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Eden. por Elth

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Notas del capitulo:

¡Hola a todo el mundo! Siento haberos hecho esperar tanto, pero con el problema que hubo con la página (menos mal que sólo ha sido un susto) y tal no he podido subir el capítulo antes. En fin, aquí dejo el capítulo sexto. 

¡Ojalá lo disfrutéis! ^^

Canción del capítulo:

http://www.youtube.com/watch?v=1OM8hvyOKMc

El día de Navidad, 25 de Diciembre, es una fecha señalada. Las familias se reúnen, los hogares se llenan de manjares y villancicos, la programación de televisión se basa en galas de famosos vestidos de Santa Claus y en multitud de dramas románticos con la misma trama azucarada. En fin, el ambiente festivo puede palparse en el aire, tanto que incluso puede llegar a asfixiarte. Sin embargo, no podía quejarme, porque aquel año el mánager no había sido considerado y nos había cargado de trabajo, por lo que mis compañeros y yo estábamos pasando una agradable jornada en el estudio, atando cabos sueltos para el concierto que celebraríamos en fin de año.

Me encontraba tocando la guitarra al lado del enorme ventanal a través del que se colaba la tenue luz del mediodía invernal. Amaba la música, esa era mi mayor verdad. Era una de las pocas cosas que le daban sentido a mi vida, que me ayudaban a mirar hacia adelante. De repente, sentí una presencia extraña detrás de mí, así que me giré, dando con los atentos ojos de Shima, los cuales se vieron atravesados por un rayo de sorpresa cuando vieron su reflejo en mis propias pupilas.

-Siento haberte interrumpido- se excusó con una leve sonrisa de remordimiento.- Es que pasaba por aquí y pensé que podríamos ensayar juntos algunas melodías para mejorar nuestra sincronización y eso.- Agarré la silla de madera que tenía más cerca, la puse frente a mí y la señalé con la cabeza, obteniendo como recompensa otra sonrisa de sus labios, esta vez algo entusiasmada.

Todos habían notado que la manera en que ambos nos tratábamos había dado un giro de 360 grados, aunque sólo algunos se habían sorprendido y no encontraban explicación posible a aquel extraño fenómeno. Repentinamente nos dirigíamos al otro casi con afecto y habíamos dejado de molestarnos. Mejor dicho, yo había dejado de sacar a Shima de sus casillas. Tan increíble parecía aquello que Ruki me había preguntado si me había dado un golpe en la cabeza y Reita, que me había dicho un millón de veces que empezaría a respetarme si cejaba de hacerle la vida imposible a su mejor amigo, me había mirado de reojo, casi con temor. Kai, por su parte, sólo sonreía como un bobo, asemejándose a una madre que contempla emocionada la evolución de su querido hijo. Me conocía demasiado bien y sabía perfectamente cuáles eran mis verdaderos sentimientos hacia mi compañero de guitarra. Lo que me preocupaba era que le resultara tan normal que un mujeriego como yo de la noche a la mañana se hubiera cambiado de acera. ¿Es que, a caso, yo había dado positivo desde el principio en su radar gay? Bueno, esas cosas era mejor no pensarlas.

El día siguió transcurriendo tranquilamente, sin berrinches de ningún tipo, ni siquiera por parte del vocalista, quien parecía haber dejado de lado su faceta frágil, mostrándose profesional y maduro. Evitaba a Reita cuanto podía y no le miraba a los ojos cuando tenía que darle algún tipo de información. Era sólo una coraza, lo adiviné con sólo echarle una ojeada desde aquel diván de cuero sobre el que me había echado mientras me tomaba un café. Daba vueltas por la estancia, con un lápiz y un papel en las manos. Pronunciaba una línea, la entonaba, se detenía, la modificaba y empezaba de nuevo.

-Da gusto tener un vocalista tan genial como tú- le halagué en voz alta, intentando llamar su atención. Como supuse, pasó de mí completamente, así que me levanté y rodee su cuello con mi brazo derecho, arrastrándolo hacia el asiento contra su voluntad.- Es de mala educación no dar las gracias cuando te dicen algo bonito, ¿sabes?- Él chasqueó la lengua, deshaciéndose de mi agarre.

-Estoy trabajando, Aoi.-Volví a retenerlo cuando hizo amago de levantarse.- ¿Qué te pasa?

-Me preocupo por ti.-Mi sincera confesión lo desarmó, provocando que dejara de intentar huir.

-Estoy bien.- Lo miré con una ceja alzada, mostrándole que no me lo creía.- Estaré bien- se corrigió.-Sólo es una mala racha. Estaremos un tiempo ignorándonos el uno al otro y después, cuando hayamos conseguido olvidarnos de todo esto, seremos capaces de mirarnos de nuevo a la cara sin demasiado resentimiento.- Le regalé una mirada de admiración, aunque creo que no se percató de mi gesto. Una de las cosas que más me gustaba de él era lo realista que podía llegar a ser. «Si algo es imposible, sólo debes afrontarlo con una sonrisa y tratar de superarlo» dijo una vez. Y estaba sonriendo entonces, siendo fiel a sus propias palabras.

-Qué serio ha sonado eso...- comenté en tono bromista para agarrar sus mejillas y empezar a tirar de ellas.- ¡Un enano debería ser siempre divertido! ¡Ríete, ríete, ríííete!

-¿¡Cómo quieref que me ría mientraf me hacef efto!?

-¡Qué buen ambiente hay aquí!- aplaudió Kai cuando me vio abusando del pequeño.- Hacedme un hueco.- Se sentó a mi lado, dándole un mordisco a la chocolatina que se estaba comiendo.- ¿Pensáis hacer algo especial esta noche?

-Dormir- respondí, sin efusividad alguna.

-Cenaré con mi familia y me iré pronto a la cama- señaló Ruki, frotándose los pómulos enrojecidos con cara de pocos amigos.

-¡Venga ya!- se quejó el batería.- ¡Es navidad! ¿Cómo podéis desperdiciar así un día tan especial como este?

-Para mí tiene muy poco de especial, ya lo sabes.- Recibí una colleja súbita de su parte. Se alejó antes de que pudiera devolverle el golpe. Aunque no lo pareciera, era bastante audaz.

-¡Hoy es el día en el que Santa Claus se monta en su trineo de renos y sobrevuela la ciudad repartiendo regalos por todas partes!- sus ojos brillaron desde aquel rincón en el que se acababa de refugiar.- ¡Es el día más mágico del año!

-¿Más que San Valentín?- se extrañó el vocalista.

-Seguro que su regalo será el mismo- me mofé yo, arrancándole una graciosa sonrisilla al que tenía al lado. En aquel momento, Reita y Uruha hicieron su aparición. Ambos charlaban amenamente.

-¡Qué cabeza la tuya! ¡Anda que chocarte con un panel de vidrio cuando ibas a toda velocidad en tu bicicleta!- El de la nariz tapada le propinó un golpecito cariñoso en la frente a su interlocutor, que se encogió de hombros con una expresión desenfadada.

-Es verdad, Shima. Debes prestar más atención cuando vayas por la calle- intervino Ruki.- Que algo sea transparente no significa que no pueda ser sólido.

Esa era la explicación que el guitarrista les había dado a aquellos dos cuando depararon en su lamentable estado, pues a penas había pasado una semana desde el terrible incidente y su cuerpo seguía bastante resentido tanto por dentro como por fuera. Había puesto un gran empeño en cubrirse hasta el cuello, pero no había podido evitar que las marcas de su rostro quedasen expuestas, a pesar de que había intentado cubrirlas con maquillaje, sin conseguir buenos resultados. No lo culpaba por mentir. Yo habría hecho lo mismo si hubiera estado en su situación. Ambos éramos del tipo al que no le gusta despertar preocupaciones innecesarias y tampoco convenientes. El teléfono de Reita sonó entonces, llamando la atención de todos nosotros.

-¿Sí?.. Ah, hola, Mei.- Vi cómo Ruki agachaba la mirada y se estrujaba las manos. El tono de voz del bajista tampoco pecaba de efusividad.- ¿Quieres que vaya a cenar a la casa de tu familia esta noche?- Se llevó una mano a la nuca, nervioso.- ¿No es un poco repentino?... Vale... Vale, no te pongas así, a las ocho y media pasaré a buscarte... Te veo luego.- Colgó y se guardó el móvil en el bolsillo del pantalón. Le costó tragar saliva. Shima le paso el brazo por los hombros, sonriéndole.

-El día ha llegado, Akira.- Al notar que su amigo seguía tenso, le dio un golpe amistoso en el estómago, haciéndole reaccionar.- ¡Saldrá genial! Vas a dejar a los padres de tu novia con la boca abierta.

-Tendrás que ir de traje y con el rostro despejado, digo yo- comentó Kai, señalándole la nariz con el dedo.

-No habléis más del asunto-pidió, derrochando incomodidad por los cuatro costados.- Ya son las siete, tengo que ir a prepararme.

-¡Ánimo!- exclamó Shima a modo de despido.

-¡Serás el plato principal de esa familia, Reita!- le grité antes de que abandonara la sala, recibiendo miradas de desaprobación por parte de Kai y de Uruha.

-Vaya, vaya, a este ritmo el tipo más rudo de «the GazettE» será el primero en casarse-comentó el batería mientras los cuatro paseábamos por la calle. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al escuchar aquella espeluznante palabra.

-No hables de esas cosas en mi presencia- sentencié.- Me da repelús.

-Sí, hablemos mejor de cómo vamos con la composición de canciones- me apoyó mi compañero de guitarra.- ¿Qué tipo de letras estás escribiendo en este momento, Ruki?- El pequeño de greñas rubias siguió andando con la boca hundida en el cuello de su chaqueta de cuero.- Ruki, ¿te pasa algo?- insistió el castaño, propinándole un par de toquecitos en el antebrazo. Aquello hizo que se sobresaltara súbitamente. Miró a su alrededor, desorientado.

-¿Eh...? ¿Qué decíais?- Evité que las preguntas de los demás le asaltaran tomando yo mismo la palabra.

-¡Ah, creo que sí nos conviene un poco de fiesta!- Kai volvió a adoptar aquella expresión de pura emoción infantil, asintiendo con la cabeza efusivamente.

-¡Cuánta razón tienes, Yuu!- Nos agarró a Shima y a mí por los hombros, llevándose a Ruki por delante.- ¡Celebremos el día de Navidad!

Cuando una persona habla de «salir de fiesta» por norma general se refiere a ir a un bar a tomar algo, a una discoteca o a un descampado a ponerse ciego de alcohol. Uke Yutaka no era una persona normal. Yo debí haberlo sabido, pero ya era tarde. Nos encontrábamos en aquel restaurante familiar sentados de dos en dos. A mi lado estaba Uruha y teníamos en frente a Ruki y al batería. Sólo   este último sonreía como si le hubiese tocado la lotería o algo así. Los demás nos sentíamos un poco fuera de lugar porque es que éramos cuatro hombres hechos y derechos juntos y rodeados de parejas heterosexuales y un montón de familias al completo.

-¡Ya estoy aquí!- Borro. Cinco hombres hechos y derechos.- ¿Habéis pedido ya?- Miyavi ocupó un asiento libre junto a mi mejor amigo, que besó su mejilla de forma discreta.

-Te estábamos esperando- le dijo, sonriente.- ¿Qué os parece el especial de pollo?

-No es típico de esta fecha- comentó Uruha mientras ojeaba la carta.- ¿Crees que lo tendrán?

-Eso se averigua fácilmente.- El solista le hizo un gesto al camarero y pidió aquel especial que consistía en sopa de pollo, alitas de pollo y pechuga de pollo rebozada en huevo y almendras. Puede parecer cargante, pero la verdad es que todo estaba bastante bueno. Aunque que no hubiéramos hecho una comida en condiciones desde el desayuno también tuvo parte de culpa en que dejásemos los platos relucientes.

-Por vuestra culpa terminaré padeciendo una indigestión enorme esta noche- se quejó el vocalista al recordar que tenía otra cena familiar poco después. Kai se levantó de repente, asustándonos.

-¡No te preocupes, Ruki, tengo la solución perfecta!-Un destello malicioso cruzó sus pupilas.- ¡Vamos a correr!

Ya he comentado en otra ocasión que no me gustaba la navidad, pero aquella noche la maldije aún más de lo que había hecho siempre. Y es que si algo que aborreces se mezcla con otra cosa que detestas, entonces el cóctel resulta altamente destructivo, tanto que la sangre de mis venas ardía peligrosamente.

-¡Más deprisa, Yuu-chi!- vociferó aquel miserable palillo de dientes con aquella estúpida cara de satisfacción.- ¡Uno tiene que esforzarse por conseguir lo que quiere!

-¡Que te jodan!-le grité, muy cabreado. En otras circunstancias, no me habría puesto a correr como alma que lleva el diablo por una mera petición de parte de aquel demonio, pero me había amenazado con hacerle saber a Shima lo que sentía por él. No creía que fuera capaz de hacerlo pero, como comprenderéis, no iba a arriesgarme. Alcancé a mis compañeros, agarrándome el estómago y con la garganta reseca y dolorida a causa del frío.

-¡Sois unas tortugas!- se mofó Ruki, que estaba a unos ocho metros de distancia por delante de nosotros. Su sonrisa era alegre, estaba echando todo su dolor en el deporte.- ¡Mis piernas son cortas, pero son más efectivas que las vue...! ¡Umpf!

Acababa de chocarse con una persona. Podría haber resultado cómico si el muro humano hubiera tenido otra identidad y otra expresión facial menos afectada que la que mostraba. El vocalista intentó alejarse deprisa, pero fue retenido fuertemente por los brazos, obligándole el brutal agarre a mirar directamente aquellos ojos desconcertados, tristes. Rabiosamente tristes.

-¡Suéltame, Reita!- le pidió, retorciéndose. Lo afirmó incluso con más fuerza, haciéndome dar un paso adelante.

-Te odio, Ruki.-La profunda voz pareció resonar en la callejuela vacía donde habíamos ido a parar.- No tienes ni idea de cuánto te odio.

Maldije a Reita en mi interior, disponiéndome a interrumpir su hiriente monólogo, pero Shima agarró mi muñeca y me pidió quedarme al margen en un susurro.

-Lo he intentado con tantas ganas, he puesto toda mi voluntad en seguir mirando al frente, me he esforzado de sobremanera por continuar siendo un hombre normal-prosiguió, arrastrando las palabras rebosantes de impotencia.- Pero es inútil, ¡sigo viéndote aunque cierre mis ojos, aunque los destroce, aunque quiera cegar mi visión, sólo te veo a ti!

-¡No me mires!- El grito de Ruki atravesó el cielo oscuro.- ¡Maldita sea, Akira, nunca te he pedido que me miraras! ¡Nunca te he pedido que me dejaras mirarte! ¡¿Por qué me odias?! ¡Yo no te he hecho nada!-sollozó.- ¡Eres un miserable, deja de culparme por todo lo que te pasa!- Le asestó un golpe lleno de rencor en el pecho.- ¡Yo quiero que estés bien! ¡Quiero que seas normal! ¡QUIERO QUE SEAS FELIZ!- De repente, el bajista lo atrajo hacia su cuerpo, abrazándolo con fervor, silenciando todas y cada una de sus réplicas.

-Lo siento- musitó Reita en el oído del pequeño.- He sido muy egoísta. Perdóname, Taka.- Escuché los sollozos que se escaparon de la garganta del nombrado, quien estrechó el abrazo.

-Imbécil...

Mis huellas se hundían en la nieve sin hacer ruido, dejando una graciosa estela por el camino que llevaba al piso de Shima. Después de la emocionante reconciliación entre nuestro adorable vocalista y el cabeza hueca de Reita, todos nos habíamos dispersado: Ruki se había ido a la casa de su familia, el bajista se había ido a su casa después de su fallida reunión con los padres de su ya ex-novia y Kai y Miyavi se habían marchado a nuestro hogar después de que el batería se rindiera en sus insistencias de retener a Uruha bajo nuestro techo.

-¿Estás seguro de que no quieres quedarte un par de días más?-inquirí, mirando hacia adelante.

-Ya te he usurpado la cama por mucho tiempo.

-No importa, ya me he acostumbrado a dormir en el salón- me apresuré a decir. Él sonrió tímidamente.

-No puedo depender de vosotros por siempre. Tengo que recuperar mi vida, Yuu.- El valor presente en el tono de su voz me conmovió.

-Eres admirable- confesé, haciendo que me regalara una mirada confusa.- Nunca pensé que fueras tan fuerte, que pudieras enfrentarte a tus problemas con tantísima facilidad.

-Yo tampoco creía que fueras así de amable- contraatacó, provocando que el sorprendido ahora fuera yo.- Me sorprendió que ayudaras tanto a Ruki. Tú le pusiste los puntos sobre las íes a Reita, ¿verdad?

-Tú también sabías que tenían un problema, ¿eh?- Asintió con la cabeza.

-Lo deduje observando cómo se han estado tratado últimamente. Akira me contó el resto. Te has comportado como un gran amigo.

-Vas a hacer que me ponga colorado- bomee. Él bajó la cabeza.

-Me gustó mucho descubrir que eres una buena persona. Me hace muy feliz saber que nos quieres tanto.- Alzó la cara y me miró a los ojos.- Saber que estás a mi lado me hace muy feliz, Yuu.

No sé si fue su mirada brillante de afecto, su cabello revuelto a causa del fuerte viento de la noche o la sonrisa sincera dibujada en aquellos labios intensamente rojos, pero no pude resistirme más. Lo besé como nunca había besado a nadie, fundiendo mis labios con los suyos mientras mi mano descansaba en su cuello, disfrutando de la calidez de su cuerpo.

Al otro lado de la ciudad, un reloj anunció la medianoche. El día de Navidad había llegado a su fin.

Notas finales:

Bueno, eso ha sido todo por hoy.

¡Nos leemos!


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