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Sin Aliento por LJP23

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Notas del capitulo:

Bueno, esto es lo que hace una tarde de aburrimiento. Espero que os guste <3

Despierto sobre la cama contempló el techo blanco de su habitación, algunas manchas creaban dibujos irregulares por culpa de la humedad de aquellos días de invierno. Quería seguir allí con los ojos perdidos en algún punto del techo, distraerse. Pero estaba cansado de dormir.

Con pesadez se deshizo de las mantas y caminó en dirección al baño que compartía con su compañero, dormido en la cama contigua, con todas las mantas enredadas entre sus piernas, con algún compañero en el que, oportunamente, decidió no fijarse.

El agua corrió fría por su piel, tembló mientras el vello empapado se erizaba y la carne se le ponía de gallina. No le importaba tampoco, estaba acostumbrado a las duchas matutinas perfiladas por el agua completamente congelada. Frotó su pelo, ahora teñido de nuevo de rubio, con ganas; y en silencio se aclaró el jabón que escurrió por su cuerpo hasta diluirse en el agua caída a sus pies.

- ¡Uppie! - chillaron mientras aporreaban con ganas la puerta.

Jong cerró los ojos con un sonoro suspiro que el ruido de la ducha ahogó. No le gustaba levantarse pronto, pero cuando lo hacía esperaba tener al menos el privilegio de ducharse tranquilo sin que nadie le interrumpiera.

Cerró el grifo y abrió la mampara alargando la mano para alcanzar una de las toallas que había por allí colgadas sin ningún tipo de orden. Poco le importaba si era la que usaba Daehyun o Bang, pero al notar la esponjosidad de ésta alrededor de su cintura comprendió que había cogido exactamente la que no hubiese deseado ni tocar.

Anudó uno de los extremos y quitó el cerrojo de la puerta, mirando con cierto resquemor los ojos de un maknae de carita angelical que sonreía legañoso.

- Necesitaba ducharme – respondió con encanto.

El rubio negó con la cabeza y salió seguido por un pequeño rastro de vapor que se desvanecía a su paso. La casa estaba jodidamente fría, a pesar de que noviembre estaba a punto de caer sobre ellos no se había fijado en que era hora de ponerse la bufanda y chaquetas de mayor grosor. Parecía que el verano estaba pegado a su trasero todavía, cuando el tiempo no había dejado de pasar y pasar, y todo a lo que él quería agarrarse no iba más que alejándose como un barco a la deriva, completamente perdido en el océano.

En cuanto se vistió hizo la cama, como un proceso mecánico que su mente desarrollaba. A veces sentía que él era el robot y no Zelo, pero prefería hacerlo todo de aquella forma. Peinarse frente al espejo, hablándole internamente a su reflejo, preparándose a sí mismo para un nuevo día de trabajo. Cuando hablaba lo hacía sin pensar; sabía todo lo que tenía que hacer sin que su cabeza realizara un gran esfuerzo. Se movía casi por instinto, realizaba lo que sus manos decidían hacer, sus ojos miraban allá donde querían y su sonrisa, forzada por unas deseosas ganas de aparentar normalidad, relucía en los momentos que debía. Él pensaba que estaba bien, tenía claro que si no era así no lo notaría. Y aunque lo mejor era dejarse llevar por la marea, pensando que en algún momento encontraría tierra firme, no hacía más que dar vueltas en una corriente que trataba de llevarle a lo más profundo.

- Jonguppie – Young Jae pasó una de sus manos por de los ojos del menor, que contemplaba con la vista perdida cómo el chico del que había pasado meses enamorado, hablaba animadamente por teléfono como si él no estuviese ahí.

Algo en la forma en que uno de los maknaes del grupo perdía su noción de existencia hizo que el líder de B.A.P sacara la nariz de su café matutino mientras dejaba que el olor se filtrara por sus fosas nasales, despertándole de aquella pequeña adicción sana que había cogido con los duros días en los que dormía poco y trabajaba mucho.

Guk estaba seguro de a dónde se dirigía aquella mirada. No era la primera vez que la veía, y tampoco aquel rostro de inexpresión que le desconcertaba casi tanto como las sonrisas apagadas que normalmente dedicaba incluso a sus más cercanos. No es que sintiera poco interés por Jong, en realidad, tal vez sintiera más cariño del que quisiera demostrar a cualquiera. No se refería a una forma de amar en el sentido romántico, sino más bien en el deseo de identificación que tenía con el bailarín. Comprendía el deseo que sentía por alguien que sabía que no podía tener.

Con aquel pensamiento un pinchazo en su pecho hizo que diese un pequeño brinco en la silla y que sus ojos caminaran disimuladamente hacia la cara de Jun Hong, que devoraba un bollo relleno de chocolate como si le fuese la vida en ello. Una sonrisilla de idiota se escapó mientras lo contemplaba. Sus ojos oscuros llenos de vida, su pelo rubio tapando sus cejas, su nariz recta y graciosa, aquellas facciones inocentes que con cada gesto hacían que su cabeza diese mil vueltas.

Apoyó una mano sobre su corazón, aquello dolía demasiado, así que tomó un sorbo de su café y dejó la taza en su sitio, poniéndose en pie a la vez que tomaba a Jong por el brazo para arrastrarle con él fuera de la cocina y alejarlo del resto.

- Deja de hacer eso – masculló mientras tomaba en sus manos uno de los chaquetones colgados en la entrada.

- ¿Hacer qué? - gruñó Jong, que a pesar de utilizar una actitud más bien mansa diariamente, por las mañanas se sentía un tanto irritable.

- Devorarle con la mirada, con esa cara de músico atormentado que arrastras a cada segundo del día – Guk señaló los ojos del menor, eran tan oscuros y faltos de vida que se vio reflejado en ellos.

- No sé de qué estás hablando – alegó el menor, escondiendo las manos en los bolsillos de sus tejanos azulados, mientras jugueteaba con algún hilo suelto dentro de ellos al mismo tiempo que una imagen de la sonrisa de Himchan, aquella que siempre le había recordado a un ratoncito demasiado mono, se hacía paso entre cualquier otro pensamiento que su cerebro maquinaba a toda prisa.

- Lo sabes. Déjalo, por favor.

- ¿Crees que no se nota lo tuyo tampoco? - Jong se sintió realmente mal utilizando aquella pulla. Estaba seguro de que el líder no lo hacía a propósito, igual que él no había elegido sentirse así por su hyung Himchan. Pero si él le “atacaba” no podría evitar defenderse con aquel hecho más que obvio.

Guk fulminó al menor con la mirada. Insinuar un mínimo de aquello hacía que la sangre le ardiese, no porque rechazase lo que su corazón palpitaba cada día, sino más bien porque cada uno de esos sentimientos que brotaban de su pecho cada vez que miraba a Zelo le podría meter en grandes problemas si alguna vez salían a la luz.

- Jong...

- No lo elegí – se defendió él, la voz le tembló en una breve y aguda mota de desesperación que no pudo controlar – Yong Guk, no puedo evitarlo...

 El mayor dio un par de pasos hacia él y lo rodeó con los brazos. Un gesto no breve, pero sí extraño que no solía hacer muy a menudo. El bailarín principal de BAP tembló entre sus brazos hasta que correspondió al abrazo apoyando la mejilla sobre el hombro del que de repente se había convertido en su protector.

Los emotivos segundos pasaron rápido cuando Guk comprobó la hora y desapareció por la puerta de la entrada, seguido de un Daehyun histérico por tener que grabar la nueva canción, un feliz maknae y un Young Jae que había quedado con un amigo para ir a comprar algo de ropa nueva.

Jong observó cómo todos sus compañeros de grupo desaparecían por la puerta casi de golpe, como si en los pocos minutos de su conversación con el líder se hubiesen puesto de acuerdo para largarse a toda prisa y en sincronización unos con otros.

Un carraspeo le empujó fuera de sus pensamientos. Él se giró, sobresaltado, y se dio cuenta de que no todos los miembros se habían ido.

Himchan se veía precioso con aquella camiseta de Nike gris que le quedaba grande y sus pantalones azul marino, de chándal, unas cuantas tallas mayores a la que realmente usaba, atados a su cintura con un nudo que dejaba caer los rabillos por delante de la goma. Sabía que usaba esos para andar por casa, porque prefería estar cómodo. Y sin duda, era una buena elección. Nada combinaba mejor con su mirada adormilada y su flequillo rubio despeinado.

Y cuantos más segundos lo miraba más se daba cuenta de que todo lo que veía ahí de pie le gustaba demasiado. No sabía si Himchan podría saber lo que opinaba, o era capaz de verlo en las miles de emociones que recorrían el rostro de aquel chico de diecisiete años allí de pie.

-Jong Up-ah – dijo él con un cierto tono divertido, cruzando los brazos bajo su pecho.

Jong Up quiso hablar, pero en el momento en que su voz iba a salir de su garganta se quebró al mismo tiempo que una sonrisa emanaba de los labios de su hyung.

- Te he escuchado – agregó entonces, haciendo que el mundo del chico se viniese abajo. El barco en el que había estado navegando se hundió en aquella corriente que le había traído tan loco en los últimos meses, y pudo ver cómo la barca que le había estado protegiendo de los fuertes vientos se hacía pedazos y quedaba sumergida en astillas.

- Hyung... lo-lo siento mucho...

- ¡Jong Up-ah! - volvió a exclamar, y de nuevo otra sonrisa hizo que el chico se resquebrajara por dentro, más y más. ¿Acaso no se daba cuenta de lo que dolía ver cómo se mofaba de sus sentimientos? ¿No podía ver que su corazón se destrozaba más violentamente con cada gesto que Himchan dejaba salir? ¿No era capaz de divisar que el rechazo a sus sentimientos le mataba por dentro? - deja de poner esas caras.

- Hyung, esta es mi cara – respondió con cierto dolor en la voz. No había otro tono que pudiese usar con él.

- No, no lo es. Echo de menos tu sonrisa.

 “Tú me la quitaste”, quiso decirle. Pero hubiese mentido. Porque Himchan era el único dueño de cada sonrisa real que hubiese escapado la prisión emocional que había construido. Incluso aunque el dolor hiciese profundos surcos en su interior sabía que su hyung era el creador de cada lacerante emoción al igual que lo era de cada radiante recuerdo que recordase.

- Yo...

- Lo escuché todo, todo todito – interrumpió el mayor con un pequeño resoplido, queriendo abordar el tema de golpe. No soportaba ver aquella cabecita rubia cabizbaja, y menos por su culpa. Y sobretodo por algo que él realmente apreciaba.

Jong tragó saliva instintivamente.

Himchan disminuyó la distancia que le separaban del menor, hasta que escasos centímetros separaron ambos rostros. Escuchó la respiración acelerada de Jong con sólo tenerlo cerca y se preguntó si sus labios sabrían igual que hacía unos meses. También si su cuerpo se estremecería con la misma facilidad por cada caricia, o si habría una sonrisa cuando juntaran ambas frentes. Lo echaba de menos. Sabía que estaba mal, pero era algo que deseaba fervientemente cada día.

Pasó una de las manos por el rostro terso de aquel “niño”, que alejado del término cerró los ojos, como si quisiera memorizar el tacto que el mayor dejaba, como una estela del roce que le hacía perder completamente la cabeza.

“Jong”, murmuró Himchan.

Veía sus ojos, apretados con fuerza como si algo en su interior estuviera luchando frenéticamente. Dejó caer la mano hasta sus labios, los cuáles repasó con el dedo índice, trazando la silueta de éstos. Necesitaba probarlos, necesitaba sentirlos de nuevo sobre los suyos. Y sin ni siquiera pensarlo aquella escasa distancia desapareció. Himchan bajó la otra mano hasta la cintura del menor que se aferró a la camiseta de su hyung con fuerza, como si nunca se fuese a separar de él. Su corazón agitado bailaba en su pecho, y en una idea estúpida pensó que estaba bailando Power mismamente. Sonrió sobre aquellos labios que había echado tanto de menos mientras Himchan trataba de recordar cómo demonios había podido sobrevivir sin probarle en tanto tiempo, jurándose a sí mismo que nunca más volvería a dejar que eso pasase.

-¡Jong Up-ah! - exclamó al separarse de él.

- ¿Me vas a reñir, hyung?

- No – respondió, negando con la cabeza – voy a besarte hasta dejarte sin aliento. 


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