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Antología de OneShots por Agnes-San

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Notas del capitulo:

Este shot se me ocurrio por que en blanco y negro Key tiene una lampara de gato, ¿lo recuerdan?

esa que siempre prende Jonghyun para que Key no se uera del terror que le causa estar a oscuras :P

bueno ahora que lo recordaron a leer y espero que les guste :D

Lámpara de gato.

 

 

 

Seguro que a Nichole le encantaría esa lámpara de gato, lo estilizada de la figura del animalejo parecía muy de acuerdo a la personalidad de mi novia, pero había un pequeño problema, que de pequeño no tenía nada, no ese chico rubio sí que sabía hacer un problema diminuto en una tercera guerra mundial.

 

Trataba de mantener una conversación normal con el rubio pero este no me estaba dejando las cosas fáciles, y esa conversación ya no iba a ninguna parte, había perdido direccionalidad hacía ya cierto tiempo. Suspiré con resigna y trate de explicarle lo que no quería hacer.

 

—    De verdad, la ocupo para mi novia. —Dije casi como último recurso, solo para ver si ese chiquillo cambiaba de parecer.

 

—    ¿Y qué? Yo la ocupo para mi habitación — habló encogiéndose de hombros, como si no le interesara en lo más mínimo y seguramente eso debía ser.

 

¿Qué edad tendría? ¿14? ¿15? Parecía un escuincle, un rubio y bonito escuincle.

 

Tallé mis ojos con mucha, mucha fatiga. Hablar con él era agotador y no llegaba a ningún parte.

 

—    Te doy el doble del dinero — ofrecí una cantidad mayor a la que él había pagado y las empleadas me miraron con asombro.

 

—    No me importa, no —habló el muchachillo ese, tomó su lámpara en brazos y caminó hacia la salida, mientras las chicas que atendían nos miraban divertidas.

 

Siguió su camino hacia  la salida y lo seguí con tal de conseguir esa lámpara que seguro haría muy feliz a Nichole.

 

—    Te ofrezco lo que sea que me pidas —dije como último recurso, a sabiendas que ni eso lo haría cambiar de parecer.

 

No supe en qué momento dejo de avanzar, hasta que choque con su espalda alta. ¿Qué demonios comía ese niño para tener esa altura?

 

Me dedico un “idiota” luego de tambalearse.

 

—    ¿Lo que sea?  —preguntó dándose  la vuelta y entornando esos ojos felinos que se delineaba muy bien.

 

Dudé un par de segundos antes de asentir.

 

—    Bien, mañana ven a recogerme a mi colegio en tu coche y finge que te gusto, salgo a las doce y treinta, ahorita te doy la dirección y quiero el doble de lo que pague. —Después de eso estuve a punto de que la mandíbula inferior se saliera de sus causes.

 

Sí, yo era un idiota y él un niño bastante aprovechador de oportunidades. Finalmente me quede sin dinero en efectivo, con un  gato en el asiento del copiloto, bien sujeto con el cinturón de seguridad para evitar algún desastre, me había salido más caro de lo que imaginé.

 

La sonrisa de mi novia en su cara cuando vio la lámpara, hizo que todo mi disgusto con ese animal horrible se fuera, pero aun seguía teniendo la cara de ese niño en mi cabeza.

 

—    Te amo, Jonggie. —vocalizó ella algo enérgica regalándome un beso en los labios.

 

Ella era de las chicas que son lindas incluso cuando no quieren serlo, si, ella era justo mi tipo, y el tipo de muchos porque había algunos de su edificio que no paraban de verla.

 

—    Está preciosa —dijo luego de admirar esa lámpara por todos lados.

 

—    Si, supe que te gustaría en cuanto lo miré. —claro que jamás le dije sobre la cantidad de dinero que pague por que aun lloraba por ello.

 

Mi billetera se había quedado vacía gracias a un niño más alto que yo y con ojos hermosos.

 

 

 

***

 

 

 

Había tratado de salir lo más rápido posible de mi trabajo para cumplir la promesa que le había hecho a un muchachillo con tal de conseguir una lámpara que hizo feliz a mi novia.

 

“no llegues tarde” me había dicho pero esa promesa no la iba a poder cumplir porque ya llevaba cinco minutos de retraso, estacione mi coche frente a la entrada del colegio, parecía muy caro ese lugar e intuí que el niño ese tenía dinero.

 

En la banquetita estaba él sentado con las manos en la rodilla y la cabeza apoyada también en esa parte de su anatomía, escuchaba con atención a otro muchacho de su misma edad y pestañeaba con gracia, como admirando a ese niño que estaba todo sudado.

 

Baje de mi coche para que me viera, sin embargo él seguía tan perdido observando al chico ojón que ni siquiera se dio cuenta de mi presencia, no hasta que me acerque y le hable.

 

Mi miró con reproche, hacia arriba y el otro también imito su acción, yo les sonreí a ambos y en eso el rubio se paro, sacudiendo su uniforme.

 

—    Nos vemos luego Minho —Dijo alzando la mano y sonriendo.

 

El otro chico solo lo despidió con la mano extendida, se metió a mi carro sin siquiera preguntarme primero, extrañamente cambiaba de humor cuando no estaba ese chico a su lado.

 

Puse en marcha el carro y él me indico por dónde ir, lo miré de reojo tenía un puchero algo extraño en los labios, los brazos cruzados y miraba la frente sin parpadear.

 

—    Me llamo Jonghyun —Le dije para que al menos tuviera un nombre por el cual llamarme.

 

—    Me bajo aquí. —advirtió él, con tono molesto.

 

—    ¿vives aquí? —pregunté al ver que era una fábrica de pasteles.

 

—    No, tomare un taxi. —dijo como si nada, yo estacione mi auto y él enseguida bajo.

 

—    ¿Seguro que no deseas que te lleve? —pregunte una vez más y él negó con la cabeza.

 

Revisó en su mochila sin cerrar la puerta del carro, y luego se volvió a sentar en el asiento del copiloto.

 

—    Llévame a mi casa. — ordenó y yo solo negué con la cabeza. —Key, así dime.

 

—    Key, el chico de allá. ¿te gusta? —pregunté sin nada de preámbulos y su cara se torno de un rosado muy bonito.

 

—    No. —negó a pesar de haber sido descubierto. —¿A tu novia le gusto la lámpara? —preguntó desviando el tema.

 

—    Sí, mucho. —fue lo único que mencioné.

 

Key me miraba de una manera algo extraña a decir verdad, y luego miraba al frente sin decir palabra alguna.

 

—    Tengo hambre. —dijo quedito como esperando que no lo escuchara.

 

—    Yo también, perdí mi hora de comida por ir a recogerte, ¿por qué no le pediste a ese chico que te trajera? —le reproché.

 

—    Porque él no me pidió una lámpara para su novia. — cortó haciéndome molestar por toda su falta de respeto.

 

—    Pero tiene novia ¿no?  Y a ti te gusta aunque no lo puedes tener.

 

—    Cállate. —ordenó. Ese niño era un completo mandón.

 

—    Lástima, a él pareces no importarle. — continué sin hacerle caso, quería molestarlo al menos un poquito, todo por hacerme gastar mucho dinero y por la gasolina que estaba empleando para llevarlo hasta su hogar.

 

—    Cállate. —volvió a decir mordiendo su labio inferior.

 

—    Además es más grande que tú, y a los chicos nos gustan las mujeres, no los hombres. —volví a molestarlo.

 

—    Si es cierto, ¿Aun no parezco una chica? ¿verdad? —volteo su rostro para mirarme a los ojos, como exigiendo que le respondiera.

 

Lo miré un momento, sus labios aunque no lo pareciera estaban llenos de brillo, sus ojos delineados, no él no parecía una chica, algunas de sus facciones eran muy delicadas casi como las de una chica, pero seguía siendo muy alto como para parecer una, y aun así se miraba muy bonito.

 

—    No. —susurré.

 

Su rostro denotó desilusión al escucharme. Luego indicó un “ya llegamos”, me estacione fuera de su casa, su casa era muy bonita, grande y espaciosa y una cámara adornando la entrada.

 

Fue entonces que me di cuenta que él de alguna manera si parecía una chica, caminaba como una, su cabello estaba decolorado, se delineaba los ojos y cuidaba sus labios.

 

 

 

***

 

 

 

Bien ahora llevaba mi auto lleno de cosas, desde tazas hasta la lámpara de gato que le regale a Nichole, me sentía un idiota, miles de “te amo” se fueron al caño, ella se había enamorado de alguien mejor, que le daba cosas mejores que una lámpara de gato horrible y ahora me hacia compañía con esa sonrisa perturbadora, que parecía dirigida a mi estupidez.

 

Un año y de un día para otro nuestra relación fue un fracaso, yo tenía planes para nosotros, ella no, yo tenía un futuro previsto, a ella ese futuro le valía una maldita mierda.

 

El semáforo en rojo me indico que parara y fue mi momento para desquitarme contra el volante, para golpearme la espinilla y luego retorcerme del dolor, volví a aponer en marcha el vehículo y unas calles más arriba, pude observar su espalda alta, llevaba una mochila al hombro y parecía desganado.

 

Maldito renacuajo, acaso debía aparecerse en mi vida todo el jodido tiempo, seguía con sus caminados de siempre, aunque parecían más perfeccionados que antes,

 

—    Key —Lo llame y él enseguida volteo.

 

Sus ojos estaban llorosos y su nariz roja,  estaba llorando, me estacione a su lado y él continuó su marcha haciendo oídos sordos a mis argumentos, de nuevo estaba molesto.

 

—    Key —repetí avezando a su mismo paso

 

—    Lárgate, deja de llamarme, ni siquiera te conozco —alzó la voz para que me quedara claro y fue entonces que su vista  se clavó en el gato.

 

Pare mi marcha y él la suya, lo miré hacia arriba y él cerró los ojos antes de mirarme.

 

—    Sube. —le dije y él acato mi orden sin chistar siquiera, me gustaba que fuera así de obediente.

 

Sus manos quitaron a ese animalejo que antes me había vendido por mucho dinero y  se inyecto en el asiento sosteniendo la lámpara en brazos.

 

—    Creí que se la darías a tu novia —vocifero observando la lámpara y haciéndole mimos.

 

—    Bueno, se la di, pero creo que no le gusto del todo — sonreí triste y él me miró con sus ojos curiosos.

 

—    ¿Te dejo? — empezó sus interrogatorio.

 

—    Algo así, ¿Por qué llorabas? — cuestioné sin nada de vergüenza.

 

—    Porque a los chicos les gustan las mujeres —Se encogió de brazos, y su labio inferior comenzó a temblar.

 

Me sentía muy mal por eso, por él. Era mi frase había usado mi frase, esa que había dicho  para burlarme de él por hacerme gastar tanto dinero, y ahora me sentía la peor persona del mundo.

 

—    Jonghyun —me llamo y yo simplemente voltee a verlo. — ¿puedo darte un beso? —Su pregunta me sacó de contexto, un niño me estaba pidiendo un beso.

 

—    Los hombres no suelen besarse —fue mi único argumento y él bajo la vista hacia el gato.

 

—    Si, lo sé, pero solo quiero saber que se siente besar a alguien, y bueno, dado que tu y yo no nos conocemos, no hay sentimientos de por medio… —se detuvo en esa parte y de nuevo sus ojos me observaron, me examinaron y sus mejillas se encendieron —además eres guapo —sus brazos apretaron la lámpara y yo sonreí, nunca me había dicho algo así, no de una manera tan adorable y no un niño.

 

“solo será un beso” decía mi mente, sin embargo yo no quería hacerlo, ya suficiente era con pensar que ese mocoso era adorable, además seguro que si alguien nos viera me acusarían de pedofilia y de homosexual.

 

—    ¿puedes? —volvió a preguntarme.

 

“Solo será un beso, sin nada por en medio” repetía mi mente.

 

—    Solo un beso —vocalicé lo que mi mente gritaba y él sonrió, emitiendo un sonido extraño.

 

—    Si, solo uno, luego te invito a comer o te compro pasta de dientes para que te laves la boca —habló entusiasmado, en verdad aun parecía un niño de no más de diez años con esas actitudes que tomaba

 

Aproveche el rojo del semáforo, y su rostro se lleno de un rosado bonito, extraño en un chico pero así se miraba; bonito. Cerró los ojos y alzó un poco los labios, un piquito extraño, parecía una chica esperando por su primer beso, lo pensé seriamente antes de proceder a juntar mis labios contra esos rosados que se me entregaban húmedo, anhelantes.

 

 

 

Su toque no me era para nada asqueroso, no como lo imagine, al contrario de alguna extraña manera lo encontraba dulce, suave, rico, con sabor a fresa, me separe antes de empezar a pensar cosas raras. Abrí los ojos y mire los suyos que continuaban cerrados, mostrándome su delineado perfecto.

 

—    ¿Ya quieres ir por la pasta de dientes? —preguntó divertido.

 

—    Acepto tu invitación a comer —sonreí y él me imito, era más bonito cuando sonreía, sus ojos se hacían dos pequeñas líneas negras.

 

Al final, y como siempre, yo termine pagando la cuenta, de nuevo ese niño de dieciséis se había aprovechado de mi amabilidad, y cómodamente estaba comiendo un pastel de manzana con la lámpara de gato aun en sus piernas, esas que parecía tan llenas de carne y cremosas.

 

—    ¿quieres? —preguntó casi metiéndome un pedazo de pastel en la boca, yo abrí y él me alimento, extrañamente con él a mi lado ya no me sentía tan frustrado, tampoco molesto, solo estaba cómodo con su compañía, aunque algunas veces se pasara de berrinchudo y otras de dulce.

 

 

 

***

 

 

 

Mi celular comenzó a sonar por eso de las cuatro de la madrugada, sabía de sobra quien me hablaba a esa hora y me maldije mil veces por haberle dado mi numero de celular a ese muchachillo de cabello decolorado y ojos delineados.

 

—    Mande —hable más dormido que despierto.

 

—    ¿Estabas dormido? —preguntó con esa voz que algunas veces hacia, cuando estaba de buen humor.

 

—    Son las cuatro de la madrugada —respondí.

 

—    Hay, ustedes los adultos son unos anticuados… —Se quejo él.

 

—    ¿Necesitabas algo?  —corte cada uno de sus argumentos.

 

—    Solo quería escuchar tu voz. —Maldito chamaco, solo con eso ya toda mi molestia se había marchado.

 

—    ¿hace cuanto que nos conocemos Key? —pregunte a la deriva.

 

—    Cuatro meses.

 

—    Y ¿hace cuanto que te di el número de mi celular? —volví a preguntar para ver si lo hacía entrar en razón y que dejara de hablarme en la madrugada.

 

—    Dos meses —respondió él una vez más, casi podía ver su sonrisa y eso me hizo sonreír a mi también, ¿hacía cuanto que él se había metido muy dentro de mis pensamientos? ¿Cuándo fue que decidí dejar de perseguir chicas para concentrarme en un niño con problemas hormonales? —Jongie — me llamó.

 

—    Sabía que algo querías además de escuchar mi voz. —le reproche, mi sueño se había marchado, él y su vocecita de niño mimado lo habían espantado.

 

—    ¿puedo ir a tu casa? —eso me dejo sin palabras, nunca en todo lo que llevábamos de conocernos él me había pedido ir a mi casa.

 

—    Son las cuatro de la mañana —le recordé.

 

—    ¿puedes venir por mí? —cuestionó inocente, como solo él podía hacerlo.

 

—    ¿Dónde estás?

 

—    No lo sé, yo quería ir a verte, necesito verte. —su voz me sonó algo extraña, como si estuviera a punto de romper en llanto.

 

—    Fíjate dónde estás y dame alguna señal que es fácil de reconocer, alguna calle lo que sea. —Le pedí, y voltee a mirar la lámpara que aun guardaba, era lo único que guardaba de todo lo que me había regresado Nichole.

 

 

 

Maldito niño, se había ido a perder al otro lado de la ciudad, estaba gastando mi gasolina y estaba preocupado por un chiquillo más alto que yo, con una extraña obsesión con el color rosa y con las cosas perfectamente ordenadas, además yo aun llevaba la ropa de dormir, y mi cabello estaba totalmente desarreglado.

 

Lo encontré sentado en la banquita afuera de la iglesia que me había descrito, tenía su pijama rosa de cuadros, el muy tonto se había levantado de la cama solo porque quería verme.

 

—    Eres un idiota. —le reproche cuando lo mire.

 

—    Perdóname. —bajo la vista y todo mi coraje con él se esfumó.

 

—    ¿Qué estas esperando? Entra. —me fingí molesto.

 

Él obediente entro a mi auto.

 

Durante todo el recorrido, no le dedique una mirada, solo seguía viendo al frente cuidando de no atropellar a los fantasmas que paseaban por una ciudad completamente dormida.

 

—    ¿Estás molesto? —preguntó dirigiéndome una de esas miradas derrite todo, hasta el muro más sólido jamás construido.

 

—    Si, eres un tonto, ¿Qué tal si te pasaba algo malo? Entiende que en la vida hay personas malas, no puedes salir así como así en la noche, eres un niño aun. —tras decir eso su expresión cambio.

 

—    No quiero ser un niño, quiero ser una niña. —habló y eso de nuevo me dejo sin palabras, sin armas.

 

Yo sabía que él tenía esa extraña obsesión con ser lo más parecido a una chica, al principio creí que ese tal Minho tenía la culpa, porque Key estaba enamorado de ese chico que lo rechazo, por el que lloraba la segunda vez que lo vi.

 

—    Kibum, eres perfecto así como estás, la naturaleza te hizo así y tienes que aceptarte…

 

—    Si pero no soy perfecto para ti, a los chicos como tu les gustan las mujeres… —cerré los ojos con fastidio, estúpido Kibum me hacía sentir culpable, no sabía que yo era el culpable de que él deseara ser una chica.

 

Después de eso ya no dije nada y él también se limitó a callar, subió al elevador solo viéndome de soslayo  y yo hice lo mismo, me sentía incomodo y estando con él jamás me había sentido así.

 

Entramos en silencio a mi departamento y él solo hizo como si me quisiera decir algo, pero luego se arrepintió.

 

—    Ve a dormir Key, le hablare a tus papás para decirles que estás aquí —hablé y él asintió bajando la cabeza como perrito regañado. —puedes usar mi cama. —le dije antes de que desapareciera.

 

El que me contesto fue el señor Kim, pidió disculpas por que su hijo me haya causado problemas y dijo que lo recogería apenas amaneciera. Me sobé las sienes, me dolía la cabeza por que no había dormido muy bien.

 

Entre a la habitación con la intención de tomar una ducha y fue entonces cuando mi corazón se hizo mil pedazos con solo un sollozo de parte de Key que estaba totalmente cubierto con la sabana.

 

Me senté a una orilla de la cama y acaricie su cabeza.

 

—    Kibummie. —lo llame pero él no contestó. —al principio me caías muy, muy mal, me hiciste gastar mucho dinero en una lámpara que después nadie quiso, me hiciste ir a recogerte a tu colegio solo para darle celos a un chico que jamás conocí, y perdóname si te herí.  —mordí mi labio esperando que me creyera.

 

Fui hasta donde estaba esa lámpara de gato escuálido y feo  y la conecte para encenderla luego, jamás había visto su luz, pero no era mucha la que emitía y seguía viéndose igual de feo el gato ese.

 

Él salió de su escondite, y me miro con sus ojos brillosos de las lagrimas que aun traía atoradas en las pestañas, sus ojos sin maquillaje eras perfectos.

 

—    Creí que la habías desechado, como todo lo demás que traías en el auto —su voz se escuchaba gangosa, y un hipido la acompañaba.

 

—    Claro que no, me hiciste gastar mucho en ella como para tirarla. Además cada que la veo me acuerdo de ti, por eso no fui capaz de botarla… —sus ojos estaban pegados a los míos y una bonita sonrisa se extendió por sus labios preciosos. —y Key, no necesitas ser mujer para gustarme. —tome su barbilla y deposite un beso en su boca acorazonada.

 

El me gustaba, amaba cada uno de sus defectos por que, cada uno de sus berrinches y su amor por las cosas dulces, por los maquillajes de chicas, por las prendas coloridas y el rosa.

 

—    ¿De verdad? —pregunto entusiasmado.

 

—    Si.

 

Iba a darle un beso más cuando el timbre comenzó a sonar, ese debía ser el padre de mi pequeña princesa berrinchuda amante del rosa y las cosas cursis, fui a abrir y si ahí estaba un señor muy parecido a Key.

 

—    Ya vinieron por ti. —le avise y él se puso de pie.

 

—    No me quiero ir. —hizo un puchero y limpio su rostro.

 

—    Hoy iré a recogerte para ir a nuestra primera cita, mientras te regalo la lámpara, regrésamela cuando ya no quieras nada conmigo. —él sonrió y cogió esa lámpara que gracias a ella lo conocí.

 

—    Nunca te la regresare, porque siempre te voy a amar, te lo prometo—dijo dejando un beso rápido en mis labios y luego salió para irse con su padre.

 

Me quede solo con la promesa de amor eterno que me había hecho un niño de dieciséis años.

 

 

 

 

Notas finales:

Les gusto, no hay lemon pero espero que les haya gusta aun así xD

 

thanks por leer y isses *3*


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