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Baby, please. por BlackMoral_Inc

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Notas del capitulo:

¡Hola! He regresado...aunque a nadie le importe  *Forever alone* La verdad he estado bastante inactiva por falta de tiempo e imaginación; mi diarrea mental va para largo ewe

En fin. Espero que les guste este one shot :)

 

—Lo único que hice fue meter basura bajo su cama. ¡Era solo una bromita indefensa! Bueno, una bromita que ya le había jugado antes, pero una bromita al fin, ¿no?

Cuando el llegó, me saludó como siempre; después de eso subió las escaleras y yo fui tras él. Iba a ser fabuloso ver su cara cuando se diera cuenta que todos los desechos de la casa habían ido a parar bajo su cama. ¿Qué iba a ser lo peor que podría hacerme?

Estaba contándome como le había ido esa mañana en el trabajo, dijo que estaba muy cansado y que tomaría una siesta  para reponerse. Entró a la habitación –todo fue normal durante los siguientes dos minutos-, se quitó la camisa y fue a ponerla en el cesto de la ropa sucia. Cuando regresó, notó un olor raro –lo supe porque arrugó la nariz, así como me gusta-; me miró y arqueó una ceja. “¿A qué huele, Akira?” me dijo. Yo sonreí con inocencia.

Casi salió corriendo y aterrizó al pie de la cama. La cara de asco que puso jamás la voy a olvidar porque, todavía en este momento, si lo recuerdo me parto de risa. ¡Deberían haberlo visto! Se abalanzó sobre mí, me tiró al piso y me golpeó –y yo seguía riéndome como loco-; fue un ataque salvaje.

Yo pensé que su enojo iba a durar poco, o por lo menos las dos siguientes horas. Pues me equivoqué. El idiota no me dirigió la palabra durante un buen rato, incluso me hizo rogarle que me hiciera caso…y no lo hizo. ¡Se la pasó ignorándome el resto de la tarde!

Bien, si quería aplicarme la ley del hielo, perfecto. ¡Dos pueden hacerlo!

Nos fuimos a dormir. Me dio la espalda en cuanto se acostó en la cama. Yo estaba cansado, así que decidí no prestarle atención. Seguramente por la mañana ya estaría todo normal.

Nuevamente me equivoqué: lo primero que me dijo a la mañana siguiente fue lo peor que ha salido de sus bellos labios. “Abstinencia”. Y así pasó, amigos míos. Ya llevo casi un mes así-.

Reita se quedó callado, esperando un comentario de sus amigos que estaban al otro lado de la línea telefónica. Sin embargo, los siguientes cinco segundos transcurrieron en absoluto silencio.

— ¿Chicos?

— ¡Oh, por Dios! –Fue lo único que alcanzó a escuchar el desesperado bajista antes de que unas carcajadas le estallaran en el oído.

Ya se estaba esperando aquella reacción de Aoi y Uruha. ¡Claro, él estaba pasando por el peor momento de su vida y ellos se echaban a reír! ¡Vaya apoyo!

— ¿Ya? –Inquirió fastidiado. Entrecerró los ojos mientras miraba hacia la pared de la sala y sintió el impulso de colgar el teléfono, pero Uruha se atrevió a hablar esta vez.

— ¡Es que no puede ser, joder! ¿Tú en abstinencia? Pero si no puedes pasar ni dos días sin sexo, Akira. Esta vez Ruki sí te jodió, ¿eh? –Otro acceso de risa incontrolable atacó al guitarrista, quien fue seguido por su pareja, quien permanecía a su lado tratando de escuchar la conversación.

— ¡Oigan, esto no es gracioso, necesito ayuda!

— ¿Para que Ruki te vuelva a dar…aquellito? –Preguntó esta vez Aoi en tono jocoso.

—Dejen de reírse ya, idiotas. ¡Claro, que les va a importar si ustedes se la pasan follando como conejos todo el día!

—Al menos follamos. –Atacó Takashima. Aoi rió otra vez, pero trató de menguar sus risas enseguida al escuchar un gruñidito del bajista.

—Está bien, está bien…Shima y yo te ayudaremos, ¿verdad, Shima?

—Sí, claro, claro. Tendrás que hacer todo lo que te digamos, al pie de la letra.

Reita suspiró resignado. No le gustaba nada aquel tonito que usaba su mejor amigo al hablar, pero estaba desesperado…tendría que confiar en ellos.

—De acuerdo, lo haré.

Por la tarde, ese mismo día, Akira llamó a un restaurante de comida rápida. Ordenó de cenar lo primero que se le ocurrió y arregló un poco el comedor para cuando llegara su cruel novio.

Uruha había sugerido que le hiciera una cena romántica –eso nunca fallaba, según él-.

El pobre y abandonado bajista fue al supermercado a comprar velas y una botella de sake. Esa noche follaba porque follaba…

—O dejo de llamarme Akira Suzuki. –Se dijo a sí mismo mientras adoptaba pose de superhéroe y sonreía como quien tiene un plan malvado-. La cajera que estaba atendiéndolo lo miró raro-. Oh, lo siento. Aquí tiene…

Unos diez minutos después de haber regresado a casa, la cena llegó. Preparó todo con una dedicación extraordinaria que, de no ser porque ya estaba desesperado, nunca habría tenido. Ahora solo faltaba que Ruki llegara.

Se sentó en el lugar que solía ocupar al comer. Se entretuvo un buen rato jugando con el celular. Esperó y esperó…hasta que no pudo más con el cansancio y el aburrimiento y se fue a dormir.

— ¡¿Cómo que nada resultó?! –La voz de Uruha sonó aniñada, pero sin poder ocultar su decepción-. Akira, eres un bueno para nada…

—Resulta que anoche el dueño del proyecto  citó a todos los aspirantes a socios de la firma de arquitectos  a una maldita reunión  y él  llegó para cuando las velas se habían consumido por completo. –Contó fingiendo un lloriqueo.

 

—A ver, dame acá… ¡Shima, suelta el teléfono, Shima…Shima! ¿Akira, me oyes?

—Sí, Aoi. ¿Qué quieres?

— ¡Ayudarte, hombre!

— ¿Ah, sí? ¿Y cómo piensas hacerlo, eh, eh? El maldito de Ruki está como si nada pasara, más ocupado que la mierda con su maldito proyecto. ¿Por qué coño quiso ser arquitecto?  ¡Eso es aburrido!

—Déjalo, le gustan las cosas complicadas; por eso está contigo.

—Cállate, idiota. ¿Me vas a ayudar o no?

—Sí, sí…escucha con atención lo que tienes que hacer.

 

 

Ruki llegó increíblemente temprano ese día, aunque se encerró en la habitación a trabajar durante casi toda la tarde, hasta entrada la noche. Reita había estado la mayoría del día trabajando en la escuela de música donde impartía clases de bajo tres veces por semana.

Cuando se dio cuenta de que su noviecito había llegado, sonrió con malicia y se dispuso a llevar a cabo el plan que Aoi le había propuesto.

Se metió a bañar y cuando salió lo hizo en bóxers –esos blancos y ajustados que le marcaban endemoniadamente bien la entrepierna y que, en otro momento, habrían hecho que a Ruki se le cayera la mandíbula hasta el suelo-.

Akira atravesó la habitación varias veces, tratando de llamar la atención de su pareja. No obstante, la mirada del menor permanecía fija en el plano en el que estaba trabajando desde hacía casi cuatro semanas.

—Malditos sean –Murmuró el indignado Reita-, tú y ese maldito plano de mierda. Me vas a hacer caso porque me vas a hacer caso.

Decidido, caminó hacia donde se encontraba el otro, con la mirada fija él. Como todo cazador a su presa. Esa noche tenía que ser la buena, no podía pasar otro día más sin atención. Estaba frustrado, cansado e indignado.

En su mente ya se formulaban cientos de perversiones que iba a poner en práctica cuando Ruki por fin se rindiera: en la cama, contra la pared, contra la mesa; de pie, acostados, agachados, etcétera.

Estaba tan sumergido en sus fantasías que no se dio cuenta que una mochila de su pareja estaba tirada. Cuando quiso dar un paso más hacia su pareja, su pie se enredó en las correas, lo que le hizo tropezar e irse de boca contra la espalda de Ruki.

Akira cayó sobre el menor, y éste contra su escritorio; un desastre total.

— ¡Akira Suzuki! –Gritó el enfurecido joven mientras todavía era aplastado por su despistado novio.

 

 

— ¡Me rindo! –Exclamó Reita, sujetando el teléfono contra su oreja.

—Uruha tiene razón, ¡eres un bueno para nada, Reita!

—Oye, déjame en paz, maldito viejo. Suficiente tengo con tener que soportar al enano hecho una furia –Resopló.

—No podemos hacer más por ti, Rei. Se me agotaron las ideas nee.

—Gracias de todos modos, Shima.

— ¡Háganse a un lado! –El bajista oyó una tercera voz al otro lado de la línea. Se oyeron unos grititos, quejas y un golpe-. Akira, soy Kai. Ya sé de tu problema…

— ¿De casualidad no lo publicaron en el periódico? –Inquirió con ironía el aludido.

—Escucha… -Comenzó a decir, ignorando el comentario de su amigo.

—Te escucho, pero luego me tienes que decir que rayos haces con esos dos.

—Vas a ir donde Ruki, le vas a dar un par de cachetadas y te lo vas a follar…bueno, omitamos lo de las cachetadas. Pero, ¡con un demonio, Akira Suzuki!, no creo que puedas aguantar unos días más así. Sabemos que tu felicidad reside casi en el sexo, y no puedes quedarte así solo porque tu noviecito sigue molesto por una tontería y porque está “muy ocupado”. Hazle saber de una buena vez que tienes tus necesidades y que un día de estos vas a ir por ahí, a algún table dance, a contraer sida por su culpa-.

Absoluto silencio.

— ¿Akira, sigues ahí?

— ¡Mierda, Kai, tienes toda la razón! Ehh, excepto lo del sida…

—Apoyo a Kai –Oyó decir a Aoi.

—Cierto, cierto –Terció Uruha-. Tienes que ir con Ruki y hablarle claro de una buena vez. No puede estar enojado por el resto de su vida. Lo que necesita es relajarse también, ha estado trabajando mucho; y qué mejor manera de hacerlo que con una buena noche de pasión, ¿no?

— ¿Y no pudiste decirme eso antes, pato desgraciado del demonio? –Se quejó Reita, aunque sonreía-. Ustedes tienen razón. ¡Lo haré! Pero… ¿y si me ignora?

—Busca la manera de que te preste total atención –Continuó Kai.

— ¡Sí! –Exclamó Aoi-. Es hora de dejar la amabilidad y las contemplaciones, Reita. ¡Es hora de usar la fuerza!

— ¿Usar la fuerza? ¿Qué me estás queriendo decir, Aoi? ¡No voy a pegarle al enano!

—No, estúpido, esa fuerza no.

— ¿Entonces?

—Tienes que actuar con decisión, hombre.

— ¿Decisión? –Preguntó ingenuo el bajista.

— ¡Claro! –Habló ahora Uruha-. ¿Te has dado cuenta que cuando haces algo bueno nadie lo nota, pero si haces algo malo enseguida se dan cuenta?

—Sí.

—Pues ahí tienes la respuesta a tus plegarias, Rei: deja de ser tan sutil, haz algo malo.

— ¿Cómo robar un banco?

—De verdad que la abstinencia ya te acabó las neuronas. No, ese tipo de cosas malas no; me refiero a…algo que lo haga molestarse.

— ¡Lo que quiero es que deje de estar molesto, Shima!

—Creo que entiendo el punto de Uruha –Habló Kai-. Si haces algo “malo” tendrás toda la atención de Ruki, ¡entonces ahí es donde atacas! Pero tiene que ser algo inofensivo…

—Y yo sé que hacer… -Murmuró Reita, sonriendo para sí mismo.

 

Serían más o menos las 8pm cuando Akira decidió realizar su plan malvado. Ruki no tardaría mucho en llegar, así que debía darse prisa.

Tomó una maseta que estaba en el corredor y regó toda la tierra que tenía por las escaleras. Sacó la papelera de su habitación y tiró su contenido en la puerta de ésta. Con eso sería suficiente. Después de eso tenía dos posibles opciones a pasar: 1. Que Ruki se enfadara tanto que lo mandara a la mierda y corriera de la casa; o 2. Que llamara su atención lo suficiente como para poder hablarle de su pequeño “problemita” de necesidad.

No iba a negar que estaba nervioso. Cualquier cosa podía pasar, y él esperaba que fuera lo mejor.

Cuando escuchó la puerta principal abrirse, su corazón dio un vuelco y comenzó a palpitar rápidamente. Pero enseguida se vinieron a su mente los recuerdos de aquellas noches de pasión con su novio que hacía un mes no vivía, y eso le ayudó a armarse de valor.

—Vamos Akira, tú puedes hacerlo. No olvides actuar decidido y confiado; que no note tu nerviosismo. De esto depende que la abstinencia termine… -Hablaba para sí mismo.

— ¡Maldita sea, Akira Suzuki! –Escuchó el estridente grito de su pareja. Ahí comenzaba su lucha por defender sus necesidades-. ¡Voy a matar a ese hombre…Akira!

Escuchó los fuertes pasos de Ruki por las escaleras, luego la puerta se abrió de golpe. Y ahí estaba él, ese hombrecito de pequeña estatura al que amaba por sobre todas las cosas…de la casa.

— ¡Hey, ¿qué pasa hombre, por qué tanto escándalo?! –Preguntó haciéndose el sorprendido.

— ¡¿Y todavía lo preguntas, cerdo inmundo?!

—Oye, cálmate Ruki.

— ¡¿Que me calme, que me calme dijiste?! ¿Se puede saber por qué carajo hay tierra y basura por toda la escalera?

—Ah, eso…fue un accidente.

— ¿Un accidente? –Entrecerró los ojos-. ¡Te voy a matar, mierda!

— ¡Hey, tranquilo! Solo fue un poquito de tierra…

—Un poquito… -Repitió conteniendo su ira. Akira sabía perfectamente bien que él odiaba la suciedad y el desorden, y siempre lo jodía con eso. Pero ya era demasiado, ese idiota se iba a enterar-. ¡Pero tú estás loco, Reita! ¿Qué rayos tienes en la cabeza?

—Ruki, bájale al volumen, los vecinos no tienen porqué enterarse de esto.

— ¡Esta es mi casa y hablo como me salga de los huevos!

Fue en ese punto del griterío en que Reita se dio cuenta que durante todo el mes que había durado ese letargo había estado actuando de manera sumisa y calmada; ese otro “yo” que le impedía actuar como un hombre decidido y con carácter. Ese que todos conocían y respetaban. Aquello le molestó bastante, así que decidió ser el mismo de siempre: ese Akira dominante al que no se le podían negar las cosas. La ocasión lo ameritaba.

— ¡Basta ya! –Gritó el bajista, tomando por sorpresa al menor, quien dio un respingo-. No tengo porqué aguantar tus berrinches y tus enojos sin sentido. Me largo de aquí… -Ni siquiera esperó respuesta. Caminó hacia la puerta, decidido a abandonar la habitación.

—Eso si que no, Akira Suzuki. No vas a dejarme hablando solo, ¡egoísta!

Ahí estaba lo que esperaba: aquella acusación le pareció tan sinvergüenza que se volvió hacia él y lo miró de manera fulminante.

— ¿Cómo me llamaste?

—Egoísta…y además, sordo –Para sorpresa de Ruki, Reita rió irónicamente.

— ¿Egoísta yo? ¡Tú eres el egoísta, Takanori Matsumoto! –Lo señaló acusadoramente, usando el nombre de pila de su pareja. Éste último sabía que si Reita lo llamaba así era porque la cosa iba enserio-. Tú eres el que se la ha pasado ignorándome con el pretexto de que te jodí metiendo basura bajo tu cama otra vez. Todo el puto mes te la has vivido como si estuvieses solo, ¿Y dónde mierda quedo yo, ah? Entiendo que te ocupes de algo que de verdad deseas; te he visto trabajar duro, pero eso no significa que tengas que olvidar que vives conmigo, ¡joder! ¡Eso es ser egoísta!

El silencio fue protagonista durante unos segundos. Se miraron, enojados. Una cosa llevó a la otra, y Ruki arremetió…

— ¡A mí no me vengas con chantajes emocionales, Suzuki! Yo no estoy poniendo de excusa lo de tus infantiles bromas. Pero ya te aguanté demasiadas estupideces…

— ¿Y yo no he aguantado lo suficiente? ¡Estoy viviendo a la sombra de tu maldito trabajo!

—Eso es mentira, Akira.

—Claro que no lo es, Takanori. He hecho de todo durante este mes para que recuerdes que sigo aquí, que te apoyo. Pero tal parece que no te importa. ¡Quédate con tu trabajo si quieres, yo no aguanto más así!

—El que se va soy yo…  -Dijo únicamente el menor- no puedo seguir escuchando tus tonterías y tus reproches.

—Que fácil es irte cuando sabes que tengo razón, ¿cierto? Será como quieras entonces. Quédate con tu porquería de plano y tu maldito trabajo.

—Al menos mi trabajo no me reprocha ni me pide nada.

Aquella respuesta fue un verdadero golpe bajo para Reita. Sintió una punzada en el estómago que lo dejó sin poder refutar aquello.  No esperaba que Ruki le soltara una frase que le hiriera tanto el orgullo. Aquel dolor interno se mezcló con rabia. Volteó a ver fijamente a su pareja, y en ese momento Ruki sintió un escalofrío recorriéndole la espalda, el cual le hizo ponerse nervioso.

Vio a Reita caminar acompasadamente hacia él. Cada paso que él daba, era un paso que Ruki retrocedía. Pasos que se vieron detenidos cuando su espalda chocó contra la pared. Fue en ese momento que tuvo apenas unos segundos para contemplar todo aquello que había olvidado: el caminar firme de Akira, su rostro rígido y esa mirada penetrante que lo hacía estremecer; sus labios, su cabello…

Ya contra la pared, Ruki pudo imaginar cómo terminaría la situación. Cerró los ojos para evitar caer en alguna tentación, pero aquello fue peor, puesto que la intensidad con la cual sintió la mano izquierda de Reita apoyarse sobre la pared fue inmensamente mayor a como hubiese sido de haber estado viendo.

Abrió los ojos y descubrió que Reita lo miraba con afecto, aunque sabía que no merecía que la mirara así. No en aquel momento.

—Lo único que te pedía era un poco de atención, un rato de tu tiempo –Susurró mientras el dedo índice de su mano derecha se deslizaba con delicadeza por la mejilla de su pareja.

Ruki no se dio cuenta en qué momento Reita lo tomó por la cintura, atrayéndolo hacia él de manera posesiva, para luego besarlo con todos los sentimientos que se había estado guardando durante un mes: amor, locura, enojo, soledad, alegría, pasión, deseo…

Él sintió como su cuerpo se apretaba con el cuerpo del bajista; sus manos tibias recorriendo su espalda por encima de su ropa. Sintió su lengua entrar en su boca y el roce de aquellas piernas con las suyas. Estaba comenzando a sentirse adormecido por aquella explosión de sensaciones repentinas.

Ruki llevó sus manos hacia el pecho del mayor, desde donde las deslizó hasta su cuello y rostro, nunca despegando su boca de la de él.

El momento les pareció eterno, y la discusión había pasado a un punto donde las palabras eran inútiles para explicar algo.

Lento, suave, cariñoso, intenso…así era ese beso que comenzaba a perder fuerza cuando Reita abrió los ojos y separó su boca de la ajena para contemplarlo. Hacía mucho que no veía su rostro ruborizado por el efecto de uno de sus besos.

Cuando Reita terminó la unión de sus labios, Ruki respiraba agitado, y lo miraba con los ojos entreabiertos; parecía como si Akira le hubiese arrebatado media vida y la capacidad de pensar claramente con aquel beso. No dejaban de mirarse, como si estuvieran reconociéndose entre sí. El silencio entre los dos decía mucho más que las propias palabras.

 

—Akira, yo…

—Shhh –Le calló, siendo suave. Volvió a unir sus labios en un beso más apasionado que el anterior, y no tardó nada en cargarlo como todo un príncipe hacia aquel mueble que desde hacía un mes solo ocupaban para dormir.

Quedaron recostados sobre la cama, sin despegar sus labios. Estaban sumergidos en un beso intenso que les hizo perder la noción del tiempo. Ruki sentía los labios tibios y húmedos de Reita sobre los suyos, sentía su cuerpo apretándose contra el suyo; y sus manos en su cintura, las cuales ascendían despacio por sus costados.

¿Cómo pude olvidarme de esto? Pensó el menor mientras aprisionaba a Reita entre sus brazos y sus labios seguían moviéndose con insistencia.

Reita estaba perdido, ebrio en un éxtasis que lo dominaba completamente. Le faltaba el aire y tuvo que dejar de besarlo para respirar, pero no perdió el tiempo: sus labios fueron a parar al cuello de su pareja y comenzó a besarlo con desespero.

— ¡Mmm…!

Mientras sus labios se encargaban de hacer suspirar a Ruki, sus manos no se mantenían quietas: iban de aquí para allá, de arriba abajo por sus costados y su cintura. Fue así, con desenfreno, como sus manos comenzaron a luchar contra la camisa del menor.

—Taka-chan… -Le llamó con tono afligido.

—Quítala…Mmm, Akira, quítamela.

El aludido obedeció sin objeción. Con pesar, dejó su cuello, y se colocó de rodillas para poder quitar aquella inoportuna prenda.

Durante algunos instantes, sus miradas se cruzaron. Una tímida sonrisa que reflejó su nerviosismo apareció en el rostro de Ruki. Akira había casi olvidado esa apariencia indefensa de su pareja cada vez que hacían el amor.

 Ruki recorrió con la mirada a su novio e inconscientemente se mordió el labio inferior. Dirigió una mano hacia el pecho ajeno y lo acarició por encima de la camisa. Reita no quería esperar más, necesitaba tocarlo, acariciarlo, besarlo…necesitaba hacerlo suyo ya porque había estado deseando aquello como ninguna otra cosa en su vida. Así fue que su camisa salió despedida por los aires. Ruki se incorporó lentamente para quedar sentado frente a su pareja.

Intercambiaron miradas llenas de deseo, y estas dieron seguimiento a las acciones del bajista: volvió al ataque contra el cuello del menor. Sus labios viajaban de un lado a otro, dejando pequeñas marcas, que seguramente al día siguiente serían mucho más visibles. Mientras tanto, queriendo ser partícipe del acto, Ruki echó la cabeza hacia atrás y comenzó a acariciar con ansias la varonil espalda de su pareja.

Cayeron contra el colchón otra vez. Ahora los besos ya no eran suficientes; sus manos actuaban como tentáculos, tocando aquí y allá sin reparos.

— ¡Ahh, Reita…! –Jadeó el menor al sentir el cuerpo ajeno moviéndose lentamente contra el suyo-. Mmm, e-estorba…el pantalón –Murmuró

— ¿Sí? Vamos a solucionar ese problema –Dicho esto, volvió a separarse. Actuó tan pronto como le dictaba su deseo: prácticamente arrancó el pantalón de su pareja, bajándolo junto con la ropa interior. Fijó la mirada en la ya despierta entrepierna de Ruki y esbozó una media sonrisa.

—R-Reita… -Titubeó-. No es justo que solo yo… ¡Ahhh! –Su espalda se arqueó avivadamente cuando sintió los cálidos labios de Reita sobre su miembro. Una electrizante sensación le recorrió el cuerpo entero, y un hormigueo incesante se apoderó de sus piernas y vientre bajo.

—Mmm, alguien necesita atención.

—A-Akira…por favor, no me hagas…mmm esto.

— ¿Hacer qué cosa? –Esta vez lamió el pene de Ruki, quien se retorcía de placer y no hallaba más que hacer que arrugar las sábanas entre sus manos.

—Mmm, t-te odio… ¡ahhh, Akira…duele! –Sensuales gemidos salían de sus labios, uno tras otro, cada vez más constantes. Reita se había apoderado de su erección con la boca mientras éste trataba de desabotonarse el pantalón. Para cuando lo logró, ya tenía el miembro de Ruki casi rozándole la garganta.

Bajó su pantalón hasta la mitad de sus muslos. Ruki gimió escandalosamente al sentir ese jugueteo experto de la lengua de su novio en su glande. Pero ambos necesitaban más.

—Mmhg…

— ¡R-Rei…Rei, ahhh, Dios! Por…favor, mmm, por favor Aki… -Suplicaba el menor. El placer era endemoniadamente exquisito, pero no quería terminar tan pronto.

—Mmm, Taka…sabes tan delicioso –Siseó sobre sus testículos, a los que regaló descaradas lamidas-. Pero quiero más de ti, estuve esperando tanto por esto.

—Entonces…bebé, por favor –Pidió sensualmente, viéndole desde su posición y lamiéndose provocativamente los labios. Aquello fue suficiente para que una revolución de hormonas atacara al bajista. Éste último se estiró sobre la cama y sacó de de un cajón del buró un frasquito de lubricante. Ya era hora, ambos no podían más.

El líquido empapó dos dedos de Reita, quien miró una vez más a Ruki en busca de aprobación para lo siguiente. El otro asintió.

— ¡Ahhhh! –La espalda del menor volvió a arquearse cuando sintió el índice de Reita en su ano e irrumpiendo en su interior-. N-no esperes…mmm, bebé, no esperes. Hazlo ya –Se removió ansioso para darle a entender que no tardara tanto.

Reita solo obedeció: comenzó a mover su dedo en el interior de su novio, lo suficiente como para estar preparado.

Pasaron apenas unos segundos y los dos ya estaban desesperados. Akira retiró los dedos del cuerpo ajeno al escuchar un “¡Fóllame ya!” de su acalorado amante. Se posicionó entre sus piernas tras haberse deshecho completamente de su ropa y reemplazó sus dedos por su miembro de una buena vez.

Ambos gimieron. Las piernas de Ruki se enredaron en la cadera de Reita y éste se movió apenas un poco para penetrar completamente al contrario.

—Mmm, Ruki…estás tan caliente –Este comentario hizo enrojecer al aludido, quien se movió contra él, pidiendo más contacto.

—A-ahh…Reita, hazlo ya. Ve con calma, mmm, hazlo lento.

Y así fue. Él se movía con suavidad, pero de pronto comenzó a acelerar de forma gradual, haciéndolo todo más intenso. Ruki se sentía sofocado por el calor, y esto le hacía sentirse perdido en el placer. Dejó que sus manos recorrieran la espalda de Akira, hasta que ambas se movieron hacia la cintura; y sacando fuerzas de donde ni él supo, logró voltearlo para quedar sobre él. Irguió su cuerpo, se quedó quieto, tomó una bocanada de aire y comenzó a moverse sobre su amante.

Reita sentía el cuerpo adormecido, cualquier cosa que pasaba lo estremecía, cualquier movimiento, caricia, gemido, le causaba un placer inmenso. Ruki se mecía sobre él como un jinete sobre un caballo, la fricción que había entre el miembro de Reita y su interior le hacía enloquecer.  

—Ummm, Ruki…así, así. ¡Ahh!

— ¡Ahh, Reita…ah, ah! –La sensación de la fricción le parecía más deliciosa a medida que sus movimientos se hacían más y más rápidos-. ¡Mmm, a-ahh, más…más, ahh! –Su cuerpo había perdido el freno, la velocidad de sus movimientos era exageradamente fuerte, y Reita sintió que el cuerpo que lo contenía comenzaba a quedarle pequeño.

—Sigue, Ruki, sigue… ¡ahh, amor! Ya…ya casi.

— ¡Ahhh, Agh…n-no…todavía…mmm!

Habían llegado a ese punto donde no podían controlar sus cuerpos. Se retorcían uno contra el otro, gemían descontroladamente, jadeaban, sudaban.  

Reita se irguió al sentir un hormigueo en su cuerpo y se tensó al mismo instante. Estrechó a Ruki con fuerza, sujetándose de él como si estuvieran a punto de arrancárselo de sus manos. Al sentir el apretón, Ruki dio un último movimiento que desató un orgasmo frenético.

Se quedaron quietos y tensos…y se relajaron hasta cuando sus cuerpos cayeron contra el colchón una vez más. Por sus venas corría lava, el calor no se disipaba todavía y sus respiraciones eran igual de agitadas una que la otra.

Ruki apoyó la cabeza sobre el hombro derecho de Reita, y las caricias continuaron.

—Perdóname –Fue lo primero que oyó Reita-, perdóname por haberte dejado solo, Aki. No me di cuenta que…y-yo solo…fui un tonto –Aquellas palabras estremecieron el alma del mayor. Se abrazaron con fuerza y unieron sus manos, entrelazando sus dedos.

Ruki se durmió primero y Reita lo contempló durante un rato mientras sonreía. Aquella noche había salido mejor de lo que imaginaba…y pensando en esto, lo venció el sueño.

 

—Mmm… -Ruki soltó un quejido leve al sentir la luz de la mañana en su cara. Se llevó una almohada a la cabeza, pero enseguida se la quitó al percibir un olor llamativo- ¿qué es…? –Dejó la pregunta al aire y se incorporó. Sonrió, algo incrédulo, al ver a Akira caminando hacia él con una bandeja.

 — ¿Cómo dormiste? –Preguntó con extraña dulzura. Ruki sonrió con más amplitud; se sentía tranquilo, plenamente feliz.

—Como nunca, me siento descansado.

—Me alegra oír eso. –Se sentó en la orilla de la cama y sostuvo la bandeja, la cual cargaba algunas galletas, fruta, tostadas y jugo de naranja.

—El pan huele delicioso. –Mencionó en un susurro. Sus mejillas estaban adornadas con un encantador tono carmín. Akira sonrió.

— ¡Oh, olvidé la mermelada para las tostadas! Iré por ella nee, no tardo. –Le dejó la bandeja sobre las piernas y casi corrió hacia la puerta.

— ¡Reita! –El aludido se volvió hacia él.

— ¿Sí?

—De verdad, lamento tanto lo que tuviste que pasar por mi culpa.

—Ya no te preocupes por eso, ya se me olvidó. –Sonrió.

— ¡Reita! –Volvió a interrumpir su caminar.

— ¿Dime?

—Te amo…más que a nada en esta vida, por encima de mi trabajo o de cualquier proyecto. Te amo.

Al escuchar esto, Reita sonrió nuevamente, pero esta vez con la misma alegría de siempre.

—Yo te amo más, Taka.

Salió rápidamente de la habitación, dejando atrás a un embelesado Ruki. Bajó corriendo las escaleras, atravesó la sala y llegó a la cocina. Tomó la mermelada que había ido a buscar y vio tu celular sobre la mesa. Lo tomó y escribió un mensaje que mandó en formato múltiple a sus tres amigos que le habían ayudado en sus planes…un mensaje con un simple: “Misión cumplida”.

 

 

 

 

Notas finales:

¿Y bien? ¿Qué les ha parecido? ; ;
 Espero sus comentarios ><

¡Gracias por leer! :D


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