Delicado, siempre dijo que yo era muy delicado y nunca parecí darle importancia hasta que se fue. Hasta que dejé de verle todos los días. Cuando él se convirtió en la sombra que no podía alcanzar por más que caminara, él era el sol y yo la luna porque siempre estuve frío, congelado hasta que él entró a mi pecho de manera distinta.
Uno a uno se fueron enterando que nosotros éramos más que algún capricho, el tan solo escuchar su voz era algo que me relajaba y me hacía sentir bien, mejor conmigo mismo y entonces me entraban ganas de hacerle sentir de la misma manera. Sus labios bien definidos llamaban mi nombre cuando me molestaba con él y así sabía que le importaba. Fuimos unos desconocidos, personas que se veían diariamente pero que nunca nos mirábamos ni hablábamos, era difícil hacerlo porque no era alguien con quien yo me sentaría a contarle mis preocupaciones, mis alegrías y demás; sin embargo pasamos a ser amigos, mejor amigos que nuestra relación se veía a la vuelta de la esquina.
Hace tres años se metió a mi habitación buscando crema para el cuerpo, le dejé la mía y bromeamos entre nosotros, ahí me di cuenta lo divertido que podía llegar a ser, a veces tocaba la guitarra para él y trataba de enseñarle un poco pero era demasiado torpe e inútil con los dedos que al final no conseguía nada, decía que era mejor escucharme que romperme una cuerda. El primer beso siempre es lo más inquietante, me llené la cabeza con preguntas absurdas y sin percatarme ya me había separado de ellos, fue entonces cuando nos dimos cuenta que necesitábamos más de eso. Y me partió el alma al saber que tendría que ir al ejército, no me atreví a preguntarle más del temor que ya reflejaba porque sabía que eso no iba a ser fácil. Él es Kangin, pensé y podrá con todo.
—Sungmin ¿estás nervioso? —Me preguntó Kyuhyun una vez que la fecha de su salida llegó, yo negué con la cabeza y me abrazó, era demasiado obvio lo que sentía, pero necesitaba nuestro apoyo, mi apoyo para que no se derrumbase.
Una vez que lo vi entrar por ese umbral todo se vio pequeño, mis problemas, mi fatiga, todo carecía de importancia porque él ya estaba de vuelta. Le abrazamos y pasamos el tiempo como antes. Seguía sus pasos con mi mirada y me preguntaba porque el distanciamiento, pero preferí callar, me sentí estúpido en pensar que todo sería exactamente igual que antes, no podía, algo en su mirada se veía distinto, se le notaba asustado y yo me veía impotente.
Por la noche me colé a su habitación, las sábanas cubría por completo su cuerpo, me metí bajo estas y le abracé, rápidamente sentí sus brazos en mi espalda y sus labios besando mi rostro.
—Te amo —Susurró—, te extrañé demasiado —Terminó de hablar y comenzó a llorar. Él es Kangin, pensé y no podrá con todo, me necesita.