Finalmente llegaban a su destino, los tres estaban exhaustos y con la mitad del cuerpo entumecido, pero sobre todo él que no tuvo descanso, los otros dos se juntaron para dormir a pierna suelta en el asiento trasero del auto, por lo que a unos metros de la casa decidió frenar de golpe haciéndolos caer y despertarse de una forma un tanto dolorosa. Sonrió satisfecho y bajó del auto. Se estiró y respiró el aire fresco del lugar, nada como la pureza en el aire que dan los árboles en el campo. Escuchó a la parejita feliz salir del auto no tan feliz, con mala cara y sobándose los miembros que habían impactado en el piso del auto. Ampliando su sonrisa hizo un gesto con el dedo para que no le reclamaran y les habló.
— El que ríe al último ríe mejor — haciendo alusión a la burla que había sido sometido horas atrás en aquel lugar. Sintiéndose ganador al no escuchar ningún sonido de sus amigos ingresó a la casa como si fuese de su propiedad.
— Pasan los años y este lugar sigue viéndose como cuando éramos niños — asintió dándole la razón a su amigo — pensar que jugábamos aquí todo el día, y los berrinches que hacíamos para que nos dejaran dormir juntos — su amigo y él sonrieron ante el recuerdo.
— Sí, dormíamos juntos todas las noches como hermanos, y ahora profanas nuestra cama revolcándote con tu estúpido novio en ella — no era un reclamo, simplemente era un comentario con la intención de hacer enfadar a su cuasi-cuñado. Supo que había logrado su objetivo al escuchar cómo el pelinegro tiraba su equipaje de forma violenta y accidental luego de escucharle.
— Uchiha-bastardo, sólo estás molesto porque no tienes quién te dé calor en las noches — pasó de él como si no lo hubiera escuchado, tomando las maletas que le pertenecían se fue a la que llamaba su habitación, dejando a los otros dos a solas para que hicieran lo que quisieran.
Entró a su recámara dejando sus maletas en el armario, más tarde desempacaría, un poco cansado por el viaje se recostó en la cama, cerró los ojos dispuesto a dormir, hasta que su cerebro hizo sinapsis y le indicó que algo raro pasaba ahí. Abrió los ojos inspeccionando toda la habitación y se encontró con que todo estaba limpio y en buen estado. Con duda se levantó y salió a verificar si toda la casa se encontraba así. En efecto, todo el lugar estaba impecable, caminó hasta la habitación del pelirrojo para comunicarle lo sospechosa que se le hacía la situación, y lo vio con la misma expresión que tenía él en el rostro.
— Todo está como el día en que nos fuimos, quizá mejor — le dijo a su mejor amigo, este asintió con incomodidad.
— Lo sé, y se me hace extraño, yo le dije a mi padre que vendríamos, pero dijo que no enviaría a nadie a limpiar porque ya estaba lo suficientemente grande como para que otros hicieran cosas por mí — endureció su mirada, el señor Sabaku no era de hacer bromas ni de facilitarle la vida a sus hijos, así que él no tenía nada que ver en el asunto. De inmediato una horrible idea le llegó a la mente, abrió los ojos sorprendido, al parecer el pelirrojo había pensado lo mismo y lo vio con un gesto de culpa y colocando una mano sobre su hombro en señal de apoyo.
— Perdón Sasuke, no lo consideré. Tomemos nuestras cosas y vayamos a otro lugar, a una hora de aquí hay una playa hermosa, podemos quedarnos en algún hotel cerca de él y… — negó con la cabeza, no tenía que incomodar a nadie por eso, suspiró resignado y tratando de poner buena cara.
— No, nuestra casa es suficientemente grande para que quepamos trece personas cómodamente en ella — vio todo el rostro lleno de preocupación que cargaba su amigo y le sonrió en un intento para que cambiara de expresión. — Eso sucedió hace muchos años, está bien, saldré a caminar un rato, y cuando regrese quiero que tengan la comida lista, ¿de acuerdo? — vio a su mejor amigo asentir y cómo le dio un codazo a su novio cuando pretendía reclamarle. Tomó aire antes de voltearse, y salió a caminar dejando a la pareja sola en el lugar.
Caminó durante un rato por los alrededores, encontrando todo exactamente como en su infancia, el cielo azul y despejado, los árboles altos y frondosos, el que solía ser el establo abandonado, llevaba desolado muchos años antes de su infancia, no le sorprendía que siguiera igual, ya sea porque a nadie le importaba o por las muchas historias que les habían contado acerca de este. El establo… recordó que tenía enterrado un tesoro en él. Ingresó en el lugar totalmente oscuro, tomó una pala oxidada y alumbró su camino con la luz de su teléfono. Tras unos minutos posicionó el teléfono de forma que lo iluminara y empezó a cavar con la pala, cuando tocó algo sólido hizo la tierra a un lado y sacó un antiguo cofre del suelo, lo dejó a un lado del agujero, levantó la tapa del cofre escuchándolo chirriar mientras contenía la respiración para que el polvo no se infiltrara en sus fosas nasales. En el interior pudo observar un cuaderno forrado de cuero que solía usar como diario, y en una caja más pequeña, un frasco de tinta y una pluma, sacó estos objetos y los llevó consigo fuera del establo. Dándole una ojeada a su diario de vacaciones suspiró melancólico. Leyó unas hojas al azar.
Querido diario de vacaciones:
En esta ocasión te escribo contando ya con 12 años de edad, el tiempo pasa y yo sigo contándote mis secretos. Ayer Gaara y yo nos ofrecimos a buscar leña para participar en el ambiente colaborador de la familia. Nos perdimos luego de horas de estar caminando, el tonto empezó a llorar como si fuese un niño pequeño, quise golpearlo y decirle que actuara como hombre, pero verlo tan frágil sólo me hizo abrazarlo y consolarlo, es la primera vez que lo veo así de asustado. La noche nos tomó por sorpresa aumentando el temor de Gaara, confieso que al ver el cielo oscuro y sin ninguna posibilidad de regresar yo también empezaba a asustarme, afortunadamente apareció Itachi como todo un héroe rescatándonos, al verlo ambos corrimos a abrazarlo y no lo soltamos ni para dormir.
Sonrió con el recuerdo, ese día sería uno inolvidable para él y Gaara, aunque ese incidente y la actitud de su mejor amigo era un secreto que nadie más que ellos sabía, incluso Itachi los excusó para que nadie los viera en casa así de asustados. Continuó leyendo una página bastante distante a esa.
Querido diario de Vacaciones:
Yo sé que a mi edad es absurdo continuar escribiéndote, tengo ya 17 años, pero contarte mis experiencias en este lugar es una costumbre y no lo puedo evitar. Soy muy feliz al decirte esto, hace unos meses Temari aceptó ser mi novia, ¡es increíble! Para empezar creí que ella no me aceptaría por ser dos años mayor que yo, pero a pesar de eso aceptó y me hizo muy feliz, desafortunadamente aún me preocupaba que Gaara se tomara a mal que yo estuviera con su hermana, aunque es menor que ella es bastante sobreprotector… ¡No te preocupes! Cuando se lo dijimos a pesar de hacer un escándalo por un par de horas, se lo tomó bien, dijo que le alegraba ver como sus dos “hermanos” finalmente encontraran a alguien que valiera la pena, porque Temari ha tenido malas experiencias con sus ex-novios y yo… ya sabes lo de Ino, te lo conté hace dos años… El punto es que ahora ella y yo estamos juntos, Gaara me riñe un poco porque dice que debería pasar todas mis vacaciones con él, y lo cierto es que comparto mi tiempo con ambos, porque ambos son importantes para mí. Joder… Gaara necesita un novio. Espera, quizás no te había dicho esto antes porque nunca venía al caso, pero aunque Gaara no ha tenido ninguna relación seria dice que es gay, yo no me imagino lo que es estar interesado en otro hombre, pero si a él lo hace feliz yo lo apoyaré siempre.
Mientras leía eso sintió un remolino de emociones que lo hicieron sentir tan bien como mal en cuestión de segundos, pero con la última parte soltó una pequeña carcajada, en aquel entonces él no se imaginaba que su orientación sexual fuera tan amplia, pues sólo había estado interesado en dos chicas, negó con la cabeza todavía con una expresión divertida en el rostro, no podía creer lo ingenuo que había sido en ese momento. Continuó revisando en el diario, pero las hojas que le seguían a esa estaban en blanco. No le pareció justo que acabara ahí, decidido tomó la tinta y la pluma para escribirle un final.
Querido diario de vacaciones:
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te escribí, y por ello me disculpo, actualmente tengo 22 años de edad. Quisiera ponerte al día con unas cuantas cosas, Temari y yo terminamos tres meses después que escribiera en la hoja anterior a esta. Gaara finalmente consiguió novio, es un completo imbécil que me saca de quicio, y si pudiera lo atropellaría con mi auto y le pasaría encima hasta que su cuerpo estuviera deshecho, pero hace feliz a mi amigo y por lo tanto lo aprecio, estoy confiando en ti al contarte eso, nadie más debe saberlo. Como sea, mis vacaciones han sido un poco diferentes pues las he pasado lejos de aquí, ese es el motivo por el que no te había escrito. Mi vida amorosa es un asco, después de lo de Temari estuve con dos chicos, ¡y yo que me creía heterosexual! pero no te confundas, aún me gustan las mujeres. En cuanto a mi vida profesional… soy estudiante de medicina, a mi tío Madara estuvo a punto de darle un infarto cuando me decidí por esa carrera, él esperaba que administrara la empresa junto a él e Itachi, o cuando mínimo que me hiciera abogado y manejara uno de los bufetes de la familia, él dice que nunca antes un Uchiha ha trabajado en un lugar que no sea una oficina bien respaldada, a mí me da igual, yo sólo quiero estar en un hospital salvando vidas. A Itachi por el contrario le causó gracia que eligiera esa profesión, dice que no entiende cómo alguien que quiere torturar y matar a medio mundo puede querer estar en un hospital salvando vidas, me hizo reír mucho porque tiene razón, pero así son las cosas. Ah… casi olvidaba, mi tío Madara finalmente decidió rehacer su vida –cosa que me alegra – y se casó hace tres años, y a que no te imaginas con quién… con uno de mis ex-novios, él también era unos años mayor que yo, tiene la misma edad de mi hermano, de hecho fue amigo de Itachi cuando nos conocimos y… bueno, ya pasó. Ya que tú guardas muchos de mis secretos debo confesar que últimamente me preocupa algo… hay un chico que veo por todas partes, y no es una alucinación, es que aparece de la nada mientras estoy ocupado o con mis amigos, me sonríe de esa forma hermosa y por sabrá Kami-sama por qué razón… ¡desaparece! Estoy frustrado porque le doy más importancia de la que debería, me asusta estar… ya sabes… Con el resumen que escribí de mi vida amorosa tú comprenderás mi actitud. En fin, desafortunadamente esta será la última vez que te escriba, quizás por eso me extendí tanto, gracias por ser un amigo todos estos años. Con cariño U.S.
Era hora de regresar a casa y comer, así que guardó todo en el cofre y lo volvió a enterrar. Caminó a paso lento hasta llegar con sus amigos, aunque no contaba con encontrar a tantas personas en el lugar, debió suponerlo pero no lo hizo. Ahí estaba colocando todo en la mesa la chica de la que una vez había escrito alegremente en su diario, y junto a ella pasándole todo perezosamente se encontraba el chico por el que lo había dejado. Se encogió de hombros y se volteó intentando escapar del incómodo momento antes de ser visto, caminó hacia afuera de la casa hasta que se topó con Gaara que lo miraba nuevamente con una expresión de preocupación.
— Perdona Sasuke, llegaron hace poco… Sai y yo decidimos comer aquí afuera — y llevándolo a la parte trasera de la casa trataba de sonreírle para que se animara — mira, preparamos tu comida favorita, onigiris, y de postre… — le señaló unos tomates, cosa que le hizo alzar la ceja con duda — los tomates son frutas, así que es tu postre, y te encantan, no me discutas — sonrió ante el tono molesto de su amigo, debía admitir que todo lucía delicioso, quizás el cansancio había trastornado su sentido del gusto, sin más se sentó a la mesa y empezaron a comer. De pronto Sai abrió la boca alzando una mano como niño pequeño que quiere preguntar algo.
— ¿Puedo preguntar por qué tú y mi cuñada nunca están en el mismo lugar por más de dos minutos? — lanzó un suspiro cansado, era de esperarse que le inquietara eso, lo que le sorprendía es que se lo preguntara hasta entonces, lo normal hubiera sido que se lo preguntara antes. Vio como Gaara estaba a punto de sacarle los ojos a su novio con los palillos que sostenía en su mano, hizo un gesto para que se tranquilizara y le contestó.
— Ella y yo fuimos novios un tiempo, hace ya bastantes años — continuó comiendo tranquilamente como si lo que dijo no hubiese sido algo más que dar la hora a alguien. Aunque eso no bastaba para Sai, Gaara lo observó preguntándole con la mirada si podía continuar, por primera vez dejó de dolerle y asintió con la cabeza aceptando que le explicara.
— Mi hermana se enamoró de Shikamaru cuando era novia de Sasuke, ellos terminaron porque decidió aclararle todo a Sasuke, pero… ese mismo día Temari inició una relación con Nara — carraspeó indicándole a su amigo que le faltaba añadir algo — ah… sí… y eso fue toda una traición, cuando mínimo debió esperar un tiempo antes de saltar de una relación a otra, por eso a Sasuke no le agrada verla a ella o a su novio —
— Por lo visto no has tenido mucha suerte con tus relaciones Uchiha-bastardo, ¿es por eso que ahora te fijas en hombres? ¿Porque las mujeres te decepcionaron tanto? Aunque pensándolo bien tampoco te va bien con hombres… — lo vio con los ojos entrecerrados por ese comentario, esperaba que se ahogara con la comida, tomó un poco de agua para tranquilizarse — pero no te preocupes, Naruto-kun no te hará eso — y como resultado terminó escupiéndosela en el rostro a su cuñado, no se arrepentía ni se disculparía, el idiota se merecía eso y más.
— No digas estupideces — y molesto se retiró de la mesa, lo que necesitaba era tomar una relajante ducha y descansar un rato.
Ingresó a la casa a riesgo de aumentar el horrible dolor de cabeza que le había provocado el estúpido novio de Gaara, encontrándose con un grupo de amigos –seguramente de Temari – haciendo el mayor escándalo en el comedor, pudo ver cómo uno de cabellera rubia y peligrosamente conocida salía de ahí un poco desorientado, como buscando algo o a alguien. Antes que lo viera con esos bellos ojos azules, Sasuke decidió con actitud aún más cobarde que cuando se había perdido en el bosque con Gaara y se refugió en brazos de su hermano, salir corriendo lo más rápido que sus piernas se lo permitieron. Al estar en la seguridad que su habitación le proporcionaba se dejó caer aturdido ¿Por qué había hecho eso? ¿Desde cuándo un pequeño rubio lo hacía correr? No, a él no le asustaban los encantos de Naruto, porque él simplemente no quería saber nada más de personas dulces que te hacen suspirar. Sasuke Uchiha no volvería a enamorarse.
Y dile a al amor que no es grato en mi vida
dale mi despedida
cuéntale las razones…