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"Play" por vendetta007

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Notas del fanfic:

bueno esta idea de fic ha rondado por mi cabeza desde muchos años, y se la había dado a Nico para que la usará pero por azares del destino el ya no la pudo continuar, así que esta historia a sido escrita por Argenmisto con ideas mías,

espero que les guste

Camus corrió por las grandes escaleras del santuario, iba a toda prisa, por fin se había decidido a hacerlo y quería aprovechar ese momento de valentía. Se detuvo a mitad de la escalinata rumbo al templo de Milo, pero conforme avanzaba comenzó a sentir que su corazón palpitaba demasiado rápido, sus manos temblaban y el frío que nunca había sentido antes comenzó a calarle, estaba apunto de sufrir un colapso nervioso.

 

Lo había ensayado un millón  de veces, lo había estado practicando durante años, así que sabía de memoria cada una de las palabras que diría cuando viera al escorpión, estaba decidido era ahora o nunca.

 

Ya lo había intentado varias veces durante todos esos años, pero siempre ocurría algo, la primera vez fue Aldebarán avisándoles que la cena estaba lista, una tarde fue Aioria correteando a su alrededor con Death Mask queriéndolo matar, y la última vez fue Saga empapado preguntando muy molesto por Kanon. Camus incluso llegó a creer que era una señal divina para que desistiera, y se dijo a sí mismo que la próxima vez que lo intentara sería la última, y que si algo sucedía es porque debía dejar las cosas así.

 

Y ahora estaba a solo tres pasos, unos minutos más y todo habría terminado, así que apretó los puños y sintió una mezcla de ansiedad y bienestar cuando vio a Milo recargado en el sofá, tenía algunas películas entre sus manos y las observaba como si no pudiera decidir cuál ver.

 

-          Cami – dijo sin saber que el francés odiaba que le llamara así, pero lo permitía porque era él, Milo, su mejor amigo de toda la vida y de todo el mundo entero.

-          Ahh… - tomó aire, su discurso comenzaba con un “¿Estás ocupado?”, pero cuando vio la sonrisa del escorpión, todo su plan se vino abajo, de nada sirvieron todos los ensayos que había hecho, así que se salto todo el protocolo previsto y antes de que el  destino se interpusiera de nuevo entre ellos, de su boca salió un simple  – Me gustas… - y por un segundo pensó que esa voz temblorosa y débil no era la suya.

 

Hubo un silencio muy incómodo y quiso fusionarse con el sofá y perderse para siempre en el azul marino o huir corriendo para aventarse del acantilado más cercano del santuario, se puso más nervioso por la expresión de Milo, y al no poder soportar más la situación empezó a hablar atropelladamente desahogándose de forma torpe.

 

-          Tal vez no quieras saberlo, y quizá… yo tampoco quiera que lo sepas pero… no soy como tú piensas, todas esas veces en que me quedaba a entrenar contigo hasta la madrugada… no lo hacía porque fuera amable… lo hacía porque eras tú quien me lo pedía y porque deseaba pasar más tiempo a tu lado… tampoco es cierto que no me gusten las fresas, pero sé que te gustan mucho y que esa era la única forma en que las aceptarías sin sentirte culpable. Supongo que quería sentir que estaba haciendo algo por ti, aunque fuera algo insignificante. No creo en dios, pero voy a la iglesia contigo desde que descubrí que al final de cada misa puedo abrazarte por unos cuantos segundos – y nada de eso estaba en su guion, de pronto se sintió indefenso, vulnerable, ni siquiera era capaz de verlo a los ojos y confesarle cuánto lo amaba – Supongo que eso es todo – dijo después de un par de minutos que parecieron horas – Adiós Milo… - musitó porque el silencio del escorpión le hacía sentir que era el final, que su amistad terminaba en ese instante y que ya no había nada más. 

-          ¿Qué estás haciendo? – preguntó el escorpión cuando vio al francés ponerse de pie y éste no supo a qué se refería.

-          Oi, Bicho – fueron interrumpidos nuevamente y el francés pensó que se trataba de una maldición, de seguro su mala suerte se debía a que no le agradaba a alguno de los dioses. Ambos voltearon a ver al león saliendo de la habitación de Milo, llevaba una toalla en la cintura, y pequeñas gotas de agua caían de su cabello alborotado para deslizarse por su pecho haciéndolo ver realmente irresistible  – Voy a tomar la pijama verde ¿de acuerdo? Ah… hola Camus, ¿vas camino a tu templo? – creyó notar una leve expresión de tristeza en el francés, pero no estaba del todo seguro - ¿Qué sucede?

-          Nada – se apresuró a contestar Milo.

-          Yo… Que estén bien… - dijo Camus antes de abandonar el octavo templo abruptamente, solo quería esconderse en su habitación y no salir de ahí hasta la siguiente guerra santa. Creyó escuchar al escorpión decir su nombre, pero su mente era todo un caos, quizá por eso el destino insistía en interponerse, y pensó con tristeza que en esta ocasión tan solo había llegado tarde. 

 

***  

 

En otra parte del mundo…

 

Ganímedes suspiró con cansancio, dejó varias copas sobre una pequeña mesa e hizo todo lo posible por mirar hacia otro lado, era la misma historia de siempre, Zeus se la pasaba flirteando con hombres y mujeres por igual, ya ni siquiera se molestaba en mirar el rostro de sus rivales, después de todo, era alguien distinto cada noche.

 

-          ¿Algo más? – preguntó conteniendo las ganas de irse corriendo de ahí.

-          No – dijo el dios con una sonrisa que le hizo pensar que disfrutaba haciéndole daño.

-          Con permiso – musitó antes de que una atractiva y joven pelirroja se echara a los brazos del mayor.

 

Caminó despacio por los amplios pasillos del Olimpo y notó que una sombra lo seguía, supuso que era su reflejo y no le dio importancia, hasta que alguien lo tomó del brazo.

 

-          ¿A dónde vas tan solito preciosura? – preguntó la diosa Afrodita haciendo que Ganímedes se sobresaltara. Llevaba una copa en la mano izquierda, y en la derecha traía los zapatos altos que se había quitado minutos antes para poder alcanzar a Gani.

-          A mi habitación – musitó, le ponía nervioso su presencia.

-          No me digas… ¿Te volvió a rechazar? – dijo recargándose en una de las enormes jardineras y se acercó a aspirar el delicado y dulce aroma de las rosas. A lo lejos se escuchaba la música acompañada de la risa de Zeus.

-          Más o menos – no lo había rechazado exactamente porque no se le había ofrecido, más bien lo había ignorado, aunque no estaba seguro de cuál era la diferencia entre ello.

-          Si estuvieras conmigo, yo no te dejaría solo ni un momento – dijo acariciando una de sus manos mientras sonreía, y por un instante Ganímedes se sintió tentado por la sensualidad de la diosa.

-          Yo…

-          Jajajajaja, ya sé, ya sé, sé que lo amas y bla bla bla  – dijo con algo de burla, aunque lo cierto era que su único interés por Ganímedes era precisamente porque no podía tenerlo, porque a pesar de que Zeus apenas se percataba de su existencia, tenía prohibido que se le acercaran, castigaba a todo aquel que lo mirase con lujuria, y es que era difícil no hacerlo dada su belleza. Se preguntó si el chico del Santuario era igual que él, ¿cómo le había dicho Athena que se llamaba? ¿Gani?… ¿Cani?… ¿Cami?… - ¡Camus! – exclamó de pronto, y Ganímedes la observó sin sorprenderse realmente, lo cierto es que estaba acostumbrado a sus excentricidades; de lejos se notaba que era hija de Zeus, incluso podría haber competido con él en cantidad de amantes y aventuras.  

-          Me iré a dormir – dijo cuando vio al dios acariciando a un joven al que no reconocía, supuso que era su más nueva adquisición.

-          ¿Has pensado en dejarlo? – preguntó de pronto la diosa.

-          Me ha pasado por la mente… - confesó, ni siquiera le asustaba que Afrodita pudiera traicionarlo y que le contara a Zeus, de cualquier forma seguramente a éste no le habría importado.

-          ¿Qué pensarías si te dijera que sé cómo hacerlo?

-          Ja… - sonrió – ¿Pondremos almohadas para que piense que duermo en mi habitación?

-          Oye…. No me subestimes queridito yo también tengo mis trucos… Tan solo dime si quieres hacerlo o no… te haría muy bien salir un rato de este lugar para despejar tu mente y ver que hay más allá del Olimpo, ¿te interesaría?.

 

Ganímedes echó otro vistazo a Zeus… y su mente no dejaba de torturarse pensando en ¿qué podría haber hecho diferente?, ¿por qué no había sido suficiente para él? Y tuvo que apartar la mirada cuando lo vio besar al otro joven, eso solo indicaba que era el elegido de esa noche para estar con él en la cama. Suspiró con tristeza, quizá era hora de aceptar que no era más que un capricho del pasado y que nunca podría aspirar a nada más.

 

-          Yooo… - tenía la sensación de que se iba a meter en graves problemas pero quiso al menos escuchar lo que la diosa tenía en mente – De acuerdo… ¿cuál es el plan?

 

Continuará…

Notas finales:

review?


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