Sentía que mi piel ardía allí donde tus labios me rozaban. Era una lenta tortura que me estaba volviendo completamente loco, el delicioso pecado de amar de forma tan ardiente, y expresarlo de forma tan pasional y desenfrenada.
Tus manos rodearon mis muñecas, aprisionándome, asfixiándome con tus impacientes besos y tus demandantes caricias. Tus labios bajaron por mi pecho, apenas rozándome, proporcionándome una extraña sensación de confort. Pero no me bastaba con eso, quería más, lo quería todo de ti.
En mi cintura tenía las marcas de tus dedos, la prueba de esa noche de pasión en la que nos dejamos dominar por los deseos de una misma alma.
Al fin llegaste a ese punto que nadie había tocado jamás, y invadiste con tus dedos, haciéndome debatirme entre el dolor y el placer. Pero tú ya no podías esperar más, ya no querías esperar más, y entraste en mi, uniéndonos de la forma más hermosa posible.
Oleadas de placer salvaje recorrieron mi cuerpo como descargas eléctricas, haciéndome estallar, logrando que tú me llenases de todo tu ser, convirtiéndonos en uno solo.
Exhausto te tumbaste a mi lado, acercándome a tu pecho. Me besaste tiernamente la frente a la vez que un suspiro de amor salía de mis labios.
Sentía dispersarse la niebla del sueño, giré en la cama buscando tu calor, pero solo me encontré el frío de la soledad. De nuevo había soñado con el día en que llegaras y me amases tanto como yo te he amado a ti todos estos años.
No importa que este destinado a matarte, no importa que seamos hermanos, lo único que importa es el amor incondicional que nos tenemos el uno al otro. Cuando vuelvas nos uniremos para siempre, mientras tanto te estaré esperando, aquí, solo, anhelando tus caricias, soñando tus besos, por siempre.
******************** Otra vez *************************
Sentía que mi piel ardía allí donde tus labios me rozaban. Era una lenta tortura que me estaba volviendo completamente loco, el delicioso pecado de amar de forma tan ardiente, y expresarlo de forma tan pasional y desenfrenada.
Tus manos rodearon mis muñecas, aprisionándome, asfixiándome con tus impacientes besos y tus demandantes caricias. Tus labios bajaron por mi pecho, apenas rozándome, proporcionándome una extraña sensación de confort. Pero no me bastaba con eso, quería más, lo quería todo de ti.
En mi cintura tenía las marcas de tus dedos, la prueba de esa noche de pasión en la que nos dejamos dominar por los deseos de una misma alma.
Al fin llegaste a ese punto que nadie había tocado jamás, y invadiste con tus dedos, haciéndome debatirme entre el dolor y el placer. Pero tú ya no podías esperar más, ya no querías esperar más, y entraste en mi, uniéndonos de la forma más hermosa posible.
Oleadas de placer salvaje recorrieron mi cuerpo como descargas eléctricas, haciéndome estallar, logrando que tú me llenases de todo tu ser, convirtiéndonos en uno solo.
Exhausto te tumbaste a mi lado, acercándome a tu pecho. Me besaste tiernamente la frente a la vez que un suspiro de amor salía de mis labios.
Sentía dispersarse la niebla del sueño, giré en la cama buscando tu calor, pero solo me encontré el frío de la soledad. De nuevo había soñado con el día en que llegaras y me amases tanto como yo te he amado a ti todos estos años.
No importa que este destinado a matarte, no importa que seamos hermanos, lo único que importa es el amor incondicional que nos tenemos el uno al otro. Cuando vuelvas nos uniremos para siempre, mientras tanto te estaré esperando, aquí, solo, anhelando tus caricias, soñando tus besos, por siempre.