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Eterno por Akiko_y_Shizuka

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Eterno







PARTE UNO




Issa Wiyghan detuvo el coche junto a la cochera del edificio de departamentos donde vivía su amigo y suspiró cuando pudo apagar el motor.

A decir verdad no tenía fuerza para salir del auto y caminar hacia el departamento, ya que sabía lo que le esperaba. Seth estaba gastando los últimos esfuerzos por ganar tiempo, lo que convertía las visitas en algo terriblemente tenso.

Issa apretó los dientes y terminó por avanzar hacia la entrada principal. El edificio estaba localizado en una zona exclusiva, lo que daba cierta privacidad y tranquilidad, especialmente a una familia como la que Seth tenía.

Cuando el alto hombre africano estuvo frente a la puerta del departamento, tuvo que tragar nuevamente, dándose el valor necesario para lo que le esperaba y tocó el timbre.

Maury abrió. El pequeño y apuesto hombre le sonrió con algo de melancolía y se hizo a un lado para permitirle entrar.

- Léopold está listo - informó a Issa con suavidad.

Issa miró el lugar.

Tiempo atrás había sido uno de los lugares más felices que hubiera conocido, a pesar de todo, ahora el aura lúgubre se comía todos los rincones de la casa.

- ¿Cómo está? - preguntó Issa, refiriéndose a Léopold, porque ya sabía el destino que le esperaba a Seth.

- Tranquilo - murmuró Maury, apresurándose a preparar café para su amigo -. He procurado que no se abrume con la situación, aunque parece entenderla perfectamente - sonrió con algo de tristeza -. Es nuestra naturaleza, sin duda, pero no me gustaría que quedara solo, una vez que el tiempo de Seth termine - miró a Issa -. Temo que los de mi raza nos olvidamos que la vida debe seguir, aunque nuestra pareja muera.

Issa se acercó a la ventana del apartamento en silencio. Los ojos del hombre africano miraron más allá de la bóveda que cubría esa colonia y frunció un poco el ceño.

- Tal y como están las cosas creo que no nos queda mucho tiempo además.

- Unos días, a lo mucho - aceptó Maury con serenidad y acercó el café a Issa -. Después que Seth muera, no me moveré, a espera que las funciones de mi cuerpo se detengan. Léopold correría peligro, en esa situación. Seth y yo deseamos apartarlo de ese proceso; tenerlo en un lugar seguro - le miró -. Issa... si esto fuera mucha carga... podrías decirlo... Pese a que mis madres han quedado muy resentidos conmigo, no creo que se nieguen a recibir a mi hijo.

Issa sonrió para hacerle sentir mejor, tomando esa taza caliente entre sus manos.

- No es ninguna molestia; Leo es como un hijo para mí - respondió, quitándole esa idea de la cabeza - Además... Djafary ya se está haciendo mayor y ya sabes lo mucho que eso me afecta, me encantará tenerlo en casa.

- Ambos agradecemos lo que haces por nuestro hijo, Issa - dijo el joven y se puso de pie -. Iré por él, antes de tratar a Seth. El cableado ha dejado de ser suave, cuando penetra en su cuerpo y le causa mucho dolor - lamentó .

Issa no dijo nada mientras Maury iba por el pequeño. Un nudo en la garganta se le formaba cada que pensaba en Seth.

Seth había padecido esa enfermedad desde hace muchísimos años. Siempre luchó contra ella con alegría y esfuerzo, pero ambos sabían el final que tendría.

Cuando Maury apareció en la vida de los dos amigos, Seth se mostró reservado. Issa sabía que Seth no hubiera deseado causar ese dolor a la persona que amaba, sin embargo la personalidad brillante de Maury era capaz de derrumbar cualquier barrera y la del corazón de Seth no fue la excepción.

Issa fue testigo del proceso en el que el alegre jovencito conquistó a su amigo. De alguna manera Maury le conquistó también, ya que Issa desconfiaba de cualquiera que estorbara a Seth.

Al final resultaron ser una pareja envidiable. Una pareja hasta tal punto que no serían nada el uno sin el otro, a pesar de que tuvieran un hijo en común. Pero eso no significaba que no se preocuparan por él, de otra manera Issa no estaría ahí.

Cuando Maury regresó con Leo de una mano y una maleta en la otra, Issa adelantó unos pasos y fue a saludar a niño como de costumbre, tocándole la punta de la nariz.

- Hola, Leo - saludó él -. Cada día estás más alto, apuesto a que comes mucho.

Léopold sonrió a Issa y se acercó para permitir que el hombre le abrazara y le diera un beso en las mejillas que hizo un ruido que arrancó una risita en el infante.

- Papi se pone feliz cuando crezco - informó con orgullo -. Cuando vaya al cielo, va a seguir cuidando que siga comiendo mis vegetales.

- Ambos te vigilaremos bien, cariño - sonrió Maury.

- Ellos te vigilan y yo te malcrío - Issa atacó de nuevo con otro ruidoso beso - ¿Ya te has despedido de Seth, Leo?

El niño hizo un ademán afirmativo, antes de mirar a Maury, quien tenía los ojos sospechosamente brillosos

- No te preocupes, papi - tranquilizó Léopold -. Voy a cuidarme bien y seré bueno con mi padrino Issa.

- Lo sé, cielo - dijo el joven hombre con suavidad.

La mano de Leo, sostenida por Maury hasta ese momento, fue sostenida por la de Issa. …l atrapó al niño en sus brazos y lo aupó hasta la altura de su padre.

- Dale un beso, Leo - le dijo al niño, quien obedeció inmediatamente e Issa aprovechó esa cercanía para abrazarlo con el brazo libre y depositar un beso en la sien de su frente -. Vendré cuando Leo ya esté instalado - informó al pakhupra, sin opción a réplica.

Maury hizo un ademán afirmativo e Issa se dio la vuelta para salir del departamento. Fue cuando cerró la puerta que alcanzó a escuchar el sollozo de Maury y se apresuró a salir del edificio, para no permitir que el niño se percatara de ello y deseara volver. Cuando ambos estuvieron fuera, lo instaló en el coche y accionó la seguridad, antes de tomar su lugar en el piloto y presionar el botón en la pantalla principal, para que el coche se moviera a casa.

Léopold permaneció en silencio por largos minutos, antes de levantar la mirada castaña hasta él y observarle con atención.

- ¿Mi papi va a estar bien? - preguntó -. Creo que podría extrañarme, cuando papá Seth vaya al cielo.

- Maury estará bien - Issa acarició ese cabello negro con un melancólico gesto que escondió tras una sonrisa -. Yo me encargaré de ello, no tienes por qué preocuparte, Leo. Tan solo tienes que preocuparte de ser feliz, ¿vale?

Léopold hizo un ademán afirmativo.

Cuando el coche se detuvo, Issa se apresuró a quitar las protecciones al niño, quien había pegado la carita al cristal en cuanto vio la casa en la que el alto hombre vivía.

Issa odiaba los departamentos, así que había instalado a su familia en una casa con un pequeño jardín donde Djafary pudiera jugar.

Casas así eran difíciles de conseguir en los tiempos que corrían. Issa tenía esos contactos que le brindaban un poco de tranquilidad con respecto a su familia, mientras que otros no tenían esa suerte.

Pero eso no era culpa suya.

Issa era un hombre que se había ganado todo lo que tenía y lo compartía con su familia. Leo miraba la casa maravillado. El color crema parecía resplandecer aún más, dando la bienvenida al niño que iba de su mano y los ojos castaños se abrieron aún más cuando entraron.

La casa era de lo más sencilla. Tenía lo justo y necesario para vivir sin nada de lujos, como pudieran tener muchos de los hombres con los que se codeaba Issa.

Léopold correteó por la casa, llenando el sitio con su risa infantil. El eco de ese alegre sonido aminoró un poco el dolor en el corazón de Issa, quien se acercó a la cantina, para servirse un poco de vino y apurarlo rápidamente.

A decir verdad, Maury no solo le sorprendió por haber conquistado a Seth. Meses antes de su unión formal, Seth informó a Issa que esperaban un hijo.

- ¿Has engañado a Maury? - había preguntado Issa, viendo que el ceño de su amigo se fruncía y Maury soltaba una preciosa carcajada.

- ¡Jamás haría eso! - aseguró Seth.

- El bebé lo gesto yo, Issa - informó Maury con serenidad.

- ¡Te lo decimos porque sabemos que podemos confiarte ese secreto!

En esa ocasión Issa no pudo disimular su asombro y se quedó con la boca abierta, mirando a la feliz pareja.

- ¿Es una broma? - Issa era escéptico. Sabía de esos seres que podían gestar, pero Maury no parecía en absoluto uno de ellos.

- No es broma - Maury se acomodó junto a Seth, quien le estrechó con cariño.

Issa miró el vientre de su amigo. La verdad es que si lo había notado un poco más... gordito.

- Quiero ser el padrino - Issa estaba fascinado con ese hecho.

- ¡Claro que serás el padrino! - regañó Seth con jovialidad -. Ya que no has podido defenderme de las garras de Maury, te harás responsable.

- ¡Seth! - regañó el aludido y pellizcó en un muslo.

-¡Au! - Seth besó a su temperamental pareja -. Era broma, cariño.

Issa rió.

Desde luego eran únicos.

Agradecía con todo su corazón haber sido testigo de la felicidad de Seth. Ya sabía que su amigo se empeñaba en aprovechar el tiempo, pero la llegada de Maury había convertido esos días en un esfuerzo ridículamente fácil; Maury había hecho feliz a Seth.

No era justo que Seth muriera, dejando a Maury.

Issa ya sabía que pasaría; el mismo Maury lo sabía y no le importó, pero las cosas cambiaron para Issa, cuando comprendió lo que implicaba. Maury pertenecía a una raza que se dejaría morir, una vez que Seth faltara.

¡Claro que Issa se enfadó, cuando lo supo!

Le gritó cosas horribles a Maury, luego que ambos corrieron a urgencias, llevando a un débil Seth. Fue ese mismo momento que el pakhupra le rogó que se quedara con Léopold, explicándole el fatídico destino que le esperaba.

Decir que a esas alturas, Issa no seguía enfadado era mentir, pero tampoco podía agregar más sufrimiento a lo que estaba a punto de pasar. Tan sólo podía resignarse y hacer lo mejor por Léopold.

Procuraría que tuviera una buena vida, en donde el recuerdo de sus padres estuviera siempre presente, como las buenas personas que eran, y le daría todo lo que ellos no pudieron darle.

Lo intentaría, como si fuera carne de su carne.

- ¡He llegado! - se escuchó la voz de Djafary, el hijo de Issa, quien entró a la casa y se detuvo, viendo a su padre en la cantina - ¿Por qué estás bebiendo? - quiso saber.

Issa miró a su hijo adolescente, sabiendo lo mucho que le molestaba verlo beber y suspiró.

- Leo está en casa - Issa bebió un poco más del licor -. Definitivamente.

- Cielos - Djafary suspiró y levantó la mirada a la estancia, como si el niño pudiera aparecer en cualquier momento -¿Seth ya ha muerto? - preguntó más bajo.

- No, pero ya se están preparando para ello - susurró Issa, al tiempo que meneaba su vaso, removiendo el licor-. No quieren que Leo sea testigo de ese momento, así que...

- Oh - Djafary se rascó la cabeza y se acercó a palmear el hombro de su padre -. Ya sabían que pasaría. No te pongas a beber con eso. No creo que Leo se ponga feliz, viendo que te emborrachas.

- No me emborracho; sólo es una copa para... calmar los nervios, hijo - Issa suspiró. Al final abandonó el vaso con un poco de alcohol en él y caminó hacia el salón.

- Me parece increíble que Maury se resigne así de simple - murmuró el joven. Claro que Issa ya había hablado del tema con su discreto hijo, pero notaba lo escéptico que era con respecto a la situación hereditaria de Maury. Y, la verdad es que el mismo Issa estuvo como su hijo, cuando la relación entre Maury y Seth inició, pero presenciar el nacimiento de Léopold le hizo comprender que era posible -. Al menos el niño no es inquieto - agradeció Djafary -. Me molestaría tener alguien que interrumpiera mis estudios.

Issa suspiró.

Su hijo estaba tan inmerso en los estudios, que parecía que no existiera nada más. En parte esperaba que Leo cambiara un poco las cosas e hiciera que su hijo recuperara más ese lado amable que había evolucionado demasiado, tanto que se estaba apartando de él.

- Leo va a sentirse bastante solo, los primeros días - Issa entornó los ojos hacia su hijo -. Podrías descansar un poco de tus estudios, al menos cenar con nosotros.

Djafary arrugó el ceño. Issa ya sabía que la idea no terminaría de agradar a su hijo, pero esperaba que el joven comprendiera.

- ¿Sólo la cena? - quiso dejar claro el adolescente.

- Sólo la cena - confirmó Issa.

- Bien - aceptó el adolescente y levantó la mirada al reloj -. Te veo en la cena, padre - caminó a su habitación a estudiar.

Issa se sentó en el sofá de la sala y recargó la cabeza en el respaldo. Le iba a gustar tener a un niño en esa silenciosa casa, aunque fuera bajo esas circunstancias.

*

Léopold.

Ese fue el primer pensamiento de Djafary, cuando escuchó que la puerta de su habitación accionaba el automático y se abría.

Quizá debió molestarse por la invasión de su espacio personal, pero no escuchó ruido, aparte de ese; lo que le hizo adivinar que el niño caminaba muy suavemente, para no molestarlo. Después de eso sintió ese peso adicional al lecho y sintió la forma en que el pequeño se acurrucaba junto a él, suspirando bajito, seguro para volver a dormirse.

Djafary podía entender esa acción. Mudarse a una casa que no es la suya y separarse de sus padres sabiendo que iban a morir, no era la mejor de las situaciones, así que por esa noche lo dejaría pasar.

Aunque esperaba que no se repitiera todos los días.

En esa ocasión había decidido acostarse pronto, pero en otras se quedaba hasta tarde estudiando y tener a alguien en su habitación solo lograba distraerle lo suficiente como para no llegar a concentrarse el resto de sus horas de estudio. Es más, esperaba que Leo no fuera uno de esos niños inquietos en los que por la noche no dejaban de rodar en la cama.

Fue con ese pensamiento molesto que Djafary volvió a dormirse. Pasadas las horas, el sonido del despertador le hizo abrir los ojos e incorporarse, hasta percatarse del pequeño intruso, que también se había comenzado a mover, debido a ese sonido.

- ¿Ya es de día? - murmuró el niño somnoliento y se talló un ojo, antes de mirar la habitación, cuya luz automática había comenzado a encenderse de manera gradual.

- No, vuelve a dormirte - respondió Dja.

El sonido del despertador se apagó automáticamente cuando él se levantó. Djafary fue hasta una pared donde mantuvo las luces en una suave intensidad que le diera la suficiente visibilidad para empezar a vestirse.

- ¿Te vas? - preguntó Leo, mirando al joven, quien había comenzado a quitarse la ropa de dormir - ¿Puedo ir contigo?

- ¿Qué? - Djafary arqueó una ceja -. Claro que no. Los niños no van al instituto; van al jardín de infancia.

- Yo no asisto al jardín - replicó Léopold, inflando las mejillas en un puchero en toda ley -. Yo soy listo.

- Los niños listos siguen yendo al jardín - replicó Djafary en un tono más serio, mientras terminaba de vestirse -. Duérmete, Leo.

Djafary salió de su habitación en dirección a la cocina para tomar su desayuno en mitad de un bufido. Qué poco acostumbrado estaba a tener niños pequeños en casa, o en cualquier lado.

Cuando el joven levantó la mirada, luego de terminar el alimento, volvió a ver a ese atento niño, quien estaba parado, apenas oculto con una pared, que le observaba.

- ¿Tardarás mucho? - preguntó en un hilo de voz -. Yo podría ir contigo... Prometo que no te estorbaré... A papá podía ayudarle con algunas cosas...

- No vas a rendirte, ¿no? - Djafary suspiró hacia el niño.

¿Desde cuándo era tan caprichoso?

- Padrino Issa irá a la investigación "…xodo" - murmuró Leo con suavidad -. Podría estorbarle, ya que se encarga de aspectos distintos a los de mi papi Maury. No quiero hacer eso.

Djafary había pactado con su padre que solo sería en las cenas y por la expresión de ese niño sabía que, dijera lo que dijera, no iba a librarse de él.

Con un examen a primera hora y estaba perdiendo el tiempo así.

- Ve a vestirte - le dijo Djafary, dándole a entender que iría con él.

Leo dejó escapar un jadeo de emoción y corrió hasta donde Djafary le había pedido. El problema fue que no lo encontró, cuando volvió, dispuesto a irse con él.

Djafary le había abandonado, aprovechado el tiempo que ocupó para vestirse.

Léopold estuvo de mal humor por ello, hasta que Issa se levantó para prepararse e ir a la investigación.

- ¿Has dormido bien? - preguntó Issa al con una cálida sonrisa verlo esa mañana.

- Djafary me ha engañado - replicó Leo y miró a Issa con un gesto enfadado - ¡…l cree que soy un estorbo, por eso no me ha llevado!

- ¿Llevarte? ¿Dónde? - se extrañó el hombre, mientras se llenaba una taza con café.

- Dijo que me llevaría con él a la Universidad, pero me ha engañado en cuanto corrí a alistarme - el niño miró a su padrino con preocupación - ¿Puedo ir contigo a la investigación? Aunque no sea en la misma rama que mi papi, podría ayudarte.

Issa sonrió con nostalgia.

- Puedes - concedió él -, y yo no voy a engañarte - agregó, acariciándole la negra cabellera.

Fue de esa manera que el hombre estuvo en el laboratorio, caminando con el pequeño, quien permanecía atento y quieto.

Issa había visto eso mismo, cuando Leo acompañaba a Maury a la investigación; el niño lucía mucho más relajado, en compañía de su padre, pero las circunstancias actuales había obligado a Maury a permanecer exclusivamente en casa, con Seth. Ello hizo que el ala mecánica disminuyera considerablemente su ritmo de trabajo, ya que los científicos estaban limitados, si de capacidades tecnológicas se hablaba. Claro que todos sabían que eso se debía a la fascinante naturaleza de Maury, quien comprendía el funcionamiento de los mecanismos de manera ridículamente fácil y podía modificarlos a su antojo.

Tendrían que acostumbrarse a eso.

Los del equipo sabían las circunstancias que rodeaban a la situación del pakhupra, por lo que, además de la lentitud, había una atmósfera triste que Issa trataba de sobrellevar lo mejor que podía. Además, llevar a Leo le había recordado cuando de Djafary también iba con él al trabajo.

Fue ahí cuando Issa pudo darse cuenta de lo inteligente que era su hijo, que con un par de explicaciones ya había tendido el principio de algo que alguien de su edad sería incapaz de comprender.

Sabía que Djafary deseaba tomar sus pasos, aunque Issa lo había notado muy centrado a lograr ese futuro, dejando a un lado todo lo demás. Su hijo no parecía un adolescente.

Issa miró al lindo niño que había corrido a pegar la carita para observar el esqueleto de la construcción y sonrió viendo esa fascinación infantil, pese a que conocía el proyecto, debido a que Maury le llevaba consigo. Djafary se estaba perdiendo de una etapa hermosa, mientras ese niño disfrutaba de su infancia, pese a que pronto se quedaría sin padres.

Issa quería ser un padre diferente para Leo. Muchos de sus amigos siempre se llenaban la boca con la frase de "debes de estar muy orgulloso de tener un hijo como Djafary", y lo estaba, claro que sí, pero también lo estaría si saliera como cualquier chico de su edad con sus amigos; tuviera novias y viajara.

Su hijo se estaba perdiendo de una etapa preciosa.

Issa sintió un tironcito en la manga de su bata científica y bajó a mirada a Léopold, quien se había acercado de nuevo.

- Cuando termines... ¿podemos ir a donde trabaja papá?

- Supongo que sí, pero tienes que guardar silencio - indicó Issa - Están probando una de las fases que estaba más inestable.

- Cuando sea mayor, ayudaré a la investigación de papá - aseguró Leo, al escuchar eso y avanzó junto a Issa, quien estaba haciendo investigaciones biológicas.

Ese día no pudieron ir al departamento donde Maury había estado trabajando, debido a un estallido en el mecanismo. Al final Issa regresó a casa más temprano, mientras el equipo de seguridad se encargaba de restablecer el orden y vio con adoración que Leo corría hacia el interior de la casa, con esa risa infantil suya.

Desde luego la casa había ganado vida, aunque fuera de esa manera.

- ¿Quieres algo de especial de cenar? - preguntó Issa, quien también estaba feliz al volver a poner en funcionamiento sus dotes culinarias.

- ¡Un emparedado de miel! - pidió el niño y canturreó feliz, antes de sentarse y mirar a Issa cocinar - ¿Cómo puedo hacer para gustarle a Djafary? - preguntó con alegría -. Jamás ha jugado conmigo.

- Que esta mañana te haya hecho eso, no significa que no le gustes - dijo Issa, mientras iba preparando los ingredientes -. Djafary es... algo solitario; le gusta más un libro que la compañía de la gente, así que tienes que tener cuidado de no impacientarle.

- Pero yo puedo tener mejor información que un libro - insistió el niño, antes de dudar un poco -. Bueno, sólo si el libro es de mecánica.

- Lo sé - Issa suspiró -. Pero hay personas que no aceptan tan fácilmente la ayuda, Leo.

- Que aburrido - se quejó el niño y suspiró frente al emparedado que se encargó de comenzar a comer.

Issa pensó que su hijo se perdía de la dulzura de Leo y que debería convencerlo de participar un poco más en su educación. Sin embargo el hilo de sus planes se interrumpió cuando esa discreta alarma comenzó a escucharse en el aparato informativo.

Issa la apagó al instante, viendo como Leo seguía comiendo tranquilamente. Antes de salir de la cocina le sirvió un vaso con zumo de naranja y salió hasta su despacho en donde se aseguró de que no pudiera escucharle.

Tras ello llamó a su hijo.

- Necesito que vengas, Djafary. No. Ahora.

- Estoy terminando unas anotaciones importantes - se quejó el chico, pese al tono de voz de su padre -. No creo que haya algo más importante, padre.

- Sí la hay, Seth acaba de morir, así que necesito que cuides de Leo, por favor - Issa hizo más presión en su voz.

Un prolongado silencio se dejo escuchar a través de la línea de comunicación, antes que Djafary suspirara.

- Estaré ahí en breve - dijo a su padre -. Lamento lo de tu amigo.

La verdad es que Djafary debería lamentarlo más, pensó Issa, cuando la comunicación se cortó. Seth había mimado al chico, pese a que Djafary no fue infantil, como los niños normales.

El hombre preparó algunas cosas, antes de escuchar el dispositivo que anunciaba la llegada de su hijo. Avanzó hasta el recibidor y vio al joven, antes de cabecear.

- Leo está comiendo un emparedado; encárgate que cene algo más, aséalo y acuéstalo. Yo estaré fuera toda la noche.

Djafary asintió con suavidad, frente a que siempre le llevaba la contraria a su padre. El chico vio como Issa tomó algunas cosas más y salió de casa con prisa y ese semblante tan serio que esperaba no ver en su cara. Al menos no tan pronto.

Dja suspiró antes de ir a la cocina en donde Leo se había subido en una banqueta y tranquilamente fregaba el plato donde debía de haber estado su cena.

- Hay una máquina que limpia eso, ¿sabes? - Djafary le arrebató el plato mojado y lo introdujo por una ranura.

Después se escuchó como la máquina se ponía en funcionamiento y abrió uno de los armarios en donde estaban colocados los platos verticalmente; el de Leo apareció por otra ranura ya limpio, seco, y apilado junto a los demás.

- A papá le gusta hacerlo con sus propias manos- dijo el niño, aunque parecía fascinado con el funcionamiento de la maquina - ¿A dónde fue mi padrino?

- Una urgencia en el trabajo. Algo explotó creo, ¿no? - Djafary estaba al tanto de los avances de ese proyecto, aunque su padre no lo supiera.

- Sí - Leo miró al mayor -. El reactivo número 09 tuvo una falla; estaba haciendo un ruido extraño, desde que llegamos... ¿Me quedaré contigo?

…l asintió.

- ¿Qué quieres hacer?

- ¡¡Juguemos!!

Djafary tuvo que reprimir una mueca da fastidio al verse inmerso en un juego de búsqueda con un niño de tan sólo cinco años de edad.

Léopold no era muy imaginativo al buscar escondites, pero luego del tercer intento, Djafary se dio cuenta que era más feliz siendo encontrado, ya que estallaba en felices carcajadas, abrazándose a las piernas del mayor.

El chico se recordó que debía asear a Leo, especialmente cuando lo encontró escondido justo en el contenedor se desechos, donde escuchó la sospechosa risita y atrapó al niño, pensando en lo increíble que era verle reír por cualquier tontería.

- Mira como te has puesto - refunfuñó Djafary, quien lo llevó colgando bajo el brazos a medida que notaba como Leo agitaba las piernas.

Al llegar al cuarto de baño accionó el mecanismo que empezó a llenar la bañera de agua y miró al niño de reojo.

- Vamos, desvístete - ordenó.

Desde luego cuidar de un niño no era fácil.

- Quiero jugar más - Leo hizo un pucherito, pero comenzó a desvestirse. Cuando quedó desnudo se acercó a Djafary para que comenzara a lavarle, antes de meterlo a la tina -. Quiero gustarte, Djafary - dijo sinceramente. Seré tan útil como esos libros que tanto te gusta estudiar.

- Lo que tienes que dejarme hacer es estudiarlos - replicó Dja con cierto fastidio.

Djafary puso más ímpetu en lavarlo. Fue ahí en donde se fijó un poco más en Leo, o más bien en sus tatuajes. Alguna vez había visto los de Maury, una vez que venían a disfrutar de la piscina climatizada y pudo observar que Leo había heredado la misma estructura; la misma blancura de su piel y al tacto, era tan suave como siempre imaginó que sería la de Maury.

En realidad Leo tenía mucho de sus padres, lo que por un momento le hizo sentirse triste con respecto a lo que había ocurrido esa noche. Dja apretó los labios; no se podía hacer nada.

Con un gesto llevó las manos bajo las axilas del niño y lo metió al agua de un tirón.

Era inevitable.

Esas muertes eran inevitables... el mundo se estaba yendo a la mierda y no había forma de pararlo, así que lamentarse no iba a producir el milagro de una cura para el planeta; solo lo conseguirían los hombres con determinación.

Y él iba a ser uno de ellos costara lo que costara.

Djafary empezó a enjabonar el negro pelo de Leo con un prudente silencio, poniéndose a sus espaldas para que no pudiera darse cuenta de lo que pasaba por su mente en esos momentos.

Leo comenzó a juguetear con el agua y las burbujas de jabón que resbalaban de su cabello negro.

- Mi padre dijo que nací de su panza - informó a Djafary - ¿Sabes cómo ocurrió eso? - preguntó -. Quiero un hermanito - dudó, haciendo que el joven de tez negra notara que algo había puesto triste al niño -. Aunque no creo que sea posible. Papá tiene poco tiempo.

- En realidad ya tienes un hermano - replicó en voz baja Djafary -. Mi padre es tu padrino; ahora vives aquí, así que eso nos hace familia.

El niño volteó a mirar a Djafary. La mirada café era gentil y curiosa.

- ¿Entonces puedo llegar a gustarte? - preguntó -. Los hermanos se gustan.

- Algunos se llevan muy mal - rebatió Djafary con una sonrisa burlona - Además, mocoso, ¿quién ha dicho que no me gustes?

- ¡Hoy me dejaste abandonado! - dijo Leo. Si es que Djafary esperaba que lo olvidara, comenzaba a ver que no fue así -. Me engañaste para escapar; eso no debería hacerlo un hermano.

- Eso es porque no aceptas un no como respuesta - Djafary le salpicó con agua apropósito -. Tienes que ser menos caprichoso.

- ¿Debo permitir que me dejes atrás algunas veces? - preguntó el niño y se incorporó un poco de la tina, para lavarse torpemente - ¿Serán muchas?

- No lo sé, Leo, pero las habrá - aseguró Djafary -. Así que nos haremos la vida fácil a los dos, ¿trato hecho?

Después de todo no iba a vivir siempre en esa casa.

- Bien - aceptó Leo y Djafary dio por terminado el baño, así que fue por una toalla para tomarlo en brazos y caminar hacia la pequeña pieza donde el niño dormía para comenzar a buscar ropa, mientras lo depositaba encima de la cama.

Léopold comenzó a secarse, mientras Djafary terminaba de elegir ropa y se levantó para estirar la mano hacia el joven negro, quien apenas se acercaba.

A decir verdad era curioso notar lo humano que Leo lucía, pese a tener un padre con la genética de Maury. Djafary pondría en duda la bondad alienígena de la que pocos eran merecedores de saber, viendo ese cuerpo desnudo y pálido.

- Frío - se quejó Leo, luego de unos minutos de silencio.

Djafary se apresuró a vestir a Leo, a pesar de que no hacía falta, pero lo hizo de igual manera. Era como si esa noche, frente a lo que había ocurrido, quisiera darle un poco más de atención de lo que lo haría normalmente.

Tras tenerle ya vestido, le frotó los pequeños brazos para que entrara en calor con más rapidez.

- ¿No quieres nada más de cenar, Leo?

- ¿Chocolate? - preguntó el niño con un gesto de vulnerabilidad del que Djafary no se había percatado -. Esta noche está más frío, Djafary... ¿por qué?

Djafary se sentó en la cama y tomó a Leo para sentarlo en una de sus piernas.

- Mi padre ha ido a una urgencia, pero no ha sido al trabajo - susurró con cuidado. Después de todo alguien tendría que decírselo y no veía capaz a Issa de hacerlo; no después de esa noche -. Tu padre, Seth, ha dejado de sufrir.

Djafary sabía que el gesto de Leo sería triste, pero no imaginó lo mucho que le dolería verlo. El niño hizo un ademán afirmativo luego de que los ojos se le llenaran de lágrimas y se abrazó al mayor, para esconder la carita.

- Papá me pidió que no llorara - sollozó -, pero no puedo evitarlo...

Djafary estrechó el pequeño cuerpo contra él y le acarició el pelo aún mojado.

- Es normal, Leo, puedes llorar cuanto quieras.

*

El gesto de Seth era sereno. La maquina había dejado de trabajar, pero no había indicio de forcejeo en la cama; así que Issa dedujo que su amigo se había quedado sencillamente dormido.

Maury estaba ahí, recostado a un lado de Seth, sin dejar de mirarle. E Issa no estaría tan preocupado, si no fuera porque el joven no se movía para nada; tan sólo estaba ahí, mirando.

Ya sabía las consecuencias de que Seth muriese, pero vivirlo era algo muy diferente. Issa se había hecho a la idea de lo que iba a ser ese momento, pero también era muy diferente.

- Maury, ¿Aún puedes oírme? - musitó Issa, obligándole a mirarlo.

Nada. La mirada de Maury no se había despegado del tranquilo gesto de Seth, pese a que Issa le sacudió con gentileza primero y más fuerte después.

¿Así sería hasta que la muerte alcanzara a Maury? ¿Realmente no podía hacer nada?

- ¡¡Maury!! - insistió y le sacudió de nuevo -. No le puedes hacer esto a tu hijo, ¡reacciona!

Pero no reaccionaba. Era como un muñeco; por más que le sacudiera no ocurría nada. Tan solo miraba el cadáver de Seth, lo que acabó con su paciencia y lo golpeó, tirándole al suelo.

Y allí se quedó.

Issa gritó al ver que no hacía esfuerzo alguno por moverse y volvió a gritar cada vez más fuerte.

Era frustrante verlo así. Era cruel que pasara eso. Morir porque tu amor ha fallecido a pesar de tener hijos a los que se debería de seguir cuidando.

Era un horror. Incomprensible... y ahí se demostraba que los pakhupras no eran tan perfectos como todo el mundo creía.

Maury le había explicado que eso pasaría, pero Issa no pensó que fuera cierto. La verdad es que... Issa había guardado esperanzas porque no fuera cierto.

¿Y ahora? ¿Tan sólo esperaría a que el cuerpo de Maury muriera?

No. Issa también había ido preparado para eso.

El hombre se movió hasta el maletín que había llevado. Fue rápido en cada uno de sus movimientos en los que sacaba una aguja y la rellenaba con alguna sustancia de un pequeño frasco. Si no lo hacía rápido se echaría atrás y todo el valor que había reunido para esa decisión se vendría abajo.

Issa se acercó al cuerpo de Maury y lo levantó hasta llevarlo a la cama junto al inerte de Seth, y le dio un beso en la frente como despedida.

Después clavó la aguja con fuerza en su corazón e inyectó el líquido a su cuerpo.

Issa se alegró de haber hecho ese movimiento rápido, ya que el jadeo que escapó del pecho de Maury le hubiese convencido de echarse para atrás.

El líquido fue haciendo su trabajo suavemente e Issa vio la lenta forma en que los párpados de Maury se cerraban, hasta que se le escapó un largo suspiro.

Se había acabado.

Issa sabía que no podía dejar morirse a Maury lentamente, así era mejor. El hombre ocupó el lugar en un rincón de la habitación en donde desahogó su pena. Acababa de perder a dos grandes amigos el mismo día y no podía permitirse llegar a casa en ese estado, a las vistas de Leo.

El niño ya tenía demasiado con la muerte de sus padres como para ahogarle con su propio dolor, así que en esa habitación se quedaría todo.

El día siguiente se realizó un discreto evento fúnebre. Issa había llamado a su hijo para que ambos fueran a despedir a la pareja.

Léopold tenía una expresión acongojada en su carita, pero escuchó las palabras dedicadas a sus padres, antes de abrazarse a Djafary, mientras amigos de ambos intentaban acercarse a dar su pésame.

Después de la ceremonia, regresaron a casa.

El lugar seguía igual de silencioso como cuando se fueron, pero había menos peso de alguna manera. Todo había acabado. Habían estado en tensión sabiendo que ese momento llegaría, pero ya había acabado.

Era hora de seguir con sus vidas.

*

Djafary había estado leyendo hasta tarde. Cuando por fin se arregló para ir a la cama, escuchó el ruido de la puerta automática y volteó para mirar a ese pequeñito, que permanecía en silencio, mirándole de manera suplicante.

- ... ¿por favor? - susurró adorablemente.

Dja titubeó un momento, sin embargo cedió ante esa expresión.

- Vamos - respondió con un gesto de mano, mientras se metía a la cama.

Leo sonrió y corrió a acomodarse en la cama, antes de mirar la manera en que Djafary terminaba de prepararse.

- ¿Por qué tengo que ser tan pequeño? Quiero ser alto como tú. ¿Crees que lo logre?

- Las probabilidades son altas - respondió Dja, desde un punto científico. Seth era alto, y había heredado más rasgo de él - No tienes que preocuparte por eso todavía, solo tienes cinco años.

- Ya quiero tener más años - Leo se acurrucó junto al mayor, en cuanto él se acostó en la cama -. Quizá podría trabajar contigo, si logro saltar cursos.

Dja hizo un gruñidito, que se quedó en algo dubitativo a la idea del niño, y se acomodó mejor en su cama con bastante sueño.

Era extraño tener ese calor extra a su lado, que esa noche se aferraba a él con fuerza.

Desde luego no era solo la vida de Leo la que había cambiado.

Antes de quedarse dormido, Djafary tuvo la idea que no era molesto tener el calor de Léopold junto a su cuerpo. Había algo agradable en todo eso, pese a que estaba decidido a mantenerse firme y no permitirle dormir en su habitación de nuevo. No faltaba mucho para que le aceptaran en la importante cadena de investigación a iniciar sus prácticas, pero no dejaría que el niño se encaprichara con su habitación.

Sin embargo eso fue más fácil pensarlo que llevarlo a cabo.

Los días pasaron y cada noche Leo dormía en su habitación. Alguna de esas veces Dja le había llevado dormido a su propio cuarto, pero al amanecer, se había encontrado con que Leo había vuelto y había sido en vano que le hubiera llevado hasta su cama.

El niño no era capaz de separarse de él, lo que empezaba a tensarle.


- No te pongas así, Djafary - dijo Issa, cuando el joven comentó el problema a su padre -. Leo solo necesita compañía... No quieras que se recupere de lo de sus padres tan pronto.

- Pero no es necesario que duerma cada noche conmigo - refunfuñó él -. Eso solo alimentará a que no se acostumbre ni a su habitación ni a dormir solo, papá.

- Eso dejará de importar cuando vayas a hacer el servicio - dijo el hombre - ¿Tanto te molesta que duerma contigo?

No es que le molestara; todo lo contrario. Era tan agradable que Djafary temía ser a quien le costara trabajo desprenderse de la cálida presencia de Leo.

- No, ¿pero qué hará cuando me vaya? - preguntó Dja, con mucha razón -. Tiene que acostumbrarse, papá - insistió -. No voy a estar aquí cada noche para que deje de tener miedo.

- Estás subestimando a Léopold - Issa restó importancia a las cosas -. No ha reaccionado como el resto de los niños... De todos modos le convenceré para que deje de dormir contigo.

- Bien - aceptó Dja, contento con esa respuesta.

Djafary evitó estar presente durante la plática de su padre con Leo. Supo que el niño había asimilado bien la petición, especialmente cuando no se escabulló a su habitación esa noche, pero le incomodó la ausencia de ese calor infantil.

Fue eso lo que provocó que Djafary tuviera ese sueño. Estaba durmiendo y sintió el colchón hundirse por el ligero peso del niño. Ya estaba acostumbrado a eso, así que lo que hizo fue atrapar el cuerpo de Leo con un brazo y acurrucarlo a su lado, como había hecho hasta ese día. Sin embargo había algo más.

Leo se pegaba diferente a su cuerpo. Sentir eso le hizo ponerse en alerta, pero no era capaz de despertarse.

Era el calor de Leo, esa agradable sensación aumentada de manera inimaginable, haciendo a Djafary desear extender más tiempo la embriagadora fragancia del pequeño.

Más cerca... Más...

Djafary despertó con un jadeo al reconocer el deseo y se incorporó violentamente en la cama, antes de apretar las mantas contra su pecho y maldecir.

No. Era imposible haberlo deseado así. No a Léopold; un niño.


*

El sueño no le cambió la rutina.

Djafary echó la culpa a todos los acontecimientos acaecidos recientemente así como la presión en sus estudios, así que estaba nervioso, pero no por ello cambió su rutina ese día. Había completado el horario que se marcó por completo, incluyendo la recogida de un libro especial por la cual llegaría un poco tarde a casa.

Ya había avisado a su padre, con lo que él respondió que le esperarían para cenar.

A pesar de los días transcurridos, la promesa de cenar con ellos todas las noches seguía en pie e Issa parecía no querer romper al menos eso.

Lo que también seguía latente, era que algo había cambiado hacia Leo. Djafary estaba más consciente de la presencia del pequeño, quien revoloteaba a su lado el tiempo que estaba en casa; cuestionando y riendo; intentando jugar con él, pese a que mostraba igual de distante.

Djafary descubrió la razón, luego de semanas de estar soportando esa situación. Fue una madrugada, luego de haber soñado con el sabor de los labios de Léopold.

Una razón que no le gustó en absoluto.

Era absurdo soñar esas cosas con un niño; era de enfermos.

- Creo que voy a instalarme en la universidad - Djafary sorprendió con esa noticia esa mañana a su padre en el desayuno.

- ¿Instalarte? - Issa miró a su hijo con detenimiento -. Has estado haciendo buen trabajo hasta ahora. No es necesario que te instales en la Universidad, Djafary.

- Se acercan los exámenes finales y no quiero ninguna distracción; allí tengo lo necesario para poder concentrarme papá - respondió Djafary, sin parecer dispuesto a torcer su brazo.

- Pero Leo se sentirá solo...

No. No debía quedarse con Léopold a solas. No cuando Djafary comenzaba a mirarlo de forma distinta.

- No es mi problema - espetó Djafary con desprecio -. Iba a irme en unos meses, nada cambia que me vaya ahora.

A Issa no le pasó desapercibido el tono de voz que su hijo había utilizado y suspiró sabiendo que no podía forzar nada, especialmente cuando era evidente que no gustaba de Leo.

- Lamento haberte impuesto la presencia de Léopold - hizo un ademán afirmativo -. Si esos son tus sentimientos hacia él, será mejor que no estés cerca.

Sí, era lo mejor.

Djafary estaba seguro de que todo se calmaría en cuanto sus exámenes finalizaran y saliera de aquella casa; cuando viviera lejos de Leo, volvería a verlo como lo que era, un niño alegre y confiado y no aquel con el que tenía esos sueños, para nada sanos.
Notas finales: En la parte dos pongo los aspecos del concurso. En fin de semana.

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