El pensamiento que había tenido se había hecho realidad y eso no se lo esperaba, y a pesar de eso, le había gustado.
-lo siento mucho –decía Gon desde el suelo. –yo solo quería despertarte pero… me caí... y…
-creo que… mejor iré a mi habitación –dijo, confundido.
Gon lo observó mientras se iba. No podía hacer nada más, ya que cualquier cosa que dijera sería inútil.
El albino, ya en su habitación, no podía dejar de pensar en lo ocurrido; cada vez que se acordaba, se sonrojaba. Esto no lo dejaba dormir, y ya habían pasado más de dos horas desde que se había acostado.
-¡maldición! Ya está amaneciendo y yo todavía despierto –se decía –debo hacer algo al respecto. Así que se levantó y fue a la habitación de Gon a solucionar el asunto, y de paso, comprobar algunas de sus teorías de por qué se sentía extraño al pensar en Gon. Así que se acercó a la cama del moreno para verlo de cerca, lo que no sabía era que éste no estaba durmiendo, ya que se había dado vuelta para ver por qué su puerta estaba abierta y se llevó una sorpresa.
-¿qué haces aquí Killua? –preguntó confuso y un poco nervioso.
-solo vine a comprobar algo –respondió el albino. Y diciendo esto, tomó a su amigo por el rostro y lo besó. Lo que no esperaba era que el moreno le respondió el beso.
-creo que me gustas –dijo al separarse, poniendo su cara felina característica. –y creo que yo también te gusto.
Al oír esto, Gon agachó la cabeza, avergonzado; aunque por dentro se sentía feliz de que esto estuviera pasando.
-pero creo que necesito hacer un par de pruebas más –agregó el albino. Dicho esto volvió a besar a Gon, pero ahora más despacio, mientras se subía sobre la cama y lo arrinconaba contra la pared. El moreno no pudo evitar gemir mientras el albino mordía sus labios. Quiso detenerse, a pesar de estar disfrutando el momento.
-espera Killua… esto… no está… bien –dijo con la respiración entrecortada.
-si te refieres a que los dos somos hombres, no creo que eso sea importante.
-pero…
-nada de peros… tú me gustas, yo te gusto, y eso es lo que importa. Así que… ¿en qué estábamos?
Killua volvió a acercarse a Gon, pero esta vez fue directo hasta su cuello, besándolo y dándole pequeñas mordidas mientras metía sus manos bajo su camiseta y le acariciaba la espalda, haciendo que el moreno respirara de manera acelerada y que, de vez en cuando, se le escapara algún gemido ahogado.
-detente –dijo de pronto
-¿y ahora qué ocurre? –preguntó el albino, un poco molesto por la nueva interrupción.
-lo que pasa… es que yo nunca… -se detuvo, sonrojado.
-lo sé. No te preocupes, seré suave. –dijo, guiñándole un ojo, y siguió en lo que estaba.
Sus manos continuaban recorriendo el cuerpo de Gon, moviéndose despacio por su pecho, bajando lentamente hasta detenerse en su ropa interior.
-qué suerte que no uses pantalón para dormir –le dijo sonriendo –así será mucho más fácil.