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CINDERELLA por Zoey_chan_Princess

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Notas del fanfic:

Descargo de responsabilidad: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto. ESta historia es para entretenimiento, sin ánimos de lucro.  

 

*** 

Dado que puede el resumen no sea lo esperado para el FanFic he decidido aclarar tal punto. 

No sé porque las personas se quedan calladas cuando no entienden algo, pero en fin no es algo que pueda importarme mucho ya que son los lectores que no preguntan los que se quedan con la duda. 

El resumen está dado así a propósito, esperando que alguien diferente a quien lee todas mis locuras por lo menos insinuara el no entender y también insinuara pedir una explicación. Decidí dejarlo por la paz al notar que muchos de los lectores entendieron o prefirieron quedarse con la duda; pero me llegó un review con lo que yo quería, por lo tanto he aquí la explicación... 

 

***

¿Qué se entiende por resumen? 

El resumen es una reducción de un texto, al que se llama texto original, en el que se expresan las ideas del autor siguiendo un proceso de desarrollo. El resumen se hace a partir de las ideas principales del autor las cuales son tomadas del texto original o de partida. 

Teniendo claro que es un resumen, puedo explicar que el resumen de esta historia es una idea principal que también puede ser vista como una sinopsis. 

Como idea principal, anuncia el pensamiento que trato de desarrollar. Y como sinopsis, doy un extracto de los aspectos más relevantes a tratar dentro de la obra. 

 

La confusión radica en el hecho que no es una historia desarrollada en el marco de tiempo medieval, porque la época medieval se caracterizó por los castillos, los reyes, las reinas, etc. Y también más que nada a la referencia que hago sobre principes, brujas malvadas, coronas y demás. Es más que nada una referencia a gran escala sobre los cuentos infantiles relacionados a esta época; me refiero a Blanca Nieves, La Bella Durmiente, Cenicienta, y otros más; llevados a un contexto diferente. 

Entonces finalmente puedo decir que, el FanFic tendrá brujas, madrastras malvadas y demás. El título por si sólo da una respuesta, pero para más claridad diré que el FanFic como tal está más ligado al cuento infantil "Cenicienta".  

 

Espero que con esto les quede más claro. 

He~ muchach@s que a mí me encanta el misterio y las cosas donde pienso cosas que al final no son ni por pisca de asomo lo que yo creía; así que lo siento si se rompieron el coco, como mi lectora favorita, al pensar en la relación Resumen-Historia. 

 

 

Notas del capitulo:

Naruto pertenece a Masashi Kishimoto. 

 

*** 

Capítulo editado. correción de vocabulario, sintaxis y argumento. 

CINDERELLA

 

CAPITULO I

“Había Una Vez”

 

 

 

Ajustó la venda sobre su dorso, para después terminar de vestirse y así salir de la habitación, a continuación bajar las escaleras y dirigirse a la cocina a desayunar. Una vez entró se encontró con sus hermanos, se sentó en su lugar y se dispuso a desayunar con ellos; terminaron el desayuno entre risas.

-Ya me voy. –Anunció al terminar de lavar la vajilla.

-Cuídate. –Pidieron al unísono sus hermanos siguiéndole hasta la entrada de la casa.

-Sí. –Calzándose los zapatos. –Hasta mas tarde. –Salió de la casa.

 

 

***¨¨***

 

 

La dulce melodía, que generaban sus risas infantiles, inundaba el ambiente. Le era realmente placentero sentarse allí y tan sólo mirar como los niños, y uno que otro adolescente, se dedicaban a dejar volar su imaginación y jugar con otros.

 

A lo lejos sus ojos se encontraron con una escena por demás encantadora.  

Un adolescente jugaba con un niño muy lindo de no más de cinco años; ambos, los veía divertirse. Deducía que eran hermanos, pero desechó tal idea al observarlos mejor; aquel pequeño no se parecía en nada al joven.  Y se encontró pensando de pronto en qué relación podrían tener aquellos dos, pues el joven trataba a aquel niño como si de su hijo se tratase; tal vez lo fuera.

 

 

 

Los días se le hacían más cortos, porque cuando se dio cuenta ya era hora del almuerzo. Pronto fue el momento en que la madre del niño llegó para llevarlo a casa; prometiendo, antes de irse, que  jugarían de nuevo.

Ahora sin más cosas que pudiesen llamar su atención dirigió la vista a aquel hombre que no dejaba de mirarlo desde la mañana.

 

Sus ojos se encontraron por breves segundos, luz contra oscuridad.

Cerró los ojos, se encaminó hacia él y se sentó a su lado, curioso.

Aquel hombre era maravilloso, con su porte misterioso y esa mirada de oscura obsidiana despertaba poderosamente su curiosidad, no necesitó abrir los ojos para saber que él también deseaba despejar dudas sobre quién era.  

Dejó que la brisa acariciara dulcemente su rostro y algunos mechones de cabello. Fue cuando una sutil sonrisa brotó de sus labios; le agradaba su compañía así, silenciosa, escuchando el viento susurrar aquellas melodías que las personas se encargaban de ignorar. Había notado que el hombre a su lado se veía bastante joven a pesar de la edad que su cuerpo decía tener; y sus ojos, por lo breves segundos que le sostuvo la mirada, reflejaban la sabiduría que sólo a lo largo de la vida logras obtener.

 

Ahora que lo pensaba detenidamente, los humanos viven la vida una vez que esta comienza a acabarse.  

Se entretenía en demasía al escuchar a las personas quejarse sobre lo que nunca harían, los sueños que no cumplirían, el verse obligados a hacer cosas que no les gustaban, por esta y otra razón. Entendían muy tarde que eran ellos mismos quienes ponían las trabas en el camino.

 

Lo mejor sería irse, el cielo empezaba a oscurecer y si demoraba más sus hermanos le regañarían por regresar tan tarde. La ciudad se volvía más peligrosa, no quería que algo malo sucediera. Así se levanto, dio vuelta quedando frente al mayor y aun sin abrir sus ojos hizo una pequeña reverencia y puso de nuevo sobre sus ojos las gafas oscuras; esperando poder verlo y disfrutar de su compañía de nuevo se dio vuelta otra vez y emprendió el camino a casa.

 

 

 

Aquel joven era algo curioso, le resultó agradable aquella compañía silenciosa que le brindo. Lo podía sentir aun cuando el joven ya se fuese ido; la calidez de su ser y la escondida tristeza en su mirada. Quiso pensar que sólo eran imaginaciones suyas, por haber chocado su vista simples segundos, pero cuando se sentó a su lado una calidez llena de tristeza inundó el ambiente y aun así no le era desagradable; es más, le preocupo. ¿Cómo era posible que un joven tan lindo, a simple vista y conociéndolo –suponía-, tuviera tanta tristeza guardada en el corazón? No, en el alma; porque los ojos son la ventana al alma, y su ventana estaba tan empañada por aquel sentimiento que le resultó inverosímil que fuese real; lo comprobó con su silenciosa compañía, aquella que tanto le había agradado. Esperaba verle de nuevo, volvería todos los días de ser necesario; sí, eso haría.

 

 

***¨¨***

 

 

Ahora en la mañana cuando salió, después que su lindo hermanito lo hiciese, no se imaginó que terminaría en aquella situación. Jamás en su vida se imaginó que encontraría a una anciana tirada en el fondo de un callejón a medio morir; el como llegó al callejón es cosa aparte, ahora se veía cargando a la viejita, que realmente a simple vista no lo parecía, como podía fuera del callejón. Y ahora que sí tenía señal en el móvil procedió a llamar por ayuda rápidamente.

Mientras esperaba la llegada de la ambulancia se dedicó a atender a la señora; recostó la cabeza sobre sus piernas, quitó la bufanda poniéndola aun lado y desabrochó los primeros botones de la blusa que llevaba. Notó que la única herida visible era la que se encontraba en la cabeza, no era muy profunda y tampoco sangraba mucho pero sabía que una herida en la cabeza por muy insignificante que pareciese podía llegar a ser bastante grave. Se veía agitada por lo que empezó a entonar una dulce melodía; las personas a pesar de verlo sentado al inicio del oscuro callejón con la viejita sobre su regazo y en lamentable estado no hacían nada, sólo los pasaban de largo murmurando cosas.

“Oh! terrible humanidad, ¿en qué te has convertido?”  

 

 

***¨¨***

 

 

Empezaba a preocuparse, ya casi era hora de cerrar y sus hermanitos lindos no habían llamado en todo el día. Sabía que no tenía porque preocuparse, no era la primera vez que sucedía además que sabían defenderse, pero aún así el presentimiento de que algo ocurriría no lo dejaba trabajar tranquilo.

 

La hora de cerrar había llegado, el gerente por toda la semana le dejó a cargo de la tienda, y ese era su segundo día a cargo por lo que él era el último en salir; los empleados se despidieron, se aseguro de haberle puesto candado a todo y salió por la parte trasera. A medio camino recibió la llamada de uno de sus hermanos.

-¿Qué sucedió? –Preguntó instintivamente.

-El hospital. –Fue lo único que le dijeron del otro lado.

-Voy para allá. –Respondió para después colgar. Guardo el teléfono celular y llamo un taxi. –Al hospital central, por favor.

 

Llegó media hora después, pagó el servicio sin siquiera pedir el dinero sobrante, bajo rápidamente del taxi y entro corriendo. Encontró a su hermano mayor en recepción, esperándolo.

-Dime que esta bien. –Pidió dándole un fuerte abrazo.

-Sí, él esta bien. –Respondió mientras devolvía el abrazo. –De hecho, no estamos aquí precisamente por él. –Decía mientras se encaminaban al cuarto en donde estaba su lindo hermano menor. –No sé que fue lo que realmente sucedió, cuando volvía del parque a casa recibí una llamada diciendo que nuestro hermanito estaba aquí. Vine corriendo y acabo de llegar, pero ya lo vi y esta bien.

-¿Entonces qué ocurre? –Pregunto siguiendo al mayor de los tres.

-Ya lo verás. –Se paró frente a la puerta, llamó y cuando obtuvo el permiso entro junto con su hermano.

 

 

Se alegraba de que no fuese su hermano quien estuviera en esa cama, conectado a miles –exagerando– de aparatos.

La cama la ocupaba una señora aparentemente joven, viéndola más de cerca te percatabas que realmente no lo era tanto, con dos cables conectados a su brazo derecho los cuales uno de ellos portaba suero y el otro sangre; una venda cubriendo la parte superior de la cabeza y un pulsímetro en el dedo índice.

-Naruto. –Llamo Gaara al joven sentado a un lado de la cama.

-Gaa onii-chan, Dei onii-chan ni bien entro y me vio salió otra vez para llamarte. –Respondió mientras se ponía en pie y abrazaba a su hermano.

 

Los hermanos Uzumaki.

Deidara, el mayor; Gaara, el segundo hijo, y Naruto, menor y último de los hermanos.

 

-¿Qué sucedió? ¿Por qué no han llamado en todo el día? –Cuestionó algo enojado Gaara.

-Tranquilo Gaa onii-chan. –Pidió Naruto. –Te recuerdo que tú tampoco nos llamaste. –Dijo con tono divertido. Y ahora que se ponía a pensar bien era cierto, el día de hoy hubo tanto trabajo que estuvo de un lado a otro, además de ese raro presentimiento que lo acosó todo el día, que realmente no se le cruzó por la cabeza llamar el mismo.

-Bien, ya que todos nos calmamos puedes decirnos que fue lo que sucedió Naruto. –Habló Deidara.

-Claro. Salí en la mañana después de ti Dei onii-chan, fui al mercado porque hacían falta algunas cosas y cuando llegué a casa Gaara onii-chan ya se había ido entonces volví a salir. Iba camino al parque y escuché algo en un callejón, tenía mucha curiosidad así que entre.

-¡¿Cómo se te ocurre?! –Gritaron Gaara y Deidara al unísono, interrumpiendo. –Mira que haber entrado sólo por curiosidad. –Dijo Deidara. –Pudo pasarte algo. –Completó Gaara.

-¡Ay! Bueno, ya, no paso nada. Siguiendo con la historia. A mitad del callejón me encontré con tres pandilleros. Y antes de que digan algo. –Interrumpió a sus hermanos al ver que iban a reclamarle de nuevo. –Los dejé en el piso, inconscientes. Al final del callejón encontré a la viejita recostada en la pared que cerraba el paso, la cargue como pude y salí del callejón; afuera como ya tenía señal llamé primero al hospital y cuando estaba ya la ambulancia cerca llamé a la policía. Desde entonces he estado aquí. –Terminó de decir.

-Debiste haber llamado primero a la policía, esos pandilleros pudieron escapar. Y pudo haberte pasado algo, sabiendo que también tenías que cuidar de la señora. –Regañó el mayor de los tres.

-Si hubieran intentado escapar, me habría dado cuenta porque sólo había una salida y era por donde había salido yo. Estuve pendiente, a la viejita la recosté a un lado mío por si tenía que enfrentarlos de nuevo. –Dio respuesta a los argumentos de su hermano. –No llamé a la policía primero porque tendría que quedarme más tiempo dando testimonio, mi prioridad en ese instante era la viejita. –Terminó de hablar.

-Bueno tienes razón en que la prioridad en ese momento era la señora. –Admitió Gaara. Además de aceptar que su hermanito pegaba fuerte, por lo que no se preocupaba de los pandilleros.

 

 

***¨¨***

 

 

El doctor había llamado a la familia de la señora recién atendida, decir que no sabía de quien se trataba era como decir que no recordaba su nombre. Algo había sucedido, dedujo cuando la atendió y lo comprobó cuando vio al joven quien la trajo hablar con la policía.

Primero hablaría con la familia de ella, estaba seguro que estarían muy preocupados por su paradero, porque apenas vieran al joven lo atacarían con preguntas y deducciones erróneas sobre lo sucedido.  Cuando trató al joven pudo darse cuenta que no era mala persona ni buscaba ganar algo a cambio de lo que había hecho, hablando en términos monetarios; cuando él le dijo como la había encontrado se dio cuenta de que era alguien sencillo; lindo y sencillo.

-Buenas noches Familia Namikaze. –Saludó apenas entro a su despacho.

-Buenas noches. –Respondieron el saludo cuatro personas.

-¿Qué sucedió con mi madre? –Preguntó rápidamente un hombre joven y guapo, ni bien el doctor se sentó frente a ellos, en su escritorio. Minato Namikaze, rubio de ojos azules, hijo de Namikaze Jiraiya y Senju Tsunade.

-Tranquilo hijo, no creo que sea nada grave. –Dijo Jiraiya serio, un hombre que no aparenta la edad que tiene, con cabellos largos y plateados y ojos color negro.

-No te preocupes querido, Tsunade-san es una mujer fuerte, ya verás que no es nada que no pueda controlar. –Le dijo una hermosa mujer, piel nívea, cabellos castaños claros y ojos marrones. Namikaze no Mei, esposa de Minato.

-Por favor doctor, continúe. –Pidió Jiraiya.

-Tsunade-san ingresó de urgencias a las 3:00 de la tarde. Llegó con múltiples hematomas en todo el cuerpo y una herida, no muy profunda, en la cabeza. Le administramos suero y sangre, al encontrar inicios de anemia. –Al ver que su semblante cambiaba a uno de más preocupación añadió rápidamente. –No se preocupen, sólo necesita reposo, mañana en la mañana se le dará de alta.

-¿Es todo, doctor? –Preguntó Minato.

-Si. –Fue lo único que respondió, para darles luego las indicaciones sobre el cuidado de la paciente.

 

 

***¨¨***

 

 

En la habitación donde se encontraba descansando se encontraban también el joven que la ayudo y los hermanos de éste discutiendo sobre que hacer.

-Si, puede que la hayas encontrado al final de un callejón oscuro, desordenado, apestando a basura y siendo atacada por tres pandilleros, pero por lo que veo esta persona vive bien; su familia puede estar buscándola. –Argumentó Gaara.

-Sabes que tiene razón, Naruto, su familia debe estar muy preocupada por ella. –Apoyo Deidara.

-Lo entiendo, pero deben pensar también en otra posibilidad. Es una señora que se ve es de buena familia y no vive mal, yo mismo lo comprobé al ver sus ropas y pertenencias cuando las recuperé, pero tal vez no tenga familia. No la dejaré aquí sola habiendo la posibilidad que nadie la cuide y tenga que cuidarse por su cuenta cuando se ve que no esta bien y no puede. –Debatió.

 

Naruto tenía razón, no podían dejarla sola no teniendo familia, su conciencia no los dejaría tranquilos, a ninguno de los tres, pero ¿y si tenía una familia preocupada y esperando por ella? No estaban llegando a ninguna solución en esa media hora que tenían discutiendo el tema. Tan concentrados estaban en “Qué hacer con ella” que no se percataron que en todo el tiempo la implicada estaba despierta y escuchándolos atentamente.

-La llevaremos a casa, cuidaremos de ella y llamaremos a la policía. ¿Están de acuerdo? –Dio la solución Deidara.

-Si, no hay problema,… ¿Es necesaria la policía? –Cuestionó Naruto, un poco cohibido. –Sé que es para saber si hay una denuncia para su búsqueda, pero no quiero tener que tratar con ellas de nuevo. –Aclaró al final.

-No se puede hacer nada Naru, ninguno quiere tratar con ellos de nuevo pero es necesario. –Respondió Gaara con el tono de voz más serio que pudo emplear en aquella situación.

-Decidido. –Dijeron al unísono, los tres.

 

”No me creo todavía el que ellos hagan esto por mí sin estar esperando algo a cambio, ya no existen personas así en el mundo”. Viéndoles, y al estar ellos de espalda mientras discutían entre si, no se dieron cuenta de su mirada.

Al percatarse que se dirigían a donde se encontraba fingió seguir dormida.

-No se preocupe Obā-chan,  no estará sola. –Dijo Naruto a su lado derecho. –Nosotros la vamos a cuidar. –Esta fue la voz de Deidara a su lado izquierdo. –No pasará nada malo. –Y esta vez Gaara, quien se encontraba a lado de Deidara. –Todo estará bien. –Dijeron los tres, con un tono de voz tan dulce y suave que a Tsunade deleitó.

Pero aquella última oración parecía dicha más a ellos mismos que a ella. Y fue cuando también tomó una decisión. Averiguaría quienes eran esos chicos y porque hacían aquello.

 

 

***¨¨***

 

 

Después de cuarenta minutos, entre las indicaciones para el cuidado de su madre y el recorrido a la habitación donde ésta se encontraba, Minato parecía un niño de cinco años ansioso que quiere el dulce por el que ha estado haciendo berrinche. Por fin vería a la mujer que amaba con todo el corazón y nunca dejaría de amar, su querida madre.

Se detuvieron frente a una puerta que rezaba el número “4010” pulcramente y de color dorado, número de la habitación de Namikaze no Senju Tsunade.

 

Fue cuando el doctor recordó que no había mencionado a la familia sobre los jóvenes que también encontrarían en la habitación. Los nervios empezaron a ganarle; no había movido la mano de la perilla, ni siquiera para girarla y abrir paso a la habitación; los varones de la familia Namikaze se percataron por el leve movimiento que sacudió su cuerpo, y las damas al notar que llevaba varios segundos ahí parado sin hacer nada.

-¿Sucede algo, doctor? –Se decidió por preguntar una joven adolescente, con cabellos rubio platinado y ojos color azul claro verdoso. Namikaze Ino, hija de Namikaze Minato y Namikaze no Mei.

-No es nada, sigamos. –Al escuchar la voz de la joven se asustó, pero se tranquilizó al instante a sabiendas que no ganaría nada con alterarse, ya después vería como salir bien librado junto con los tres jóvenes, del posible interrogatorio al que serían expuestos.

Abrió la puerta y se sorprendió al encontrar sólo a la paciente en la habitación. Se acercó y comprobó que ésta ya se encontraba despierta, por lo que sólo con una pequeña conversación audible para ellos dos salió de la habitación. Aprovecharía para hablar con los “Héroes”.

 

 

Mientras tanto en la habitación Tsunade tenía su propio interrogatorio.

-Madre, ¿estás bien? –Cuestionó rápidamente Minato. –Querida, ¿qué fue lo que sucedió? –Siguió Jiraiya. – ¿Quién fue el culpable?... ¿Te duele algo?... ¿Qué necesitas?... Etc. –Y continuaron hasta que se le agotó la paciencia.

-¿Quieren callarse de una buena vez? –Terminó por gritar. A lo que sólo pudieron obedecer. Tú no quieres toparte nunca, pero nunca, con una Tsunade enojada. –Sí, estoy bien. No estoy muy segura. No lo sé. No me duele nada. Ayúdenme a sentar y un vaso de agua, por favor. –Contestó a las primeras cuestiones en el orden que fueron formuladas.

-No se preocupe cuñada, encontraremos al culpable y le haremos pagar por las acciones en su contra. –Le sonrió Mei.

-Mañana te darán de alta, llegaremos a casa y si es necesario encerrarte en la habitación pues eso haremos. –Sentenció lo último Jiraiya, pues conocía muy bien a su linda, querida, amada y enojona esposa.

-Tsk. –Simplemente chasqueó la lengua en señal de fastidio, cuando su familia se lo proponía realmente eran pesados. Sabía que aunque lo pidiera de favor no le dejarían continuar el trabajo que aún tenía de la empresa.

-No te preocupes, abuela. Todo estará bien. No va a pasar nada malo. –Refiriéndose a la empresa y el evento familiar importante que se acercaba. Pero aquellas palabras, de aliento, apoyo y compañía de parte de su familia, no le sonaron tan agradables en comparación a las dichas por esos jovencitos que le ayudaron. Y sobre eso era hora de dar a conocer su decisión. –Por favor Mei e Ino, salgan de la habitación. –Pidió, a lo que Minato y Jiraiya entendieron debían hablar algo de suma importancia.

 

 

***¨¨***

 

 

Mientras madre e hija tomaban rumbo a la cafetería y Tsunade hablaba con su esposo e hijo el doctor terminaba de hablar con los hermanos en su oficina, le había tomado su tiempo encontrarlos.

-Jóvenes, entonces ustedes se harán cargo de la paciente ya que esta no tiene familia.

-Así es, doctor. –Apoyaron los tres.

-De acuerdo, le daré las instrucciones para su cuidado. –Y mientras hablaba sobre ello escribía el nombre de las medicinas que debía Tsunade tomar, la hora y la cantidad, con la letra más clara posible. –Por cierto, no es necesario que se queden, mañana pueden pasar a recogerla entre las seis y las ocho de la mañana.

-Gracias doctor, por todo. –Agradecía Deidara, mientras agitaba un poco la hoja en su mano. Los hermanos rieron suave y bajo, el doctor sólo sonrió.

Sí, todos ahí sabían de sobra que la letra de los doctores, en general, no era nada entendible.

Cuando él se quedo solo en su oficina soltó un gran suspiro. Mentir no se le daba bien, y no sabía como fue que hizo para que ellos le creyeran, claro si es que lo habían hecho.

Lo que hacía por esa mujer a la que consideraba su más grande amiga.

 

 

***¨¨***

 

 

En la habitación “4010” nada salió acorde al plan. ¿Pero qué podía haber esperado si se trataban de sus dos grandes amores? Realmente fue una ingenuidad de parte suya creer que se lo tomarían con calma. Ahora haber cuando dejaban de regañarle.

-Suficiente. –Dijo autoritaria. –Ya tomé mi decisión y no me harán cambiar al respecto. –Enfatizó lo dicho con esa mirada suya que no dejaba lugar a réplicas.

-De acuerdo. –Terminaron por acceder, nadie podía con el lado terco de Tsunade y no querían tenerla enojada.

-Bien. Mañana ellos me recogerán, no quiero que el plan sea un fracaso así que ya saben, no vayan a estar llamando, recuerden que ellos creen que tengo amnesia. Yo me estaré comunicando con ustedes. –Aclaró.

-Ten mucho cuidado, por favor. –Pidieron ambos varones. – Te queremos.

-Si, si, ustedes también cuídense. Yo también los quiero. Ahora váyanse. –Los despidió muy a su forma.

Ambos salieron de la habitación. Jiraiya y Minato fueron en busca de su esposa e hija para irse a casa.

 

 

***¨¨***

 

 

DOS SEMANAS DESPUÉS…

 

“Jóvenes sean bienvenidos a un nuevo ciclo escolar…

Sin más qué decir pueden retirarse.” –Dio por terminado su discurso de bienvenida el director.

Al ser el primer día los alumnos después de la bienvenida pasaban a los salones a recibir el horario de clases, conocer a los maestros que impartirían cada clase, y al maestro encargado de cada salón.

 

-¿Supiste? Hay nuevos estudiantes, y son becados. –Dijo una alumna a otra que la acompañaba.

–No es raro, este lugar se ha llenado de pobretones. –Respondió esta.

–Esta vez es diferente, ellos tienen beca completa. –Comentó.

–Oh! ¿De verdad? Esto se pondrá interesante. –Contestó con una socarrona sonrisa.

 

Y así en toda la institución se hablaba de lo mismo. Los nuevos alumnos con beca completa.

 

 

***¨¨***

 

 

Todo se encontraba en absoluto silencio, se escucharía incluso el caer de un alfiler.  Ahora debían ir al salón, sólo esperaban no perderse en el camino, porque aunque ya hubiesen estado allí antes admitían que el lugar era bastante grande y no querían perderse de nuevo; sí ya se habían perdido, en las tres ocasiones que estuvieron allí.

 

No fue sencillo llegar, pero lo lograron. Ahora sólo faltaba entrar, estaban nerviosos y era precisamente por ello que entrarían y se quedarían juntos, en el mismo lugar.

Llamaron a la puerta y entraron al obtener la autorización. 

 

Se hizo el silencio al verlos entrar, tenían sus ojos puestos en ellos. Era claro que los tres jóvenes son donceles, el uniforme daba fe de ello. Dos de ellos eran rubios y uno pelirrojo, con tono de piel clara por lo que se podía observar en sus rostros, pero no podían ver el color de sus ojos al tener puestas gafas de color negro y bufandas de color blanco que contrastaba con el azul oscuro de la chaqueta del uniforme.

 

-Jóvenes bienvenidos, el director me hablo un poco sobre ustedes, por favor preséntense. –Hablo el maestro al tenerlos a su lado. Al notar que no hablaban volteo a verlos. –Por favor retiren sus gafas y sus bufandas, y preséntense. –Pidió de nuevo.

Deidara sólo se limitó a extender un sobre al maestro; éste lo tomo, lo abrió y leyó el contenido de la carta, la segunda hoja de papel sólo corroboraba lo dicho en la carta.

 

-Sensei, el reglamento dice que en clase no se pueden tener accesorios que no concuerden con el uniforme. –Dijo una chica sólo para que los regañaran, además quería verlos bien y estaba segura que el resto del alumnado deseaba lo mismo.

-Eso dice el reglamento. –La chica sonrió victoriosa. –Pero se hará una excepción con ellos. –La sonrisa se borro.

-¿Por qué? No puede tener preferencia, se lo diré al director. –Le reto.

-Puedes ir a decirle, él te dirá lo mismo. –Empezaba a enojarse, estaba consiente que la chica es bastante molesta. Aunque si la mandaba a dirección en ese instante lo regañarían a él, pues ella argumentaría que sólo estaba recordándole el reglamento. –Los tres son una excepción por orden médica. –Decidió aclararlo de una buena vez, antes de que el demás alumnado se alborotara. –Esto. –Mostró el sobre con la carta. –Es el permiso del director. Y esto. –Mostro esta vez la otra hoja. –Es el resumen del examen médico de los tres y la receta médica. –Aclaró al leer la última parte de lo escrito.

-Pero eso no prueba nada. Puede ser falso lo que diga ese papel. –Hablo otra chica.

-Si el director lo aprobó es porque está seguro que la información aquí presentada es verídica. Así que se callan, dejen de armar alboroto. –Sentenció. –Ustedes tres, por favor siéntense. –Les pidió señalando las últimas filas de asientos desocupadas.

-Pero no se han presentado, Kakashi-sensei. –Hablaron las chicas anteriores.

-Vuelve la burra al trigo. –Pensó molesto. -¿Qué les dije, Sakura e Ino? –Les dedicó una mirada tan fría que ambas sintieron miedo.

 

 

***¨¨***

 

 

Cada alumno al matricularse recibía el carnet estudiantil, el cual tenía los datos básicos del estudiante, como: Apellido, Nombre, Grado, foto del estudiante y un código. El código los identificaría frente a la institución durante todo el ciclo escolar; presentarían el carnet en: la cafetería y restaurante escolar al comprar los alimentos, la biblioteca, la sala de cómputo, Etc.; además de los casilleros, ya que cada uno tenía grabado un código en lugar del nombre del estudiante.

 

Este sistema era implementado para mayor facilidad y comodidad, así cuando había algún estudiante que salía de la institución sólo era sacado del sistema y el código era almacenado o dado a otro estudiante en caso de ser requerido; además así cualquier daño causado al equipo institucional o las instalaciones era cargado al último estudiante que tuvo uso de ellos.

 

Igualmente cada grado se dividía en tres grupos: “A”, “B” y “C”, por código. Así los alumnos cuyo código empezaba por un número específico son asignados a un grupo también específico; la distribución entre las materias y los maestros quienes las impartirían, como los que están a cargo de cada grupo es igual. A cada maestro también le es dado un carnet y asignado un código y aplicaban las mismas reglas, condiciones y unos pocos beneficios más a los que tienen los estudiantes.

Si bien hay materias, maestros y actividades en las que los tres grupos de cada grado coinciden, sólo son contados los estudiantes quienes las comparten.

El director les había explicado todo para que no tuvieran problemas, pues estaba consciente que los demás alumnos les harían aun lado al no ser como ellos. Así mismo les advirtió sobre el cuidado del carnet, más que todo sobre el perderlo, si lo pierdes puedes irte olvidando siquiera de entrar al plantel.

Realmente no tenían grandes expectativas con respecto a las personas de aquel lugar. No eran como ellos, lo sabían, sólo esperaban no tener problemas con nadie porque aunque se sintieran fuera de lugar aprovecharían la oportunidad, todo para darle un mejor futuro a su familia.

 

 

 

Porque su final es la mitad de nuestra historia.

 

Notas finales:

La idea referente al carnét y la implementación de un código tanto para estudiantes como maestros la tomé de mi universidad, pues en esta se usa el mismo sistema. 


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