Kyoya se despertó esa mañana solo en la cama de matrimonio, se levanto y fue a bañarse. Había dormido tan profundamente que ya era las una p.m. No solía levantarse tan tarde, pero la verdad es que llevaba un tiempo con falta de sueño y en cuanto Tsuna dio a luz sintió que le quitaron un peso tan grande de encima que se quedó profundamente dormido nada mas terminar de desahogarse. Salió de la ducha desnudo, de todas formas, ¿quién lo iba a ver si estaba solo en casa? ¿solo? Eso le recordaba que tenía que visitar a su pareja e hija recién nacida. Todavía se le hacía un poco extraño el pensar que era padre. Ni en sus perores pesadillas de adolescente lo habría imaginado, pero ahora, era distinto. Ahora era una persona distinta. Seguía siendo igual de violente y antisocial que antes pero ya no era su prioridad la luchar, no, ahora su prioridad era estar con su lindo castaño y su hija.
Aún desnudo se dirigió a la cocina, preparo el café y sacó la leche. Dejó el café preparado en la encimera y fue a la habitación a ponerse algo de ropa ya que si el ojimiel se enteraba de que andaba por casa así seguro que lo reñía. Salió del cuarto vestido con unos vaqueros azules oscuros ceñido al cuerpo, una camisa gris junto con un chaleco negro y unas combers negras. Se veía magnifico, bueno después de todo era a su castaño al que iba a ver y siempre tenia que verse magnifico para él. Se tomó el café tranquilamente, no tenía prisa, además necesitaba prepararse mentalmente para lo que le iba a decir a Tsuna. Kyoya ya sabía la reacción que tendría el castaño pero aun que sabia como reaccionaría seguía siendo difícil decirlo. Iba a irse ya para el hospital cuando recordó algo y volvió a su habitación.
-“Por poco me olvido de lo mas importante”.-Se decía a si mismo el moreno mientras se guardaba algo en el bolsillo,
Salió de casa cerrando la puerta con llave y tomando el ascensor para bajar hasta la cochera. Se acercó a sus plazas y se quedó mirando su coche y su moto. Al final opto por coger su moto, un BMW S 1000 RR* negro. Pensó que sería lo mejor ya que el coche se vería demasiado ostentoso y además prefería ir en moto cuando iba solo y no tenía que trabaja. Se había tomado el día libre y que se lo impidiesen si querían, pero no aseguraba que el que se lo impidiese saliera vivo. Fue rumbo al hospital. Ya se le había hecho algo tarde ya que eran las dos y media de la tarde. Bueno al menos no estarían esos molestos herbívoros al rededor de sus castaños (se refiere a Tsuna y la bebe). Dejó la moto en los aparcamientos del hospital y se dirigió dentro de este. Al entrar se fue directamente a recepción a preguntar por la habitación del ojimiel.
-Perdone, ¿La habitación de Sawada Tsunayoshi?-Preguntó educadamente a una enfermera de unos cuarenta y tantos años, morena y de ojos castaños.
-¿Eh? Ah...¿Sawada Tsunayoshi?-Pregunto de vuelta la enfermera. El moreno asintió y la enfermera se quedó mirando lo embobada unos segundos. Tras eso dirigió su vista a la pantalla del ordenador y tecleo el nombre del castaño.-Sawada Tsunayoshi-san se encuentra en el ala de maternidad, habitación 1827.-Dijo la mujer sonriendo le coqueta a Kyoya. Este la ignoró y se fue directo a donde le habían dicho. Mientras la enfermera veía como se iba ese hermoso hombre.
A su paso todas las personas, hombres o mujeres, se le quedaban viendo. Se veía muy hermoso y eso lo notaban todos sin excepción. Ya en el ala de maternidad, muy cerca de la habitación, se encontró con la panda de herbívoros molestos.
-¡Kyoya!-Decía a modo de saludo Dino. El moreno pasó olimpicamente de él haciendo que todo el grupo que se encontraba detrás del rubio se riera.-Vamos Kyoya no seas así.-Decía el rubio haciendo un puchero.
-¿Así cómo maldito caballo?-Preguntaba el moreno molesto ya que las cosas no habían salido como planeaba.
-Pues así.-Decía poniendo cara de poker como si estuviera imitando la del moreno. Se volvieron a escuchar las risas de todos, excepto la de Kyoya. Este mando una mirada asesina a toda la gente presente haciendo que se callaran al instante.
-¡Maldito caballo! Te morderé hasta la muerte.-Decía con voz de ultratumba a la vez que sacaba sus tonfas de quien sabe donde.
-Espera Kyoya, no querras que tu linda hijita se despierte y se ponga a llorar por el escandalo ¿no?-El moreno le lanzó una mirada mortal y guardó las tonfas. Apartó a toda la gente de la puerta y entro a la habitación. Después escuchó los pasos de todos esos molestos herbívoros alejarse a la vez que se reían. Definitivamente los mordería hasta la muerte en cuanto saliera del hospital.
Se adentró en la sala pintada de un azul muy claro con un gran ventanal al fondo de la habitación con una cama y una cuna junto a esta. En la cama se podía observar a un bello castaño de ojos miel sentado al borde de la cama mirando por la ventana abierta de par en par.
-Tsuna.-Susurro el moreno mientras se acercaba por detrás al castaño y lo abrazaba dulcemente.
-¡Kyoya!-Exclamaba alegre el ojimiel mientras se volteaba y abrazaba a su pareja.
-¿Cómo te encuentras?-Preguntaba mientras estrechaba al menor aun más entre sus brazos.-¿Qué tal pasaste la noche?
-Estoy bien y la noche la pase como pude ya que la niña se despierta cada dos horas para que la alimente.-Decía mientras suspiraba y apoyaba su cabeza en el pecho del mayor.-Esto es bastante más difícil de lo que parece.-Comentaba mientras cerraba los ojos y escuchaba los latidos acompasados del corazón del moreno.
-Ya veo.-Decía comprensivamente mientras acariciaba los cabellos castaños de su pareja.
El ojimiel levantó su mirada y le sonrió dulcemente a la vez que el otro acercaba sus labio a los del menor para besar lo de forma muy tierna. Lamió los labios de este para que abriera la boca y le dejara paso a su cavidad bucal. Lo que hizo inmediatamente dejando paso a la lengua del moreno. Intensificaron el beso convirtiendo lo en una lucha entre sus lenguas por el poder. Poder que consiguió Kyoya ya que tenía años de experiencia haciendo sucumbir al ojimiel. El moreno comenzó a acariciar la pierna del castaño, que se encontraba al descubierto a causa del camisón que llevaba puesto, sacando le unos cuantos suspiros cuando la bebita se puso a llorar.
-Tch.-Chasqueó la lengua al verse interrumpido.-¿Qué le ocurre?-Preguntaba al oír el estruendoso llanto de la infante.
-Es su hora de comer.-Decía tranquilamente mientras sacaba a la niña de la cuna y la mecía suavemente para calmarla.- Ea, ea, mi niña, tranquila.-Se sentó de nuevo en la cama.-Kyoya ¿Podrías desabrocharme el camisón?-Preguntaba inocentemente sin saber todas las obscenidades en las que estaba pensando el moreno en ese momento.
El otro no contestó, solo se acercó al castaño y le desabrochó el camisón justo como le habían pedido. Tsuna acercó a la niña a uno de sus pechos y esta sabiendo lo que tenía que hacer abrió su boca, enganchando se a un pezón, y comenzado a succionar para extraer su alimento. El mayor se quedó encantado con la hermosa escena que se presentaba frente a él. Las dos cosas que más quería en el mundo estaban juntos y frente a él. Se le enterneció el corazón de una manera que ni él mismo lo creía posible. Después de todo era Hibari Kyoya no era posible que se enterneciese por tal tontería. Todo eso era culpa de esos dos pequeños herbívoros que tenía delante suya. Odiaba admitirlo y nunca lo admitiría delante de nadie que no fuesen esas dos pequeñas criaturas. Y ya que solo lo iba a admitir delante de esas dos personas tenía que hacerlo bien. Tsuna terminó de alimentar a la niña y la hizo eructar. Tras eso la durmió y la echó en la cuna.
-Tsuna, necesito hablarte de algo importante.-Decía con un semblante serio. Bueno su cara la mayoría del tiempo estaba seria pero esta era aun más seria de lo normal. El menor asintió y el mayor prosiguió hablando.-Ya llevamos varios años de pareja...Y creo...Que ya es hora de terminar nuestro noviazgo...-Con estas palabras a Tsuna se le hizo tal mueca de horror en la cara que cualquiera hubiera creído que le estaban sacando y pisoteando lo frente a él. Y la verdad es que así se sentía. Kyoya al ver esto se apresuro a seguir.- Ya es hora de terminar nuestro noviazgo, por eso...-El moreno metió la mano en el bolsillo y sacó una cajita de terciopelo negro.-¿Te quieres casar conmigo?-Preguntaba a la vez que abría la cajita y le dejaba ver un anillo de oro blanco con un diamante naranja en forma de lágrima**.
CONTINUARA...
