Comenzaron los preparativos para la puesta en escena, y con eso también comenzó el quedarse hasta tarde a ensayar hasta que saliera perfecto. A mí me tocó estar a cargo de la escenografía. No era algo difícil, especialmente porque tenía muchas manos que me ayudaban ya que al profesor se le ocurrió juntar dos salones para realizar la obra por el hecho de que le faltaban actores.
Había escuchado hablar de Romeo y Julieta desde hacía mucho tiempo, por lo que sabía más o menos el contexto de la historia. Incluso me habían recomendado la película un par de veces pero nunca la vi y tampoco leí el libro. Cuando me dieron el guión de la obra comencé a ojearlo de inmediato. Lo primero que leí fue algo a cerca de un beso. Me concentré en esa parte y sí, efectivamente, había un beso durante la fiesta de los Capuleto.
Me imaginé en seguida esa escena. Leo y Cristina, bailando al son de un vals antiguo, iluminados por un foco de luz que dejaba todo lo demás en oscuridad, acercándose, acercando sus rostros. Me di cuenta de que sin querer estaba arrugando la obra con mis propias manos, la tenía casi hecha añicos.
- Hola Ale, ¿ya leíste el guión? -, me dijo Leo caminando hacia mí.
- Sí -, respondí enojada.
No sabía por qué me había puesto de mal humor. Me sorprendí por eso, cambiando mi cara de inmediato por una más amable.
- Entonces ya sabes lo que pasará
- Claro que lo sé, pero ¿no será un problema que beses a Cristina?
- ¿Por qué? ¿Lo dices por ti?
- ¡No! Lo digo por tus fans…
- Ya, claro…
Crucé los brazos. Leo no me creía otra vez, y ahora se lo decía en serio, o por lo menos eso pensaba.
Leo tenía fans en casi toda la escuela, especialmente en nuestra sala. Pero había una chica con la que tenía toda una historia, la cual me involucraba a mí.
Hacía mucho tiempo nos juntábamos no solo Leo y yo, sino también una chica llamada Isabel, de cabello rubio y ojos negros. Siempre jugábamos los tres juntos, éramos los mejores amigos. Hasta que un día ella comenzó a mostrar sentimientos hacia Leo, que en ese momento era un niño que solo le interesaba jugar, por lo que él nunca le hiso caso. Isabel malinterpretó las cosas y creyó que Leo no la quería a ella porque estaba enamorado de mí. Entonces me declaró la guerra, lo que le duró muy poco porque después ya no volvimos a hablar con ella. Luego crecimos y jamás volvimos a cruzar media palabra con Isabel.
Hasta ese momento, ya que la sala con la que íbamos a trabajar era la de ella. Nuestro reencuentro era inevitable.
Isabel seguía como siempre, solamente había crecido en estatura, pero seguía teniendo la misma sonrisa de niña pequeña. La pude ver desde el primer día que comenzaron los preparativos, porque ella también iba a ayudar con la escenografía.
Al principio pensé que todo lo que había pasado ya lo había olvidado, pero cuando veía a Leo andar cerca se quedaba mirándolo largo rato.
Pese a que estuvimos mucho tiempo juntas cortando papeles de colores y armando murallas de castillos nunca nos hablamos. Era extraño, pero me acostumbré a eso.
Mientras nosotros hacíamos la escenografía los demás ensayaban cerca, lo que me permitía ver exactamente lo que ocurría. Cristina era una excelente actriz, se notaba que le gustaba lo que hacía. Al igual que Leo, quien me lanzaba una mirada cada vez que le tocaba una escena con Cristina.
Se venía el ensayo de la parte de la fiesta. Me alivié al escuchar al profesor diciendo que el beso era para la presentación final, que se dieran un beso en la mejilla en los ensayos. Aún así, me puse un poco nerviosa al verlos tan juntos.
Comenzaron con sus parlamentos haciéndolo bien, como siempre. Yo no podía despegar mis ojos de ellos dos. Comencé a apretar con fuerza el pegamento que tenía entre mis manos, al tiempo que mi corazón latía como si fuera a salirse de mi pecho.
Miré hacia otro lado. Isabel, en frente de mí, estaba en las mismas condiciones. Casi se corta un dedo con unas enormes tijeras que sostenía en ese momento, la detuve justo a tiempo.
Me miró avergonzada, luego ambas volvimos a centrar nuestra visión en el escenario. Por suerte la escena se había acabado.
- Gracias -, escuché.
Era Isabel, que se dirigía a mí sin siquiera mirarme a los ojos.
- De nada, pero ten más cuidado con esas tijeras
Silencio.
- ¿No me guardas rencor? -, me preguntó.
- No, no tengo por qué hacerlo
- Pero hace tiempo… te odié a muerte
- Bueno, éramos niñas. Supongo que ahora estás mejor
- No lo sé…
Miró en dirección al escenario, donde iban a repetir la escena y Leo se encontraba casi abrazando a Cristina. Aparté la vista.
- Isabel, Leo es un inmaduro. Creo que deberías olvidarte de él -, le dije a los ojos.
- No puedo… Créeme que lo he intentado
- Pero debe haber una forma…
- No la hay. Cuando te gusta mucho alguien, olvidarte de esa persona es casi imposible
Me sentí identificada con ella por un momento. La vi tan deprimida que la abracé, dándome ánimos de paso. Ella sonrió, agradeciéndome por no tratarla mal después de lo que había pasado.
Estuvimos hablando un buen rato, recordando viejos tiempos. Nos reímos mucho, lo que llamó la atención de los demás. Entre ellos Leo y Cristina, quienes casi ni podían concentrarse en lo que hacían. Nos miraban de vez en cuando, Leo muy serio y Cristina riendo, contagiada por nuestras risas.
Terminó el ensayo por fin. La mayoría estaba cansada y querían irse a casa pronto.
Los actores bajaron del escenario, siendo felicitados por el profesor. Leo se acercó a la mesa donde habíamos estado trabajando todo el tiempo y me saludó. Miró a Isabel, diciendo un “hola” tan bajito que apenas se escuchó. Ella se acercó a nosotros justo en el momento en que Cristina aparecía para felicitar a Leo.
- Estuvieron brillantes -, dijo Isabel.
- Gracias -, respondieron los dos.
- Sí, lo hicieron g-genial -, dije.
Leo nos miró serio.
- Fue divertido… al parecer ustedes también se divirtieron -, dijo.
- Sí, lo pasamos bien un rato -, Isabel sonreía.
De pronto sentí una mano sobre la mía, la cual sin preguntar entrelazó sus dedos con los míos. Miré a Isabel, la dueña de esa mano, con cara de signo de interrogación. Seguramente lo hacía para poner celoso a Leo, y realmente no lo hacía mal.
- ¿Y desde cuando son tan cercanas?... -, preguntó Leo después de ver eso último.
- Desde hoy -, dijo Isabel sin dudar.
Me dio un beso en la mejilla y se largó. Leo miraba la nada con el ceño fruncido. Después de unos segundos fue tras Isabel corriendo, dejándome a solas con Cristina.
Los nervios vinieron a mí de inmediato.
- Ale, quería pedirte algo -, se notaba un poco incómoda.
- Dime
- Bueno, me gustaría saber si hay una posibilidad de que pueda ver a Martín
- ¿V-verlo?
- Sí, ya sabes, juntarme con él en algún sitio
- N-no lo sé, él no vuelve a casa hasta las v-vacaciones de invierno
Cristina se quedó pensativa.
- ¿Podrías preguntarle si puede?
- C-claro…
- ¡Gracias!
Me sonrió y se fue, muy feliz.