Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amarte es mi pecado por karan

[Reviews - 50]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Hola!:D

Que bueno que se pasan por esta loca historia. Cosas que se le ocurren a mi loca cabeza, espero les guste. Habrán notado que el resumen es un desastre (no se me ocurrió algo mejor) el simple hecho de que hayan entrado a leer por curiosidad, es mérito para ustedes. Que valentía! n_n xD

Con respecto al título, es de una canción. Sin embargo, decidí no hacerlo Songfic porque no me inspiré en ella, la historia llegó primero y luego cuando estaba eligiendo el título escuché esa canción y pensé que quedaba perfecta. :3

Espero les guste y lo disfruten. 

Advertencias: Lemonoso, aburrido, extraño, pueden morir en el intento. xD 

PD: Es mi primer lemon, así que te antemano, me disculpo! D;

 

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

 

¿Cómo llegué a esta situación? Es una larga historia.

 Soy un joven de veintidós años, trabajador y responsable. Mi única distracción es beber un par de copas para relajarme después de una agotadora jornada de trabajo.

Visito con frecuencia este bar que se ubica a pocas cuadras de mi casa, de esa forma puedo llegar caminando, por si me paso de copas, cosa que dudo, pues soy demasiado correcto como para cometer estupideces; es algo que siempre me han recriminado:

Parece que tienes un palo metido en el culo. Relájate, Uchiha

Hasta he llegado a pensar que lograr eso, es imposible. Soy así, tosco, hermético y sumamente arrogante. Dudo que vaya a cambiar algún día, y lo cierto es que, no tengo por qué hacerlo. Me gusta ser una persona repelente, así me evito el disgusto de verme inmiscuido en situaciones insoportables.

Me encuentro solo, mis amigos me acompañan de vez en cuando. En realidad, me refiero a mi único y mejor amigo Suigetsu, no soy una persona sociable, a decir verdad, soy muy reservado, serio y según algunos, todo un amargado. Puede que tengan razón, pero es algo que no me importa en absoluto.

Me siento en una mesa cerca de la barra, es un lugar bastante tranquilo, muy pocas personas lo visitan. Es un punto casi muerto en la ciudad. Pido una cerveza y observo la pantalla sin mucho interés.

Escucho un bullicio varias mesas por delante. Se trata de un grupo de jóvenes, al parecer de mi edad. No logro distinguir con claridad sus rostros, pero no se me hacen conocidos. Es extraño, porque visito este sitio con frecuencia. No le doy importancia, tomo un sorbo de mi fría bebida y poso mi mirada el televisor, aunque el partido no llame mi atención.

Así pasan los minutos, una bebida tras otra, y una molestia creciente ante la algarabía propiciada por esos individuos. Enfoco mi vista en ellos, bola de escandalosos, y algo, más bien alguien, capta mi curiosidad.

Se trata de un joven de cabellos dorados quien me mira fijamente con una sonrisa amplia, bastante… seductora. Estoy acostumbrado a que los chicos se ofrezcan y traten de conquistarme todo el tiempo. Sin embargo, nunca me he interesado en alguno, las relaciones son una verdadera molestia. Pero debo admitir que, ese hombre es realmente bien parecido. Debe ser todo un Don Juan. El típico conquistador que no pierde el tiempo, siempre buscando una presa que sea fácil de cazar. No me sorprendería que estuviese acostumbrado a que se le derritan en los pies. Con ese porte…

Desvío mi mirada, irritado por mis propios pensamientos. De repente, siento como una mano agarra la mía, tomándome por sorpresa. Levanto la vista y me encuentro con los ojos más hermosos que jamás haya visto: Un azul intenso con un brillo especial. Es como si la inmensidad del océano me invitase a perderte en él. No sé en qué idioteces ando pensando, quizás Suigetsu tenga razón y necesite morrearme con alguien para quitarme esta frustración, no puede ser otra cosa sino. Me obligó a salir de mi momento estúpido y reacciono alejando mi mano, sin éxito porque la sostiene con fuerza. Lo fulminó con la mirada para que la idea llegue fuerte y clara, ¿qué se cree este tipo?

No obstante, el muy imbécil se sienta en la silla de al lado, sonriendo con un aire socarrón. Qué ganas de darle un puñetazo para borrarle esa hermosa sonrisa. ¡Mierda! Me abofeteo mentalmente, ya parezco una tonta adolescente con las hormonas alborotadas. Agudizo mi mirada, amenazante, él ni se inmuta. Comienza a reír por lo bajo y eso me enfurece. ¿Se está burlando de mí? ¡Se va a enterar!

Decido encararlo y le pregunto qué se le ofrece, pero el muy desgraciado me observa de pies a cabeza, me recorre con su mirada y noto algo en ella, lascivia; y por primera vez en mi vida experimento una sensación realmente incómoda: me siento intimidado.

Se acerca lentamente a mi oído, siento su aliento cálido muy cerca, erizando cada centímetro de mi piel. Me susurra un “Te deseo… completo”  y, para mi infortunio, mi cuerpo no obedece a mi cerebro y reacciona automáticamente: mi corazón late con desenfreno, noto el ardor en mis mejillas, luego en mi rostro entero, ¡hasta mis orejas!,  así que en un impulso me alejo de él. Observo como mantiene esa mueca de superioridad condenadamente seductora.  Me levantó bruscamente de la silla, pago mi cuenta en la caja para salir raudo y veloz del lugar, sin mirar atrás. Corriendo por mi integridad física y emocional, o lo que sea, maldiciendo todo lo maldecible y más. ¡Estúpido rubio idiota con porte de Adonis! ¡Joder! Me recrimino por ser tan evidente, ¿desde cuándo no puedo controlarme? Ni que ese idiota fuese mejor que los demás  imbéciles que han intentado llevarme a la cama.

Camino a paso rápido por las calles, tratando de normalizar mi respiración, no sé por qué me encuentro tan exaltado. ¡Ese tipo es un descarado! Lanzo mil improperios al viento, nunca nadie me había desarmado de esa manera. Eso es lo que en realidad me tiene tan furioso.

De repente, siento como algo me jala y atrae hacia un callejón, está un poco oscuro y un grito ahogado escapa de mis labios. Tengo una mezcla de emociones: desconcierto y miedo.  La dura y helada pared está contra mi rostro, me tiene acorralado, me invade una sensación de vértigo. Una mano empieza a recorrer mis caderas, mis piernas y trato de gritar, de defenderme, pero cubre mi boca con su mano. Me voltea con rudeza y gracias a la poca luz del alumbrado público, puedo observarlo: Su cabello rubio, sus ojos azules que brillan con intensidad. ¡Es el tipo del bar!

Me susurra que no grite, que no pretende hacerme daño. Suelta mis manos y posa las suyas alrededor de mi cadera, luego coloca una pierna entre las mías y se acerca lentamente para besarme. Estoy estupefacto, no logro reaccionar hasta que siento un roce en mi entrepierna. Abro la boca mecánicamente y siento la invasión de su lengua. Su sabor, su olor, el roce que ejerce contra mi cuerpo: es excitante y mi mente se nubla, pierdo todo rastro de cordura y me dejo llevar por sus caricias. Me descubro correspondiendo el beso, que se vuelve intenso y demandante, enredo mis dedos en su cabellera y doy ligeros jalones, recorro su cuello, sus hombros fuertes, su espalda ancha y fornida, su trasero redondeado, firme y bien formado. Un momento, ¡¿su trasero?! Me doy cuenta de la situación en la que estoy y hago un llamado al poco razonamiento que me queda para apartarlo. Me mira confundido, ambos tratando de normalizar la respiración, totalmente agitados.

Roza mi rostro con la punta de su nariz y besa mi mejilla con dulzura, lo cual me sorprende, una faceta que pensé no tenía. ¿Cómo habíamos llegado a eso? Estaba enredándome en un callejón oscuro con un completo desconocido, pero si de algo estaba seguro, era que no me arrepentía en absoluto, ese tipo era capaz de volverme loco en un instante y llevar mis emociones al límite. El simple hecho de estar a su lado es excitante.

Se abraza a mi cintura y hunde su rostro en mi cuello, aspirando mi aroma. De pronto, rompe el silencio:

—Mi nombre es Naruto. —me mira fijamente, logro notar en sus ojos curiosidad.

—Sasuke Uchiha —le respondo inseguro. Me muestra una de sus  encantadoras y deslumbrantes sonrisas, luego toma mi mano y la recorre con pequeños y húmedos besos. Siento como introduce mi dedo en su boca, como lo lame y envuelve en esa húmeda cavidad, con gran habilidad y sensualidad. Es la escena más extasiante que he visto, me quedo embobado, mis piernas flaquean y siento un intenso calor en mis partes bajas. ¡Al diablo la cordura y el sentido común! En estos momentos ya no razono, lo necesito, y lo necesito ya.

Lo tomo de la mano y lo arrastro por las calles mientas me mira confundido.

—¿A dónde me llevas? —demanda saber.

—¡Qué no es obvio! —trato de esconder mis deseos, pero son más que evidentes—. A mi departamento. —le muestro una sonrisa ladeada, me mira con la ceja alzada para luego sonreír con sorna. El muy desgraciado sabe lo que se avecina.

Llegamos al lugar, saco mis llaves y abro la puerta. Me apresuro a prender las luces, es un lugar pequeño, soy consciente de ello. Pero vivo solo y cubre todas mis necesidades. Le invito a que entre y así lo hace. Observa mi casa y me sonríe.

—Es acogedor.

Cierro la puerta a mis espaldas. Veo que se sienta en un sillón negro en lo que se supone, es la sala.

—¿Deseas algo de beber? —le pregunto, debo ser un buen anfitrión, aunque mis urgencias sean otras.

—No, en realidad tengo hambre —me responde con aire misterioso—, hambre de ti —me jala hacia su regazo, caigo a horcajadas sobre él.

Empieza a subir la temperatura. Entre besos llenos de lujuria y toques descarados, recorre mi cuerpo, tiene manos hábiles. Desabotona mi camisa, sin apartar su mirada de mi cuerpo, puedo ver sus ojos inyectados de deseo. Y yo estoy igual o peor que él.

Los roces se vuelven descarados, saborea mi pecho con su lengua, succiona mis pezones, estruja mi trasero y hace que suelte gemidos nada decorosos. Me lleva a niveles insuperables de placer y ambos sentimos la necesidad de más… Mucho más, deseo sentirlo.

Me toma de las caderas para levantarme, así que enredo mis piernas en su cintura y no dejamos comernos a besos. Me pregunta por mi habitación y le indico el camino.

Llegamos al lugar, al igual que el resto de la casa, es pequeño, pero mi cama es amplia y es eso lo único que importa ahora. Me tira sobre ella, y no puedo negar que me encanta ese lado salvaje. Siento un pinchazo dentro de mis pantalones, es doloroso y placentero, algo que no había experimentado antes. Está encima de mí, el roce de su cuerpo me está volviendo loco. Siento su miembro duro y palpitante sobre el mío, rozándose sobre la tela. Lame la sensible piel de mi cuello, la succiona, me marca y no me importa, quiero pertenecerle.

Le quito con movimientos torpes la camisa, no quiero que se note mi inexperiencia, aunque ya es muy tarde para eso, se aparta para ayudarme con mi infructuoso intenso, se desviste de a poco, me sonríe seductor mientras lo hace, el muy desgraciado sabe lo que está causando en mi, estoy a punto de correrme y solo de verlo. Su cuerpo torneado, bronceado, amplio y fuerte con ese abdomen bien formado; evito babearme. Debe pasarse todo el bendito día esculpiendo ese jodido cuerpazo.

Termina de desvestirse y procede a desabrochar mi pantalón, veo que besa mi abdomen, pasa su lengua por mi ombligo, presionando, un estímulo que se asemeja a penetraciones. ¡Dios, no aguantaré más! Jala la prenda y siento el frío golpeando en mis extremidades. Continúa bajando y con sus dientes toma la última prenda que me queda, la quita de a poco y no aparta su mirada de la mía, la misma que ha esfumado mi voluntad.

Se aparta para terminar de sacar el bóxer y una sonrisa ladeada aparece en su rostro. Me recorre con sus ojos, puedo descifrar en ese azul intenso un “te voy a devorar” y eso me pone a mil.

Se recuesta sobre mí y me besa con pasión y desenfreno. Baja por mi cuello y mi pecho, hasta llegar a mi miembro. Lo observa con detenimiento, me pide que lo mire, aunque lo hago avergonzado. Nunca antes había estado así con alguien, parece que no puedo evitar que mis mejillas ardan.

Lo toma entre sus manos y lo recorre con húmedos besos para luego lamerlo y finalmente engullirlo por completo. Arqueo la espalda y trato de contener los gemidos, pero es tanto el placer que me proporciona que no puedo evitarlo. Lo chupa, mordisquea y saborea con sensualidad y destreza. Me está llevando a la cima y esto es solo el comienzo.

—Naruto…  —murmuro entrecortadamente. Siento como un escalofrío recorre mi columna y expulso mi orgasmo. Éxtasis total, presiento que podría morir de placer en su regazo. Después de unos segundos, recobro los sentidos y lo miro, un hilo de mi esencia se escapa por la comisura de sus labios. Estoy completamente ruborizado, trato de excusarme pero coloca un dedo sobre los míos, mientras pasa otro por el resto de semen para limpiarlo de manera provocativa y luego lo lleva a su boca para saborearlo.

Se acerca mi rostro y me susurra—: Exquisito…

¡Maldito, casi ha hecho que me empalme de nuevo! Me aferro a su cuello y lo atraigo para besarlo.

Se separa pidiendo que me voltee y así lo hago. Me aferro a la almohada, desde esta posición no puedo ver su rostro. Veo que busca algo entre sus ropas y saca un pequeño frasco. Siento algo frío y húmedo en mi entrada, es líquido y lo unta con los dedos masajeando alrededor de la misma. Luego percibo una calidez, probablemente su respiración y algo se introduce en mi culo, es húmedo y suave.  Entra y sale, haciéndome sentir algo incómodo.

—Tranquilo, la estoy dilatando —me explica para calmarme.

Continúa con el proceso y, paulatinamente empiezo a sentir una ola de placer recorriendo mi cuerpo, haciéndome soltar jadeos irregulares. Inconscientemente muevo las caderas, quiero más. Se aparta de mí y me gira, luego se acerca para besar mis labios, delineándolos con su lengua y tira con suavidad de mi labio inferior.

—¿Estás listo? —me pregunta con cierta picardía, yo asiento embelesado—. ¿Seguro? —abro más las piernas indicándole que voy en serio. Me sonríe complacido. Se separa para quitarse los pantalones, los desabrocha y los baja con todo y ropa interior. Su miembro totalmente erguido queda al descubierto. Lo contemplo por unos segundos y trato de disimular mi sorpresa, pues ya es tarde para arrepentirse. Trago con dificultad y espero. Se acerca, separa mis piernas con delicadeza para acomodarse entre ellas. Su actitud me desconcierta, está bien que sea atento pero, ¿acaso piensa que me voy a romper?, es irritante. Se pone protección y coloca la punta de su miembro en mi orificio haciendo que rompa mi debate interno.

Me mira fijamente, aparta mechones de mi sudoroso rostro, besa mi frente—: Aférrate a mí. —pide. Lo rodeo con mis brazos y un grito desgarrador inunda la habitación.

Se ha introducido de una sola estocada, haciéndome aullar de dolor. ¡Maldito desgraciado! Le mataría… si pudiera moverme. Le pido que no se mueva ni un milímetro. Obedece y toma mi pene entre sus manos, masajeando, tratando de distraerme. Minutos después lo consigue, cuando siento que ya no es tan insoportable, le indico que se mueva y lo hace lentamente. Al principio es doloroso, escuece y es muy incómodo. Comienza a acelerar el ritmo y en una fuerte estocada toca un punto que me hace gritar de placer. Se da cuenta y lo repite una y otra vez. Estoy cegado por las sensaciones que me produce, me parece que he perdido toda razón, no quedan vestigios de cordura en mí. No me importa nada más que lo que estoy viviendo en este momento.

—Sa…su…ke… —titubea entre jadeos—. Eres tan… deliciosamente estrecho —finaliza con una sonrisa sincera, a la que correspondo besando sus labios. Debo admitir que todo de él me descontrola, algo que ni yo mismo puedo creer.

Me toma de los muslos e invierte posiciones sin salir de mi interior, me sienta a horcajadas sobre él y susurra en mi oído con una voz ronca y sensual—: Quiero que lleves el ritmo.

Me muerdo los labios ante tal petición, sostiene mis caderas y me ayuda a impulsarme. Se nos escapa un sonoro gemido. ¡Las penetraciones son más profundas! Comienzo los movimientos, me sostengo de su abdomen para subir. Las estocadas son certeras y descomunales, pero me encantan. Lo hago una y otra vez, no quiero parar pero mi cuerpo no da para mucho más. Abro los ojos y observo su piel, su cuerpo debajo, jadeante y sudoroso por el esfuerzo. Estamos en las mismas condiciones. Me siento muy cerca de culminar. Se sienta lentamente y me abraza con una mano, mientras con la otra continúa el impulso. Rodeo su cuello y hundo mi rostro en el mismo. Dos estocadas más y una sensación extraña sube por mi espina dorsal, inundando mis sentidos, erizando cada centímetro de mi piel. He perdido noción de todo lo que me rodea, nublado por el indescriptible placer, expulso mi orgasmo en el vientre de ambos. Naruto se aferra a mí y ambos gritamos el nombre del otro al unísono.

Se deja caer sobre la cama y yo encima de él. Siento el subir y bajar de su pecho, su respiración descontrolada. El sopor comienza a hacer aparición, acaricia mis cabellos y con un rápido movimiento sale de mi interior. Me acomoda a un lado, con un excesivo cuidado que luego le reprocharé. Nos cubre con la sábana y yo abro los ojos con pesadez mientras acaricia mi mejilla.

—Fue maravilloso —sonríe con amplitud, una sonrisa satisfecha.

Le sonrío con reserva y me abraza a su pecho. Trato de no quedarme dormido, no me gustaría despertar y que todo resulte ser un maldito sueño; pero tampoco puedo esperar mucho, tal vez haya sido un enredo de una sola noche, aunque honestamente, no de mi parte. No quiero pensar más en ello, estoy demasiado cansado y en cualquier momento sucumbiré ante este.

—Hay algo que debo decirte —llama mi atención y besa mi frente.

Y aunque las caricias post coito no sean nada masculinas, no me quejo y me dejo hacer. Es agradable.

Me incorporo para mirarlo a los ojos.

Rehúye mi mirada y juega nervioso con la sábana que nos cubre.

—Es sobre quien soy… —suspira con pesadez y me mira al fin a los ojos—. Mi nombre es Naruto Namikaze. Espero que entiendas lo que eso significa.

¿Namikaze? Abro desmesuradamente los ojos. Los Namikaze son una de las familias más influyentes en Japón, se podría decir que la realeza.

—Mi familia… es muy estricta, Sasuke —me mira apesadumbrado. Parece sincero—. Y hay algo más…

Trago con dificultad, estoy impactado.

—Soy —según las revistas—, uno de los solteros más codiciados del país. Pero no por completo —desarregla sus cabellos. Noto como su nerviosismo va en incremento—. Sasuke yo… tengo novia.

Es oficial, estoy en shock. Aunque no debería de sorprenderme. Naruto es un hombre agradable, atento, muy guapo, tiene gran porte y clase social. Era obvio que no permanecería soltero mucho tiempo. Pero entonces…

—¿Qué hacías en ese bar de cuarta? Y, ¿por qué te has enredado con alguien como yo?

—Festejaba con unos amigos y el lugar está bastante alejado de los reflectores, cámaras y sobre todo… cotilleos de la prensa —era bastante comprensible, pero…—. Y tú llamaste mi atención en cuanto te vi —se apresuró a decir, acercando su rostro para besarme.

Soy un completo estúpido, este tipo no ha hecho más que jugar conmigo y aún así continúo correspondiéndole.

—Eres hermoso, Sasuke, único —acaricia mi mentón, luego suspira—, es por eso que necesito una respuesta —afirma con pesadez—. No puedo dejar a mi novia, mi familia me desheredaría y aunque eso no me importa, les traería problemas con la familia de ella, seguro me matan. No soportarían el escándalo y la humillación de su hija, después de todo es una Fujimori.

En definitiva, los de la alta sociedad solo se mezclan entre ellos, la familia Fujimori son dueños de la cuarta parte de Japón, personas con mucha influencia y poder.

—¿Y qué pretendes, Naruto?

—No quiero dejar de verte, no quiero apartarme de ti —se acerca para abrazarme con posesividad. Su cercanía me desarma—. Quiero estar contigo, pero no puedo formalizar. Pídeme lo que quieras, pero permíteme estar a tu lado.

—¿Quieres que… sea tu amante? —pregunto temeroso de la respuesta.

—Bueno, ese es un calificativo un poco desagradable —agrega con picardía—. Prefiero que vivamos el momento. Todos los que se presenten sin darle un nombre a lo nuestro. Déjame estar contigo, Sasuke.

Tener un amorío, sin compromisos ni amor de por medio, solo compañía y sexo.

—Naruto… —lo pensé por unos minutos, no soy una chica para andar con tantas formalidades, él me encanta  y no lo puedo evitar. Jamás había sentido una atracción tan fuerte—.  No estoy seguro de esto… —me observa expectante, ¿qué tan interesado puede estar como para verme de esa manera?, supongo que debería sentirme halagado que un hombre como él, se haya fijado en mí y no es que me subestime, pero en esta sociedad hay niveles y desafortunadamente no estamos en el mismo.

—Por favor, Sasuke —susurra lo que me parece una súplica—, déjame complacerte. Será algo que ambos disfrutaremos y durará lo que tenga que durar —termina dejándome embobado con su sonrisa cautivadora. Yo, el impávido Sasuke Uchiha, sucumbiendo ante los caprichos de lo que parece un príncipe de cuentos. Ni siquiera puedo pensar claramente al tenerlo así de cerca, su sola presencia me aturde. ¡No soy más que una burla!

—Namikaze… —titubeo ante mi decisión—. Acepto —él me sonríe muy complacido y me besa. Degusto sus labios carnosos y suaves, rozo su cálida piel, su cabello sedoso. Saboreo su boca y él la mía, su lengua atrevida recorre mi piel, siento mi cuello siendo succionado, marcado.

Su aliento golpea contra el lóbulo de mi oreja, la muerde con sensualidad y me susurra—: Eres mío Uchiha, solo mío.

No reclamo, esas solas palabras hacen que pierda el control. No me importa ser suyo, esta noche él me pertenece.

De esa manera pasaron días, semanas de encuentros fortuitos. Me sentía bien cuando podía tenerlo a mi lado. Nadie sabía de nuestra complicada “no relación”. No sé en lo que me he convertido y después de haber aceptado su propuesta, la claridad y el remordimiento llega a mi mente. Me atosiga el pensar que no soy más que un amante y lo peor es que yo mismo he caído en este juego. Ni siquiera mi mejor amigo es consciente de lo que me pasa. Naruto me pidió que mantuviera la confidencialidad.

Toca a mi puerta, es día de visita. Lo hago pasar como siempre, siento su incomodidad y me mira con recelo. Algo en el ambiente ha cambiado, sé que me nota diferente, es un hombre perspicaz. Esta vez nada hará nublar mi buen juicio, ni siquiera su presencia o sus caricias; absolutamente nada. Tengo que aclarar lo que me atormenta, ya no puedo soportarlo. Se acerca sigilosamente, no establezco contacto visual, tengo miedo de flaquear en el último minuto y no lo voy a permitir. Lo detengo cuando intenta abrazarme y sé que eso lo ha molestado, puedo notar su tensión. Le pido que se siente, y tras un fuerte bufido de inconformidad, lo hace. Imito su acción en un sillón que se encuentra ubicado a su lado, a una distancia prudencial del suyo.

—¿Y bien? —interrumpe el silencio que había invadido la habitación, sé de su impaciencia. Aclaro mi garganta y me armo de valor para hablar.

—Naruto, esto no puede seguir así —lo digo de una vez, he decidido hablar sin tapujos.

—¿De qué hablas? —noto su indiferencia, lo temía.

— Del nosotros… —hago énfasis en la palabra—, que en realidad nunca ha existido —Lo miro por fin a los ojos. Observo su semblante confuso, no se lo esperaba, es obvio—. Sé que no te interesa lo que siento, no me consideras más que un putillo que utilizas a tu antojo. ¡¡Me buscas cuando precisas desfogar tus necesidades y luego te largas sin reparar en las mías!! —espeto exasperado, me siento impotente. Él me observa manteniendo un semblante calmado, ni una sola expresión, me intriga el saber qué pasa por su mente, pero no dice una sola palabra y yo… yo estoy que se desgarra el alma—. Sentimentalmente, no represento nada para ti, Naruto —afirmo dolido, con un nudo en la garganta, aguantando las ganas de soltarme a llorar de la furia que me invade, pero me niego a mostrar tal debilidad y el poder que él ejerce sobre mí. Todo lo que me provoca—. ¡¿Por qué mejor no te buscas un puto en la calle que te satisfaga y me dejas en paz?!

Me levanto bruscamente y me dirijo a la puerta, sin mirarlo. La abro y le exijo que salga, giro mi cabeza en dirección contraria para que no vea mi rostro y las malditas lágrimas que amenazan con salir.

Siento que se acerca, tras cerrar la puerta espero que se vaya de mi vida para siempre. Escucho el chirrido de ésta cerrándose. Lanzo un suspiro lánguido, pero un brazo me toma por la cintura, sorprendiéndome al instante. Me jala y mi cuerpo queda pegado al suyo. Cierro los ojos por impulso, siento su aroma, el calor de su cuerpo y espabilo alejándome con brusquedad.

—Sasuke… —susurra a mis espaldas.

—No, Naruto… —agrego tajante—, no necesito esto. Vete.

—Lo siento —acaricia mi mejilla—, sé que he sido indiferente contigo. No debería darte por sentado y eso lo entiendo.

—Ahora eres condescendiente —espeto con evidente molestia.

—No lo soy, simplemente estoy aceptando mis errores —me toma la mano—. Ven —se sienta en el sillón y me jalonea para sentarme en sus piernas. No puedo creer que esté tan calmado.

»No he sido justo contigo, Sasuke. No he pensado en tus sentimientos y te he tratado como a un cualquiera, pero quiero que tengas por seguro una cosa: Tú eres especial para mí, no te utilizo a mi antojo como aseguras —sonríe conciliador y besa mi mano con cariño—. Lo siento de verdad, no me alejes de tu lado, ¿sí? Prometo cambiar mi actitud de ahora en adelante es solo que… he estado bajo mucha presión, y he sido egoísta al no pensar en ti. Aunque merezco tu rechazo te pido me des una oportunidad para demostrar que en realidad me importas.

Escucho con atención sus palabras y cada una ayuda a menguar la furia creciente en mi interior. Lo miro a los ojos, ese azul intenso, brillante y sobre todo que me parece sincero. Tiene la cualidad de hacerme cambiar de opinión en un segundo y eso golpea fuertemente mi orgullo. Naruto será mi perdición, estoy seguro de ello. Pero me encanta tenerlo aquí, disfrutar de su compañía, aunque solo sea eso, su acompañante. ¡Maldito Namikaze y su encanto!

—Está bien… —murmuro dudoso esperando no lamentar mi decisión.

Me abraza fuertemente hasta casi asfixiarme. Se separa, me observa por un rato y sonríe misterioso, noto una chispa diferente en sus ojos que no logro interpretar, luego me besa como solo él sabe hacerlo: un beso demandante e intenso, lleno de pasión y deseo; y yo no soy capaz de razonar más.

Tal vez sea una idea bastante tonta, pero espero que mi situación con Naruto pueda avanzar algún día, sé que no debo ilusionarme pero es el único que ha podido derribar mis barreras y me ha hecho sentir cosas que jamás pensé llegar a experimentar. Disfruto el tiempo a su lado y eso es lo importante.

Sé que Naruto prometió cambiar, y aunque en un principio tenía mis reservas, cumplió a cabalidad. Me visita en mi apartamento dos o tres veces por semana, el tiempo que le es posible, ya que la situación con su familia no ha cambiado en absoluto. Parecemos una pareja normal, pedimos comida chatarra, miramos una película mientras nos acomodamos en el sofá y luego terminamos teniendo una ardiente sesión sexo. Amanece a mi lado por las mañanas, me besa con ternura y luego desaparece. Es una rutina, pero me acostumbré a ella y, a decir verdad, no me aburre en absoluto. Lo disfruto, cada momento a su lado me hace sentir completo.

Desde entonces, han pasado seis meses, y no ha cambiando nada entre nosotros.

Tocan a la puerta, supongo que es él. Me levanto del sillón y abro.

—Hola, Sasu-chan —me saluda divertido. Sabe que detesto que me llamé así. Trae comida y refrescos. Lo hago pasar y me besa en los labios, yo le correspondo gustoso.

Todo marcha bien, comemos, platicamos y luego vemos uno que otro programa. Comienza a dar pequeños besos en mi cara, muerde el lóbulo de mi oreja y mi cuello. Sé lo que quiere y no se lo negaré porque yo también lo necesito.

Siento el calor abrasador de nuestros cuerpos friccionando entre sí, ardientes, sudorosos y jadeantes envueltos en un vaivén frenético. Embestidas fuertes y certeras, gemidos sonoros. Sudor, pasión, placer y amor. Sí, amor; admito que me enamoré de este idiota encantador, no sé en qué momento pasó, pero es algo que no puedo remediar, me ha calado en lo más profundo. Puede parecer cursi decirlo, pero creo que me ha robado el corazón. Así que me entrego a él, en cuerpo y alma. No estoy seguro de sus sentimientos, pero lo mío no es sexo, es hacer el amor.

Y lo disfruto, ambos lo hacemos. Terminamos en una explosión que nubla mis sentidos, su cálida esencia me llena por completo y como siempre, pierdo noción de todo.

Se recuesta sobre mi cuerpo, yo sigo aferrado a su cuello. No quiero que se aparte, ¿en qué momento me convertí en alguien posesivo? Se incorpora y deposita un suave beso en mi cuello, mentón, nariz, ojos. Es muy afectivo, todo lo que yo no soy. Sé que Naruto es mi complemento perfecto, y aunque finja que me irrita, realmente lo disfruto.

—Deja de jugar, usuratonkachi —me mira con un tierno puchero en los labios. Sonrío y lo atraigo en un beso, me gustan sus reacciones infantiles. Se acomoda a mi lado y yo en su pecho, juguetea con mi cabello, lo olfatea. Hace que levante mi rostro y besa con cariño mi frente.

—Sasuke —escucho que me llama. Respondo con un bufido—. Necesito que me escuches.

Entonces comprendo que algo va mal, así que me acomodo para observarlo. Noto la falta de brillo en esos hermosos ojos que me miran como si me fuese a anunciar algo fatídico.

—Sasuke —prosigue con nerviosismo—, sabes que te quiero —acaricia mi rostro—. Pero ha ocurrido algo muy importante.

Siento que me falta el aire. No sé porque me invade el miedo, temor de perderlo.

—Akane… —susurra con la mirada fija en el techo—. Mi novia… —suspira, supongo que para  infundirse valor—. Está embarazada.                                    

Nada bueno puede venir de eso, me incorporo para vestirme, no quiero que vea mi rostro. Mis ojos escuecen y no quiero que me vea llorar. No voy a mentir, estoy devastado.

Por el rabillo del ojo, veo que se levanta, toma su ropa y me jala del brazo para que le mire a la cara.

—Lo siento, Sasuke, no sabes cuánto —asegura con pesar—. Pero ambos sabíamos que tarde o temprano esto iba a pasar.

Claro, ahora me restriega la realidad en la cara.

—Lo sé —digo lo más convincente posible—. Naruto, lo entiendo —aseguro con el corazón en la mano—. Yo… no soy más que un amorío, una aventura. Algo pasajero.  No te sientas culpable, fui yo quien aceptó serlo.

Por supuesto, yo era el estúpido que había caído tan bajo como para aceptar ser amante de un hombre —aunque me negaba a aceptarlo—, sabía que nunca formalizaría con alguien que no fuese de su clase, simplemente yo no estaba a su nivel.

—Sasuke… —me abraza por la espalda—. Estoy comprometido y voy a casarme.

¡Todo el tiempo estuvo fingiendo que le importaba!

—Sin amarla… —un susurro se escapa de mis labios.

—Así son los matrimonios de sociedad, no son más que un arreglo conveniente entre familias adineradas.

—Te acostaste con ella, no me digas que también te obligaron a eso —no puedo esconder la furia e impotencia que me invade.

—Soy hombre, tuve un desliz —trata de justificarse.

¡Excusas!, ¡maldito infeliz!

Me volteo y lo encaro.

—Yo acepté ser tu amante y ahora sufro las consecuencias, no te preocupes —aseguro con mi orgullo intacto—. Esto se termina aquí, no volveré a verte.

—Sasuke…

—Que seas feliz, Namikaze —me alejo de su lado—. No es necesario decirte que te olvides de mi, estoy convencido que lo harás sin problema.

Tan solo había sido uno más en su vida, un asunto pasajero. ¿Con cuántos más se habría acostado mientras los engatusaba con palabras dulces para llevárselos a la cama? ¡Eres un mentecato, Sasuke! ¿Por qué tuve que creer en él?

—No era mi intención que te enamoraras —sus palabras me sorprenden y me hieren—. No era parte del trato, no me culpes por eso.

El dedo en la llaga, no hace más que incrementar el dolor y profundizar la herida. ¡¿No era suficiente humillación ya?!

—Y yo no lo hago, lo asumo como parte de mi estupidez —escupo las palabras con todo el desprecio posible. Respiro profundamente tratando de tranquilizarme, observo con detenimiento su cuerpo, su rostro, sus ojos y facciones, porque sé que será la última vez que las vea—. Vete… —digo en un susurro que parece más una súplica. Estoy a punto de derrumbarme, pero no quiero darle el gusto de verme derrotado ni rogando por el amor que sé que no me tiene.

Termina de vestirse y me mira, trata de acercarse pero lo detengo con mi brazo extendido.

—Aléjate —le advierto.

Aparta mi mano y me abraza, forcejeo para tratar de quitarlo, pero me aferra con fuerza. Acaricia mi cuerpo y no puedo contener más las lágrimas, así que las dejo salir, libres porque sé que él es mi debilidad y él se regodea con ello. Me estruja contra sí, ¡Dios, cómo lo extrañaré! Me toma por los muslos y me levanta. Enredo mis piernas en su cintura y lo beso como nunca antes. Porque lo amo, como no creo poder amar a nadie más.

Lo amo y sé que él no me corresponde de la misma manera. Me duele perderlo, me duele que se aleje y no volver a verlo. Me duele saber que tendrá una familia, una esposa con la que compartirá su vida, quien ocupará su cama y tendrá entre sus piernas este cuerpo al que me aferro como si mi vida dependiera de ello. Ella tendrá todo lo que yo no podré tener: Sus besos, sus manos, su calor, su aroma. El simple hecho de escuchar su voz. Y aunque en realidad nunca me perteneció, siento una gran pérdida. Me siento vacío y desolado. Todo por caer ante sus encantos, soy consciente de que debí haber detenido esto en aquel momento, cuando me dio a elegir; pero ahora es muy tarde, me enamoré como un idiota y este sentimiento me cala hasta los huesos. No me arrepiento de lo que viví con él, fueron tiempos felices, los mejores de mi vida, mas ahora se esfuman como un aroma en el viento.

Termino el beso, demandante, intenso y necesitado; para mirarlo fijamente a los ojos y él a mí. Y algo termina de romperse dentro de mí, cuando no veo más que un vacío frío y avasallador.

—De verdad, lo lamento —deposita un dulce beso en mi nariz y me baja.

Me seco las lágrimas, vergonzosas pruebas de mi sufrimiento y debilidad.

 Lo veo acercarse a la puerta, quiero detenerlo, suplicarle que no me abandone. Aceptaría ser su amante a cualquier costo si tan solo valiera la pena porque me ama, pero no lo hace. No fui más que un juguete de su entretención, ¡maldito niño rico! Y yo no soy más que un tonto que cayó en sus redes. Estoy enamorado hasta el cuello, ahora solo me queda resignarme a la soledad y el recuerdo de los momentos que pasamos juntos.

Levanto la vista, observo cómo se aleja, abre la puerta, me dedica una última mirada y me sonríe, esa sonrisa capaz de derretir los polos, esa sonrisa que me desarma por completo. Lágrimas saladas, largas y amargas recorren mis mejillas y mueren en mis labios. Se ha ido… me desmorono por dentro, se ha terminado. Me dejo caer de rodillas al suelo y sufro su partida, sufro su pérdida.

Así pasa el resto de la noche, no sé en qué momento paré de llorar, no sé si en algún momento siquiera lo hice. Despierto en mi cama, abrazado a mi almohada. Recuerdos de la noche anterior me atosigan. Lo busco con desespero en el lado contrario de mi cama, suplicando que todo fuese una pesadilla, pero la cruda realidad me cae como un balde de agua fría… No está y ya no estará.

Así empiezan los peores días de mi vida.

Trato de retomar el rumbo de la misma, y después de una semana en mi casa excusando una inexistente enfermedad, regreso al trabajo. No he dormido, ni comido bien. Estoy algo demacrado, Suigetsu me lo ha dicho. Me pregunta sobre mi estado, le miento. No quiero que se preocupe y tampoco espero su lástima, porque es lo único que inspiro en estos momentos, mugrosa y humillante lástima.

Los días pasan y parezco un zombi, estoy muerto en vida, debería odiar a Naruto, miren en lo que me he convertido. Pero no puedo, porque lo amo demasiado y comprendo su decisión. No debería excusarlo, pero he comprendido que el culpable directo de mi desgracia, soy yo. Y aunque maldigo el día en que se cruzó en mi camino, atesoro cada momento que viví a su lado.

Cada vez me siento peor, he bajado mucho de peso y no tengo ánimos para nada; pero mi amigo se empeña en hacerme comer. Tengo migrañas, mareos y náuseas. Creo que estoy enfermando. Suigetsu me pide que vaya al médico pero me niego, odio los hospitales, las agujas y los medicamentos.

Cuando pensaba que mi día mejoraría, prendo el televisor para distraerme. Están dando las noticias, me siento en el desayunador para degustar la primera comida del día. No doy mucha importancia a lo que dicen, hasta que un nombre llama mi atención:

Naruto Namikaze, el soltero más codiciado de Japón, ha sido atrapado al fin. Y no por cualquiera, sino por Akane Fujimori, la heredera del imperio Fujimori”

Casi me atraganto con el cereal al verlo besándola y tomando su mano, donde muestra un enorme diamante en su anillo de compromiso.

“Han fijado la fecha de su boda, se casarán en una ceremonia religiosa que se llevará a cabo en un mes”

Todo se nubla y pierdo la conciencia.

Me despierto en mi cama, veo hacia la ventana, ha anochecido. Suigetsu entra a la habitación con una bandeja de comida. Me obliga a comer y con desgano lo hago. Me comenta que me encontró desmayado en la cocina, le aseguro que no debe preocuparse, es solo cansancio.

Regreso a mi rutina, de la casa al trabajo y de éste a la casa, y así pasan los días de lunes a viernes. El fin de semana, Suigetsu me hace compañía, está realmente preocupado, aunque es molesto. Le agradezco que sea un gran apoyo,  un buen amigo, pero aún con su presencia me siento solo.

Su matrimonio se anuncia en cada medio de comunicación, quisiera encerrarme en mi mundo y no saber nada de su feliz y pomposa boda, pero me es imposible. Siento como si me lo restregara en la cara. Apago la televisión por miedo a verle, rompo los periódicos, evito ver su plenitud, verlo contento del brazo de ella mientras yo me caigo a pedazos. Sí, estoy celoso, tengo envidia y me siento miserable, desdichado.

Fantaseo con que un día toque a mi puerta y me pida quedarse a mi lado. Sé que estoy siendo un iluso, no hay manera de que eso pase. Por eso, no puedo dejarme vencer, nunca lo he hecho y no es momento para hacerlo. Fui un imbécil, pero no puedo permitirme seguirlo siendo. Debo mantenerme firme ante la adversidad, aunque sea mucho más fácil decirlo que hacerlo. Será un proceso arduo, soy consciente de ello, mas sé que puedo lograrlo. Algún día, seré capaz de olvidarlo… Solo aguardo a que ese día llegue.

Ha pasado el ansiado mes, dos desde que se fue de mi lado, todos comentan la boda del año. Escuché que sería por la tarde, toda la prensa estará presente para ver la unión del menor de los Namikaze con la  heredera de los Fujimori. Dos imperios que se unirán para formar uno solo. Su boda es un contrato jugoso que este día será cerrado.

La ceremonia se llevará a cabo en una de las catedrales más significativas y elegantes de la ciudad: “Catedral de Santa María”. No esperaba menos de sus familias.

Arribo al lugar, pasan más de las cuatro, he llegado tarde. No visto más que unos vaqueros negros holgados y una sudadera con capucha del mismo tono. Quiero pasar desapercibido. A lo lejos observo el lugar, es un edificio hermoso, enfrente hay una amplia zona verde, con enormes árboles. El lugar perfecto para poder esconderme.

Aligero el paso, escucho un bullicio, gritos y aplausos. Me oculto detrás de un árbol, me he acercado todo lo humanamente posible. Fijo mi vista en la entrada de la catedral. Hay muchas personas, gente adinerada y elegante. Veo como dos siluetas salen y son ovacionados por el gentío. Les arrojan cosas que no puedo distinguir y aplauden.

Agudizo la mirada y reconozco el dorado de su cabello, radiante como el sol. Viste un smoking negro hecho a medida, le queda perfecto, lo contemplo embobado. Sonríe ampliamente a la persona a su lado y entonces reparo en ella: Una joven de cabellera rojiza oscura y piel blanca, muy hermosa he de admitir. Lleva un vestido blanco muy elegante y se nota un pequeño bulto en su vientre, ahí crece el primogénito y heredero Namikaze-Fujimori. Presiono los puños, reprimiendo mis sentimientos, realmente espero que logre ser feliz algún día. Sé que no la ama, aprendí a conocerlo, sabe fingir muy bien.

—Espero que sepas ser un buen padre, Naruto —susurro al viento.

Lo observo con tristeza y añoranza, sé que es muy tarde para nosotros, aunque nunca haya habido un nosotros en realidad. Siento su mirada sobre mí, no me di cuenta del momento en que me alejé de mi refugio. Reacciono y me escondo lo más rápido posible, me asomo temeroso, aún me observa. Sostenemos la mirada por un par de segundos que me parecen eternos, me reta con ese intenso azul y me derrota con esa sonrisa cegadora. ¡Maldito, Namikaze! Aún en esta situación tiene el descaro de dedicarme una de sus encantadoras sonrisas.

Veo como se despide de todos, toma del brazo a su ahora esposa, una palabra me que atormenta y me ocasiona un punzante dolor en el pecho, llevo mi mano hacia éste y lo presiono como si lograse aminorar mi pesar. La besa enfrente de todos, duele. Se suben al coche y se despiden con la mano, observo cómo se aleja para siempre de mí.

Me dejo caer de espaldas, resbalando por el tronco, ya no trato de contener los sollozos, rompo en llanto, lo necesito, no puedo aguantar tanto sufrimiento. Lo amo, y sin embargo, no fui suficiente para él. Sucumbo ante el dolor, he perdido al amor de mi vida.

Lo amo y no fui capaz de detener su boda por dos simples razones: La primera, ¿quién soy yo para pelear por alguien que nunca me perteneció?, ¿con qué cara me  iba a presentar ante su familia y los demás reclamando un amor no correspondido?

—¿Por qué no pudiste amarme, Naruto?

Continúo lamentándome por lo que no fue y pudo haber sido. Soy débil y patético, estoy completamente consciente de ello.

La otra razón es que tenía una cita con el médico, no me he sentido bien estos últimos meses lo cual no es novedad. Estrujo los análisis con mi mano, y lloro amargamente porque será la última vez que lo haga, de ahora en adelante debo ser fuerte, por los dos.

Acaricio mi vientre, me provoca ternura, puedo sentir un pequeño bulto en él. Una creciente vida que me llenará de alegrías y ayudará a apaciguar el sufrimiento de mi alma. Un pedacito de él, la prueba de mi amor.

—Gracias por el hermoso regalo, Naruto —por fin, después de mucho tiempo, soy capaz de dibujar una sonrisa sincera.

Leo los análisis: “Prueba de embarazo: Positiva”

¿Les había mencionado que soy un doncel?

 

Notas finales:

 

¿Qué les ha parecido?

¿Me quieren linchar? Por allá está la fila!!n_nU

Recuerden que la historia es contada desde el punto de vista de Sasuke, sus percepciones y sentimientos. Es decir, es imposible saber con certeza lo que pasa por la mente de Naruto, aunque confiando en el buen juicio de Sasuke, no puede estar tan equivocado. La forma de actuar de Naruto no necesariamente tiene que ser sincera.

Me preparo para todo tipo de quejas, dudas, reclamos, demandas, amenazas de muerte, tomatazos. En fin, el cielo es el límite! Pero exprésense, ¿sí? u_u Ya saben dónde! Háganme feliz! :D ¿o no? D;

Hasta la próxima! Y les recuerdo que ya viene la actualización de mi longfic, no me maten. Soy sensible.  D;

*Considerando una secuela* Depende de qué tanto me animen!;) ok no!!x'DD

En todo caso, sería hasta después de terminar un fic que tengo en proceso al que no le faltan muchos capítulos. :)

Saludos, se cuidan! 

Karan


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).