La noche se desplazaba por todo lo que tocaba, dándole lugar a la oscuridad que reinaba con crueldad desgarradora, las horas corrían como locas por el aire que refrescaba el ambiente. Un olor a tormenta se sentía por todas partes mientras que las nubes sellaban la vista al cielo. Sin embargo no llovería, ese día es demasiado importante como para que llueva, además el dijo que no llovería, el jamás miente.
El se acerca al ventanal del pálido cuarto de juegos, lleva consigo un lindo kimono rojo vino que resalta su hermosa figura. Sus ojos recorren la oscuridad infinita que se le presenta encantadora, como si esperara su llegada. Posa sus manos en el marco de una ventana y recarga parte de su cuerpo en el. Sierra los ojos y se dedica a sentir el aire en su rostro. Sus cabellos largos se esparcen por toda su espalda como jugueteando con esta.
De pronto siente unas manos ya tan conocidas para el recorrer su cintura, las manos expertas deshacen el agarre del kimono dejándolo expuesto. Las manos ansiosas quitan con lentitud el delicado kimono mientras que unos labios besan su hombro, a él le encantan esos labios suaves que recorren todo su cuerpo cada noche. De pronto las manos lo boletan con violencia revelando unos ojos azules cargados de deseo, le encanta esa mirada feroz que solo le dedica a él, a pesar de no sea el único con el cual comparte una cama, es el único con el que comparte verdadera pación.
Quizás es por esa razón que él se deja dominar por un hombre tan frio que solo lo acaricia en una cama, que solo lo besa al penetrarlo, que solo lo abraza para desvestirlo. Pero el jamás replico por su falta de atención, tal vez porque no hubo tiempo de replicar, porque el poco tiempo que se le dedicaba a él no lo quería desperdiciar, porque para él los momentos al lado de ese monstro de ojos azules son los más hermosos y felices. A pesar que solo es sexo para Kaiba para él es amor, para él es unirse de la única forma maravillosa que sus cuerpos entienden, lástima que el otro no lo sepa o intente negarlo.
Él le sonríe como nunca, mientras que Kaiba solo piensa en montar ese esplendido cuerpo que se le presenta con toda su gloria, el lo nota pero lo ignora como siempre y le sigue sonriendo, lástima que el otro desperdicie semejante visión, pero a él no le importa, le duele?, si claro que le duele, le duele que el hombre que ama solo lo use para un revolcón cada noche.
Él lo rodea con sus finos brazos y huele su perfume, tan embriagador como siempre, Kaiba lo carga como a un niño y lo recuesta en la cama, la cama de juegos sexuales, está llena de sogas, látigos, incluso cadenas, pero Kaiba tira todo al suelo, seguro no está de humor para la seducción. Kaiba se levanta y comienza a desvestirse para él, se queda sorprendido, jamás su amado se había desvestido para él. Kaiba se desnuda lentamente para presumir sus dotes, y claro tiene mucho que presumir, esos exquisitos pectorales y esas nalgas, dios!, y ese pene, cuánto mide?, mmm, es realmente grande y ancho.
El de ojos azules se mueve lento para atrapar a su preciada presa favorita, le abre las piernas con lentitud mientras pasa su lengua por estas hasta llegar a su pene, lo mete con rapidez a su boca y lo succiona como si se tratase de una paleta, lo saca con rapidez y muerde la punta, su acompañante realmente disfruta sus caricias, cosa que lo llena de ego. Sin embrago lo único que quiere es tener su pene súper erecto en la entrada de su presa, toma un poco de lubricante y selo esparce alrededor de la punta. De pronto nota la mirada lasciva que le dedica su presa, realmente le encanta el, nunca replica ni reprocha por nada, solo se dedica a disfrutar lo que se le ofrece, como un perro, un perro que se conforma con todo lo que le da su amo. Se acuesta en la cama mientras que su acompáñate lo monta con ligereza, el ritual de todas las noches está a punto de comenzar…
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El canto de los pájaros resuena como siempre en todas las mañanas, el sol ahora toma el lugar de la luna llevándose consigo todo rastro de oscuridad, dándole paso al cálido resplandor de los primeros rallos. Unas lindas pupilas se abren dándole paso a unos ojos mieles que sonríen mientras buscan a su acompañante nocturno, a su pesar no lo encontró, sin embargo la sonrisa no se borra de su rostro, ya está muy acostumbrado a la soledad de sus mañanas. Respira hondo y exhala, la vida es hací.
Entra en el baño dispuesto abañarse, abre la regadera que deja correr el agua mas helada que su piel a sentido, pero no le importa si sigue con su labor. Sale del baño con una sonrisa cansada típica en sus mañanas, lástima que su acompañante nocturno no sepa lo cansado que lo dejan sus encuentros. Mira de reojo el cuarto, esta tan desordenado como siempre, pero algo interrumpe lo habitual, una pequeña nota que descansa sobre su mesita de noche atrae su atención.
La toma entre sus manos y sonríe mas, la primera nota que él le deja. Se apresura a abrirla y lo que lee lo devuelve a la cruel realidad, pero no le importa, su sonrisa jamás se borrara.
Cachorro…
Gracias por la despedida de soltero que me diste, te espero a las 7:00 pm en mi boda
K.S
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Se mira una vez más al espejo, le encanta la imagen que se refleja en él, el traje blanco semi pegado a su cuerpo deja mucho que desear. Toma un peine mientras intenta peinarse, después de media hora se rinde, es imposible domar su hermosa cabellera rubia que apunta para todos lados, sin embargo muchos creen que así es su estilo, tal vez sería mejor si la cortara, pero no cometería un acto tan descabellado, si se desase de ella sus mañanas serian menos entretenidas.
Toma las llaves de su departamento y sale de con su muy acostumbrada sonrisa, se sube al ascensor y se recuesta en el pasamano de este, no hay nadie más en el, como siempre. Al poco tiempo las puertas se abren dejando ver la entrada donde le espera una limosina, se dirige a ella como es su costumbre, sin voltear a ningún lado. El chofer lo espera y lo saluda, el sonríe y contesta el saludo y sube con rapidez, como siempre ¬¬*. Su vida es aburrida y repetitiva desde que es uno de los amantes secretos de Kaiba, lo único que cambia es la forma en que este lo penetra por las noches.
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La iglesia se ve realmente bien, es sencilla pero muy bien decorada con adornos que le dan un aspecto del siglo XVI, los invitados son pocos, como los reporteros. Al entrar lo primero que ve es a Kaiba con su traje negro que le queda más que perfecto, “el rey de la noche”, a la par se encuentra su hermano Mokuba, este ultimo al verlo sele acerca y lo saluda como de costumbre con un pequeño beso casto en los labios. Kaiba frunce el seño, le desagrada la visión de su amante siendo besado por su hermano menor, celos tal vez, pero jamás lo reconocerá, es demasiado testarudo.
De pronto la música del piano comienza a escucharse por todo el lugar, los padrinos, en ellos incluidos Mokuba y Joey, y las madrinas ocupan su puesto en el altar. Joey sonríe como es su costumbre embobando a los invitados que casi no prestaron atención cuando la novia entro al lugar.
Kaiba apretó con fuerza sus puños al notar las miradas pervertidas de sus invitados hacia su presa, pero él no puede reclamar, lo sabe muy bien. Trata sin mucho excito de quitar la mirada de su cachorro que se encuentra a su par con los anillos de la boda, y se dedica a mirar a su futura esposa, May, una rubia voluptuosa que solo le recuerda a Joey.
La son risa de la novia se veía más que fingida a pesar de no serlo, mientras que la muy fingida sonrisa de Joey se veía más que natural. La ceremonia comenzó con las primeras palabras del sacerdote, mientras que May toma la mano de Kaiba y le sonríe, pero este solo la ignora.
Los minutos se hacían horas para Kaiba que se tensaba cada vez más por la cercana de Joey, no es que le desagrade tenerlo cerca, solo que es un martirio no poder besarlo, tocarlo, a pesar de estar tan cerca. Se llevo a la boca la mano que sostenía su prometida para aclarar su garganta, debía controlarse o terminaría haciendo una locura. Quizás no fue buena idea invitar a Wheleer a su boda, pero es uno de los amigos mas cercanos a May, incluso el estuvo enamorado de May, una vez tuvieron una pelea por ella que los termino llevando a la cama. Volvió a aclarase la garganta, realmente debe controlarse.
La voz del padre lo saco por completo de sus pensamientos, la típica frase “que hable ahora o que calle para siempre”. Miro el público tal vez esperanzado con alguna interrupción que no llego. Miro entonces a su cachorro que simplemente sonreía, puede ser que su presa no sienta nada por el… suspiro con resignación y dirigió su vista nuevamente al altar.
Lo que más temía que llegara llego, el intercambio votos del “si acepto”
-acepta Ud. señor Kaiba a May Valentine como su futura esposa, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe…?- un silencio infernal se apodero de la multitud, mientras que por fin la sonrisa de un rubio se borro.
-no- la respuesta de Kaiba desconcertó a los presentes, mientras que la novia simplemente lloraba y salía corriendo del lugar.
La multitud convirtió el sagrado logar en un cotillón a gran escala. Kaiba solo los ignoro como siempre y jalo a su presa fuera del lugar, dejando a todos en silencio y a su hermano con una sonrisa.
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Las caricias desesperadas se prestaban en un juego pasional para dos amante que se desvestían en la habitación, no se necesito palabras, su presa simplemente se dejo hacer. El sonrió como siempre lo hace y Kaiba fingió muy bien no ver esa sonrisa que es solo para él. Recostó al rubio en su cama y se posiciono entre sus piernas. Como todas las noches el ritual esta apunto de comenzar…
Fin
*espero que les haya gustado, je, me ilusione con la idea de seto rechazando a May en el altar ^.^*