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Wish You Were Here por KanadeTakanashi

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Notas del fanfic:

Disclaimer: El manga en el que está basada esta historia pertenece a Masashi Kishimoto. Así mismo, la canción asociada a este fanfic está bajo la autoría de Avril Lavigne.  La trama y la historia en sí son de mi correspondencia.

PERSONAJES:

ALUMNOS --- Naruto, Sasuke, Sakura, Sai, Gaara, Rock Lee, Shino, Shikamaru, Ino, Kiba, Neji, Hinata, Suigetsu, Jūgo, Karin, Chōji, Kabuto.

PROFESORES --- Kakashi, Iruka, Gai, Kurenai, Asuma, Yamato, Jiraya, Orochimaru, Tsunade.

FAMILIARES --- Itachi, Mikoto, Fugaku, Minato, Kushina.

OTROS --- Konohamaru, Kurama (mascota de Naruto), Akamaru.

 

ATENCIÓN, lean atentamente las siguientes advertencias:

 -Posiblemente, a medida que avanza la historia, se vayan metiendo otras parejas secundarias.

 -Puede que se haga mención de lemon,  pero a lo mejor no de forma inmediata y poco segura.

 -La actualización de los capítulos y la escritura de cada uno puede ser irregular debido a compromisos o estudios que me impidan la tarea.

 -Tengan en cuenta que, a pesar de que sea una parodia, es posible que tenga su toque drástico.

 

Notas del capitulo:

Esta es la primera historia que escribo y espero de todo corazón que les guste.

:: Prefacio ::

 

El día se había presentado soleado y agradable, sobre todo para aquellos que empezaban a estudiar. Apenas se apreciaban los primeros rayos del sol en el horizonte, convirtiendo al oscuro cielo nocturno en uno con destellos azulados que iluminaban grácilmente a la ciudad.

Nadie quería levantarse ese día. El calor aún los azotaba y el primer día en la escuela nunca era agradable para muchos. Sin embargo, en una mansión de la parte más adinerada de la ciudad, antes que el resto de la familia, un joven de tez pálida y ojos carbón había despertado media hora antes.

Sasuke Uchiha bostezó con elegancia, cerrando los ojos y llevándose una mano a la boca; su porte era un tanto arrogante aún sentado en la cama. Se levantó para dirigirse al baño y tomar su merecida ducha, quitándose el estorboso pijama y fundiendo su cuerpo con las gotas de agua fría que resbalaban por su tersa piel. Sus azabaches cabellos caían alrededor de su cara.

Fue todo una rutina monótona para Sasuke, que se secó cuidadosamente el pelo, se echó el desodorante, se vistió con una camisa negra, pantalones largos del mismo tono y zapatillas Nike, y se miró en el espejo. Su cabello se estaba secando con facilidad y de nueva cuenta volvían a aparecer esos picos que tenía en su nuca y se elevaban de forma inexplicable, tal cual una cacatúa.

Torció el gesto. Su hermano tenía toda la razón del mundo para llamarlo así, aunque siempre podía contrarrestar con un despectivo y seco «Comadreja». Sonrió ante la idea de poder burlarse de él con ese nombre. Era un gran placer poder hacerlo.

Salió de su habitación después de haber agarrado todas sus cosas para ir a la universidad y comenzó a preparase el desayuno. Al rato de tomar entre sus finos y largos dedos un tarro a rebosar de tostadas, la margarina y un cuchillo, sintió unos pasos detrás suyo. Se dio la vuelta, encontrándose a su padre masajeándose su hombro con gesto serio y tranquilo, vestido con una bata de dormir color negra con el símbolo Uchiha en la espalda. Fugaku miró a su hijo.

—Buenos días, Sasuke —saludó cortés y serio el hombre de la casa.

—Padre —respondió Sasuke con una leve inclinación de cabeza y procediendo a hacerse el café.

—Deberías dejar que la cocinera prepare el desayuno —opinó Fugaku yendo hacia el comedor y sentándose en una de las sillas que estaba en la punta de la mesa rectangular. Una de las mucamas le llevó su periódico y procedió a leerlo. Todo esto era visto por Sasuke desde la cocina y a través de una ventana que tenía a su izquierda y que comunicaba con el comedor.

—Me gusta ser independiente —dijo Sasuke sin más después de untar una tostada con margarina y llevársela a la boca para darle un refinado bocado y masticar silenciosamente.

Al rato, un bostezo para nada reprimido se oyó, y a la cocina entró un muchacho de pelo largo suelo y algo alborotado, vestido aún con el pijama de color negro —y el abanico de la familia, símbolo oficial de la casa Uchiha y cuyo significado era, precisamente, «abanico»—. Se rascó la cabeza con pereza y se puso al lado de Sasuke. Unas extrañas ojeras enmarcaban su rostro.

—Buenas, cacatúa —le saludó Itachi dándole un apretón en el hombro para después sacar una caja de cereales, un bol, una cuchara y la leche. Llenó el bol de la leche antes de volver a guardarla en la nevera y se llevó las cosas hacia la cocina.

Sasuke, antes de que saliera del todo de allí, le espetó:

—Malas para ti, comadreja.

Itachi hizo un puchero gracioso y se sentó a un lado de su padre, a mano izquierda. Volvió a bostezar y su padre lo miró con el ceño fruncido.

—Es de mala educación bostezar, hijo —le reprendió con su típico tono serio y frío.

Sasuke chistó por lo bajo mientras sonreía ladino y se concentraba en servirse el café en lo que Itachi le contestaba a su padre.

—Acabo de salir del sobre, padre —se justificó—, es normal que bostece: aún tengo las sábanas pegadas. —Hizo un pequeña pausa para echar los cereales en el bol lleno de leche—. Y precisamente hoy no tengo ganas de ir a la empresa. Hoy es el día en que se cierra ese dichoso trato con la compañía Hyūga y, siéndote sincero, ese Hiashi me pone de los nervios con su carácter recio.

—Hijo, ¿llevas años llevando la empresa junto conmigo y aún no te acostumbras a esa clase de gente? —cuestionó Fugaku con sorpresa fingida— ¿Y más teniendo a tu hermano? —señaló a Sasuke, quien frunció el ceño—. Los años que llevas con el Sasuke frígido debieron de serte una práctica útil.

—Mira quién fue a hablar, padre —rechinó los dientes el menor.

Fugaku rió por lo bajo. Era raro verlo sonreír, pero con la familia era diferente. Itachi, más abierto, sonrió ampliamente.

—Con Sasuke es diferente —explicó Itachi—: es divertido molestarlo.

Una vena comenzó a palpitar en la sien del más joven de los tres. Itachi rió con más energía y empezó a tomar sus cereales. Sasuke ya se había tomado media taza de café y siete tostadas con margarina. La octava estaba siendo zampada sin contemplaciones.

—¡Muy buenos días, familia!

La voz de Mikoto, vestida con ropa diaria, fue como un sedante para los tres hombres. Aquella mujer lograba calmarlos sin siquiera decir nada.

 

La Universidad de Konoha era conocida por estar afiliada al Parvulario, a la Primaria, a la Secundaria y a la Preparatoria con el mismo nombre. Además de eso, de aquella universidad destacaba su gran prestigio. A pesar de que la cadena de enseñanza Konoha fuera costosa, a partir de la Secundaria sólo aceptaban a aquellos de buenos promedios y grandes trabajadores. Se les otorgaban becas desde esa etapa a aquellos estudiosos y se desechaban a los holgazanes por mucho que éstos fueran hijos de gente rica.

Tsunade, dueña de esa cadena de enseñanza, se encargaba personalmente de que todo marchara según lo previsto y tal cual dictaban las estrictas reglas heredadas de sus antiguos propietarios. Solía vérsela de vez en cuando dándose un rutinario paseo por los pasillos de cada edificio y se quedaba escuchando lo que ocurría dentro de cada clase.

Sus paseos no tenían fecha y tampoco los anunciaba. Simplemente, cuando todos estaban ocupados, ella entraba de contrabando, sigilosamente, y pillaba por sorpresa a algunos profesores que daban clase, puesto que había veces en las que Tsunade entraba a la clase y se quedaba atrás, mirando cómo marchaba todo y apuntando en su libreta datos relevantes.

Sasuke ya la había visto varias veces y siempre llevaba su clásico peinado de dos trenzas bajas. Su cabellera rubia resaltaba con respecto al resto de la clase.

Si bien al joven no le caía bien Tsunade, la prefería mil veces que a las locas chicas de su club de fans, que vivían acosándolo a todas horas. En la Secundaria y la Preparatoria las chicas lo observaban soñadoras y le mandaban cartitas cuando el profesor no miraba. La presencia de Tsunade en la clase le ofrecía al morocho unos minutos de paz, pero luego se volvía a retomar.

Claro, hasta el día en el que se hizo novio de la capitana de las animadoras del club de fútbol —en el cual él era el capitán— y la jefa de su club de fans: Karin, una pelirroja de mirada lujuriosa y llena de deseo que ni los anteojos que usaba para ver de lejos le frenaban la intensidad.

Él no la quería, a pesar de que ella siempre se lo recordaba. Nunca le dijo a Karin un «Te quiero». Tampoco le dijo, el día en que empezaron a ser novios «Estoy enamorado de ti»; simplemente quedó con ella en el patio del recreo y le dijo:

—¿Salimos?

Aunque más que una pregunta, aquello fue una afirmación. Karin se había exaltado y brincaba llena de alegría repitiendo una afirmativa de forma efusiva.

A partir de entonces, las cartitas fueron disminuyendo, sobre todo gracias a la fulminante mirada que su “novia” les mandaba sin disimulo alguno.

Sasuke, cada vez que estaba con Karin, se preguntaba qué era estar enamorado, cómo se sentiría él al estarlo y de quién se enamoraría.

 

Llegó justo a tiempo a su casillero —el número 23—. Después de haber guardado algunos útiles que no necesitaría aquellas primeras tres horas, el timbre sonó y se dispuso a irse a su primera clase.

La clase 302.

Sasuke estaba deseoso, aunque no lo demostrara, de dedicarse a la Ingeniería Electrónica. Su padre decía que tal vez heredaría la empresa, ya que la Compañía Uchiha se encargaba especialmente de electrodomésticos, coches, etc., pero él no tenía ganas. Lo que de verdad deseaba era crear cosas nuevas para la compañía, no ser un empresario. Quería tener su propia casa con toda clase de objetos modernos, como cristales que se obscurecían a la luz del sol.

El sólo pensar en todo lo que podría hacer una vez graduado, una ola de satisfacción lo envolvía, porque, claro, él tenía asumido que no le costaría nada terminar su carrera con excelentes calificaciones.

Cerró el casillero y comenzó la caminata rumbo a la clase de 302, que se encontraba, afortunadamente, en su misma planta, la tres, usada exclusivamente para los de Ciencias y Tecnología.

Su paso al principio era tranquilo. Pero poco a poco los pasillos fueron quedando desiertos y se apuró: no quería llegar tarde a su primer día en su primer año en la uni.

Sin embargo, al doblar un pasillo, se estrelló de lleno con algo o alguien que lo tiró al suelo. Sus cosas se esparcieron por el lugar y un fuerte golpe en la frente lo taladró. Se quejó con un gemido al igual que la persona con la que acababa de chocar, que decía un adolorido «Itai».

—¡Lo siento mucho! —se disculpó el joven, levantándose como un resorte y acomodando unos papeles que se le habían caído en una carpeta. Acto seguido, recogió las cosas de Sasuke y le extendió una mano.

—Oye, fíjate por dónde... —Sasuke se quedó mudo.

Ante él, una entidad se alzaba majestuosa. Era un joven de su edad, ojos azules como el cielo que lo veían llenos de preocupación, cabellos revueltos de color rubio como el sol, tez trigueña y tres graciosas marquitas en sus mejillas cuan vigotes. Sasuke quedose deslumbrado ante su presencia.

—¿Te he hecho daño? —preguntó el rubio.

Sasuke salió de su ensoñación y se levantó por cuenta propia, sin hacer caso a la mano del chico. Cuando se hubo limpiado los pantalones, tomó sus pertenencias con brusquedad y la mochila tirada en el suelo, sin apartar los ojos del oji-azul.

—Ten más cuidado la próxima vez, dobe —le recriminó Sasuke con su acostumbrada mirada frívola.

—¡Eso también irá para ti, teme! —contraatacó el chico.

—¿A quién le llamas «teme», usuratonkachi?

—¡¿Y tú a quién llamas «usuratonkachi»?! ¡No creo que debas insultarme cuando por lo menos fui amable contigo!

Sasuke chistó por lo bajo al ver la terquedad del rubio y miró su reloj. Llegaba tarde a clase.

—Yo me marcho —anunció antes de pasarlo de largo.

—¡Espera-dattebayō! —lo paró el rubio.

Sasuke se dio la vuelta, molesto.

—¿Qué quieres? —preguntó con frialdad.

—Emm... Esto... ¿Sabes dónde está la dirección? —se rascó la nuca con nerviosismo mientras sonreía tonta y radiantemente.

—Al lado del tablón de anuncios de esta planta —indicó sin más. Le había servido de algo haber curioseado en todos los sitios.

—Muchas gracias —le agradeció—. Soy Naruto. Naruto Uzumaki. ¿Y tú?

Iba a decirle que nadie le había preguntado su nombre, pero se abstuvo y contestó:

—Sasuke. Sasuke Uchiha.

—Fue un placer conocerte, teme amargado —sonrió Naruto zorrunamente. A Sasuke le apareció una vena en la sien—. Espero volver a verte —se despidió con una mano alzada.

Sasuke se quedó allí, viendo partir al rubio y perderse en una esquina. Algo le decía que ese nombre se le antojaba familiar.

Pero, ¿de dónde?

 

Damn, damn, damn!
What I’d do to have you here, here, here.
I wish you were here.
Damn, damn, damn!
What I’d do to have you near, near, near.
I wish you were here.

Notas finales:

¿Qué os ha parecido el comienzo? ¡Comenten!


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