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Todo por un diario... por Kojinajo

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Notas del capitulo:

Acabo de terminar este fic en un monento de inspiración (o no tanto). Quien lo ha inspirado es Daru (si no han leido sus fics háganlo porque son muy buenos). Luego de leer uno de sus fandom se me ocurrió esta idea. y espero que les guste realmente.

Por lo tanto este fic está dedicado a ella. También está dedicado a mi Francisco, pues me inspiré en varias de nuestras peleas para lograr esta historia. Lo que aún no me aclaro es si él sería Matt o Mello. Quizas somos, ambos, una mezcla de los dos.

Los dejo con la historia

20/01/2010

 

¿Puedes acaso culparme? Jamás he sido nada. Nunca. Eso es algo que he sabido desde que tengo uso de razón. Siempre el trapo de piso de otra persona. He tratado afanosamente no cambiar ese status quo. Toda mi vida me he mantenido en esa sombra siniestra, tan oscura como los cristales de mis anteojos.

He sido un perro fiel, sin importar las consecuencias de eso, pues mientras siga siendo así, me podré dar el lujo de mantenerme a tu lado. Si te opacara, tengo miedo de que me destroces.

Si, te tengo miedo; muchísimo miedo. ¿Estaré mal de la cabeza?

El frío en la cara me confirma que esto no es un sueño. La piel sintética me hace cosquillas en las mejillas cuando el viento la azota. La nicotina me mantiene en un estado de alerta y soy capaz de contemplar esta vida de mierda.

¿Puedes acaso culparme por querer huir? Si soy un cobarde quizás me quieras. Porque jamás podré opacarte si no estoy a tu lado. Podría llevar una vida normal. Podría hacerle el amor a una chica sin culpa y sin estar pensando si estás en problemas. Podría conseguir un trabajo como ingeniero en electrónica. Comprar un perro, uno de verdad. Podría hasta formar una familia y seguir vivo hasta que mi cuerpo me diga que me ha llegado la hora.

Estoy apretando tan fuerte el boleto de avión en la mano, que muy probablemente crean que es falso debido a su estado. ¿Aún no te has dado cuenta? Te estoy abandonando.

Porque tengo miedo…

Me has golpeado y humillado cada vez que has podido. Me has insultado. Me has violado. El culo todavía me duele horrores. Y si te sentías solo, llamabas a alguna puta y me la restregabas en la cara con esa sonrisa autosuficiente.

La gente me mira. He olvidado que no se puede fumar en los aeropuertos.

Estoy harto del frío, de pasar hambre, de ser un esclavo de mierda. Yo podría ser mucho más que esto, ¿sabes? ¡Podría llegar a ser Presidente si me lo propusiera! Podría ser el próximo Hitler también y acabar con todas las personas hijas de puta que hay en este mundo: Kira, por ejemplo.

¡Estoy harto de la maldad! ¡Estoy harto de que gente así pisotee a gente como yo!

¡ESTOY HARTO DE TI!

Debo calmarme. Soy un extranjero en un lugar que no conozco y la policía ya me esta mirando raro. Y lo peor es que no puedo fumar. ¡Vaya suerte la mía!

Sé que Linda me está esperando en Brasil. Sé que su sonrisa me iluminará cuando la vea al desembarcar. Me estará esperando, como siempre, perpetua en el amor que me tiene. Ella me acariciará, me mimará y me dirá lo extraordinario que soy. Todo volverá a ser como antes.

Te quedarás solo masticando tu venganza inútil, tus planes de mierda, ¡tu venganza estúpida contra un niño al que le interesas lo mismo que las uñas que se corta del dedo gordo del pie!

Noticia de último momento, idiota: Near se ríe inmensamente de ti. Eres un peón y nada más. ¡Una pieza en su rompecabezas! Al final, serás solamente un enigma que él resolvió, usándote. Y lo peor es que lo sabes mejor que yo y te afanas en ganarle de todas formas. ESTUPIDO!

Quince minutos más y estaré lejos de ti para siempre. Estaré en una playa con una chica curvilínea que me traerá un daiquiri y me encenderá los cigarrillos. Por fin me broncearé, por fin brillaré.

Me lo merezco… yo me lo…

Te odio…

***

Mello cerró el diario de Matt y miró al pelirrojo que estaba en la otra habitación jugando con su Xbox. Miró nuevamente la fecha en la página que tenía aún entre sus dedos. Recordaba que ese día Matt había tardado más de la cuenta en traerle sus chocolates cuando le llamó desesperado porque sus reservas se habían agotado. De hecho, había tardado dos horas: el tiempo que lleva volver del aeropuerto.

Por primera vez se sintió fatal. Ese día le había regañado y lo había esposado al inodoro en forma de castigo por tardar tanto. No contento con eso, también le había dejado sin comer y había hecho un decálogo de insultos referidos a su condición de “perro”.

Su orgullo, sin embargo, era demasiado fuerte. Al mismo tiempo tenía muchas ganas de golpear al perro con tanta fuerza que le sacara los dientes por la nuca. Tenía ganas de ahorcarlo hasta que se pusiera morado y putearlo hasta que se quedara sin voz. Quería descargarle el arma en las piernas y luego pateárselas para que se retorciera de dolor y reírse bien fuerte cuando comenzara a llorar.

Volvió a poner el cuaderno en el cajón de Matt y entrecerró amenazadoramente la mirada en el instante en el que Matt entró en la habitación.

-¡Yo no fui!-. Dijo el perro pelirrojo levantando las manos en el aire con expresión de culpa en el rostro.

El rubio no respondió y siguió observándole con esa mirada torva y oscura.

Matt parpadeó y bajando los brazos ladeó la cabeza. Conocía perfectamente a ese rubio hijo de una gran puta y no podía llegar a comprender porqué tenía esa mirada. Recordaba las ocasiones, de cuando eran niños, en las que había visto Mello con esa mirada y lo que solía suceder luego. No quería verlo otra vez.

La desesperación y la angustia comenzaron a apoderarse de él.

-Mello, no lo hagas, por favor te lo pido, no lo hagas.

Pero el muchacho de rasgos alemanes no parecía escucharle y la oscuridad seguía invadiéndole.

Matt, entonces, hizo lo único que podía hacer. Se apresuró hasta Mello y, cogiéndole entre sus brazos, le contuvo con fuerza… hasta que Mello…

Lloró.

Las lágrimas mojaban su camiseta a rayas y humedecían tibiamente su pecho, mientras el rubio intentaba zafarse del abrazo, mientras empujaba con sus manos para salir de tan humillante situación.

Mello tenía miedo.

El pelirrojo no cedía, sólo le contenía y rogaba al cielo saber cuál había sido la causa de aquello. Si él intentaba todos los días de su puta existencia que la vida de ese chico fuera lo más placentera posible, si no había hora en que no le cumpliera los caprichos, en que no se rebajara por sacarle una sonrisa o al menos cierto contento ¿Qué había hecho mal?

-¡Te compraré chocolates, me vestiré de mujer, ladraré como un perro, dejaré que me pegues más seguido, saldré desnudo a la calle si eso te hace feliz! ¡¡Pero por favor, no llores!!-. Gritó Matt en un arranque desesperado que no tuvo contestación.

La cabellera rubia se movió con suavidad hasta que dos ojos, llenos de lágrimas, azules y cristalinos le miraron con tristeza. Vio que los labios se movían intentando articular una palabra, pero que la garganta parecía arrepentirse, que las cuerdas vocales parecían no querer funcionar.

-¿Qué? ¿Qué quieres? Dímelo y lo haré…

Un susurro inentendible. Su desesperación ya no tenía límite.

-¡¿Qué mierdas dices?! ¡No puedo entenderte si no hablas bien, carajo!-. Gritó con ojos verdes y desorbitados.

-¡QUE NO ME ABANDONES, MALDITO SEAS!-. Escupió Mello y de un empujón lo tiró de culo al piso.

Silencio.

Un silencio suave y espeso como el aroma del chocolate en la boca de Mello. Matt contemplaba desde el suelo sin dar crédito a sus oídos. La dureza del suelo le gritaba a viva voz que esto era real y el dolor en el culo lo confirmaba. Miró a su interlocutor un largo rato sin que este le devolviera el favor, hasta que finalmente vio la gaveta del mueble semiabierta y entendió todo. Sus mejillas reaccionaron tiñéndose de rojo fuego.

Silencio.

-M… Mello, yo…-. ¿Y qué le iba a decir? ¿Que era mentira? ¿Que no había comprado el pasaje? ¿Que no había planeado vilmente abandonarlo hasta que su móvil sonó y como un idiota fue a comprar sus chocolates, cuestión que frustró ampliamente sus planes? –Yo…

-¡TU TE CALLAS, PERRO DE MIERDA!-. Gritó Mello y le miró con… Matt no podía estar seguro de cómo le estaba mirando. – ¡Maldito aborto de la naturaleza! ¡Hijo de puta! ¡Cobarde! ¡Bastardo traicionero!-. Y el pelirrojo vio como el rubio se le abalanzaba y, tomándole por el cuello de la playera, le comenzaba a propinar golpes certeros en el rostro. La sangre en su boca comenzaba a agolparse y escurriste entre los labios.

Reaccionó.

-¡Tú eres el único hijo de puta!-. Exclamó tirándose encima del rubio y propinándole una buena trompada en el medio de la jeta, que fue devuelta con una patada en sus bolas.

Un golpe era la antesala de otro y entre ellos las reprimendas de uno para con el otro eran chicaneras.

-¡Maldito! ¡¿Con Linda?! ¡No puedes caer más bajo que con esa puta!-. Golpe.

-¡Esa “puta” es la única que me quiere! ¡Que me aprecia por lo que soy y no me insulta cada vez que se frustra, como otros!-. Golpe… errado. Y Mello le tomó fuerte por el rostro para, según percepción de Matt, romperle el tabique de un cabezazo… pero el movimiento frenó.

-Pero ella… no te ama como yo…-.

Un beso profundo, mezcla de cacao y sangre, tapó la boca de Matt, pero no sus ojos que, como los de un niño, comenzaron a llorar.

¿Cuánto tiempo había esperado por aquello? Escucharle decir a Mello que le amaba… pero no era momento de pensar. Ahora sólo quería seguir sintiendo esa suave y violenta caricia que le recordaba que por ese solo momento era que sacrificaba esa vida normal.

***

25/01/2010

Eres un imbécil, un estúpido sin modales, un hijo de puta que no conoce las palabras “gracias” o “por favor”. Eres terco. Eres egoísta y repugnantemente violento. Eres desagradable. Roncas. Cagas y no tiras la cadena. No te gusta la comida japonesa. Destrozas mis videojuegos y borras la memoria de mi computadora sino la llenas de virus. Eres caprichoso, inmoral y antojadizo.

Me golpeas cada vez que puedes y tu diversión es encontrar lo puntos en los que aún no tengo moretones, sólo para machucarlos. Inventas excusas ridículas para colarte en mi cama… y terminar destapándome (sobre todo cuando hace frío). Eres necio, y nunca te complace nada…

En fin, eres un maldito decálogo de mierda, bosta y colitis.

Pero lo más importante de todo, es que eres mío, y eso borra cualquier defecto que tengas, porque en definitiva, eres perfecto para mi.

 

PD: ¡DEJA DE LEER MI DIARIO Y BUSCATE UN NUEVO HOBBY, BASTARDO!

***

Mello cerró el diario y sonrió.

Notas finales:

Bueno, aca termina. Espero que haya sido de su agrado.

Aguardo fervientemente sus reviews!

Saludos chocolatosos,

Koji-sensei.

 

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Fics de mi autoría:
The two of us will always be together - http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=80755

A fever you can't sweet out - http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=81464

Todo Por un diario - http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=84209

Sonrisa Alquímica - http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=84364

 


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