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..::Creciendo Juntos::.. por SeptimaKolera

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Notas del capitulo:

GRACIAS POR LOS REVS :)

Veinte años: .-Sonrisas-.


Las ruedas de silicona de sus  patines en línea calentaban el pavimento, dejando el rastro de ardor perteneciente a la velocidad, una huella invisible que segundos más tarde la misma acera olvidaría. Su frente lagrimeaba sudor en aquél día de primavera. No tenía tiempo de saborear con sus ojos el rosa de los cerezos, que por cierto le encantaban, ya que le hacían reco.-Sonrrdar a su querida amiga Sakura. “¿Qué será de ella?” se preguntaba mientras trataba de poner toda su atención en el camino. Su deber en esos momentos era hacer rodar esas rueditas de silicona a su máximo, cruzando el centro de la ciudad, de un barrio universitario a otro.

Aquello era cosa de todos los martes y jueves, Sasuke terminaba sus clases a la misma hora que él, así que se apresuraba para poder compartir el camino a casa enganchado de la bicicleta del pelinegro. Ambos ya tenían licencia de conducir, e Itachi siempre les ofrecía prestarles su automóvil, pero a ellos les gustaba así. Además, aunque no se les notara, ambos eran vanidosos, y les avergonzaba tener que usar lentes para conducir porque sabían que el otro se burlaría, a pesar de que él también tuviera que usarlos al manejar. En ese y en muchos otros sentidos se notaba que aún eran unos niños. Niños crecidos, pero niños al fin y al cabo.

Al llegar Naruto hasta la universidad de  Sasuke, este ya tenía la bicicleta fuera y apagaba rápidamente un cigarrillo a medio fumar. Cuando sintió que Naruto se acercaba se apresuró a esconderlo, pero de nada le servía.

—Te vi, Sasuke. ¿Por qué sigues fumando-dattebayo? Te he dicho mil veces que…

—Daña mi salud, lo sé. Suenas como una esposa regañona.

—¡Soy tu esposa regañona-‘ttebayo! Una malvada esposa regañona que te dejará sin sexo si es que no haces lo que te digo, ¡ja, ja, ja! —Se carcajeó el menor.

—Hey, no abuses de tu poder porque yo también puedo chantajearte con lo mismo —Sasuke contraatacaba al tiempo que se acercaba a la oreja de su amado y susurraba—. Y tú y yo sabemos que eres un sátiro adicto a mi cuerpo.

Sasuke terminó su sentencia mirando a todos lados disimuladamente para asegurarse de que no hubiera nadie cerca, así se daba la licencia de besar a Naruto sin preocupaciones, al menos por unos segundos. El menor correspondió el beso y al separarse le acarició la mejilla a Sasuke, admirando la belleza creciente que poseía el pelinegro, pensando en lo sorprendente que era que cada vez que se separaba de él por las mañanas lo veía y pensaba “Es el hombre más bello del universo” y aún así, al volver a verle todas las tardes, se quedaba perplejo de verlo más hermoso aún que la última vez. Realmente su amante no era un ser de este planeta, era más un ser divino. Quizás un ángel, pensaba él con frecuencia. Lo único que le recordaba lo humano que era, era ese maldito vicio del cigarro.

—Me diste un beso con sabor a Shikamaru.

—…¡¿No se te ocurrió algo menos hiriente para decirme?! —Reclamaba molesto Sasuke mientras se alejaba de Naruto y se montaba en la bicicleta despidiendo rabia en cada movimiento, por sutil que fuese—. Engánchate o me iré sin ti. Imbécil.

—No es mi culpa que mi mente tenga el recuerdo de Shikamaru asociado a los cigarrillos-dattebayo.

—Que te enganches y te calles… dobe.

Ese insulto, era lo suficientemente íntimo entre ellos como para marcar la diferencia de un Sasuke realmente cabreado, a uno que sólo le molestó un poco la comparación. Naruto suspiró con alivio al escuchar su sobrenombre y sonrió mientras se enganchaba a la bicicleta.

—Teme. Te amo.

Un “te amo” era suficiente por ahora para Sasuke. Le daba energías como para pedalear a buen ritmo hasta su hogar y luego desquitarse con su despistado novio por decir cosas que ni vienen al caso. De todos modos, ese día sería un poco diferente, irían a ver a Kakashi en uno de sus nuevos trabajos en una pastelería-cafetería. Eso era poco frecuente en alguien como él, pero les pareció muy divertido verlo vestido con delantal y esas cosas que usan las chicas que suelen atender ese tipo de lugares.

Cuando llegaron, primero miraron por la ventana para ver si Kakashi estaba ahí, ya que recibieron el rumor por parte de Itachi, por lo cual no estaban muy seguros si esa era la hora en que él suele terminar su turno y espera hasta su siguiente trabajo en una cervecería.

—No te pegues al cristal, dobe. Vas a dejar marcas en la ventana, además está sucia, imbécil.

—¿De qué hablas-‘ttebayo?

Naruto se volteaba hacia Sasuke con la punta de la nariz y parte de la frente manchadas con el polvo de la ventana. El mayor lo miró resignación y por instinto se llevó una mano hasta su frente, tratando de rogarle al cielo por un poco de paciencia con ese bebé de casi un metro ochenta que tenía por novio.

—Idiota.

—¿Qué hice ahora-dattebayo?

—Simplemente lo que siempre haces: una estupidez —Sasuke tomaba la nuca del menor en su mano y direccionaba su cabeza para que se mirara a sí mismo en su reflejo de la ventana—. Eso hiciste.

—¡Wa! ¡Qué mal! —Naruto se apresuró a restregarse la cara, pero el resultado fue embarrarse el resto, ya que también había apoyado las manos en el cristal mientras espiaba.

—Lo empeoraste… dobe.

—Dobes los dos —Les decía una voz a sus espaldas. Cuando ambos se voltearon a mirar, vieron a Kakashi son una manguera regando la jardinera que rodeaba la pastelería y ahora, sin previo aviso, apuntaba el chorro de agua a la cara de Naruto—. Servicio de lavado exprés para espías fracasados.

—Ja, ja, muy buena esa, Kakashi —Se burlaba con autosuficiencia Sasuke, pero para su desgracia, luego de acabar con la cara de Naruto, Kakashi dirigió el chorro de agua hacia él haciendo que ahora el rubio se burlara—. ¡¿Cuál es tu problema, maldito enfermo?!

—Ninguno, Sasuke, es que me pareció que también tenías la cara sucia, pero me equivoqué: la sucia es tu alma y eso no se lava con agua. Lo siento.

—Te voy a asesinar, hijo de perra… —Sasuke se acercaba a Kakashi con el demonio metido en los ojos y dirigiendo hacia él sus manos como si fuese a estrangularlo lentamente.

—¡Kakashi! —Naruto se interponía entre ellos y abrazaba al mayor. La verdad con lo agitado que estaba de haber cruzado todo Tokyo en patines, no le importaba recibir un poco de agua en su cara—. ¿Cómo estás? ¡Qué uniforme más aburrido llevas-dattebayo! Ya te imaginaba vestido como una nena en delantal rosa y esas cosas —Aseguraba el menor, mientras daba un paso atrás y llevándose las manos detrás de la nuca en una pose despreocupada, como siempre—. Es una verdadera decepción. Hasta pensaba que podía encontrarte vestido de sirvienta y recibiéndonos con un “¡Bienvenidos, amos míos!”-dattebayo.

—Lo sé, pedí el traje de sirvienta, pero ya no les quedaban. Pero no te preocupes, este es de mayordomo. Aún puedes ser mi “joven amo”, si así lo deseas. —Decía el mayor al tiempo en que se inclinaba a modo de juego.

—¡Sí, eso! ¡Seré tu joven amo-dattebayo! —Reía Naruto al tiempo que simulaba ser delicado y tímido mientras se llevaba una mano al pecho y la otra la extendía hacia Kakashi—. ¡Oh, Kakashi!, cuida de mí apropiadamente, por favor.

—No tema, joven amo. Sus deseos son órdenes —El peliplata tomaba la mano del menor y acercaba sus labios lentamente, pero antes de que pudiese efectuar el beso deseado, Sasuke les interrumpía interponiendo su mano y así cortando la conexión entre ellos—. ¿Qué pasa, Sasuke?  ¿Celoso?

—¿Por qué habría de estar celoso? —El pelinegro se defendía mientras se ruborizaba y caminaba hacia la entrada de la pastelería con las manos metidas en los bolsillos, claramente disgustado—. Es sólo que me da vergüenza ajena que anden haciendo tales espectáculos en plena vía pública. Además, ¿crees que vinimos a verte, Kakashi? ¡No seas tan egocéntrico!, vinimos a que nos invites pastel.

Sasuke entraba a la pastelería casi pateando la puerta para entrar. Casi se podía ver el humo de su enojo saliéndole por los poros enrojecidos.

—Está celoso-dattebayo.

—Claramente, celoso.

Para Naruto y Kakashi eso era evidente. ¡Cómo si alguien tan amargado como Sasuke fuera a comer pastel! ¡Qué excusa tan mala! Lo más probable era que tomara algo de café y pediría una porción de galletas con las cuales jugaría en el plato y que luego obligaría a Naruto a comer. Y tal como lo imaginaron, así sucedió. Luego de un rato ya estaban sentados Naruto y Sasuke en un rincón de la cafetería, este último jugando a desmigajar con una de sus manos lentamente una galleta mientras bebía a sorbos pequeños su café estilo americano.

—Espero no haberlos hecho esperar demasiado, mis niños —Kakashi acercaba una silla para sentarse a la mesa de los menores, ya sin su uniforme y listo para partir en una hora más a su siguiente empleo—. Realmente me pone feliz el verlos. Cuéntenme, ¿qué ha sido de su vida universitaria?

—¡Es genial-dattebayo!

—Regular. —Sentenciaba Sasuke sin apartar la mirada de la ventana, como pretendiendo no importarle el tema.

—¿”Regular”? ¿A qué te refieres con eso, Sasuke?

—¿Quieres la definición de “regular”?

—No me refiero a eso y lo sabes. Trata de aligerar un poco tu flujo sanguíneo, ¿quieres? Me refiero a por qué tienes esa percepción tan indiferente. ¿Acaso arquitectura no era lo que querías desde pequeño?

—Sí. Pero no es como si me emocionara tener que proyectar edificaciones y espacios aprueba de ineptos el resto de mis días.

—Me impresiona la capacidad que tienes de hacer ver todo como si fuese lo peor del mundo. ¿Y qué tal el ambiente universitario?

—Es igual que un instituto, sólo que más grande, y por ende, con más capacidad para contener idiotas dentro.

—Veo que tu vida universitaria no distará demasiado de tus tiempos de escuela. ¿Alguna amistad que hayas hecho por casualidad? —Sasuke se limitó a dedicarle una mirada de “Tienes que estar bromeando” a Kakashi, haciendo que a este le quedase clara la respuesta—. Bueno… eh… cambiando el tema. ¿Qué tal tú, Naruto? ¿Te gusta la idea de convertirte en profesor de deportes?

—¡Puedes apostarlo-dattebayo! Hoy, en la clase de anatomía nos enseñaron qué músculos usamos para lanzar un balón. ¿Grandioso, no?

—Suena genial.

—¡Claro que lo es-dattebayo!

—¿Y has hecho muchos amigos?

—En un inicio fue difícil, pero es genial que hayamos podido rendir los exámenes universitarios de todos modos, ¿No, Sasuke? —El pelinegro sólo asintió como por deber—. De lo contrario todos serían menores que yo en mi clase, y eso sería raro para mí.

—Veo que este segundo año de universidad les ha sentado bien. Creo que el siguiente lo harán mucho mejor y quizás Sasuke hasta consiga un amigo.

—Lo veo difícil. —Observó el aludido, desviando la mirada y terminando de romper la delicada galleta que tenía en sus manos.

Kakashi le dirigió una mirada de preocupación a Naruto, haciéndole entender lo mucho que lo inquietaba tal actitud en Sasuke, pero el rubio le devolvió una ligera sonrisa, como diciendo “Todo está bajo control”. A Kakashi no le quedaba más remedio que confiar en Naruto.

Sasuke se sintió algo incómodo con toda la atención enfocada hacia su persona, así que decidió tocar el tema que temía tocar, pero la verdad la curiosidad acerca de ello le había traído hasta Kakashi en esa tarde. No se veían demasiado, especialmente porque Kakashi siempre tenía algo que hacer. Trabajaba casi las veinticuatro horas del día, y siempre tenía una excusa para no ir a visitarlos a casa o para no responder el teléfono. Lo único que los mantenía unidos, era que en uno de sus trabajos tenía que ingresar datos de productos en una computadora, y por eso podía conectarse al chat de tanto en tanto, así a veces podían enterarse de que continuaba con vida, conversando con él. Ahora Sasuke planeaba tratar en serio, el tema que él siempre evadía en sus conversaciones a través del chat.

—¿Qué tal van las cosas con Itachi, Kakashi? —Soltó así esas palabras, sin anestesia previa. Lo bueno era que el mayor ya había previsto aquella interrogante.

—Ya sabes, no tenemos mucho tiempo para vernos…

—Él dice que lo vas a buscar a la clínica dos veces por semana para tomar algo juntos. Además, sabemos que cuando no llega a casa, es porque está contigo.

—Si quieres insinuar que te miento porque estoy sosteniendo algo con él, la respuesta es no.

—¿Entonces por qué nos mientes-dattebayo?

—Porque me gusta pretender que nada pasa con respecto a “eso”.

—¡¿Ósea que ambos siguen viviendo su amistad como si tus sentimientos no existieran-dattebayo?!

—Las cosas son más complicadas que eso, Naru-chan.

—Nos hablas como si nosotros no pudiésemos entender lo “complicado” que puede ser el amor. ¡Éramos hermanos! A los ojos de nuestra familia, amigos y los nuestros propios. No vengas aquí a tratar de darnos excusas sobre “amor no correspondido” porque nosotros podríamos darte una cátedra al respecto con mucha facilidad.

—Exacto-dattebayo. Lo que dijo Sasuke.

—Está bien, niños, ustedes ganan. Es cierto que yo ya no tengo nada para enseñarles a ustedes. De hecho: verlos juntos de esta manera cada día me enseña cosas nuevas. Pero para serles franco, yo siempre pensé que el único obstáculo para su amor era que no fuesen a corresponder sus sentimientos entre sí, no que su familia no los aceptara o algo así. Sabía que si ambos demostraban ese amor que se tenían, saldrían adelante con o sin su familia. Ustedes mismos demostraron eso el día que decidieron irse y dejar todo atrás. Ustedes se amaban, y cuando hay amor… ya nada más importa. Y precisamente ese es el problema entre Itachi y yo: al menos por parte de él, no hay amor. Esta pelea la estoy batallando solo.

»Sé que me dirán que no debo rendirme y todo eso, ¿pero saben? Aprecio lo que Itachi puede entregarme. Quizás él no pueda entregarme el amor que yo sí le profeso a él, pero me conformo con toda la otra gama de cosas maravillosas que me entrega cada vez que estoy cerca de él. Verlo sonreír, verlo enojar, verlo entristecer, verlo estar en paz. Eso es lo que quiero en estos momentos.

—¿Y qué pasará cuando eso ya no sea suficiente-dattebayo?

—¿Has visto la sonrisa de tu hermano Itachi, Naru-chan? ¿No crees que esa simple sonrisa podría alimentar mi alma por años, hasta décadas, y hasta siglos si la vida me alcanzase?  

—Pero es una “sonrisa rota”, tú mismo lo dijiste —Intervino Sasuke con seriedad—. Itachi no es feliz y lo sabes. Si sigues alimentando a tu alma de esa sonrisa falsa morirá de hambre.

Kakashi se detuvo a pensar unos minutos, sorprendido por la veracidad de las palabras de Sasuke. Luego de meditar unos segundos, miró el reloj y se puso de pie. Tomó las tasas de la mesa con habilidad para llevarlas a la cocina, pero antes de marcharse decidió responderle a Sasuke, quién aún lo miraba con inquisición en sus ojos.

—¿No te has puesto a pensar que quizás mi alma ya estaba muerta y esa sonrisa rota le basta para sentirse viva?

Kakashi se retiró a la cocina, dejando a los menores solos. Ambos sabían que no contaban con aquello. ¿Qué sabían del pasado de Kakashi? Nada. Kakashi siempre era muy reservado y nunca hablaba de sí mismo. Siempre encausaba las conversaciones hacia las personas a su alrededor. ¡Ni siquiera sabían qué era lo que lo mantenía rompiéndose la vida entre tantos empleos! Ellos mismos fueron testigos de cómo Kakashi había desperdiciado toda su adolescencia en mil y un trabajos y amando en secreto un chico heterosexual casi seis años menor. La vida era simplemente injusta con su amigo Kakashi… y eso los llenaba de impotencia.

Esa tarde acompañaron al mayor hasta la cervecería donde trabaja hasta la madrugada; camino a allá cambiaron el tema y hablaron de cuánta trivialidad se les pasaba por la mente. Al menos al mirar a Kakashi, por más extraño que pareciese, lo notaban más feliz de lo que el mismísimo Itachi era. Eso les tranquilizaba y les hacía confiar en que los pasos del mayor contenían la suficiente sabiduría como para brindarle una sonrisa sincera a pesar de todo lo malo que componía su existencia.

Luego de eso, la joven pareja se dirigió por fin a su casa, pero ninguno pedaleó esta vez.  Ambos caminaban uno al lado del otro, mientras Sasuke empujaba la bicicleta desde el manubrio y Naruto caminaba con las manos detrás de la nuca, con los patines colgándole desde cuello. Así ambos caminaron, sonrientes, hablando de nuevas trivialidades hasta que el cielo se antojó anochecer. Ambos mirando el cielo, uno al lado del otro, compartiendo la presencia de estrellas que sólo pueden notar si es que uno se encuentra en presencia del otro. Cuando miraban al cielo cada uno por su lado, la noche simplemente carecía de  todos los astros que se supone que debería tener. Así, juntos su vida no podía ser más plena. En el horizonte de sus ojos, ya no cabía más lluvia, sólo noches estrelladas que querían compartir por el resto de su existencia.


Continuará…

Notas finales:

:)


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