Amor.
Terror.
No le temo al amor, le temo al error, al fracaso… le temo al mismo miedo que me hace llorar la noche previa a la mañana que siempre digo que hablare con él.
Le temo al silencio que precede a una nueva despedida. Porque cada día que pasa sin que pueda abrir mi corazón a él, se aleja un poco más, así como mis esperanzas de estar a su lado.
¡Y simplemente callo!
A pesar de todo lo que había dicho, volví a resignarme, pasado el calor que esa tarde envolvía mis venas. Y cada vez que mi mirada cruza con sus ojos, vuelvo a caer en la cuenta de que no puedo dejar de amarlo, y siempre acabo pensando en que es mejor la idea de seguir callando.
Y así, una vez más, el silencio se vuelve llanto, y las noches se llenan de insomnio. Y estando con él, el llanto se vuelve tristeza que está envuelta en risas… pues jamás puedo dejar de reír a su lado.
Pero las noches son tan diferentes, y pienso tanto en decir basta a este masoquismo que yo mismo abrazo tan fielmente, llevándolo todo a un extremo ilógico. Pensando en no verlo, ni llamarlo, mucho menos nombrarlo a favor de mi sanidad; en no acudir a las salidas ya planificadas a riesgo de perder hasta su amistad. Pero no puedo hacerlo… no solo porque ante todo, él es mi mejor amigo, sino porque si lo pierdo… yo me muero.
Aun si eso significa jamás tener su amor.
Y cada vez que estamos junto, ninguno de los dos toca el tema, volvemos a los mismos tópicos de siempre, y trivialidades más básicas de nuestras vidas. Ese, ya paso a ser un tema tabú entre nosotros.
Y pasado el tiempo de las bromas y las risas, llega el llanto nuevamente, y la hora de regresar a casa.
Nunca había tenido una posibilidad de tener una amistad tan hermosa como la que él me brindó, jamás pude establecer un lazo tan fuerte con nadie que no sea mi hermano.
Hyoga es una persona con muchos defectos, de algunos de ellos siempre me vivo quejando, pero yo también tengo los míos, y en esta amistad que ambos tenemos, creo que hemos aprendido a sobrellevarlos.
Quizás sea por eso que me enamore desde un principio de él, d su carácter aparentemente frio, y de lo poco comunicativo que podía llegar a ser a veces… y que apoyado por el hecho de estar profundamente enamorado, pensé que había sido lo más dulce que se cruzó jamás en mi vida.
Y aunque lo ame así, el temor se sigue interponiendo en mi declaración. Pues no quiero perder su preciada amistad, y él por su parte, parece renuente a volver a repetir las palabras que dieron inicio a estas nuevas dudas en mí.
Su actitud varía constantemente, a veces parece que me ama más que a nada, y que lo daría todo por mí; y otras, es como si yo le resultara indiferente, causando más dolores…
Fueron muchas la veces que me jure dejar de amarlo, que en verdad me propuse no sentir todo eso, para darle un nuevo aire a mi vida, y acabar madurando de una buena vez.
Muchas veces había querido salir a buscar un nuevo amor, no importaba quien fuera, mientras me ayudara a quitarlo de mi mente. Pero fue imposible, porque él es dueño de cada pensamiento, suspiro y lágrima que habita en mí.
Porque no hay razón que logre manejar al corazón… ‘ni clavo que saque otro’.
Pero así como después de un día de lluvia, sale el sol que seca las huellas de la tormenta, después de una noche de llanto… su sonrisa volverá a secar mi rostro, con todo el dolor existente.
Y una vez más, estando a su lado, no poder evitar darle esperanzas a mi amor.
“El amor es como una ruleta rusa”… es una lástima, que siempre elija jugar cuando sé que es cargados está completamente lleno.
¿Aprieto el gatillo?