1.
Dio una última calada a su cigarrillo, aplastándolo contra el cenicero; buscó su cajetilla para sacar otro, pero recordó que no le quedaban más. Suspiró hastiado. Era de noche, la calle estaba realmente oscura pero Jong In sabía defenderse solo. Sus padres se enojarían mucho si salía a esas horas. Cerró la ventana mientras esbozaba una sonrisita engreída. ¿Acaso le importaba? E igual, no tendrían por qué enterarse.
Estiró su cuerpo alzando sus brazos y arqueando su espalda, soltando un suspiro de placer. Caminó hasta su cama, donde yacía su chaqueta negra, para tomarla y ponérsela… se miró en el espejo y se peinó un poco sus cabellos para finalmente salir.
Lo molesto sería escaparse de ZiTao, pensó Jong In.
Su padre era un reconocido empresario, dueño de varias automotrices en el país, mientras que su madre era abogada de una gran firma; tenían mucho dinero y sólo estaban en casa de vez en cuando. Siempre están diciendo cosas como “Ten cuidado de con quién hablas, con quién sales, no salgas de noche, no salgas solo…” y Jong In sólo pensaba que les faltaban decir “ten cuidado con quién follas” pero gracias a Dios, no lo hacían.
Le dio una mirada a su iPhone, ignorando los 5 mensajes, fijándose en la hora; marcaba las 2:25am y entonces pensó que quizás nadie estaría despierto y podría salir con facilidad. Guardó el teléfono en su bolsillo mientras revisaba que tuviera dinero y sus tarjetas en su billetera.
Suspiró. Le dolía un poco el cuerpo de tanto ensayar hoy… adoraba el baile, era su vida, tanto que dejó la universidad para dedicarse a ello. Y era bastante bueno, tenía que aceptarlo, estaba orgulloso de sí mismo pues había hecho varias presentaciones en ciertos actos, había ganado premios, había salido en artículos de revista y en noticias de televisión con el acrónimo de KAI. Pero, obviamente, nada de eso era suficiente para satisfacer a sus estrictos padres.
Al menos tenían a su hijo legítimo, JongDae, el perfecto heredero.
Pues SeHun y él eran los inútiles bastardos de la familia. Así habían dicho. Pero a él no le afectó, no, con tal y no se metieran con su vida, KAI estaba bien.
Caminó lentamente por el pasillo, intentando no hacer ruido, tomó unas cuantas cosas de la cocina y las envolvió en una bolsita negra. Se dirigió hasta la puerta trasera, abriéndola con la llave de emergencia que poseía y salió. Allí estaban los perros guardianes o, mejor dicho, las alarmas que tendrían que avisar cuando Jong In intentara escapar; sin saber que en realidad los caninos tenían una afinidad por el joven, así que, les dejó los bocadillos que tomó de la cocina y se fue caminando hasta el portón, giró su cabeza y notó que ZiTao estaba rondando por ahí, mordió su labio, e intentó abrir la cerradura sin hacer mucho ruido.
Sintiéndose como un participante de un show, metió la llave y lentamente la giró, obviamente aún escuchándose un “clack” que supuso alertó al joven asustadizo, Tao.
Jong In maldijo, y sin importarle el ruido que hiciera, la volvió a girar hasta que quedó abierta y pudo salir corriendo de allí, sonriendo triunfante.
2.
KAI
Eran las 2:33am cuando llegué la tienda de conveniencia, pues quedaba en la siguiente calle. Compré varias cajetillas, un par de gaseosas en latas y frituras; pagué rápidamente, dándole un guiño a la señorita que estaba de turno, a pesar de tener unas enormes ojeras y el cabello desarreglado, era atractiva.
Salí de la tienda, mirando a la bolsa que llevaba en la mano, para sacar mi soda, pero al dar unos pasos alguien me tomó desde atrás. Me cubrió la boca haciendo que ahogara un grito de sorpresa. El corazón me empezó a latir frenético y solté la bolsa que llevaba en la mano como reacción instantánea, para intentar quitar la mano que oprimía mis labios.
—Oh —Le escuché exclamar, y deseché la idea de que podría ser alguien conocido—, ¿acaso no es el hijo medio de los Kim? —Sentí algo filoso en mi espalda y cerré los ojos por el miedo. Supe que era más alto que yo, porque mi espalda estaba apoyada en su pecho, y su voz se escuchaba de un poco más arriba, musitándome en mi oreja. Era profunda.
Me arrastró un poco hacia la derecha, para el callejón de al lado, estaba más oscuro; intenté zafarme de sus brazos pero clavó un poco el, supuse, cuchillo en el costado de mi espalda, sin afincar mucho y detuve cualquier movimiento.
—Hey —Dijo otra voz, al frente— Kris, debemos irnos. Ya D.O nos está esperando —Comentó el chico, su voz era profunda también, pero tenía un rostro infantil y unos dientes muy blancos—. Ya sabes que es capaz de acobardarse.
—Sí, sí, ya vo- ¡¡ChanYeol!!
De repente vi a SeHun atrás de ‘ChanYeol’ y sentí alivio, pero a la vez me frustré. ¡Podían hacerle daño! Volteó al tipo por el hombro, dándole un golpe certero, con uno de sus delicados puños, en la mejilla, provocando que soltara un quejido y se tambaleara hacia atrás. Tomé la oportunidad para huir, pues ‘Kris’ estaba ocupado concentrando su atención en el otro chico, pero me volvió a tomar por el brazo y me puso el cuchillo en el cuello.
—¡Jong In! —Gritó preocupado SeHun. Y me sentí mal. ¿Qué hacía él aquí? ¿Por qué no vino ZiTao? Al menos él podría defenderme…
ChanYeol se compuso y sacó un arma del bolsillo de su jean.
—No te muevas —Dijo. Y pude sentir como Kris respiraba más tranquilo a mis espaldas.
—Parece que nos sacamos la lotería, Yeollie, los dos hermanos Kim. Creo que podemos ganar bastante por ellos, ¿cierto? —Comentó con tono socarrón, confiado. Y sentí nauseas, quise golpearlo, a sabiendas que no podía.
—Pues sí, Duizhang —Respondió acercándose a SeHun, hasta que hubo puesto el arma en su cabeza. Lo fue desplazando hasta una camioneta negra estacionada a unos metros de donde estábamos, al igual que Kris o Duizhang hacía conmigo.
Hizo que SeHun colocara su cuerpo contra la camioneta, mientras sacaba unas esposas de su bolsillo con una mano, teniendo el arma en la otra. Haló un delgado brazo de SeHun y tomó su muñeca para esposarla, y luego hacer lo mismo con la otra, tomándose bastante tiempo porque se le dificultaba al tener que hacerlo con una sola mano; pero igualmente, mi hermano no se resistió, ni siquiera cuando lo arrojaron dentro del auto, en los asientos de atrás.
Pasaron a hacer lo mismo conmigo. Miré a mí alrededor, esperando ver a alguien a quien pedir ayuda, pero no lo logré. Así que me dejé hacer.
Quedé sentado en medio de los dos tipos, e íbamos asquerosamente ajustados. No eran feos, para nada, pero estaban haciendo esto.
En el asiento delantero había un chico pelinegro, con un par de ojos enormes, que pude apreciar por el retrovisor. Era bastante lindo.
Suspiré, recordando algo.
—¿Qué mierda haces aquí, SeHun? —Pregunté molesto.
—Lo siento… —Dijo bajito— pero no deberías preocuparte por eso ahora.
—¡Claro que sí! —Grité molesto.
—Dios, cállate —Dijo Kris, obstinado, a mi izquierda—. ¿Trajeron teléfonos? —Preguntó— No mientan —Suspiró cuando negué con mi cabeza, porque metió sus manos en mis bolsillos del pantalón. Incómodo por sus toques y por las malditas esposas lastimándome las muñecas a mis espaldas. Sacó mi teléfono, junto con mi billetera, y los tiró hacia el asiento del copiloto. Me extrañé, ¿no quiere quedarse con ellos?
—Él no trajo —Dijo ChanYeol a mi lado derecho.
—Chicos… tengan cuidado, ya saben de qué es todo esto, ¿sí? —Dijo una dulce voz, preocupada, adelante.
—Tranquilo, Kyungsoo. Sabemos como es todo, no te preocupes —Respondió ChanYeol. Y pude escuchar a SeHun sollozar, que aunque me partía el alma, lo ignoré por todo el camino.