‘‘Oficina de Bienes Raíces Claire, ¿en que puedo ayudarle?’’
Era lo que se escuchaba por todos los cubículos de la empresa. Mujeres atendiendo llamadas a personas que querían pagar o comprar una casa. Todo marcha perfecto. Ningún papel o grapa fuera de lugar. Más al fondo de esa blanca oficina llena de teléfonos ruidosos estaba una oficina personal en la que una muchacha de mediana edad atendía el teléfono y luego colgaba. Tomaba papeles y copiaba su contenido en una hoja Excel en la computadora. Su secretaria entró no sin haber tocado antes.
- Señorita Kusama, aquí están los recibos que pidió. ¿Necesita otra cosa?
- No Yuuki, gracias.
La secretaria ya se retiraba cuando la señorita Kusama la detenía con la mano.
- Oye, sí necesito algo, tráeme un café por favor.
- Está bien señorita, como usted diga.
- ¡Yuuki! - La secretaria se volvió a detener - Llámame Tsuki.
- Está bien señorita Tsuki - Yuuki hizo una reverencia y se retiró de la oficina.
Tsuki se devolvió a su silla y se sentó a continuar su trabajo.
‘‘¡Esperen, no! ¡¡No pueden entrar!! ¡La señorita Kusama no está disponible!’’
Afuera se escuchaba. Parecía que era Yuuki.
De la nada, dos hombres policías invadieron la oficina de Tsuki, la levantaron de los hombros mientras Yuuki decía que no se la llevaran.
- Tsuki Kusama, está detenida por el delito de fraude - Decía uno de los policías mientras la esposaban.
- ¿¡Qué!? ¿¡FRAUDE!?
- Tiene derecho a guardar silencio - El otro policía comenzó a decir mientras Tsuki gritaba cosas como: ¡Esto debe ser un error! - Todo lo que diga puede ser usado en su contra. Tiene derecho a un abogado…
**
- ¡Me inculparon! ¡Yo no debería de estar aquí!
Estaban en el juzgado. Tsuki y su abogado estaban sentados en el lado izquierdo de la jueza.
- Todos dicen eso muchacha - Dijo la jueza de edad un poco mayor.
- ¿¡Cree que yo puedo hacer una cosa así!? ¡Yo soy una vendedora de bienes raíces!
- ¡Ya tuve suficiente de usted señorita Kusama! - Se dirigió al juzgado - Ahora, honorable juzgado. Denos su veredicto.
Uno de los integrantes se levantó.
- Declaramos a la acusada, Tsuki Kusama, culpable.
- ¿¡QUE!?
- La sentencia será de tres años en la prisión para mujeres de Tokio sin derecho a fianza. - La jueza hizo sonar el martillito - ¡Llévensela!
Los policías inmediatamente tomaron a Tsuki y empezaron a esposarla y dirigirla hacia la puerta.
- ¡No! ¿¡Que hacen!? - Tsuki trató. Pero todo fue en vano.
**
Muchos piensan que una prisión es un lugar siniestro y en medio de la nada, en ese momento Tsuki también lo veía así, pero no era más que un edificio alto con un patio grande.
Varias muchachas o mujeres iban en un camión, llegando a la susodicha prisión. Tsuki tenía atadas las manos con una soga como si la hubieran secuestrado. Y vestía una camiseta blanca debajo de una chaqueta suelta azul con unos pantalones igual y tenis.
Todas bajaron, algunas con las cabezas bajas y otras volteando explorando el lugar pensando que harán en esa prisión durante su condena.
- ¡A ver mocosas! - Dijo una sargenta cuarentona de muy mal gusto - ¿¡Creen que aquí van a recibir manicure y pedicura, que les van a dar masajes en la espalda!?
Todas empezaron a murmurar entre dientes.
- ¡¡PUES NO!! ¡AQUÍ SE LES VA A TRATAR COMO SE MERECEN! COMO CRIMINALES.
Tsuki se estremeció al volver a pensar que todo era un error.
- ¡Muévanse estúpidas! - Ordenó cruelmente, solo le faltaba un látigo para ser igual al mismísimo diablo.
Lentamente, se voltearon y empezaron a caminar por los pasillos y por las celdas de aquella cárcel.
Mientras iban pasando, a cada una le daban unas cobijas y les daban el número de la celda que iban a ocupar. Tsuki no tardó en hallar su celda, entró y la puerta se cerró detrás de ella. Ella se quedó inmóvil por un segundo. Viendo a las demás pasar por una pequeña ventanilla de la puerta.
- Hola nueva.
Una voz detrás de ella interrumpió sus pensamientos. Tsuki volteó.
- Oye, te voy a ser sincera, no quiero problemas, quiero salir lo más rápido posible de este lugar.
La compañera de celda de Tsuki era una muchacha más o menos de la misma edad que ella, con ojos verdes y cabello medio largo de color rojizo.
- Si. Ya lo sé. He estado en esta miserable prisión desde hace un año por algo que no cometí. - Decía la mujer mientras se subía a su litera.
- Oh…yo…estoy en una situación similar…
- ¿Si? Ahh por fin alguien que me entiende. Oye, y ¿cómo te llamas y cual es tu sentencia y crimen ‘‘cometido’’?
- Soy Tsuki Kusama - Decía mientras ponía sus cobijas en la cama de debajo de la litera - Estaré tres años aquí por un fraude del que ni siquiera estuve enterada.
- Wow…triste historia eh… - Reclama la mujer con algo de sarcasmo.
- ¿Y tu? ¿Cuál es tu historia?
- Yo prefiero guardarla para mi misma y solo te diré mi nombre. Sora Megami.
- Gusto en conocerte Sora. Pero, ¿porque no quieres que sepa tu historia?
- No quiero recordarlo. Solo no quiero hacerlo. Buenas noches. - Sora se tapó la cara con una revista.
Tsuki se acostó en su increíblemente incomoda cama.
- Oh, casi lo olvido - Dijo Sora haciendo colgar su cabeza para mirar a Tsuki - Bienvenida a la prisión.
Sora volvió a su lugar y Tsuki sonrió ligeramente.
- Gracias… - Musitó ligeramente Tsuki.
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