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¡Detén ya ésta pesadilla! por Wiiel

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Notas del fanfic:

Pareja principal: SasukexNaruto

Antagonista: Sakura

Disculpen, pero la pelirrosa me cae mal. -.-" Odio el SasuSaku

Notas del capitulo:

Naruto y sus personajes pertenecen a K. Masashi. Pero el contenido literario de este fanfic me pertenece, por lo que queda COMPLETAMENTE PROHIBIDO el plagio parcial o total de esta obra.

 

Disclaimer: Es totalmente cierto que ninguno de los personajes es mío, totalmente. Pero, ¡admitámoslo!, yo haría maravillas jugando con ellos y creando dramas por aquí y por haya.

 

Respeten mi trabajo, por favor.

 

 Y todo se volvió una pesadilla

- 1 -

Él desapareció una tarde.

 

«— Sasu… Yo… sé que tenemos muchas cosas que hablar ‘ttebayo. Pero, he pensado mucho desde hace días. Desde el concierto, en realidad. En como yo dejé todo cuando decidiste venir a Inglaterra… Por ti, por una vida juntos. »

El cetrino dio un sorbo a su vaso de whisky, sintiendo como ardía un poco su garganta por tomarlo seco y en gran cantidad cuando no solía beber mucho. Sentía que lo único que podía hacer en esos momentos era beber.

«— Yo… entiendo que ésta no es la mejor forma de decirlo ‘ttebayo… —» el rubio se acarició la nuca mientras mordía su labio inferior en un gesto de nerviosismo tan propio de él. Sus ojitos azules se veían tristes pero algo parecía no cuadrar con la imagen.

Como si pudiera leer unos ojos a través de una grabación de video.

«— Esperaba que con esto evitáramos peleas sin sentido… No eres muy dado a escuchar en silencio y ambos lo sabemos. »

Era este el momento en el que Sasuke comenzaba a sentir una picazón horrible en sus ojos, que mientras observaban los tristes ojos de su kitsune comenzar a mirar nerviosamente sus manos y su voz bajaba de tono, no podían evitar dejar escapar varias lágrimas cristalinas que sentía caer por sus mejillas y su mandíbula. Apretar los dientes hasta el punto de sentir un dolor muscular en su rostro no ayudaba.

No servía con esto…

«— Me voy. Te quiero teme, pero esto no puede seguir —»  el rubio tomó aire un momento para intentar controlarse, o eso parecía, antes de comenzar a hablar.  «— Hay desconfianza, que se amplifica cada vez que llegas tarde, y cada vez que te siento ausente y aburrido conmigo ‘ttebayo. »

Sasuke cerró los ojos, sin importarle ya nada. Comenzó a dejar salir unos gemidos ahogados, sintiendo como su roto corazón se retorcía en dolor una vez más.

Era su culpa, por supuesto que lo era… Pero era humano, y esto lo superaba.

«— Me haces daño… —»  Su persona más preciada se limpió los ojos con su ridícula sudadera anaranjada. Sasuke solía burlarse de esa prenda que le encantaba usar a ese rubio; pero la verdad es que le gustaba como le quedaba, pero la cara de molestia del ojiazul le animaba a seguir molestándolo y haciéndole enojar.  «— Primero Karin… y ahora Tayuya… ¡No soy de piedra, ‘ttebayo! »

Su kitsune, su dobe estaba llorando ahora en la pequeña pantalla que sostenía en sus manos.

«— No me busques por favor. Tampoco me odies… »

Los ojos del Uchiha volvieron a cerrarse mientras con su mano trataba de callar su voz.

«— Te amo ‘ttebayo. »

Después de eso, solo se alcanzaba a ver como su adoración se levantaba para apagar la grabación.

— Naruto… —Acarició la pantalla cuando el video se puso en “stop” mostrando a su rubio sentado para comenzar a hablar de nuevo.

Cinco años se habían acabado… cinco años se habían acabado con una cámara digital.

Pero todo eso era una vida. Y toda una vida no se podía quedar así.

— Por supuesto que no.  —Sentenció poniéndose de pie con un gran esfuerzo; fuerza ya no tenía después de haber visto ese video. Golpeó el vaso de licor con su pie haciendo que su contenido se esparciera por el suelo de madera y después avanzó hacia su teléfono celular que poco antes hacía lanzado contra el espejo de cuerpo completo a un lado del librero de caoba.

Sabía lo que tenía que hacer ahora.

Era un Uchiha. ¡Un Uchiha! Nadie lo cortaba de esa estúpida manera.

Buscó el número necesario en su lista de contactos. No es como si tuviera la costumbre de llamar a ese malnacido mapache, pero su tonto rubio lo había agregado a sus contactos en una ocasión en la que quería hablar con el pelirrojo usando el celular de su novio. Lo había dejado entre sus contactos por simple pereza de borrarlo y aguantar un reclamo por parte de Naruto.

Marcó esperando la contestación.

“Sabaku“ —se escuchó al otro lado de la línea. La voz era calculada y fría. Exigiendo y no esperando una respuesta por parte de la otra persona.

— ¿Dónde está? —exigió en un tono de voz más penetrante y serio el Uchiha.  

“¿Uchiha-bastardo?” —preguntó divertida la voz. Entendiendo ahora a qué se debía que no hubiera aparecido un nombre en el teléfono al recibir la llamada.

— ¿Está contigo verdad? No intentes esconderlo.

“¿Qué?”

— Naruto.

Esa palabra pareció hacer entender al eterno enemigo del Uchiha.

“¿Naruto, dices? ¿Esconderlo? No le he visto desde ayer.” —Contestó sinceramente el muchacho pelirrojo levantándose de su mullido sillón en el que hasta ese momento había permanecido sentado. Era cierto que odiaba al novio de su mejor amigo, y que preferiría mil veces una patada en el culo que hablar con él y ayudarle. Pero había algo que les mantenía unidos desde que eran niños, y ese era Naruto; a pesar de todos los enfrentamiento que tenían, riñas y demás, Naruto era quien les seguía juntando intentando que de esa manera ambos se llevaran mejor.

Y en ésta ocasión, el pelirrojo estaba ya demasiado interesado en lo que tenía que decir el bastardo.

“¿Cómo es eso? ¿No está? ¿Te dejó por fin?” —La mera idea le hacía comenzar a ilusionarse, a pesar de que su maltrecho corazón le advertía que era algo estúpido por reaccionar de esa manera. Después sintió molestia, normalmente, si el rubio kitsune quisiera dejar de una vez y para siempre al Uchiha le llamaría a él.

Si con la más estúpida pelea de ese par, él salía involucrado.

— ¿Dónde está?

“¡Te acabo de decir que desde ayer no lo veo!” —Contestó molesto al otro lado.

— Jódete Gaara —dijo molesto poco después de escuchar la contestación del mapache. Debió haberlo sabido: si Naruto decidiera terminar con él un día, tomar sus cosas y desaparecer como si nada, le diría a Gaara. Y era de esperarse que ése tonto pelirrojo no lo admitiera de buenas a primeras. ¡Era absolutamente obvio!

“Llámale al celular en vez de hacer un berrinche como ese, bastardo”

— Dile que es un poco hombre por no tener los huevos de decírmelo en mi cara —murmuró molesto el cetrino mientras una sonrisa cínica se dibujaba en su rostro.

“¿Qué…?” —colgó antes de que el muchacho terminara de hablar.

Como si fuera tan estúpido para creerle.

— ¡Por supuesto! —gritó lanzando su vaso de whisky hacia el espejo de la habitación. Asombrado por lo resistente que parecía ser este al no recibir ningún daño; pero ya sabía que no se quebraría a pesar de un golpe como ese, así que lo pasó por alto. — ¡Que te vaya bien! —gritó hacia el espejo observando sus propios ojos rojos y empapados en lágrimas a través de éste. Esas palabras no eran de él, por supuesto que no. Pero el licor y el dolor en su sistema eran demasiado altos y comenzaba a hablar sin pensar, dejando salir todo lo que sentía.

Se dejó caer en medio de la habitación, encontrándose una pequeña foto: era una vieja, ya que estaba algo arrugada y mal cuidada; se mostraba en ella un chico de dieciocho años aproximadamente, con el rostro serio y los cabellos negros, siendo abrazado apretadamente por un rubio de sonrisa infantil y divertida. Mientras que uno parecía estar aburrido y molesto, el otro estaba jovial con un brazo estirado con el que sostenía una cámara de fotos. Ambos lucían el uniforme de la preparatoria Konoha, detrás habían papeles de colores y globos; era la foto de su fiesta de graduación.

Sasuke se miró y miró al muchacho rubio, y sin poderlo evitar volvió a sentir las lágrimas caer por su rostro. Se sintió inútil. Lastimado y abandonado como un maldito perro. Siempre había tenido como principal prioridad su trabajo y su música; o al menos eso era lo que le gustaba aparentar.

Su más preciada posesión y su primera prioridad siempre había sido Naruto. Primero, cuando niño, el rubio representaba una salida a los problemas entre sus padres y las exigencias que tenía para igualar a su hermano. Después se había convertido en su confidente y su mejor amigo. Solo había sido cuestión de tiempo para enamorarse por completo del rubio y no querer dejarlo ir jamás.

Y ahora se había ido.

— Kusooo —maldijo limpiándose el rostro. Caminó hacia el baño para mojarse la cara y respirar largamente, tratando de serenarse.

Cerró los ojos y  buscó en su bolsillo, encontrándose las llaves de su auto.

Tomó su chamarra de cuero color caramelo al mismo tiempo que apagaba las luces y salía de la habitación con la necesidad de salir de todo eso de alguna manera. Y esa manera era el alcohol.

Quizá debió notar como el agua del lavabo –casi lleno-, mostraba unas hondas formadas de una manera casi imposible; pues no había nada que ayudara a formarlas.

 

SasuNaru- SasuNaru- SasuNaru

SasuNaru- SasuNaru- SasuNaru

 

— Buenas tardes, ¿Gusta ordenar? —preguntó una voz amigable.

Lástima de no estaba de humor para contestar como se espera de un hombre como él.

— Whisky con un solo hielo, gracias —dijo estoicamente sin siquiera mirar a la mesera de cabellos rosas que se había acercado con una gran sonrisa y una actitud gentil a hacer su trabajo. Impulsada por el atractivo muchacho de ojos negros y perdidos que se había sentado en una mesa cerca de una ventana lejos de los demás clientes; era tan misterioso y hermoso a la vista que incluso había peleado con su mejor amiga –que también trabajaba ahí-, por decidir quién era la que tendría el honor de atender al guapo y serio muchacho de cabellos negros.

A pesar de que era demasiado bello para ser verdad, a la muchacha no le gustó para nada ese comportamiento tan arisco. Pues no era para nada su culpa que estuviera de un humor de perros y se desquitara con la pobre mesera que se atrevió a acercársele. Caminó frunciendo un poco los labios y haciendo que sus tacones resonaran a cada paso que daba.

— Que humor se carga —comentó una muchacha rubia de ojos azul claro apoyada despreocupadamente sobre sus codos encima de la barra, aprovechando para presumir su plano abdomen estirándose cuando vio llegar a su mejor amiga. Los ojos verdes de la muchacha de cabellos rosas se veían levemente preocupados mientras tomaba una botella de entre las muchas que tenían listas para servir y tomaba un vaso poniéndolo sobre una charola de madera. — ¿Qué crees que le haya pasado? — preguntó señalando con su cabeza al cetrino de ojos negros que volvía a llamar por su celular y al parecer, no recibía respuesta.

— No sé. Pero no creo que sea algo tan banal como que su perro murió.  —Contestó y su amiga soltó una carcajada leve.

— Menuda culpa ha de estar cargando el pobre —trató de adivinar la rubia—, su conciencia parece estarle quebrando la cabeza.

— Ino. —Le regañó la peligrosa mientras recogía la botella y el vaso puestos sobre la bandeja para después encaminarse hacia la mesa 7, en donde había encontrado al muchacho de cabellos negros. — Se ve realmente mal. —pensó para sí misma cuando vio cómo el hombre se tomaba la cabeza con ambas manos y apretaba sus cabellos de una manera violenta y desesperada. El teléfono frente a él parecía ser el culpable de sus tormentos.

Puso el vaso en la mesa y después sirvió el licor después de abrir la botella.

— Deja la botella —dijo brusco tomando el vaso apenas lo soltaba la muchacha y se lo llevaba a los labios.

La muchacha asintió dejando la botella y dándose la vuelta.

Eso era un corazón roto, estaba segura. Roto y ansioso de alcohol al parecer.

.

Dio varías vueltas por las mesas, sirviendo y llevando su pequeña carpeta de cuero con la tarjeta de los clientes y con su respectivo recibo que esperaba una firma. Se anudó el cabello en una coleta alta cuando dieron la 1 de la madrugada, pronto tendría que salir y esperaba poder llegar a derrumbarse en su pequeña pero suave y confortable cama para desprenderse del mundo por todo un día.

Dejó su tarea un momento para ir al servicio. Al salir se encontró con Chouji, el chico que se encargaba de la entrada de los clientes y el que se encargaba de las reservaciones además de la caja.

— ¿Necesitas que le enseñe la salida? —señaló al único cliente que seguía presente en el lugar a pesar de la avanzada hora y el frío que hacía.

Ella volteó encontrándose con el mismo hombre de ojos negros y preocupados, ahora intentando llamar de nuevo pero esta vez con mucho más licor corriendo por sus venas y mucho menos sentido de autocontrol.

— ¡Jódete Inuzuka! —Gritó cerrando el celular y  volviendo a tomar sus cabellos entre sus dedos y jalarlos exasperadamente.

Los ojos jade de la muchacha de inundaron de pena.

Negó con la cabeza. — Le conseguiré un taxi.

Chouji sacudió la cabeza riendo un poco. — Primera vez que te veo preocupándote por un borracho, eres la primera que los saca a escobazos de aquí normalmente.

Ella rio también, para después ponerse algo seria. — Siento que está realmente preocupado.

— Los borrachos no necesitan un pretexto para beber —comentó repentinamente una cabeza rubia a un lado de su compañero y jefe. Ino se había puesto ya su chamarra con cuello de piel y contaba un fajo de billetes verdes con sus pequeños y delgados dedos pero con su atención puesta en la conversación. — Su esposa debió haberlo encontrado con otra y lo dejó. Ahora se ahoga con whisky tratando de sentirse mejor. ¿Contenta?

— No puedes juzgarlo si no sabes nada de lo que le pasó —razonó la pelirrosa.

Chouji asintió.

— Pues puede ser el hombre más atormentado si quiere, pero en este momento lo que me interesa es que se vaya para poder cerrar. Esto es lo de tu día Haruno.

La ojiverde tomó el pequeño sobre con su pago y sonrió al sentirlo medianamente pesado. Agarró su chamarra –que le ofrecía su amiga- y se la acomodó para después acercarse lentamente hasta el muchacho cetrino que tanto le intrigaba desde su llegada al restaurant-bar.

El hombre ni siquiera la notó cuando se acercó a su mesa.

— Disculpa, pero estamos por cerrar —puso en la mesa su carpeta de cuero con la cuenta. Se había terminado toda una botella de whisky el solo, y parecía haber llegado ya con algo de licor encima, así que no le sorprendería que estuviera a punto de tener que ser llevado al hospital.

El cetrino suspiró y dijo algunas cosas en voz baja que la muchacha no pudo entender.

Se levantó con dificultad y sacó su billetera. Los ojos de la muchacha se abrieron sorprendidos cuando notó la cantidad de billetes que contenía. Debía ser el doble de su sueldo ¡quizás el triple!

— Quédate con el cambio —dijo vagamente entregando la carpeta y comenzando a caminar.

Suspiró cuando vio aun sobre la mesa un celular y unas llaves de auto.

Ino llegó en ese momento a auxiliarla.

— Definitivamente no está para nada en condiciones para conducir, ¿no crees?

Antes de que su amiga contestara, se escucharon golpes sordos y varias palabras altisonantes provenientes de afuera del lugar.

— Ay, no —susurró tomando las llaves y el celular metiéndolos en su bolsillo y caminando hacia la puerta.

Cerca de dos autos se encontraban tirado el mismo pelinegro enigmático que había atendido. Frente a él se encontraba un muchacho de cabellos negros que parecía haberlo golpeado un momento antes. Una muchacha de cabellos rubios lo jalaba del brazo.  — ¡Vámonos Jake, está ebrio!

El interpelado volteó para dirigirse a su automóvil. — Tú viste como me golpeó…

La pelirrosa se acercó al cetrino ayudándolo a ponerse de pie. Solo tenía un golpe en la mandíbula pero tenía un pequeño hilo de sangre cerca del labio derecho; la sangre contrastaba de una manera extraña contra su piel pálida y tersa.

— ¿Dónde vives? —le preguntó abriendo la puerta del acompañante; por suerte el mercedes negro era el último auto en el estacionamiento. Al menos que no conociera, pues la camioneta roja era de Chouji y la mayoría de las meseras suelen ir en el pequeño auto de Ino. Ella incluida.

El cetrino soltó una carcajada burlona —¿d-ónde vivvo? Mmmm… —soltó otra risa ahogada— con es~e maldito dobe.

La muchacha sonrió. ¿Era demasiado tarde para hacer que Ino fuera quien lo ayudara?

Hizo que el cetrino se metiera a su auto y después entró ella en el asiento del conductor. El GPS comenzó a funcionar y ella trató de encontrar alguna vía guardada previamente para saber a dónde es que tenía que llevar al pobre borracho que llevaba consigo. Éste tenía algunas direcciones en su directorio y logró encontrar la que buscaba: “hogar”, era la última.

Bueno, no sería difícil ahora dejar al guapo borracho en su casa.

 

 

Eran las 12am cuando unos ojos negros se abrieron. Sintió el dolor propio de una resaca de los mil infiernos y un molesto dolor en su rostro, además de un ardor en la garganta. Miró a su alrededor encontrándose con su habitación tal y como la recordaba el día anterior; la luz de la gran ventana era lo que lo hacía despertar normalmente, el color claro de las paredes era relajante. Se sentó después de mirar el reloj en la mesita de noche a su lado, levantó un poco las sábanas encontrándose vestido y una duda apareció en su cabeza.

¿Todo había resultado ser un sueño, acaso?

— Buenos días, no me gustaría ser tú, después de todo lo que tomaste.

Su cabeza volteó en un movimiento tan rápido que sintió que se derrumbaría por el dolor.

Ahí, para en la puerta de su habitación se encontraba una mujer joven de veintitantos, de cabellos rosas y ojos verdes, con una taza de café en cada una de sus manos. Sonreía de una manera que a Sasuke le pareció fuera de lugar y le hizo fruncir el ceño.

— ¿Quién eres y qué estás haciendo aquí? —preguntó.

La mujer le acercó una taza que él tomó y contestó. — Una tonta que intentó hacer su buena acción del día al traer a un borracho a su casa evitando que muriera en un accidente de tránsito o de una paliza fuera del lugar donde trabajo, mucho gusto.

Sasuke soltó un bufido.

— Disculpa. Sasuke Uchiha. —Se sacudió los cabellos con una mano; repentinamente sus recuerdos del día anterior volvieron a su mente como disparos de una metralleta. Se quedó quieto un largo momento pensando en todo lo ocurrido para después levantarse de un salto dejando la taza de café en la mesa de noche.

Caminó un poco para después volver hacia donde se encontraba la muchacha.

— ¿Nadie llamó o vino?

— ¿Huh?

— Un chico. Rubio, de ojos azules…

La muchacha cambió su expresión por una de incomprensión aunque por dentro era una de entendimiento. Había tenido la oportunidad ya de dar un pequeño vistazo a “la casita” que tenía ese pelinegro, y era realmente todo un tesoro. La casa era grande, espaciosa, y estaba llena de cuadros e instrumentos musicales. Incluso se encontró con un perro que le rugió de una manera nada amable cuando se toparon en la cocina. Era un lugar privado y alejado de la ciudad, por lo que todo lo que veías por las ventanas era pasto y hierba hasta llegar al río.

También había notado fotos. Fotos de ese mismo pelinegro Uchiha junto con muchas personas, al parecer él era una clase de músico o compositor y parecía haber viajado mucho, por la cantidad de premios que tenía en el salón principal.

Lo que no le parecía impresionante era el rubio risueño que se miraba junto al cetrino en la mayoría de las fotos. Tenía los cabellos de oro y los ojos azules como el mismo cielo; la piel levemente tostada y una sonrisa totalmente adorable.

— ¿Rubio? —preguntó como no queriendo. — No, no ha habido llamadas ni nada.

El muchacho permaneció pensativo hasta que se dio en la cuenta de algo.

— Disculpa, me ayudaste anoche y todo y ni siquiera tengo un nombre para agradecer.

— Sakura, Sakura Haruno —se presentó sonriendo. — Y no te preocupes. Como dije, fue mi buena acción del día.

El Uchiha asintió. — Te lo agradezco pero preferiría estar solo…

Tuvieron un pequeño momento de silencio hasta que el timbre de la casa se alcanzó a escuchar y el perro –un pastor alemán de apariencia fina-, comenzó a ladrar y a rascar la puerta de la entrada esperando que ésta se abriera y le permitiera recibir a las visitas.

Sasuke corrió prácticamente con la intención de saltarle encima al estúpido dobe que lo había hecho beber como demonio y ahora sufrir de su peor resaca del siglo.

Sakura, por su parte, lo siguió sin encontrar qué más hacer.

Tenía la duda de si ese guapo músico estaba casado.

— ¡Hey Hans! ¿Cómo está, y tus padres? —escuchó una voz alegre.

Se encontraba al final de las escaleras cuando vio a los recién llegados: eran dos, uno de cabellos rojos y cejas casi invisibles, y el otro de cabellos cafés que parecía más interesado en el perro que lo recibía flamantemente que en su dueño.

— ¿Él los mandó? —preguntó serio Sasuke acercándose a la sala.

El pelirrojo suspiró.

— Naruto no está con ninguno de los dos —dijo el de cabellos cafés sentándose en el mullido sillón color blanco a un lado del chico de cabello negros—, hablé esta mañana con Hinata y a ella tampoco la contactó desde hace algunos días. Hemos hablado con los demás, y todos juran no saber de nuestro rubito.

— ¿Llamaste a sus abuelos? —preguntó el de cabellos rojos.

Sasuke asintió —Tsunade no sabe nada.

— Naruto no desaparecería de la nada por ningún motivo.

— Dilo sin rodeos mapache

— Vale —suspiró el pelirrojo— ¿Qué le hiciste Uchiha?

Cuando parecían estar a punto de golpearse, el de cabellos cafés se interpuso entre ambos. Tratando de evitar un enfrentamiento como estaba acostumbrado a observar por parte de ambos hombres.

— No hay que comenzar a juzgar Gaara, mejor concentrémonos en encontrar a ese estúpido rubio.

Ambos fruncieron el ceño pero no respondieron inmediatamente.

Sakura, aún al inicio de las escaleras se quedó quieta un largo momento para después sentir como el perro subía por las mismas y comenzaba a morder su pantalón de mezclilla. Soltó un grito por el susto haciendo que tres pares de ojos se voltearan hacia ella dándose cuenta de que no estaban consientes de estar siendo observados.

Kiba abrió la boca de sorpresa.

Pero Gaara pareció ser mucho más rápido al comprender, y de un momento a otro se materializó frente al pelinegro que seguía de pie ahora hacia las escaleras, para impactarle su puño contra la mejilla haciendo que su rostro se girara hacia un lado por el golpe.

— ¡Maldito bastardo!

Notas finales:

Holaaaaa!!!

Esta es una historia basada en una peli que ví ultimamente.

Pero como siempre, tendrá muchas cosas diferentes a ella y la historia será mucho más movida y espero que más interesante. 

Ahora, por si hay dudas, la primer "escena" por así decirlo es de Sasuke viendo el video que dejó Naruto antes de irse de su lado.

¿Dudas? ¿Errores? ¿Les gustó? ¿Debo seguir?

Un beso!

Wiiel


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