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Nirvana por NeSLY

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Notas del capitulo:

 

SHINee, y sus miembros, al igual que cualquier miembro de otra agrupación, lamentablemente, no me pertenecen. Yo solo ocupo un poco de mi tiempo en escribir fantasias xDD

 

Y para los que deseen curiosar, aquí una imagen pequeña del fic. ;) Nirvana

 

Dedicado casi en su totalidad, a mi amiga del alma Ale, que andabamos escazas de esta bella pareja *o*

 

 

Nirvana

Encuentros

Episodio 1

 

 

 

—Nombre.

—Choi Minho.

 

El aire dentro de la diminuta oficina era denso, el calor apenas aplacado por el aire que escasamente se palpaba y que más que cualquier otra cosa solo provocaba más ansiedad, en medio de un mutismo confuso y unas cámaras de seguridad que lo grababan todo.

 

—Edad.

—Veintidós años.

 

Era algo pasmoso ver ese rostro joven y pálido, tan carente de emociones. Como si las palabras fueran autómatas y evocaran de su boca con una simpleza abrumadora, como si le apretaran el pecho y Choi únicamente escupiera cada respuesta.

 

—¿Dónde  conoció a Lee Jinki?

—En un bar.— Admite tranquilo, mirando un poco sus propias manos. –Era mesero en ‘Hoja verde’ ya sabe, ese bar donde los meseros son todos sonrientes, amables y terriblemente atractivos.

 

Minho sonríe, aburrido de los protocolos, muere por un cigarrillo y cruza un poco su pierna, exasperado por la ansiedad que le provoca la nicotina.

 

—¿Qué relación tenían?

 

—Éramos…— Minho pareció pensativo un instante. —…Completos extraños.

—¿Completos extraños? ¿Está seguro de eso?

 

—Es que yo nunca… — Minho volvió  dejar que su voz se entrecortara – Nunca supe cómo era él en realidad.

 

 

 

—¡Cuidado, cuidado!

 

Se aventuraba entre las mesas y las personas que había, el lugar estaba repleto de gente como nunca antes, y ante los ojos de Jinki en ese instante solo representaba más propinas que le permitirían salir de ese pueblo aventurado en medio de la ignominia.

 

—Ten más cuidado, muchacho. En cualquier momento puedes golpear a un cliente.

 

—Tú tranquilo, hyung— Habló confiado, con la charola entre sus manos –Soy bastante hábil— Pero su demostración quedó a medias cuando de la charola resbalaron las botellas vacías y él solo pudo asemejar una sonrisa, de esas que ablandaban a su jefe quien en ese momento solo rodó los ojos y decidió seguir inspeccionándolo todo —¡Lo siento!

 

Gritó aunque el hombre ya se alejaba y sus manos levantaban las botellas regadas en el piso.

 

—Oh, lo siento, Onew.

 

La dulce voz de Luna logró hacerlo girar apenas ante la menuda muchacha que llevaba en la charola tantas botellas que era difícil saber cómo podía con tal equilibrio. El choque sin intención apenas y lo había sentido por lo que asintió con gracia y sacudió un poco sus manos.

 

—No te preocupes, y ve rápido que seguramente los clientes mueren por sus bebidas.

 

Ella solo asintió dejando que su cabello se moviera con sus pasos apresurados y su pequeña figura se perdiera entre la gente. Jinki tenía esa capacidad de regalar sonrisas que aliviaban el alma, como si rostro por completo embelesara y las personas olvidaran sus problemas con tan solo verlo.

 

Su madre siempre decía, que su rostro merecía ser compartido con el resto del mundo, que sus sonrisas podrían calmar y alegrar miradas, y Onew le había creído. Había forjado sus espíritu en conseguir ese paso que lo llevara a la fama, ahí donde podría ser contemplado y él podría ser admirado. En esos sueños profundos y arraigados a algo tan sutil y sublime como la esperanza misma.

 

—Si mueves tu trasero sería ideal, Jinki.

 

Kangsu lo empujó fuerte, con su presencia imponente y sus brazos musculosos que hicieron a Jinki trastabillar un poco mientras las estrellas que borbotaban a su alrededor desaparecían una a una y a él no le quedaba de otra que colocarse tras la barra un rato y ayudar.

 

—¡Muy bien! ¡Sean todos bienvenidos a esta gran noche en Hoja Verde! ¡Y no olviden disfrutar, bailar demasiado y pasarla bien!— Pero mientras sus sueños se cumplían, Jinki procuraba dar su mejor esfuerzo. Agarraba el micrófono y hablaba con animosidad frente a toda la gente dentro del bar que ya gritaba y chiflaba en señal de  euforia —¡Sigan disfrutando de estas vacaciones de verano~!

 

El escándalo pudo ser perceptible de aquí a cualquier lado, la gente gritaba y bailaba en el lugar, daba casi la media noche cuando Jinki lo vio por primera vez, cuando entre empujones y sonrisas mientras entregaba una orden de bebidas, Jinki posó sus ojos en él.

 

—¡Hey, cuidado!

—Oh, lo siento mucho— Alcanzó a coger la botella antes de que esta cayera sobre la mesa y las muchachas por suerte rieron divertidas –Sigan disfrutando de la noche.

 

—Gracias a ti, lindo mesero.

 

Una de las muchachas palmeó sus nalgas con descaro. Onew solo se irguió un poco y rió divertido antes de seguir caminando y tratar de ubicarlo con la mirada, como si se le hubiera perdido por completo de vista. El muchacho alto de cabello negro y ojos grandes. Había sido como ver estrellas, como esas que aparecían alrededor de su cabeza cuando pensaba en Seúl. La ciudad de sus sueños, dónde ellos se cumplirían uno a uno.

 

 

 

 

—Oh, vamos Minho, deja esa cara de aburrido.

 

El muchacho de cabellos castaños logró que el otro solo se moviera sobre su asiento y frunciera el ceño.

 

—No fastidies, Kangta— Masculló con molestia –Sabes lo mucho que me incomoda tener que venir a este pueblo.

—Este pueblo es el lugar donde viven tus padres.

 

—Bien pudieron quedarse en Seúl conmigo.

—Sabes que querían una vida más pacífica. ¿Por qué siempre tienes que ponerte tan insoportable?

 

Para el momento Kangta ya había girado un poco y cruzado sus brazos, como si el sonido de la música hubiera disminuido y solo sintiera ganas de regresar a casa. Sin embargo Minho solo bebía de ese vodka que le habían traído mientras su mirada se perdía entre las personas.

 

Esos labios que permanecían sellados por alguna extraña razón en la que el propio Kangta se perdía y esos secretos que abrumaban al joven muchacho mientras luchaba por terminar sus estudios universitarios. Pero era ese silencio y ese misterio lo que lo mantenían en alerta con él, aunque Minho jamás dijera una sola palabra.

 

—Los cocteles que pidieron.

 

Y ahí estaba el muchacho que había capturado tantas miradas desde que habían empezado a trabajar ahí. Kangta lo recibió con una sonrisa mientras el muchacho depositaba las dos copas coloridas y llamativas sobre la mesa.

 

—Que disfruten de la noche.

 

Reconocía su voz incluso si se encontraba lejos, su sonrisa abría pliegues en su lívido que el pensaba perdidos, pero casi como todas las noches cuando lo veía, Kangta solo pudo asentir, morder su labio inferior y arrepentirse por dejarlo marchar sin decir absolutamente nada.

 

Miró a Minho casi por instinto y los ojos del muchacho se habían abierto más, si eso era posible, perseguía con la vista al muchacho de esbelta figura que le sonreía a una muchacha que había chocado contra él en su camino de regreso al bar. Minho parecía haber bajado su defensa y Kangta sonrió complacido.

 

—Le dicen Onew, la sonrisa de ‘Hoja Verde’— Minho entonces pareció salir de su embeleso y sacudió su cabeza con fuerza, bebiendo lo que le quedaba de vodka aún sumido en el silencio que se había auto impuesto desde hace un rato –Y eso que sientes, es el efecto que provoca en todos.

 

—Sonríe demasiado— Admitió Choi después de unos segundos, con el ceño fruncido y la mirada ahora demasiado cerca de la zona del bar.

—Pero es una bella sonrisa.

 

Minho levantó los hombros esa noche. Cerró los ojos un instante y decidió dejar de pensar en él.

 

 

 

 

—¿Vieron al muchacho de ojos grandes en la mesa vip?

 

Luna sacudía su pie despreocupadamente, contando los pocos billetes entre sus manos, la propina de la noche agitada gracias a las vacaciones, los extranjeros y el aniversario del bar. Definitivamente era un buen mes, de los mejores que había tenido la oportunidad de tener. Y si todo salía bien, pronto tendría su auto.

 

—Entre tantos clientes, Luna. ¿Cómo quieres que me de cuenta de uno en especial?

 

Una de sus compañeras había respondido airada, arreglando su cabello en una coleta y Luna solamente había hecho un puchero mientras Onew, un poco alejado de ellas se encontraba guardando sus pocas pertenencias antes de salir.

 

Él lo recordaba, el muchacho joven de rasgos ligeros y maduros. Voz desconocida para él y de labios asombrosamente llamativos. Lo recordaba como se recuerda a cosas hermosas que causan una gran primera impresión y es preferible dejarlos ahí. Así que por lo mismo evitaba responderle a Luna, para que la muchacha no se armara historias en la cabeza.

 

Cuando salió del local esa mañana, el sol despuntaba incólume sobre la cabeza de muchos que ya salían para sus trabajos, mientras él apenas y terminaba su jornada. Estiró los brazos con imprudencia y respiró hondo, con la firme idea de ir a hacer un poco de compras antes de ir al departamento a descansar.

 

El supermercado, jamás abría tan temprano, así que Jinki decidió comprar un poco de comida en algún pequeño puesto de mercado mientras olía el olor fresco y delicioso de comida recién preparada y compraba alimentos recién traídos de sus diferentes lugares, con esa sonrisa practica en sus labios que lo hacía pensar que sería un buen día y lamentablemente él pasaría la mayor parte durmiendo hasta al atardecer.

 

—Onew que bueno que viniste— La anciana mujer sonrió satisfecha y se acercó al muchacho para abrazarlo con fuerza y sacudirlo de un lado a otro –Te tengo un delicioso jugo de frutas, ven que eso le hace bien a la gente joven como tú.

 

—Muchas gracias, señora. Usted siempre tan amable.

—Pero por supuesto que lo soy, tu madre me pidió que te cuidara todo lo que estos años me lo permitieran.

 

Jinki sonrió ante el recuerdo de su madre y siguió a la mujer hasta el puesto de comida donde insistió en brindarle un poco del desayuno que había preparado para la venta de ese día. Si Jinki se quedó ese rato extra, fue por que la poca familia que le quedaba estaba en ese lugar y en sus pocas amistades en el bar.

 

Y a veces se sentía, verdaderamente solo.

 

 

 

 

Sus brazos estaban acostumbrados a equilibrar el peso de maneras diferentes, así que en cuanto empezó a caminar con las fundas de las compras entre las manos, se despreocupó del mundo externo y empezó a tararear una canción cualquiera mientras su mente volaba hacía sus ahorros, sus planes, Seúl y toda esa vida que le esperaba.

 

Llevaba una deliciosa sandia, una que había obtenido a muy buen precio mientras sus pasos ligeros se marcaban por el ritmo de la canción en su cabeza.

 

—Oh, ¡maldición!

 

La funda en su mano derecha se rompió, el peso pudo más que la estructura fina en la funda que llevaba y la fruta resbaló sin problemas de la verdad hacía la calle, casi por instinto Onew siguió su camino en dirección exacta, agachándose para recogerla sin fijarse del lugar que se encontraba y el auto que frenaba ruidosamente a unos centímetros de distancia de su cuerpo.

 

La sandía entre sus manos y Jinki solo podía ver esos ojos grandes y negros tras el volante que parecían realmente sorprendidos.

 

 

 

 

—Ten, para el susto supongo.

 

Jinki asintió agradecido, con una ligera vergüenza sobre los hombros mientras el muchacho dejaba sobre la pequeña mesa en la cafetería, una taza con te caliente. Jinki respiró hondo y Minho solo pudo beber un poco de agua en tanto lo miraba de reojo.

 

—En realidad fue más mi culpa que la tuya, yo debería invitarte algo.

—·Está bien, por suerte no pasó nada— Minho sonrió un poco y dejó la botella en la mesa, notando que Jinki parecía más bien cansado –Además ¿quién se lanza a la calle por una sandia?

 

La sonrisa burlona en el rostro de Minho y Onew pudo sentirse un poco más relajado.

 

—Era una buena sandía, es todo lo que puedo decir sobre eso.

 

Hubo una pequeña risa compartida antes de que Onew bostezara largamente.

 

—Choi Minho— Estiró un poco su mano y el muchacho le respondió fácilmente al saludo.

—Yo soy Lee Jinki, pero todos me dicen Onew.

 

Nuevamente Jinki volvió a bostezar, tapando su boca y haciendo su cuerpo un poco hacía atrás, lucía verdaderamente cansado, como si de pronto el sueño lo atacara y no pudiera librarse de él.

 

—Te vi ayer, eres mesero en ‘Hoja verde’

—Si, desde hace un par de años.

 

—¿Cuántos años tienes?

—Veintidós.

 

Minho se mostró lo suficientemente sorprendido, levantó sus cejas y sonrió. Jugando con la pequeña botella entre sus manos y una extraña vergüenza por el trato informal que habían mantenido.

 

—Pues yo tengo veinte años, así que supongo que eres mi hyung.

—¿En serio eres tan joven?

 

Onew en cambio pareció encantado, con sus ojos sobre él y esa sonrisa encantadora que Minho había tenido la oportunidad de contemplar esta vez un poco más de cerca. Era como todo ese carisma andante que también parecía combinar con su apariencia. Entre ese cabello ligeramente largo y castaño que poseía. Jinki tenía esa sonrisa hermosa, pero un aura extraña.

 

 

 

—Aquí es—  Minho detuvo el auto frente al edificio alto y lo suficientemente cómodo para el dinero que seguramente Onew ganaba en el bar, el mayor empezó quitándose el cinturón de seguridad  justo en ese instante Minho sintió que el tiempo se le iba de las manos –Gracias por traerme.

 

—Fue un gusto platicar contigo.

 

Onew asintió, con las fundas entre las manos y esa sonrisa que tan bien parecía plagarse en su rostro, para ese momento Minho solo lo veía entrar en su edificio con el ánimo renovado y bostezos esporádicos que ya se iban de su alcance.

 

—Lee Jinki— Saboreó su nombre como si fuera un beso que se perdía entre los aires de esa mañana y luego simplemente sacudió su cabeza, arrancando nuevamente el auto y dejando que sus confusiones se perdieran entre el kilometraje –Aunque supongo que si te vuelvo a encontrar… Será un asunto del destino.

 

 

 

 

—¡Onew!

 

El grito de Luna lo hizo girar de inmediato, apoyado en la pequeña barra que simulaba un balcón en la zona de descanso fuera del bar, Jinki ni siquiera había tenido tiempo de estar a solas durante esos escasos quince minutos que había pedido.

 

—¿Qué sucede Lu?

—Hay demasiada gente, ya sabes cómo son los sábados. Ven a darnos una mano.

 

Asintió tranquilo, arreglando un poco mejor su ropa y respirando hondamente antes de que la puerta se abriera y el ruido de la música inundara sus sentidos. Tan pronto como llego al bar, se pudo colocar el delantal respectivo, teniendo casi de inmediato entre sus manos un pedido para la mesa de la zona izquierda. Había tanta gente por todas partes que Onew difícilmente pudo llegar hasta el lugar de esa joven pareja que ocupaba apenas un lado del lugar.

 

—Su orden de…

—¡¿Cómo que estás terminando conmigo?!

 

La voz del hombre se escuchaba molesta, Jinki solo pudo vaticinar problemas graves si la situación no era mediada, miró a uno de sus compañeros a lo lejos y le hizo un gesto para que el jefe se acercara, con su presencia imponente y rostro severo.

 

—Es que ya no quiero estar contigo, Oppa. Por favor entiéndelo.

—¿Quién te crees para dejarme, ah?

 

El hombre ya había agarrado por el brazo a la muchacha que entre quejidos solo le pedía que la soltara mientras su cabeza baja denotaba el miedo que le proporcionaba el más alto.

 

—Señor por favor, no es correcto tratar de esa manera a la señorita.

—¡Tú te callas, imbécil! Y es mejor que no te metas es una pelea de pareja. ¿Si o no?

 

Le había hablado a la muchacha de cabellos rubios quien se estremeció ante el jaloneo de su extremidad nuevamente. –Si… por favor, déjenos solos.

 

—¿Qué está pasando aquí?

 

Cuando su jefe por fin llegó, el hombre parecía haberse molestado aún más por la presencia de los otros meseros y el jefe del bar que no parecía de muy buen humor.

 

—No sucede nada, estoy hablando con mi novia.

 

—Pues ella no parece muy dispuesta a conversar con usted— El hombre mayor se acercó meticulosamente, sus ojos fijos mientras Jinki y el resto de meseros observaban expectantes –Por favor tenga la amabilidad de soltarla. Dudo que a la señorita le agrade ese tipo de tratos.

 

—¡¿Cómo se atreve?!

—Oppa— La mujer intervino de inmediato, en cuanto el hombre se hubiera levantado altanero de su asiento –Vámonos de aquí, por favor.

 

Se veía nerviosa, con sus ojos asustados y las manos temblorosas sobre el pecho del hombre alto que parecía realmente amenazante mientras miraba al dueño del local desde arriba.

 

—Si, mejor vámonos. Todos son unos entrometidos por aquí.

 

Sin la menor de las delicadezas, el sujeto agarró por el brazo a la mujer haciendo que esta se sacudiera lo suficiente como para emitir un quejido lastimero y que su cabello se despeinara por la agitación mientras la sacaba el lugar.

 

—Agh, maldición. Sé que me voy a arrepentir por esto.

 

Jinki vio a su jefe empezar a andar tras la joven pareja luego de murmurar aquello, llamando la atención entre varios de los presentes, agarrando al hombre por el otro brazo y mirándolo severo.

 

—Por favor, deje de lastimar a la señorita ¿no ve en el estado en que se la lleva?

—¡He dicho que dejen de entrometerse!

—¡Oppa!

 

El golpe al rostro del jefe llegó como algo ya anunciado, el hombre solo pudo retroceder varios centímetros ante el mareo inminente y el dolor agudo que sintió en la nariz, cuando el puño cerrado del cliente se hubiera estrellado contra su rostro.

 

—Haz que seguridad lo saque de aquí— Se apresuró a decir Jinki mientras caminaba hasta su jefe que estaba siendo asistido ya por Luna y Seungho.

—¡No me toquen!— El cliente se había agitado con fuerza ante la presencia de los otros hombres —¡Vámonos de aquí Victoria!

 

—No tiene por que irse con él señorita— Para ese momento la música había bajado un poco de volumen y la gente se encontraba histriónica mirando a todos lados tratando de ubicar el foco del problema. Jinki incluso sabía que se estaba ganando un merecido golpe en el rostro por eso –No deje que la trate de esa manera.

 

Ella solo llevó una mano a su propia mejilla, temblando de nuevo y con un sollozo impertinente a punto de abandonar y quebrar sus pocas barreras.

 

—¡Victoria!

—¡Ya vete!— Terminó por gritar la mujer antes de que sus puños se cerraran y el hombre frunciera más el ceño —¡No quiero volver a verte! ¡Lárgate!

 

Cuando el sujeto intentó acercarse a ella, Jinki se colocó en el medio oportunamente, con su mirada seria y desafiante, sintiendo a la mujer detrás de él temblar por el temor que el hombre le provocaba, sentía sus manos pequeñas sobre los hombres, escudándose como podía.

 

—Eres un…

 

Jinki abrió los ojos estupefacto cuando vio al hombre acercarse velozmente hacía él, pero afortunadamente los de seguridad lo atraparon de ambos brazos, guiándolo a la salida con fuerza, permitiéndole a Jinki respirar con normalidad luego de un par de segundos.

 

—Vamos llevemos al jefe a la oficina.

 

La voz de Seungho lo regresó a la realidad, el hombre sangraba por la nariz debido al golpe y por lo visto podía estar fácilmente fracturada, o cuando mínimo tener el tabique desviado.

 

—Ven por favor— Le pidió a la mujer de largo cabello mientras avanzaban entre la gente que empezaba a volver a lo suyo, entre la música y la bebida –Colóquenlo en el sillón, que se recueste con la cabeza hacía arriba.

 

Los meseros que habían llegado se amontonaban un poco mientras Luna le pasaba unas pocas toallas para tratar de controlar el sangrado a pesar de que el hombre continuaba quejándose demasiado. Jinki mordió su labio inferior, preocupado y angustiado.

 

—¿Por qué no vas por el doctor? El que vive a cuatro calles de aquí.

 

Jinki giró hacía Seungho como si hubiera sido la mejor idea que hubiera escuchado en años, se levantó de inmediato y limpió un poco sus rodillas sucias al haber estado en el piso. Victoria permanecía en una esquina de la oficina, abrazada así misma y visiblemente asustada.

 

—Lo mejor será que no te vayas aún. Si nos esperas un momento puedo acompañarte hasta tu casa.

—Si, por favor. Muchas gracias.

 

Jinki le sonrió un poco antes de salir corriendo de ahí y emprender su corrida hasta la casa de doctor que era amigo de su jefe, lamentándose por el hecho de no tener auto y no poder ir más rápido, cuando llegó, agitado y cansado por el esfuerzo físico, tocó el timbre con seguridad, tratando de recordar que debía pedir disculpas por llamar a esas horas.

 

Volvió a tocar el timbre cuando finalmente una luz se encendió, se escucharon pasos y la puerta fue finalmente abierta.

 

—Hola, discúlpeme por molestar a esta hora… pero… ¿Minho?

—¿Qué haces aquí?

 

Minho estaba con su ropa de dormir y el cabello alborotado, su rostro visiblemente recién despertado y una expresión de confusión y molestia en el rostro.

 

 

 

 

—No sabía que tu padre era doctor.

 

Onew apretó el pequeño café entre sus manos, sentado en medio de la sala de espera mientras terminaban de revisar a su jefe quien había entrado bajo las manos del doctor Choi, los demás se habían quedado en el bar y le había pedido encarecidamente a Seungho que acompañara a la clienta hasta su casa. Lo extraño de todo, era haber vuelto a encontrarse con el menor.

 

—Yo no sabía que tu jefe y mi padre eran amigos— Minho había cruzado un poco su pierna y ajustado el abrigo a su cuerpo sin saber en la razón exacta por la que se encontraba ahí, junto a él.

—Coincidencias del destino tal vez.

 

Onew sonrió antes de beber un poco de su café, y ese comentario tan ligero hizo que los ojos de Minho se abrieran con sorpresa y lo mirara nuevamente de reojo.

 

—¿Crees en el destino?

—No sé, nunca lo he pensado.

 

—Pero…— Minho respiró hondo —¿Qué sucede cuando algo se interpone en tu camino tres veces seguidas?

Para ese momento Onew deslizaba sus ojos de un lado a otro, calibrando muy bien su respuesta, aunque no supiera muy bien a que se refería el menor –Tal vez es por que el destino quiere darte señales de algo ¿no?

 

La inseguridad con la que las palabras de Onew fueron pronunciadas hizo a Minho suspirar, notando como el mayor se levantaba presuroso al ver al doctor salir para hablarle sobre el estado, fuera de peligro, del paciente. Minho lo observó a lo lejos y sonrió. Casi recatadamente.

 

—Es el destino— Murmuró –Que por alguna razón insiste en ponerte en mi vida.

 

 

 

….

….

 

 

—Pero según los registros, todo el mundo sabía de la relación de amistad que el señor Jinki y usted mantenían, eran bastante cercanos.

—Yo nunca he dicho que no lo fuéramos.

 

Minho apretó sus puños inconscientemente sobre la mesa, el hombre del otro lado mirándolo tan severamente que para ese instante Choi solo puso sonreír sardónico.

 

—¿Sabe algo?— Minho dejó escapar un poco de aire de su boca, casi como una risa que había muerto antes de ser expresada, como si se hubiera ahogado entre los pliegues de su garganta —Una vez me dijeron que las personas que más sonríen, son las que más han llorado.

 

El hombre que vestía colores apagados frente a Minho se removió incómodo en su asiento.

 

—Lee Jinki… ¿Era ese tipo de persona?

 

Minho volvió a sonreír.

 

—A él…— Sonó en murmullos, perdidos y esporádicos que sonaban a lamentos —…A Onew…— Lucía cansado y apagado, como si en ese instante Minho pudiera hablar por inercia, con la voz más parca y sin sabor que hubiera salido de sus labios. En un desprecio amortiguado por los años –A él  le gustaba sonreír demasiado.

 

 

 

 

Fin del Capitulo Uno.

 

Notas finales:

 

Bueno, vayan sabiendo desde ya que este fic va a ser de todo menos fluff, pero espero que le disfruten, aunque más o menos ya se van dando una idea de que va la cosa si llegaron hasta acá. xD

 

Muchas gracias a todos los que se tomen la molestia de leer y espero que les haya agradado el comienzo. ;)

 

 


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