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¡¿Me QUE?! por Arkady Nekozukii

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Episodio 10: Detrás de ojos azules. Un momento para Hee-kun.

No estaba completamente rígido. Aunque tampoco estaba respondiendo de ninguna manera. Pero lo mas importante....
.... no lo había apartado.
Heero sintió el palpitar del corazón del trenzado a través de sus labios. La pasión que había estado conteniendo tanto tiempo... estaba a punto de escaparse.
"¡Si vas a apartarte, será mejor que lo hagas rápido Duo!"
El ojiazul de verdad trataba de contenerse un poco, pero pronto se encontró besando al chico en sus brazos... besándolo de verdad, no el simple toque de labios que habían tenido hasta ese momento. Devoraba los labios del trenzado, imprimiendo en ese beso todos los sentimientos que había ocultado desde ya hace tiempo. Su frustración, su atracción, su deseo, su pasión...
La ansiedad desapareció y el cuerpo de Duo se relajo por fin, sus manos que se encontraban en el pecho de Heero subieron y se enroscaron alrededor de su cuello mientras el ojiazul tomaba al trenzado de la cintura y lo acercaba aun mas. Sabía que Duo estaba asustado. Podía sentirlo tan claro como podía sentir su deseo por él. Pero aun así, el trenzado estaba dejando que él lo besara. Que lo abrazara. Cuando obligo al otro a arrimarse a la cama, Duo lo dejo sin protestar. Ambos se separaron.
Duo se encontraba sentado en la cama, su rostro sonrojado y jadeando ligeramente por el apasionado beso que compartiera con el ojiazul. Heero se encontraba con el pie izquierdo en el suelo y la rodilla derecha en la cama, inclinado sobre Duo. Por su parte Duo levanto la vista y viendo el color en el rostro del japonés y la cercanía que aun existía entre ellos, no pudo evitar estremecerse.
- He-Heero – casi suspiro el trenzado, tratando de hablar, tratando de recuperar la compostura que el otro le había robado, de invocar el enfado que de pronto había desaparecido.
Pero con casi un gruñido Heero volvió a capturar sus labios en un ardiente beso que derritió a Duo, quien cerró sus ojos con fuerza y nuevamente permitió al japonés ultrajar su boca. Porque, pese a que aun lo seguía negándolo, incluso a si mismo, él deseaba esto tanto como el ojiazul.

-- § --

Pese a que se estaban muriendo por saber que era lo que sucedería, tanto Hilde como la madre de Heero habían bajado a la primera planta a darles algo de “privacia” a los dos. Además, no era como si los dos pudieran salir de ahí.
Así es que cuando escucharon agitados pasos bajando las escaleras, las dos dejaron lo que bebían en ese instante para volverse sorprendidas solo para apenas y alcanzar a distinguir el final de la trenza de Duo mientras este cerraba la puerta al salir de la casa.
- ¿Pero como...? – se pregunto Kaori con los ojos enormes mientras Hilde juraba por lo bajo.
- Pero que tonta he sido, por supuesto que Duo podría forzar la cerradura – se regañaba una y otra vez la jovencita – Debimos de habernos quedado a vigirlar.
Pero ahora, por supuesto, era demasiado tarde.

-- § --

"- Tengo que pensar. Dame tiempo."

Con esas palabras Duo lo había hecho aun lado para levantarse de la cama e irse, de alguna manera forzando la cerradura de su cuarto.
No entendía muy bien porque el trenzado hacia eso. Era obvio que se sentía, al menos, atraído a él. No sabía si le agradaba su carácter (que, Heero admitía, no era de los mejores) pero al menos sabía que le importaba y estimaba. Bien podrían partir de esos leves sentimientos, conjugarlos con la atracción y formar una buena relación.
Pero había una parte, por insignificante o tonta que pareciese para otros, que Heero si entendía sobre la indecisión de Duo.
Orgullo.
Era inaceptable la idea de que sus propios padres eligieran a su futura pareja, mucho menos a su “compañero de por vida”, mas mundanamente conocido como esposo. Heero no estaba seguro de querer a Duo a esos extremos, pero para eso quería mantener un noviazgo, para saber si de verdad podían llegar a enamorarse. Pero aun ahora sentía resentimiento, sin importar que tan leve fuera, contra su madre por robarle el poder de decidir a su pareja.
Sin embargo para él era más importante no dejar una oportunidad de ser feliz (si bien algo nublada por la interferencia de sus padres) con Duo. El saber si el trenzado opinaba lo mismo que él y prefería darse una oportunidad con él a mantener su orgullo y rebeldía para con sus padres, era algo por lo que Heero debía esperar.
Y esperar.
Y esperar.
... y para variar... esperar.
Heero suspiro.
"Este va a ser un día muy largo"

-- § --

En la escuela, al día siguiente Quatre, Trowa y Hilde esperaban a Duo en su usual mesa en la cafetería. Trowa comía tranquilamente, no interrumpiendo su ahora usual rutina desde que se comenzara a juntar con los amigos de su ex-obsesión. Mas estos dos se encontraban ligeramente turbados, Hilde escaneando con sus ojos la cafetería cada dos minutos, apenas probando bocado y Quatre mordiendo su labio inferior con nerviosismo, sin siquiera fingir que comía y sin despegar su mirada de la puerta principal de la cafetería.
Ninguno decía palabra alguna, Hilde demasiado ansiosa, Quatre demasiado preocupado y Trowa demasiado... pues siendo demasiado Trowa.
Hilde fue la primera en romper el silencio.
- Tal vez se murió – sugirió gravemente.
- ¡Hilde! – Quatre exclamo con alarma - ¡Ni siquiera lo pienses! ¡Le podrías dar malas vibras! ¿Qué tal si si sucede?
- ¡Hablo en serio! – se defendió la chica – Duo nunca llega tarde al almuerzo, la comida es su vida. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste llegar tarde a la cafetería? – Quatre guardo silencio mientras Trowa levantaba una ceja con un gesto entretenido – Nunca, ¿cierto? Tal vez murió – concluyo ella con un cabeceo.
El rubio soltó un débil gimoteo y escondió su rostro entre sus manos.
- Además quien sabe que paso entre Heero y él ayer – prosiguió la chica – Duo ni siquiera me abrió la puerta de su casa y tampoco contesto el teléfono. Y Heero... pues apenas íbamos a entrar a su cuarto cuando nos aventó un vaso de agua de jamaica y se encerró en su habitación – sudo una gotita la chica. – Por suerte su mamá es amable y me dejo cambiarme... aunque las ropas que me dio eran chistosas – medito, recordando la blusa y falda que le prestara la señora. Eran normales, pero los estampados de pescado Hilde no los había visto en ningún otro lugar.
- ¿Qué tal si si le sucedió algo? – pregunto Quatre - ¿Y si se deprimió? ¿Y si esta llorando y sufriendo en estos momentos? ¿Y si se suicido? ¿Y si esta esperando, arrepentido a que lo rescatemos? – se angustio cada vez mas el árabe, levantándose para ir a ayudar a su amigo.
Hilde lo tomo del hombro y lo volvió a sentar.
- Te recuerdo que Heero no vino a la escuela y le presto su auto a Duo para que viniera...
- ¿Pero que tal si choco? – interrumpió el otro – Nunca antes había conducido... ¡Oh, Heero no debió prestarle su coche! – se lamento.
- ... Duo mismo nos lo dijo cuando lo vimos al entrar a clases – termino Hilde, sin inmutarse en lo absoluto por la interrupción.
Quatre se sonrojo y callo, pero Hilde le aseguro que estaba bien. Es decir, después de tanto tiempo de conocerse, la chica ya estaba acostumbrada a las exageraciones y melodramas de Quatre cuando se preocupaba por alguien. En parte ella tenía la culpa, no debió siquiera sugerir que Duo no estaba vivo, al menos no frente a un preocupon como Quatre.
De pronto sus ponderaciones fueron interrumpidas por una dramática entrada de cierta rubia cabeza hueca.
- ¡¿Dónde esta?! ¡¿Dónde esta mi amado Heero?! – les exigió saber apenas estuvo frente a ellos.
- No sabemos Relena – contesto mecánicamente Hilde, ignorando las lagrimas de cocodrilo que corrían por las mejillas de la acechadora de Heero.
- Algo terrible le ha pasado, ¿cierto? – pregunto, su voz temblando con sentimiento – ¡Oh, mi amado Heero! Seguro esta sufriendo en una cama de hospital, después de un acto heroico. ¡Y ese Duo! Apuesto a que esta tratando de usurpar mi lugar como la amada de mi querido Príncipe y lo atiende en estos momentos
"¿Qué demonios se fuma Relena antes de venir a la escuela?" se pregunto Hilde, viéndola casi con miedo.
- ¿Entonces porque no vas al hospital y reclamas tu lugar como la amada de tu héroe, Lena? – sugirió lacónicamente Dorothy, apareciendo tras la muchacha.
Relena pestañeo.
- Pero la escuela... – murmuro, algo dudosa.
- Estoy segura que no es motivo para frenar al amor...
Eso impulso a Relena.
- ¡Cierto! ¡¡No debo dejar que ese brujo de Duo me quite a mi corazoncito!!
Tras este decidido anuncio, todos sudaron una gotita.
- Gracias por espantar a la loca, Dorothy – anuncio Hilde.
- No es nada, defender al mundo de Relena cuando esta en su fase lela es mi sagrado deber desde mi infancia. – se encogió de hombros la chica. – Por cierto – agrego, con una sonrisa afectada – si están buscando a cierto chico cuya trenza ahora luce más bien como la decaída cola de un cachorro apaleado, les recomiendo buscar en la azotea del edificio C.
- ¡¿Cómo sabes?!
La chica solo les guiño un ojo y se fue.

-- § --

Quatre encontró a su amigo justo en donde había mencionado Dorothy: sentado en piso, recargado en la pared, sus arazos recargados en sus rodillas y la vista en el suelo.
- Conque aquí estabas – murmuro el chico con una sonrisa apacible.
El otro no contesto, simplemente siguió sentado, con la mirada clavada en el piso con obstinación, pareciendo meditar un grave problema una y otra vez.
- Si este es tu estado, y tú fuiste el que rechazo a Heero, solo puedo imaginar el estado en el que él se encuentra en estos momentos.
Eso pareció despertar al trenzado.
- ¡No lo rechace! – negó de inmediato, el fuego brillando en sus ojos, pero pronto desvió la mirada – Es solo... que no supe que decirle. Le pedí que me diera tiempo.
- ¿Tiempo? ¿Tiempo para que? – suspiro Quatre, sentándose por fin al lado de su amigo – Yo se que te gusta. – dijo con firmeza. Duo le sonrió con un dejo de tristeza.
- Quizás... pero necesito saberlo yo, Q. Hasta no estar seguro de lo que siento en realidad... no puedo aceptar lo que desea Heero, pese a que a mi me gustaría aceptar lo que él siente sin complicaciones.
La mirada de Quatre se suavizo. Ahora lo entendía... la verdadera crisis no era si a Duo realmente le gustaba Heero o no – en el fondo, el chico debía saber que así era – sino admitirlo a si mismo y superar heridas pasadas para permitir abrir su corazón con libertad.
Solo en ese momento noto cuanto daño había causado Farid.
"Maldito seas primo" mascullo en su cerebro.
Sabía que Duo no le guardaba – ni guardaría – ningún rencor a Farid, pero Quatre no podía sino que culparlo de la actual situación. Antes de que ellos anduvieran, Duo era receptible en su búsqueda del amor, abierto a las posibilidades y sin temor a involucrarse profundamente con las personas.
Sin embargo, después de su noviazgo con el árabe, el trenzado se había convertido en una persona algo... distante. No era algo que se percibiera fácilmente, pero así era. No se involucraba sentimentalmente con nadie, salvo sus mas cercanos amigos y jamás románticamente. El mismo Duo le había confesado que sentía que necesitaba pasar mucho tiempo conviviendo con una persona antes de siquiera considerar andar con ella.
"Maldito seas Farid" repitió una vez mas, solo para darse media vuelta y bajar las escaleras. Le gustara o no, este asunto realmente tenía que resolverlo Duo por su cuenta.

-- § --

Se había hartado de estar sentado frente a su laptop como zombie sin realmente prestarle atención a lo que escribía furiosamente. Bien podía estar escribiendo los códigos que tenía en su cerebro o bien transcribiendo la canción que su madre escuchaba escandalosamente en el piso de abajo. Al notar con furia que estaba haciendo lo último, casi destruye a su amada laptop, por lo que decidió que era mejor cambiar de ambiente rápidamente.
"Tengo que pensar."
La Unidad Deportiva no había sido un mejor lugar. Los chicos contra los que había jugado básquetbol se habían aterrorizado tras solo unos cuantos juegos y habían huido como alma que lleva el diablo, dejándolo solo en la cancha.
Ahora simplemente caminaba alrededor de dicha cancha, apenas notando que no había nadie a su alrededor, demasiado sumergido en sus pensamientos como para notar tales detalles.
Por primera vez en quizá toda su vida, Heero Yuy no sabía que hacer.
Nunca le había gustado nadie. O quizás sería más correcto decir que nunca le había gustado nadie al *nivel* que le gustaba Duo. No tenia experiencia empírica con el amor o las infatuaciones, las que otras personas aclamaban sentir por él obviamente no contaban porque no era él quien las había experimentado. En la declaración que le había hecho a Duo, había actuado mayormente por instinto, y eso se dejaba ver, mayormente porque él normalmente era cuidadoso con la precisión de sus palabras en cuanto al terreno sentimental. Ni que decir del físico...
"Dame tiempo."
"Ciertamente, pese a no estar nunca seguro de cómo me comportaría físicamente con mi pareja, esto ese eso demostró que lo que no se, puedo aprenderlo con rapidez." Se dijo el japonés, evitando la memoria del beso que compartieran él y el otro chico.
La sensación de Duo en sus brazos, como el chico parecía haber sido creado para acomodarse a la perfección en ellos. Las manos de su prometido, enroscadas alrededor de su nuca para poder profundizar el beso, su lengua, tentativa al explorar su boca, pese a que él exploraba la del trenzado con avidez y pasión, dejándose llevar por los deseos ocultos que...
"Esto no esta ayudando" se reprendió antes de que las cosas evolucionaran a mas.
"Tengo..."
El mundo era mil veces más fácil antes de notar que no le atraían las chicas. Se graduaría, entraría a la Universidad de Tokio, se convertiría en un afamado programador de video juegos, ganaría un sueldo obscenamente millonario y se retiraría a los cuarenta a alguna playa del sur de Tokio. En algún tiempo entre esos años se casaría, probablemente con una hermosa chica japonesa de suave hablar y modales refinados, tendría dos hijos, un niño y una niña. El chico sería como él y la chica hermosa como su madre e inteligente como él. Todos vivirían en una modesta, pero cómoda casa en algún lugar alejado de las ciudades. Seguramente comprarían un perro, probablemente un labrador o si acaso para la niña un chihuahua.
Un plan cómodo, conveniente, cliché, tonto y simple.
"Tengo que..."
Pero nooo, Heero tenía que complicarse la vida decidiendo que no le atraían las mujeres, su madre tenía que regarla cambiándolos de país y comprometiéndolo con un escandaloso muchacho que era absolutamente todo lo contrario a lo que Heero quería. Y, por supuesto, al disfuncional cerebro (o quizá cuerpo) de Heero tenía que ocurrírsele sentirse atraído hacia ese mismo muchacho, un muchacho que por mismo principio, por misma moral en contra de la libertad de elegir, no debería de gustarle.
"... que pensar."
Y que, sin embargo, le atraía terriblemente.
"Tengo que pensar."
Heero siguió caminando en círculos en la cancha de básquetbol. Estaba harto, desesperado y utilizando todo su auto control para no marchar en ese mismo instante hacia dondequiera que se encontrara su prometido y exigir una clara respuesta. Una verdadera respuesta.
Pero, imaginándose lo que sentía el trenzado, la inseguridad que experimentaba con respecto a esto, Heero le estaba tratando de dar espacio. Algo que, si bien no había expresado verbalmente, con ese contacto (ese beso susurro su mente maliciosamente) se lo había transmitido. Y él debía de concedérselo, se lo había concedido.
Pero... Pero... no quería que...
"Dame..."
- ... tiempo. – resonó una voz a sus espaldas.
Heero se volvió sorprendido, viendo como un ligeramente sonrojado Duo veía con aparente interés al suelo, alejado apenas unos pasos de él.
"Si que estaba distraído" fue el fugaz pensamiento de Heero, antes de hacerlo a un lado y concentrarse en el chico frente a él.
- Me di cuenta... de que realmente no necesito tanto tiempo. – declaro el chico, su mirada aun en el suelo. – No necesito tanto tiempo para que una persona me guste. – su sonrojo se acentuó mientras Heero parpadeaba, perplejo – Y aunque no lo noté o me negaba a aceptarlo... creo que desde el principio me has gustado mucho. – termino de decir, luciendo rojo como una cereza.
Heero sonrió levemente, sus ojos suavizándose imperceptiblemente y acercándose lentamente a Duo le tomo el rostro con ambas manos y levanto su rostro para poder ver sus violáceos ojos.
- ¿Eso significa... que aceptas ser mi novio? – pregunto el ojiazul en un susurro, sus labios casi rozando los del trenzado.
Sus ojos brillando luminosamente, Duo sonrió.
- ¿Tu que crees? – bromeo con ligereza.
Abiertamente correspondiendo el gesto del otro, Heero sonrió.
- Que ya era hora – replico y antes de que el otro hablara sello sus palabras con un apasionado beso.

Notas de Arkady Nekozukii:
Un toque de humor, pero mayormente drama... y algo corto el capítulo, pero era necesario. Este es el último capítulo PERO... pero esperen el epílogo (falta poco... falta poco).


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