Al llegar a su puerta, Tony había esperado encontrar problemas. Pero a quien definitivamente no había esperado encontrar era a Loki, aunque suponía que ambos eran sinónimos.
—¡Oh por el amor de...!
—Bueno —suspiró Steve—, a decir verdad, no deberíamos sorprendernos, ya hemos soportado bastantes travesuras relacionadas con Loki.
—Que tal, señor Stark —dijo Loki a modo de saludo. Fue entonces cuando Tony se dio cuenta de que el pelinegro se estaba tambaleando y balanceando como si estuviera borracho, su hombro además estaba cubierto de sangre y su pícaro rostro estaba más pálido que de costumbre. Se tambaleó y se estabilizó, recostándose contra la pared con una mano temblorosa. Lo que preocupaba a Tony, sin embargo, no era su estado, eran sus miradas asustadizas, esas que continuaba lanzando sobre su hombro a cada momento—. Es un placer... ha... con...
Los parpadeos de Loki ahora eran inusualmente largos, duraban un segundo más de lo debido, y sus labios se movían muy lentamente para formar nada más que desesperadas e incomprensibles sibilancias vocales. Sin tener tiempo para realizar alguna clase de acción o reacción, Tony simplemente le observó mientras los verdes ojos de su enemigo palidecían y se ponían en blanco. En ese momento, justo delante de sus pies, el Tramposo había caído al suelo, completamente desmayado.
—Hmm —murmuró Tony mientras observaba a Loki, golpeando ligera pero tentativamente el hombro ileso del dios con su pie blindado. El corto gemido que siguió le aseguró que el Tramposo aún seguía con vida.
No estuvo seguro de si debía sentirse aliviado o decepcionado por ello.
—Um —balbuceó Steve a su lado. Tony procedió después a quitarse el casco de su armadura y acompañando la mirada confusa de su amigo, se encogió de hombros.
Una estampida de fuertes pasos retumbando en el pasillo anunció la presencia de Thor, y antes de ser arrollado por la fuerza titánica del rubio, Tony se hizo a un lado para permitirle al dios tener un amplio campo visual en dirección a su hermano menor, que todavía seguía tumbado en el suelo. Frenando en seco, los fuertes pasos se detuvieron, y Tony no pudo evitar mirar por encima de su hombro para observar a Thor que ahora miraba fijamente a Loki con los ojos totalmente abiertos y su martillo aún en el aire listo para atacar, para una batalla que Tony aún no sabía si realmente se iba a efectuar.
—Hermano —exhaló Thor, dejando caer el Mjolnir con un fuerte estruendo y se acuclilló al lado de Loki —Tony se estremeció de tristeza ante la evidente muestra de desconsideración por su suelo—. Con inusual delicadeza, Thor volteó a su hermano sobre su espalda y le quitó su característico casco. Gotas de sudor brillaban en su frente y sus labios seguían moviéndose lentamente, articulando sonidos y palabras imperceptibles.
—Simplemente se desplomó —indicó Steve «asertivamente», como si esto no fuera algo que Thor pudiera deducir por sí mismo—. No sabemos qué fue lo que sucedió.
Thor frunció el ceño con preocupación mientras situaba una de sus enormes manos en la mejilla de Loki. Yuxtapuesto con la piel de Thor bañada por el sol, Loki parecía un fantasma. Tratando de tranquilizar a Thor, Tony suspiró y se arrodilló a su lado, examinando con mayor precisión la herida ya cicatrizada en el hombro de Loki. Bajo el revoltijo de sangre y suciedad, pudo observar dos marcas sobre el metal de su armadura que mostraban un par exacto de heridas punzantes. Por la mañana, no habría ningún rastro de ellas, Tony estaba seguro de ello.
—Parece una... ¿mordedura de serpiente? —dijo.
—Debió haber sido una serpiente verdaderamente enorme —comentó Steve, otra vez de manera «asertiva».
Los surcos en medio de la frente de Thor empezaron a despejarse mientras trataba de comprenderlo.
—Veneno —suspiró.
Observando al asgardiano, Tony trató de comprender su reacción.
—¿Cómo hacen los asgardianos... bueno, los Gigantes de Hielo, si no estoy mal... para repeler el veneno de serpiente?
Thor frunció el ceño.
—No es letal para nosotros —dijo—, o... para ellos, pero puede enfermarnos gravemente.
—Entonces, ¿por qué Loki vino aquí justamente? —preguntó Steve—. ¿Por qué no se encerró o se escondió en alguna parte hasta que estuviera completamente curado?
Tony recordó las miradas nerviosas que Loki minutos antes había estado dando por encima de su hombro e hizo todo lo posible por reprimir un gemido.
—Porque algo le estaba persiguiendo —se quejó—. Probablemente algo capaz de matarle si lo encontraba en esta condición.
Steve miró hacia la puerta como esperando encontrar al perseguidor de Loki dirigiéndose hacia ellos a través de los cristales.
—Probablemente lo que le estaba siguiendo no creyó que valía la pena incitar nuestra ira así como la suya —informó Tony a su amigo, arqueando una ceja. Después miró a Thor y vio que debido a la preocupación su expresión se había rigidizado una vez más, por lo que no pudo evitar suspirar profundamente—. Vamos a llevarlo a una de las habitaciones —dijo a Thor, aunque la idea no terminaba de convencerle—. Le diré a J.A.R.V.I.S. que prepare un poco de agua, toallas limpias y cualquier otra cosa que necesites para curarlo.
Thor sonrió débilmente y le dio las gracias. Acunó a su hermano menor entre sus brazos, y Loki, como si fuera una frágil muñeca de trapo, se desplomó totalmente sin fuerzas en contra de su enorme pecho.
Mientras observaba como el rubio se llevaba al pelinegro en sus brazos camino a la habitación, Tony decidió que por ahora lo único que debía hacer era saborear aquel acogedor y benévolo silencio... al menos mientras podía.