Jueves (11 de marzo)
By: Naruu Uzumakii
Contemplo al cuerpo inerte que tengo a mi lado, contemplo las facciones suaves y frágiles; contemplo esos orbes cerrados, nunca se abrirán nuevamente ¿No? ¿Por qué…? ¿Por qué ahora? Todo estaba obscuro, el cuerpo a mi lado estaba ensangrentado, con cristales incrustados en su blanco cuerpo ¿Por qué se había interpuesto entre todos esos peligros por alguien como yo? Todo comenzó unas semanas atrás, cuando un chico rubio subía corriendo al tren en el que yo viajaba.
Era rubio, de ojos azules, no era alto, pero lo suficiente para mis gustos. Usaba un bello atuendo, nada que ver con los modelos de las revistas, pero era hermoso, las marcas en sus mejillas eran hermosas, siempre se sentaba enfrente de mí. Siempre… Jugando con su bolígrafo de color azul, apretando su pantalón o mirando un punto inexistente.
Siempre sus atuendos eran más encantadores, la mayoría de las veces su rostro mostraba un sonrojo, pocas veces le miré fijamente, cuando sus orbes azules chocaban con los míos, sentía un escalofrío y lo desviaba al instante, para disimular mi enorme nerviosismo suspiraba mirando por la ventana, mirando… Nada.
Las veces que volteaba a mirar su rostro sus ojos se veían cristalizados, la gente bajaba y subía en cada estación, sin embargo nunca quitaba ese rostro melancólico después de que yo lo miraba, era extraño… Un día, él estaba sonriendo y se me ocurrió mirarle, él parecía temblar, tomaba su pantalón en un agarre ansioso, nervioso. Suspiré cansado, el ambiente lleno de gente nunca me había gustado en lo más mínimo. Él seguía encogiéndose en su asiento.
Nunca nos hablábamos, puesto que él no se acercaba y yo, yo no lo haría, no le diría que… ¡Vamos! ¿Qué le diría? Me gustas, ten un hijo conmigo, ¿No, verdad? Porque… Éramos hombres y… ¿Él tiraba para el mismo lado que yo? Eso no lo sabía, solo el silencio nos inundaba, el tren se vaciaba y se llenaba, la gente corría y él como si nada, solo temblando. Su mirada perdida me gustaba, sus sonrisas al aire, sus sonrojos. Él era todo lo que yo quería. Lunes, martes, miércoles y todo el resto de la semana así, en silencio. Estaciones atrás, estaciones por venir y silencios eternos.
Yo sabía que él estaba enterado de mi nombre, yo era muy popular en el colegio, siempre todos sabían mi nombre. Yo sí sabía el nombre de él. Naruto Uzumaki, un chico alegre, hiperactivo, tonto, lindo y todo lo que el mundo quisiera, pero para mí, él era… Era… Era la mitad de mi alma. Una tarde parece que se decidió, pero me equivoqué.
—S… Sa… Sa… Sai— Me miró sonrojado, allí supe que… Tiraba para el mismo lado que yo, pero no dijo más y en cuanto el tren paró, él corrió y se perdió entre la multitud. Después de ese día no lo vi por… Quizá dos semanas. Quizá fue una semana y medio o quizá más.
Dos semanas y media, hasta que un día entró y se sentó enfrente de mí, entonces yo no quise perder más tiempo, me levanté rápidamente de mi cómodo asiento y senté a su lado, él se sobresalto, pero no dijo nada, solo miró el suelo manchado de tinta azul.
— ¿Dónde te habías metido? En la escuela no te había visto, igual sé que quizá… No te conozco y te he echado de menos… Cada mañana rechazo el autobús y vengo aquí, a este tren, para ver si te encontraba. — Él me miró sorprendido, pero solo sonrió y siguió escuchándome.
Entonces vino lo más esperado por él, la estación ya estaba muy cerca, yo le hablaba de lo mucho que me gustaba y él me respondía de la misma forma, entramos a un túnel, en donde ya no se veía mucho y… Una explosión se escuchó, los vidrios volaban por todos lados, la gente gritaba, él me cubrió con su cuerpo, sigo sin saber como un cuerpo tan frágil soportó tanto. Un 11 de marzo… Ese día… Lo perdí y me perdí…
Yo estaba aferrado a su aún tibio cuerpo, lo abrazaba como si mi vida dependiera de ello, pero… Sentí mojada su espalda. Rogué, supliqué para que no fuera lo que yo creía. Sus manos recorrieron de mi pecho hasta mi rostro que se contraía por el dolor emocional que estaba sintiendo, me besó, muy suave y tierno… Tanto que lloré, derramé lágrimas, el tren estaba hecho trizas y fui uno de los pocos sobrevivientes, muy heridos, pero estábamos vivos.
—Te quiero…— Dije, suspiraste y lloraste abrazándote a mi cuerpo así, como estamos ahora… Abrazados, tú y yo… Yo estoy vivo, gracias a tu sacrificio, tu cuerpo esta… Frio, muy frio, no pude detener mi amor… Se escapó en un ligero suspiro y no pude hacer nada… Naruto. Cerré mis ojos y dormí, sé que estoy vivo aunque no lo parezca, aunque mi familia me mire triste, sin ganas de nada, sé que estoy vivo porque respiro, porque tengo una vida gracias a ti, soy quizá solo un muñeco en este lugar.
Porque ese jueves te perdí y me perdí...