Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

..::Creciendo Juntos::.. por SeptimaKolera

[Reviews - 708]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Oliiii seres de luz!!!!! Perdón por el MEGA-retraso, pero se me olvidó advertir ke esta semana se celebraron las fiestas patrias en mi país (Chile), y yo soy bastante dada a las fiestas y al jolgorio y kabía la posibilidad de no aktualizar, sin embargo nunka pensé ke fuera así xDDDD la verdad me perdí por un par de días en un pueblo en una región cerkana a la ke vivo y no pude volver hasta hoy xDDDD Estoy bien, gracias por la preokupación  <3 <3 <3 me konmueven <3 <3 <3  perdón por esta irresponsabilidad de mi parte  u.u

ENJOY IT!!!

Veinticuatro años: .-Daño-.

 

—¿Ni siquiera un beso?

—Ninguno.

—…¿Entonces por qué lo hicieron?

—Porque teníamos ganas de hacerlo, Gaara. Sólo por eso.

—Eso… eso es algo como lo que hacías conmigo, no con él. Él era especial.

—Bueno, ya no lo es.

Sasuke miró al menor y se puso de pie un poco molesto. Sí, quizás Naruto ya no significaba más de lo que alguna vez significó el mismo Gaara cuando sólo tenía sexo con él por tenerlo, sin amor. Se había quedado dos noches más con Naruto, en una volvieron a ser hermanos comunes y silvestres, disfrutaron de su compañía y pasearon juntos, durmieron separados. En la siguiente y última noche que se quedó Sasuke con él, volvieron a ser amantes, acostándose juntos y despreciando completamente sus sentimientos. Una vez terminado el acto sexual, Sasuke volvía al sillón, ya que no tenía ni la mínima gana de despertar a un lado del hombre que alguna vez amó y caer rendido a sus pies nuevamente. Aparentemente Naruto pensaba exactamente lo mismo, ya que apenas terminaban, él daba la espalda a Sasuke y se ponía a dormir sin hacer contacto, apenas diciendo “Buenas noches”. Al día siguiente todo estaba como empezó: eran hermanos. Pero justo antes de Sasuke irse, Naruto lo tomó un segundo del hombro y se acercó a su oído. “¿Va a volver a pasar-dattebayo?”, le susurró, a lo que Sasuke, siendo el mayor, dictaminó: “Cada vez que queramos”.

—De esto no va a salir nada bueno, Sasuke.

—Lo deseo, Gaara. No es nada más que “deseo”.

—Mírame a los ojos y dime que no lo amas.

Gaara lo tomó de la nuca y le dirigió la cabeza en su dirección para que pudieran verse de frente. Sasuke calló unos segundos, pero sosteniendo sus ojos en posición, habló lento y embargado por la más cruel serenidad.

—No, Gaara, ya no amo a Naruto.

Sólo eso le bastó a Gaara para enfadarse y soltarle la nuca a Sasuke como con asco. Se puso de pie y caminó de aquí para allá por el balcón como si fuese un león enjaulado, mientras Sasuke le miraba como restándole importancia a todo. Para él eso era cierto. ¿Qué esperaba Gaara? ¿Que se quedara toda la vida enamorado del mismo pelmazo? No, su vida no es un cuento de hadas, las cosas no funcionan así. No. Definitivamente no. Se lo repetía tantas veces en su mente que corría el riesgo de creérselo de verdad en el fondo de su alma. De hecho, era mejor si se lo creía, porque sabía que Naruto ya no lo amaba siquiera un poco, que sólo lo estaba usando para descargar sus frustraciones sexuales, cosa que supone se acabará cuando este encuentre una linda chica a quien amar, tenga un linda familia y para él Sasuke sólo pase a ser el tío de sus hijos, nada más.

Esa noche se quedó en casa de Gaara hasta tarde, tomaron bastante y luego Gaara llamó un taxi para que viniera por Sasuke. Trataron de hablar de otras cosas ya que el tema parecía estar haciendo añicos todo a su paso, pero no importaba de lo que hablaran, lo que estaba pasando entre Sasuke y Naruto era tan doloroso para Gaara que lo único que podía hacer era tratar de sacudir su sentimiento de culpa repitiéndose que tarde o temprano ese par de imbéciles iban a  ceder.

La esperanza de Gaara terminó de desaparecer a los pocos meses, cuando se enteró más adelante que Naruto y Sasuke sostenían una “relación informal” viéndose ocasionalmente, dos veces al mes, más o menos, para juntarse en un hotel de Tokyo o Shizuoka sólo para tener relaciones sexuales, matando así con cada encuentro no sólo el amor que alguna vez se tuvieron, sino también su preciada “hermandad”. ¿Cuántas formas más encontrarían para seguir haciéndose daño? Era una respuesta que nadie a su alrededor, ni ellos mismos parecían poseer.

*********************************************************************************

 

—¿Te siguieron?

—Sí, esperé a que se acercara lo suficiente como para seguirme sin perderme la pista.

—Señálame con la mirada en dónde se encuentra —Obito le hizo caso al Itachi y movió sus pupilas en dirección al lugar requerido—. ¿Detrás de la cabina de fotos?, ¿estás seguro de que es uno de ellos?

—Sí, es uno de ellos, vestido como siempre. Le he tocado yo esta semana porque lleva días siguiéndome el mismo.

—Sí, los turnan semanalmente para seguirnos —Itachi se puso de pie, dejando un par de billetes sobre la mesa—. Creo que sería bueno empezar.

Ante las últimas palabras del menor, Obito se sobresaltó y le tomó de una manga para que este se detuviese.

—¡No, Itachi-kun! —Al notarse a sí mismo alzando demasiado la voz, se detuvo para calmarse y luego prosiguió casi a susurros—. Itachi, viene por ti, estoy seguro que viene por ti.

—¿Y qué quieres que haga? Si me resisto será peor, prefiero ir a enfrentarlo y entregarme.

—¿Por qué? No entiendo nada, Itachi-kun, para empezar no puedo entender por qué va tras de ti y no de mí… —Obito bajó la mirada como aproblemado—. Quiero decir, yo soy la… la… “La pareja” de Kakashi. ¡Eso! Soy su pareja… mi punto es que no entiendo por qué eres tú su objetivo entonces.

—Porque sabe que si me convence a mí, yo podría meterle en la cabeza a Kakashi que siga sus pasos y se haga cargo de su negocio ilícito. Contigo no tendría caso, porque Kakashi, por más que te quiera, te ve a ti como alguien a quien proteger, alguien a quien mimar, alguien a quien adorar. Yo soy su consejero y hace caso de mis palabras, aunque estas carezcan muchas veces de sentido. Sé que es un poco difícil de entender, pero ¿nunca has tenido algún amigo o amiga a quien siempre recurras en consejo? —A Obito se le vino a la mente enseguida la imagen de una amiga de la infancia a quien hasta el día de hoy pide conejo, así que asintió por fin entendiendo el punto de Itachi—. Bien, pues, el señor Hatake sabe a la perfección que si me lava a mí el cerebro, yo se lo lavaré a Kakashi, por eso quiere mi presencia ahora.

—Una cosa es querer tu presencia y otra es… “secuestrarte”.

—Sabe que no iré a su casa bajo mi propia voluntad, Obito.

—Entiendo, entiendo, entiendo, entiendo, en serio que lo entiendo, pero, ya sabes, ¿qué pasa si ese señor te rapta, te tortura y luego intercambia tu libertad para que Kakashi le obedezca para siempre amenazándole con tu muerte?

En la mente de Obito se desplegó un completo escenario de Itachi amarrado colgando como un péndulo arriba de un pozo lleno de cocodrilos y el padre de Kakashi sosteniendo unas tijeras a punto de cortar la soga que lo sostenía, mientras Kakashi observaba todo frente a ellos con cara de desesperación. Si bien su imaginación no era lo suficientemente buena para hacer un escenario realista y las personas involucradas parecían más bien muñequitos de palo, para él era más que razonable y perfectamente factible.  

—Obito… Creo que has visto demasiadas pelis de detectives.

—¡Pero es que siempre pasan cosas así! ¡Itachi-kun, no vayas!, ¡te lo ruego!

—Obito, esto tiene que terminar —Itachi le habló calmadamente y con una hermosa sonrisa en sus labios—. Estoy cansado de ser seguido. No puedo seguir viviendo así, y no quiero que Kakashi siga huyendo. Esto tiene que parar. Por favor, no interfieras por ahora, si no aparezco dentro de tres días… sólo entonces explícale a Kakashi todo lo que ha pasado, ¿vale?

Sin esperar respuesta, Itachi se fue. Obito sintió unas ganas terribles de salir corriendo fuera del restaurant y detenerle, pero sabía que él sabía lo que hacía. Se mordió el labio inferior y observó desde la ventana, claramente como Itachi, al pasar frente a la cabina de fotos antes señalada, los fuertes brazos de un hombre lo jalaban y le ponían un pañuelo en la boca. “Lo siento tanto, Itachi-kun pero… no me creo capaz de esperar tres días”.

 

*********************************************************************************

 

Sasuke se apoyó en su auto y sacó un cigarrillo. Alzó la vista en busca de todas esas estrellas que era incapaz de ver en Tokyo.  ¡Ah! ¡La brisa del mar!, qué afortunado era Naruto de poder llevarse eso a los pulmones todos los días del año. Bueno, bien sabía él que con lo huraño que era, no le importaría tener la más bella puesta de sol a la orilla de la playa como la tenía su hermanito casa tarde, él cerraría las cortinas y sólo se dedicaría a finalizar sus proyectos sin distracciones. “Me estoy volviendo un trabajólico, como mi nii-san”, pensó Sasuke, sabiendo que para Itachi las cosas eran similares.

—¿Me esperaste demasiado-dattebayo?

Quien hablaba era Naruto. El menor había venido de trotar y estaba en el lugar en dónde siempre se encontraban, a la misma hora de siempre. Sasuke le miró de pies a cabeza e intentó buscar en el Naruto que hoy veía a su pequeño hermano, pero no pudo. No sabía decir si ya no le veía igual a causa de que él había cambiado o que sus ojos ya no eran capaces de encontrar en él nada más que deseo.

—Me iban a salir raíces, dobe. ¿Siempre llegas así de tarde a todas partes?

—Sólo a mis citas, teme.

Al decir esto, Naruto se acercó al auto por el lado del copiloto, abriendo la puerta para entrar. Sasuke hizo lo mismo por su lado y una vez dentro trató de poner algún tono en su garganta que no delatara interés.

—¿Citas? ¿Tienes muchas, acaso?

—Algo así-‘ttebayo.

El menor respondió casi sin darse cuenta, mientras miraba despreocupado por la venatana. Sasuke quiso saber más, pero se calló las preguntas en su boca y se las tragó. Se dedicó a manejar hasta el lugar de siempre, por la carretera de Mochimune, hasta las afueras de Sekibe, en el cuadrante 46. Allí había un apartado hotel diseñado principalmente para turistas que gustan de la vista de la bahía Suruga.  Era casi al otro lado de la prefectura, por ende nadie podía reconocer por ahí a Naruto, por lo cual se mostraba bastante relajado de entrar junto a Sasuke al lugar.

Ya era una rutina para ellos, pretendían que a ninguno de los dos le importaban. Ignorando el dolor propio y el del otro, conseguían mayor placer lo cual era casi un premio para sus cansadas almas.

Naruto, por alguna razón, siempre era el deseoso.  Solía entregarse primero, y casi siempre, apenas Sasuke cerraba la puerta tras de sí, él ya estaba de rodillas frente a él, acorralándolo entre puerta y su boca desesperada hurgando entre sus pantalones.  Así mismo pasó en esta ocasión, lamiéndolo con desesperación, tratando de contenerse a sí mismo pero no lográndolo en lo más mínimo. Sasuke sólo le observaba. Le gustaba poner su mano sobre su cabeza y jalar ligeramente aquellos cabellos dorados, para señalarle que lo hiciera más rápido, aunque aquello era prácticamente un capricho nada más, ya que el desenfreno de Naruto era tan notorio que daba igual. Esta vez, Sasuke le empujó la cabeza hacia atrás y le quitó el pene de la boca sólo para posarlo sobre una de sus morenas mejillas y ver unos segundos el azul fuego de sus ojos inquirirle una explicación por tal repentina acción. Sasuke se dio el gusto, antes de responder, de darle de golpecitos ligeros sobre la mejilla de Naruto con su masculinidad. Esa imagen lo ponía a cien.

—Hey, dobe, estás todo sudado. ¿Crees que soy tu puta acaso para pretender coger conmigo sin siquiera sacarte la peste de tus trote vespertino?

Naruto le observó con detenimiento, cerrando uno de sus ojos mientras este le abofeteaba ligeramente con su pene. Realmente para él, ver a Sasuke desde esa perspectiva era perfecto. ¿Por qué le gustaba estar así de subyugado frente al hombre que alguna vez llamó hermano? No lo sabía, pero simplemente se le hacía exquisito. Sonrió y le mostró sus colmillos al tiempo que simulaba ir en caza de la masculinidad del mayor, como una amenaza para morderle.

—No deberías ponerte así de exigente, bastardo. Si es sudor del trote, o el sudor que luego te beberás cuando te lo ensarte en el culo da igual, ¿no-‘ttebayo? ¿O será que estás celoso de que algo que no seas tú me haga sudar, marica de mierda?

—¿Con esa boca tan sucia le hablas a tus estimados alumnos? —Sasuke sonreía, apretando más los cabellos del menor entre sus dedos.

—Sólo le hablo así a los alumnos cabezas duras y estúpidos-dattebayo —Naruto se puso de pie lentamente, subiendo por el cuerpo de Sasuke, restregando su cara sobre la ropa del mayor hasta llegar a su oído y hablarle en un susurro—. Alumnos tan idiotas como tú.

—¿Soy un mal alumno, Naruto-sensei? —Preguntó Sasuke, estrechando el cuerpo de Naruto entre sus brazos.

—Uno muy malo, Uchiha-kun.

—¿Tendrá que castigarme?

—Lenta, dolorosa, y profundamente-dattebayo.

 

*********************************************************************************

 

—Me alegra tanto tenerlo por aquí, doctor Uchiha.

—Buenas tardes.

Itachi se mostraba sereno, sentado el uno de los sillones de terciopelo verde que albergaba ese  gran salón marmolado. El techo era alto, lo que delataba una construcción de lujo estilo occidental sólo costeable por una vida de esfuerzo extremo o acciones ilícitas muy bien planeadas. Era hermoso y a la vez repugnante para Itachi, especialmente cuando de a poco, al recobrar el conocimiento, vio frente a sí una chimenea que en su cúspide ostentaba un reloj de marfil con incrustaciones de oro: bellamente aterrador. Era casi tétrico y muy curioso pensar en cómo fue criado Kakashi dentro de un lugar con tal lujo gélido. 

—¿Quiere té rojo?

—No, gracias.

—Vamos, sabe que debería tomar usted al menos una taza de té al día.

—Verde.

—Pues entonces pediré que le traigan té verde.

—Ya tomé hoy, gracias.

—¿Hoy? —El señor Hatake sonrió maliciosamente—. Pero doctor Uchiha, usted lleva dormido dos días.

—Dos… —Itachi se sobresaltó y trató de ponerse de pie, pero estaba débil.

—No debería usted intentarlo, doctor. Tranquilo, ya estará como nuevo en un par de horas, justo para recibir a mi invitado.

—¿Invitado?

—Ah,  es cierto que aún no se lo he mencionado —El mayor se puso de pie y se acercó hasta el sillón, se inclinó sonriente sobre Itachi y le palmeó amistosamente un hombro—. Hoy tengo una visita. Una visita que no pisa esta casa hace más de veinte años, estimado doctor. Yo soy el anfitrión, usted doctor es la carta de invitación, el joven Obito el mensajero y el invitado… mi hijo.


Continuará…

Notas finales:

bye bee


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).