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Y todo comenzó con su número por rockmonster

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Notas del capitulo:

Ok, a este punto ya debería haberme dado un infarto con la cantidad de reviews que han dejado... De veras es increíble !!! :'D

Muchísimas gracias, me encanta que les guste lo que escribo :3

Yap, aquí va el cap. !!! Disfruten...

El lunes Leo tenía una cita con el doctor para revisar su pierna, así que no fue a clases. Yo quería preguntarle sobre el proyecto de biología pero como no estaba busqué a Isabel en el recreo.

Miré a todos lados y me encontré con Cristina, que hablaba con sus amigos. No le dije nada pero ella apenas me vio me sonrió saludándome. Yo solo levanté mi mano para devolverle el saludo y sonreí como una estúpida.

Isabel estaba comprando un jugo cuando la vi. Me acerqué de inmediato y comenzamos a hablar mientras caminábamos.

-          ¿Ya decidieron de qué será el trabajo? -, pregunté.

-          Sí, creo que algo sobre plantas como siempre… Pero cuéntame, ¿cómo te fue?

-          ¿En qué?

Suspiró.

-          No te hagas la tonta. Ya dime

-          No sé

-          ¿Cómo?

-          Es que no entiendo. Dijo que me odiaba

-          Entonces te fue mal

-          No, porque me sonrió… y casi… casi me b-besa -, dije susurrando lo último.

Isabel me miró confundida. Se tomó un tiempo para pensarlo y luego habló.

-          Tengo una teoría

-          ¿Cuál?

-          Cristina estaba enamorada de tu hermano. Cuando la besaste se confundió porque le gustó que la besaras, entonces se sentía mal ya que pensaba que estaba enamorada de dos personas a la vez y que además eran hermanos. Pero cuando le dijiste que tú te estabas haciendo pasar por tu hermano mientras le mandabas mensajes descubrió que ella realmente había estado enamorada todo el tiempo de ti, no de Martín. Lo que ella odia es que le hayas mentido y haber pasado por esa situación

Me quedé mirando a Isabel sorprendida y sonrojada. Seguramente sabía muchos datos de mi problema por culpa de Leo, ya que estaban muy cercanos los dos últimamente.

-          Si que eres inteligente -, le dije.

-          Gracias, pero en realidad no es una teoría ni la inventé yo

-          ¿Qué?...

-          Le pregunté a Cristina… y eso fue lo que me dijo

Mi mandíbula se desencajó de su lugar por la impresión. Isabel me sonreía como si nada, mientras yo ni siquiera podía articular una palabra.

-          Tranquila, con el tiempo se le pasará el odio -, dijo.

Pasó Cristina por delante de nosotras junto con sus amigos. Me vio de nuevo y volvió a sonreírme. Suspiré aliviada por lo que me había dicho Isabel.

-          Ahora que ya sabes lo que siente deberías hacer algo

-          ¿Algo como qué? Ya le he pedido perdón miles de veces -, dije en tono triste.

-          No hablo de pedirle perdón, sino de pedirle otra cosa…

-          Otra… cosa

Isabel me miraba alzando las cejas como lo hacía Leo. Entendí de inmediato la indirecta, pero mi cerebro dejó de funcionar en ese mismo momento. No me lo imaginaba, pero  de verdad  quería hacerlo.

Sonó la campana y volvimos a nuestras salas.

Me perdí la mitad de la hora de clases por estar mirando de reojo a Cristina sin que ella se diera cuenta. “Odia lo que hice… pero no a mí”, me decía a mi misma sonriendo. La chica de pronto clavó sus ojos en los míos, no tuve más remedio que apartar la vista nerviosamente y algo sonrojada. Cristina se rió de mí y luego volvió a poner atención a la clase.

Estaba pensando seriamente en pedirle lo que Isabel me había insinuado, pero no tenía idea de cómo. Tenía que esperar el momento justo para preguntárselo, porque quería que fuera especial y obviamente quería que la respuesta fuera un melodioso sí.

La semana pasó volando y se nos vino encima la presentación del experimento de biología en la feria científica.

Nuestro grupo había hecho algo al estilo ecológico. Hicimos crecer una especie de arbusto en una pared, dándole la forma del escudo de nuestra escuela, como un “graffity con relieve”. Nos quedó un poco deforme pero debo decir que a los profesores les encantó. Tuvimos una excelente calificación.

Con la feria científica no tuve mucho tiempo para hablar con Cristina porque debíamos estar corriendo todo el tiempo preparando nuestra presentación y además, por alguna razón,  durante el turno que me tocó cuidar el experimento estuve totalmente sola, hasta que apareció Nicolás para reemplazarme. Fui a quejarme con Leo. Cuando lo vi venía de la mano con Isabel. Crucé mis brazos, dejando escapar una risita.

Terminó la feria por fin y había que desmontar todo. Nos dio mucha pena tener que cortar el arbusto de la pared, pero teníamos que hacerlo, estaba comenzando a oler mal. Antes quisimos tomarnos una foto con la obra de arte que habíamos fabricado para guardarla de recuerdo. Entonces le pedimos a alguien más de nuestro salón que nos ayudara y nos pusimos adelante del arbusto todos juntos.

-          ¡Sonrían! -, dijo el chico antes de apretar el botón de la cámara.

Cristina, que estaba al lado mío, tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos. Creo que por esa razón en la foto aparezco con un tomate en vez de cara.

Comenzamos a desmontar la presentación con la ayuda de todo el grupo. Terminamos con el tiempo suficiente como para descansar un rato. Leo e Isabel se fueron al salón, así que definitivamente ese no era mi destino ya que no quería molestarlos y menos en ese momento.

Miré a mi alrededor. Nicolás había desaparecido de repente, por lo que solo quedábamos Cristina y yo.

-          ¿Aún me odias? -, fue lo primero que se me vino a la cabeza.

-          No, no tanto ahora…

-          Genial

-          ¿Viste a Isabel con Leonardo?

-          Sí, los vi…

Y hasta ahí llegó la conversación, porque ambas nos quedamos calladas pensando lo mismo, o por lo menos eso creo. Nicolás vino al rescate a preguntarnos si podíamos ayudar a limpiar un poco. Asentimos al mismo tiempo. “Lo que sea con tal de evitar más momentos incómodos como ese”, me dije.

Al día siguiente le pidieron a un profesor que nos diera unos minutos para que la clase se pusiera de acuerdo a en realizar el viaje que tanto querían. Él aceptó de inmediato.

El presidente de la clase se paró en frente de todos y comenzó a preguntar si conocíamos un lugar para ir, que nos diera alojamiento o algo así. Hablaron de ir a la playa y arrendar una cabaña, pero eso nos saldría algo costoso. También algunos querían ir a acampar, pero no todos estaban de acuerdo con eso. Entonces habló un chico contándonos que su familia tenía una casa en el campo, cerca de un cerro y un bosque por el que cruzaba un gran río con peces. Además la casa era tenía suficiente espacio para todos. Lo pensaron bastante rato pero se decidió que iríamos ahí.

Yo me entusiasmé mucho con la idea de una casa de campo. La naturaleza era algo que me encantaba, y también una fogata nocturna parecía una escena ideal para proponerle noviazgo a alguien.

En el recreo que contaba a Isabel que me había decidido, iba a preguntárselo en el viaje.

-          Suena bien… qué lástima que mi clase no hará paseo -, me dijo.

-          Sí, creo que Leo estará triste también

El viaje comenzaba ese viernes y volvíamos el lunes por la tarde, con el objetivo de aprovechar al máximo el descanso. Íbamos a estar aproximadamente tres días en la casa de campo de José, la cual, según nos contaba él, tenía dos pisos y era una construcción algo antigua aunque no dudaba que a pesar del tiempo estuviera casi igual a como él se acordaba.

Yo no sé cuándo fue la última vez que vio esa casa, porque cuando llegamos hasta José se impresionó por lo desgastada que estaba la madera. Era gigante, hermosa, sacada de una película de terror. Sus dos pisos hechos completamente de madera se imponían ante el paisaje, cuyo color principal era verde. Detrás de la casa se podía apreciar un patio trasero que muchas familias querrían tener, ya que la cerca llegaba hasta el horizonte, y después de eso venían un montón de árboles.

Llegamos durante la mañana del viernes y aún con toda la luz del día encima de la casa nos parecía bastante terrorífica. Tengo que decir que me gustan las películas de terror, y mucho. Sin embargo una cosa es verlas detrás de una pantalla de televisor y otra cosa muy diferente es estar dentro de una. Así es como me sentía, y creo que los demás también, pero al parecer eso le dio un toque más de emoción al paseo.

-          Así que aquí piensas preguntárselo -, me dijo Leo acercándose sigilosamente.

-          Sí…

-          Qué romántico paisaje elegiste Ale

Tragué saliva.

Busqué a Cristina con la mirada. Definitivamente la asustadiza era yo, porque ella ya estaba dentro de la casa, revisándola. Asomó su cabeza por una ventana y nos habló a todos los que todavía estábamos afuera, que éramos muchos.

-          Tendremos que limpiar un poco antes de usarla, no tardaremos mucho

Todos asentimos.

Cristina me quedó mirando. Me sonrió y me guiñó un ojo. 

Notas finales:

:DDDDDDDD

Lo siento aún estoy alucinando con los comentarios...

:333333


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