento yo cuando extraño tu presencia.
No sé a dónde voy, mi destino es falso. El rumbo del desolado recuerdo de cariño me lleva a penar en páramos desconocidos. Mi alma, cual fantasma, muere cada noche buscando el calor de los recuerdos. Calor que sólo consigo cuando te estrecho en mis brazos y digo que te amo.
Eres un fantasma. Eres la presencia del amor, del cariño y la belleza. Eres maldición de mi sangre que me da lo que quiero y me quita cuando más lo anhelo.
Eres ella. Eres yo. ¿Quién eres?
Eres a quien más amo, lo que más quiero, lo que más espero encontrar en cada viaje para deshacerme de ti. Estoy enamorado de ti y de ella. La quise porque te quiero y te quiero porque la quise, y el pecho se me eleva cuando te veo junto a las flores como la miré a ella.
Pero ella ya no está aquí. Así como tú no estuviste cuando estuvo ella. Sólo estoy yo, anhelándote en silencio, muriéndome de amor por tus dos almas. La tuya y la de ella, la que te entregué sin preguntar, la que te encomendé a tu pesar para que mantengas vivos los recuerdos del amor que sentí por ella que eras tú.
Tus verdes cabellos me evocan a sus ojos, su cálida sonrisa me recordaba a la tuya. Quise ser la flor que se alimenta del sol, intentando algún día ser como él para alcanzar su calidez. Pero mi corazón se marchitó, el sol se apagó y hoy abandono el nuevo día en busca de consolación.
Fui bendecido dos veces, y las dos veces perdí. Me robaron los dos soles de mi cielo que mantenían el calor en mi pecho. ¿Por qué se habrá extinguido mi sol? ¿Por qué escojo a la noche antes que a la mañana?
Mi pequeña estrella de ojos azules es la única luz que me queda dentro de la noche solitaria, es la última esperanza, el último hogar donde descansar de la fatiga del tiempo. Por eso debo cuidar de su luz, para que la noche no vuelva a cubrir al sol y deje el mundo sin ninguna flor.
Perdón, soy egoísta, pero temo que tus ojos azules no me dejen ir si los vuelvo a ver antes de que llores en tu almohada, como en cada noche de blanca estela en la que me has visto partir.